UNIVERSIDAD
DE ORIENTE
NUCLEO
DE SUCRE
VICERRECTORADO
ACADEMICO
COMISION
DE ESTUDIOS DE POSTGRADO
POSTGRADO
EN CIENCIAS ADMINISTRATIVAS
Mención: Gerencia General
EL PATRÓN DE
COMPORTAMIENTO GERENCIAL DE LAS EMPRESAS DE PRODUCCIÓN SOCIAL VENEZOLANAS EN EL
MARCO DEL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI
Autor: ECON.
HUMBERTO J. RIVERO M.
C.I. 7.413.811
Trabajo de grado
presentado como requisito parcial para optar al título de Magíster Scientiarum
en Ciencias Administrativas Mención Gerencia General
Diciembre 2007
DEDICATORIA
A
Patricia, Juan y Diego por su amor infinito.
RESUMEN
INTRODUCCIÓN 1
CAPITULO I
1.1 El planteamiento del problema 9
1.2 Los objetivos 22
1.2.1
Objetivo
general 22
1.2.2
Objetivos
específicos 22
1.2.3
Justificación
23
1.3 Marco Teórico 24
1.3.1
Antecedentes 24
1.4 Metodología 27
1.4.1 Diseño de investigación 27
1.4.2 Técnicas e instrucciones de recolección de
información 29
CAPITULO
II
Aspectos Generales del Socialismo del Siglo XXI. Orígenes, características, principios y postulados
2.1
Concepto del Socialismo del Siglo XXI. 30
2.2 El
modelo de Dieterich. Orígenes 33
2.3 Teoría
del valor trabajo 34
2.4 Mercados
de Intercambios de Equivalencias 36
2.5
El nuevo hombre social-ético-estético del socialismo del siglo XXI. 40
2.6
Fundamentos teóricos que determinan la aplicación de
la doctrina socialista en Venezuela. 45
CAPÍTULO III
3.1
Empresa de Producción Social (EPS). Aspectos generales: Orígenes,
características, principios y postulados 48
CAPITULO lV
4.1 Diferencias existentes entre los principios que propone
el sistema capitalista y los que propone el sistema socialista. 61
4.2 Economía de Mercado
versus economía planificada de equivalencia. 70
4.3
Las empresas privadas versus las empresas socialistas (colectivistas, públicas
o estatistas). 73
CAPÍTULO V
El patrón de comportamiento
gerencial en las empresas de PRODUCCIÓN social
venezolanas en el marco del
socialismo del siglo XXI: uso de las Herramientas de
Gerencia dentro de la Empresas de Producción Social. Análisis:
5.1.1 Las
herramientas de la Economía Gerencial aplicadas a las EPS 82
5.1.2. Finanzas, contabilidad financiera y de costos. 94
5.1.3 Administración en tiempos de
globalización versus la administración en el Socialismo del Siglo XX en
Venezuela 100
5.1.4 Desarrollo
de los recursos humanos y el comportamiento organizacional bajo el Socialismo
del Siglo XXI 105
5.1.5 La calidad, la productividad
y la competitividad en las Empresas de Producción Social. 111
5.1.6 La mercadotecnia o
marketing en los mercados de intercambios de Equivalencia. 119
CAPÍTULO VI
6.1 Determinar qué Herramientas Gerenciales
pueden ser usadas en el esquema económico colectivista que impulsa el
Socialismo del siglo XXI. 124
6.2 Identificación de las razones de lógica
económica por las cuales la aplicación de principios capitalistas dentro de las
Empresas de Producción Social es inviable. 125
6.3 Identidad o incompatibilidad del Nuevo Hombre
social-ético-estético con la conducta económica histórica del ser humano
(equivalente al tema de los Recursos Humanos y el Comportamiento Organizacional
bajo el Socialismo del Siglo XXI). 126
6.4 Identificación de las diferencias concretas
entre la gerencia y los postulados del Socialismo del Siglo XXI. 131
6.5 Detectar si existe en Venezuela el escenario
con las condiciones propicias para el establecimiento de las Empresas de
Producción social. 133
CONCLUSIONES 141
RECOMENDACIONES 145
BIBLIOGRAFIA 147
EL PATRÓN DE COMPORTAMIENTO GERENCIAL
DE LAS EMPRESAS DE PRODUCCIÓN SOCIAL VENEZOLANAS EN EL MARCO DEL SOCIALISMO DEL
SIGLO XXI
Autor:
ECON. HUMBERTO J. RIVERO M.
Tutor:
Econ. Carmen Rosa Silva
Fecha:
Diciembre 2007
RESUMEN
La
presente investigación documental se llevó a cabo con la finalidad de
determinar el comportamiento de las herramientas gerenciales de vanguardia
aplicadas de forma teórica al esquema de funcionamiento de la Empresas de
Producción Social, que son la principales unidades empresariales del llamado
Socialismo del Siglo XXI, propuesta de ingeniería social y económica impulsada
por el actual (2007) gobierno venezolano dentro de la llamada Revolución
Bolivariana, todo con el objetivo específico de medir la funcionalidad u
obsolescencia de tales herramientas en el contexto de unas nuevas relaciones de
producción económica que tal revolución implica. La metodología empleada es la
clásica oposición de una tesis versus su antítesis, método conocido como
dialéctico, el cual, luego de tal oposición tesis-antítesis, arroja una
síntesis que permite extraer conclusiones sobre el tema tratado. Así, se
cotejaron las ideas fundamentales que constituyen al Socialismo del Siglo XXI
con las que dan forma al modo de producción capitalista, y, luego de cotejar
así mismo los postulados que configuran la estructura básica de las Empresas de
producción social con cada una de las herramientas gerenciales de vanguardia,
se pudo concluir que existen pocos puntos coincidenciales entre ambos sistemas
de organización social y económico, quedando al mismo tiempo de manifiesto la
inviabilidad técnica –por improductivos- de los postulados ideológicos que
rigen la formación y puesta en marcha de las Empresas de Producción Social, por
replicar además experiencias similares del pasado que, yendo a contracorriente
de la lógica y racionalidad económica, muestran una obvia incapacidad para
lograr cotas aceptables de productividad y competitividad, cuando no mera
imposibilidad adaptativa a los modelos vanguardistas de gerencia empresarial
que son de uso corriente en la sociedad global actual, y que determinan el
éxito o fracaso de determinados proyectos empresariales.
INTRODUCCIÓN
En un
contexto político, económico y social como el que constituye una república en
proceso de instauración de una “revolución socialista”, son pocas las variables
de medición económica que no sufren alteraciones drásticas, que impiden un
análisis y proyecciones ortodoxas. Tal es el caso de la economía venezolana
contemporánea, en que pese a todo el espectro de transformaciones inéditas, al
que se añade en el corto plazo el anuncio por parte del sector oficial de la
profundización de estas modificaciones (ver la llamada Segunda Etapa
Revolucionaria, plasmada en “Hugo Chávez y El Socialismo del Siglo XXI” de
Heinz Dietrerich, 2005), se continúa, en foros, universidades, cursos de
postgrado y un largo etcétera, hablando de la gerencia contemporánea, de sus
nuevas herramientas y su aplicación óptima en un marco de sociedad capitalista,
dirigida a la creación de riquezas y la obtención de beneficios.
Se trata de ignorar, al
parecer, una parte importante del debate central, lo cual es el estatus de
estas herramientas de aplicación gerencial (Economía gerencial, la Contabilidad
Financiera, la Mercadotecnia, por sólo mencionar algunas) en un campus de
trabajo imantado por las nuevas leyes de una sociedad en “revolución
socialista” en que se propugna la progresiva “restricción” de la propiedad
privada y la libre empresa para dar paso a nuevos modos de creación,
estatista o colectivista, de bienes y servicios. Es el caso específico de los
llamados Núcleos de Desarrollo Endógeno y las Empresas de Producción Social
-EPS-, siendo estas
últimas el tema central de este
estudio, junto con la aplicación en las EPS de las técnicas de la gerencia de
vanguardia, enmarcadas en el contexto más amplio del Socialismo del Siglo XXI.
Abordar el debate del comportamiento de la combinación de estas variables es
uno de los propósitos principales de esta investigación.
De entrada hay que aclarar que
la frase “revolución socialista” en el caso de Venezuela no es sólo un
eslogan para identificar a un programa de gobierno de izquierda convencional
(como piensan erradamente algunos sectores desinformados de la población), sino
que identifica a todo un proyecto teórico-práctico, entre cuyos objetivos
principales está el instaurar en el país un sistema económico que sustituya el
mercado, para ensayar con una nueva “Economía Planificada de Equivalencias”
(ver texto arriba citado, en la página 105, capítulo La Economía Planificada de
Equivalencias) y que además está plasmado en documentos emanados directamente
de la presidencia de la República (ver bibliografía) y en alocuciones del Jefe
del Poder Ejecutivo, presidente Hugo Chávez Frías, específicamente en la del 15
de junio de 2006 en que expresa claramente la necesidad de establecer una
economía de equivalentes (“se creará una tabla de equivalencias”, dice de forma
clara), a la cual identifica de modo directo como el sistema de intercambio
conocido como “trueque” y a esto denomina “el verdadero socialismo” (cita
textual).
Por eso la frase Socialismo
del Siglo XXI es desde el punto de vista económico un término que define a
un proyecto técnico y matemáticamente planificado, de derivación marxista
(Dieterich, 2005, pag. 46), y no a una mera palabrería política, como se
inclinan a creer incluso ciertos sectores del ámbito académico que no han
enfocado todavía la magnitud del reto de estudio que se plantea con esta
propuesta del actual gobierno venezolano.
También se observa la
tendencia de ciertos sectores de los ámbitos académicos e intelectuales en
general a restar importancia -por “inéditos,
audaces y heterodoxos”, (Guerra, 2006)-, a los planteamientos de
Dieterich, sin advertir que aunque heterodoxos y utópicos estos criterios son
tomados muy en serio por el actual poder ejecutivo nacional, y son en resumidas
cuentas el programa de gobierno de Hugo Chávez Frías en el corto, mediano y
largo plazo. Así lo indican documentos y alocuciones emanados directamente de
la presidencia de la República.
Es por ello que, evitando
incurrir en los llamados juicios de valor con afirmaciones categóricas sin
previo sustento argumentativo, pero sí a manera de pronóstico orientador de la
investigación, se detecta una obvia pero aún no demostrada carencia de afinidad
entre las técnicas y objetivos de ambos conceptos (socialismo de economía
planificada de equivalencias versus gerencia de vanguardia), y a partir de esta
primera presunción se abre una vasta gama de interrogantes más específicas que
constituyen un buen terreno para la investigación económica y gerencial.
Una vez planteados en esos
términos, el tema parece sencillo, pero al tratar de cotejar las premisas
básicas y las técnicas de la gerencia de vanguardia (la maximización de
beneficios, la competitividad y el uso de técnicas para alcanzarla, por
ejemplo) con estos modos de producción alternativos (Empresas de Producción Social, que están destinadas a funcionar
dentro de la citada Economía Planificada de Equivalencias, que consiste en la
sustitución del mercado libre por uno de intercambio de productos equivalentes
de acuerdo a las horas de trabajo contenidos en ellos, y que sólo promoverá la
producción de bienes y servicios estrictamente fundamentales, exactamente lo
contrario de la competitividad y la productividad), se abordan cuestiones
transcendentales, de una epistemología profunda, la que va de una a otra
concepción radicalmente opuesta de la vida económica de las sociedades y las
naciones.
En este trabajo se intenta
cotejar estas dos formas de organización para la producción de los bienes
necesarios para la vida en sociedad, lo que remite y obliga a abordar también
el tema de las doctrinas ideológicas, en este caso el marxismo contrapuesto al
liberalismo. Para algunos teóricos, el liberalismo no es clasificable como una
doctrina ideológica; sin embargo, para efectos de este trabajo, se asume, por
cuestiones de operatividad argumentativa, que el liberalismo sí es una
ideología, y lo es precisamente como la que mejor representa el signo opuesto a
la doctrina socialista; también es necesario aclarar, para efectos de la funcionalidad
argumentativa de esta propuesta académica, que aquí se hace referencia
específica al socialismo de “equivalencias” a ser ensayado por el gobierno
venezolano, un tipo de socialismo que ya no es susceptible de etiquetar como
“real” (pues no ha sido ensayado en la realidad contemporánea) ni guarda
relación directa con esos modos intermedios o mixtos como el reformista o
intervencionista tan en boga en algunos países de Latinoamérica y Europa, que
más bien podrían denominarse como capitalismo social o, como proponen otros
expertos, neocapitalismo (por ejemplo, el premio nobel indú, Amartía Sen).
Como se ha señalado, dentro
del Socialismo del Siglo XXI y su Economía Planificada de Equivalencias, serán
las Empresas de Producción Social las principales unidades de producción, y a
través de éstas se tratará de poner en marcha unas nuevas relaciones productivas.
En esta investigación se intentará indagar en la presunta inviabilidad técnica y competitiva de estas
empresas, sin descartar la posibilidad de la tesis contraria. El método de
análisis a emplear será el conocido como el dialéctico, planteando una tesis,
su antítesis y luego una síntesis que será el resultado del “cruce analítico”
(interacción dialéctica) de las dos primeras. En este caso se describirá como tesis
la constitución, objetivos y el sistema operativo de las EPS tal como están
concebidos por el Ministerio de Economía Popular (Minep) y Petróleos de
Venezuela (Pdvsa), y luego será cotejado con las Herramientas Gerenciales de
Vanguardia (antítesis). De la comparación de los fundamentos,
principios, objetivos, y demás características de ambas variables, se tratará
de obtener una síntesis que arroje luz sobre si estas empresas de nuevo
cuño son susceptibles de ser dirigidas con las herramientas gerenciales
ortodoxas más actualizadas o de vanguardia o están destinadas a la inoperancia
por su inviabilidad técnico-gerencial.
Los antecedentes teóricos en
el ámbito venezolano del tema a investigar son diversos, pero nos
apoyaremos fundamentalmente en los trabajos del académico de origen alemán ya
citado, Heinz Dieterich, donde minuciosamente expone el sistema de Economía
Planificada de Equivalencias (EPE) y las Empresas de Producción Social
(EPS) -con constantes referencias a la
Teoría del Valor del Trabajo, de origen
marxista, El Capital, TOMO I-; el libro “Empresas de Producción Social: Instrumentos
del Socialismo del Siglo XXI” de Juan Carlos Monedero y Haiman El Troudi, y,
como contraparte, los trabajos del economista venezolano José Guerra,
especialmente en “¿Qué es el Socialismo del Siglo XXI” (2006), donde se
comparan y analizan ambos sistemas productivos (economía de mercado versus
economía de equivalencias) y donde Guerra sostiene, luego de un documentado
análisis, la tesis contraria, es decir, lo irrealizable de tal propuesta de
Dieterich y del actual gobierno venezolano. Como puede observarse, este trabajo
se inscribe dentro de lo que se conoce como investigación documental,
donde se contrapone de manera teórica la estructuración, la razón social,
objetivos y modos de operatividad de las Empresas de Producción Social dentro
de la Economía Planificada de Equivalencias con los sistemas de gerencia
ortodoxos actuales, aplicados en todo los sistemas económicos capitalistas del
mundo contemporáneo. Como lo señaló el presidente del banco privado venezolano
Banesco, Juan Carlos Escotet, en una entrevista reciente (El Nacional,
11-12-2006, entrevistado por la periodista Corina Rodríguez Pons): “el problema
no es el socialismo, sino cómo gerenciarlo”.
La investigación estará
organizada en varias secciones, como lo son un breve resumen de las diferencias
conceptuales del liberalismo versus el socialismo, la Economía Planificada de
Equivalencias y las diferencias entre las empresas destinadas al lucro y las
Empresas de producción Social y, finalmente, el cotejo de éstas últimas con las
herramientas de gerencia de vanguardia hasta ahora desarrolladas en cada área
de las finanzas, producción, administración y la comercialización. Finalmente,
las conclusiones a que hubiere lugar luego del cruce de las matrices de
información arrojadas por la oposición tesis-antítesis.
En resumen, el objetivo
general es establecer la vigencia u obsolescencia de estas herramientas
gerenciales, y verificar su utilidad o su irrisión dentro unas nuevas
relaciones de producción como las que constituye la Economía Planificada de
Equivalencias y sus unidades de producción (Empresas de Producción Social), lo
que es una interesante y necesaria tarea en la que es oportuno poner en
práctica los conocimientos adquiridos en la Maestría de Gerencia de esta casa
de estudios. Por último, hay que decir que la motivación para la escogencia de
este tema, viene dada por la trascendencia que tiene de cara al futuro
inmediato de la economía venezolana, y más aún, de su compleja historia
político-económica contemporánea.
CAPITULO I
1.3 El
planteamiento del problema
Dieterich, cuyas ideas, es necesario reiterarlo, están
avaladas desde el Ejecutivo Nacional de acuerdo a documentos y alocuciones
emanados directamente del presidente de la República, advierte la decadencia
del sistema capitalista dado que según sus estimaciones el 90% de las
transacciones económicas del sistema actual son especulativas y no productivas,
dado que el patrón dinero, génesis del factor precios, que según Dieterich no
mide correctamente el valor de las mercancías, crea expectativas especulativas
que conducen entre otros desequilibrios a una creciente acumulación de capital
ocioso en pocas manos, lo que constituye una gran contradicción que agota al
sistema al crear progresivamente más pobres. Es decir, que del sistema
capitalista se están beneficiando cada vez menos personas. (Afirmación que, por
lo demás, es más que discutible. Según estadísticas de alta credibilidad –FMI
(2006)-, en la última década se observa una progresiva disminución de la
pobreza a nivel mundial. Véase los casos de China e India, dos de los países
más poblados del mundo que reflejan crecimientos sostenidos en sus economías en
los últimos diez años. Sólo en China 250 millones de personas han salido de la
extrema pobreza en ese lapso. Fuente: FMI: World Economic Outlook, 2006).
Sin duda, las tesis de Dieterich son de orientación
claramente marxistas, con nuevas aportaciones provenientes del propio Dieterich
y de
otro economista e historiador alemán, Arno Peters, a
quien el primero adjudica el mérito de crear la llamada Economía Planificada de
Equivalencias, como complemento contemporáneo a la teoría marxista clásica. De
hecho Heinz Dietrich (2005) señala que el fracaso del socialismo real en la
antigua Unión Soviética obedece a la inexistencia de una sistema económico
específicamente creado para las naciones socialistas, lo cual se subsana con la
citada Economía Planificada de Equivalencias, superación de la economía de
mercado y de la teoría marxista clásica.
Para abordar estas teorías de la manera más cristalina
hasta ahora posible, pues como señala Guerra (2006) adolecen de inmensas
lagunas sobre temas históricos y económico-técnicos fundamentales, hay que
poner de bulto y como uno de los leit motiv principales de este trabajo
que en el mencionado “Hugo Chávez y el Socialismo del Siglo XXI” (Dieterich
2005) el gobierno insiste, y lo ubica como tarea básica, la progresiva
destrucción del dinero como icono y como instrumento económico, dada su
condición perversa, pues amén de inducir “alienación” (otro término de la
clásica lexicología marxista), éste se traduce, en una de sus formas, en el
mencionado factor “precios”, lo que es, siempre
según esta corriente de pensamiento expresada por Dieterich, una
“aberración capitalista”, amén de que al eliminar los pagos en precios “que
tienden a manipularse”, se elimina la génesis de la inflación, la especulación,
del consumismo y del excesivo materialismo del hombre contemporáneo.
Dieterich plantea de forma alternativa un nuevo Proyecto
Histórico –“superación del proyecto histórico burgués” dice-, con la Economía
Planificada de Equivalencias (EPE), donde el valor de los bienes a intercambiar
se base no en dinero (raíz especulativa), sino en el factor trabajo, es decir
la cantidad de trabajo que cada miembro de la sociedad integre a determinado
producto, que será medido en Certificados de Tiempo Trabajo (CTT), con los
cuales cada trabajador concurrirá al sistema de intercambio de equivalencias,
que a su vez sólo producirá y transará productos y servicios estrictamente
fundamentales. (El Presidente Hugo Chávez se ha referido a estos instrumentos
como “fichas de trueque” en su alocución del 15-06-2006, que algunos
observadores han parangonado a un sistema similar ya existentes en la etapa
postcolonial, en que los latifundistas entregaban fichas a los jornaleros con
las que únicamente podían adquirir productos en los almacenes de propiedad del
mismo hacendado.
Las fichas presentadas por el presidente Chávez Frías,
que al parecer son un ensayo previo a los Certificados de Tiempo Trabajo, han
sido denominados “moneda social” y ya han comenzado a circular en algunas zonas
del país, donde se especifica que jamás podrán ser intercambiadas por
dinero).
Dado este panorama, se ubica a Venezuela como único
ejemplo contemporáneo del proceso histórico inverso, es decir, la conversión de
un modelo de rasgos capitalistas a uno de decidido diseño socialista muy próximo al trueque (lo que le asigna
rasgos de índole más radical, cercanos al comunismo) en tiempos de
globalización o mundialización. Este fenómeno constituye, de una forma u otra,
una inédita manera de desandar la historia económica, pues Dieterich (2005)
también afirma que el sistema de intercambio de equivalencias no es nada nuevo
sino que es anterior a la aparición del patrón dinero en los intercambios
económicos humanos (Ibíd. pag 46l), pero en el siglo XXI, este sistema es
perfeccionable gracias a la informática y a los modelos matemáticos que sobre
el tema de “equivalentes” ha desarrollado el alemán Arno Peter, a quien
Dieterich cita en su libro como aporte fundamental de la nueva teoría
socialista. De allí la terminología Socialismo del Siglo XXI, el cual consiste
básicamente en los rasgos descritos en los párrafos anteriores.
En ese sentido, la revolución bolivariana va más allá de
los postulados de Carlos Marx (El Manifiesto Comunista 1867), que en ningún
tratado planteó la eliminación de la moneda sino el cambio de la
direccionalidad de la utilidad, que iría de las manos del capitalista a los de
la clase trabajadora. En la teoría de Dieterich-Peters (2005), la plusvalía ya
no tendrá su forma de dinero sino en horas-trabajo intercambiable por productos
equivalentes; en términos simples, la plusvalía quedará eliminada en la última
etapa de implantación del Socialismo del Siglo XXI.
Dieterich asegura también que la computadora será un
pivote importante en el nuevo sistema económico de equivalencias, con lo que
introduce a las nuevas tecnologías como un aporte al sistema socialista, es
decir, asoma la posibilidad de adaptar estos hallazgos tecnológicos de
vanguardia a la nueva sociedad colectivista. Entre otras cosas plantea que
la informática, que obviamente no estaba incluida en los presupuestos
ideológicos de Carlos Marx, tendrá un papel insustituible en la reconversión
del modo de medir de manera exacta el valor del trabajo en la mercancía. Sugiere que con el
recurso informático (software) se podrá determinar qué producto equivale
exactamente a otro de acuerdo a la cantidad de trabajo invertido en ambos, lo
que permitirá su permuta simétrica en el “mercado” de equivalentes.
Por su parte, Guerra sostiene una tesis contraria, que la
imposibilidad de medir la equivalencia entre diferentes productos será causa de
significativos desequilibrios y desigualdades en el supuesto de que se logren
llevar a cabo estos proyectos del Socialismo del Siglo XXI, la Economía
Planificada de Equivalencias y las Empresas de Producción Social en su segunda
y tercera etapa.
Como se ha dicho anteriormente, todas estas
transformaciones profundas pasan por varias fases o etapas (específicamente
tres: la que hasta ahora se ha experimentado, la segunda, que comienza a partir
de 2007, y la tercera y última, que podría estarse aplicando en una década,
según Haiman Troudi (Rodríguez Pons Diario El Nacional, 10-12-2006), y tienen
que enfrentarse a una dura tarea de desmontaje del andamiaje político,
económico y social anterior. Incluso contempla una fase de convivencia con el
llamado orden burgués que sería, de forma supuesta, el que actualmente vive el
país (Etapa I o de Plata, Dieterich, 2005). Desmontar ese andamiaje también
significa otras muchas acciones de gran envergadura como el cambio del
imaginario colectivo en cuanto a sus formas de concebir los modos de obtención
de los bienes y servicios más elementales. Esto constituye un problema de
Recursos Humanos. Dieterich parangona este proceso con el cambio de la “oruga a
la mariposa”, metáfora que trata de ilustrar el cambio de mentalidad colectiva
necesario para la instauración del sistema de equivalencias, uno de cuyos
rasgos es la eliminación de los impulsos consumistas de la naturaleza humana
(Dieterich, 2005, pag. 105). Esto también remite a la lexicología marxista
empleada en otros países, por ejemplo en Cuba, cuando diversos intelectuales de
izquierda se referían a la necesidad de crear un “hombre nuevo” en la isla
antillana, que consistiría en la supresión de la conducta económica de fuerte
inclinación al consumo como se conoce en Occidente, lo que en términos
liberales se describe como los impulsos naturales generadores de riquezas y
capacidad de consumo.
Sobre este tema, son interesantes las opiniones del
economista Emeterio Gómez (entrevistado por Eduardo Riveros Quiroz, Diario
Región, 14 de noviembre de 2006):
Mal puede aplicarse ningún criterio gerencial, cuyos criterios están
concebidos sobre la base del valor de cambio, del dinero, de la rentabilidad,
de la competitividad, de la acumulación de capital, criterios básicos de
cualquier enfoque gerencial, por lo cual mal se puede conectar la gerencia como
la concibe el mundo occidental con el Socialismo del Siglo XXI, montado sobre
la variable del tiempo-trabajo y todos esos postulados que requerirían otro
tipo de gerencia. Eso conecta con el otro elemento, el carácter radicalmente igualitario,
en teoría, del Socialismo del Siglo XXI, la simple liquidación de la estructura
jerárquica entre quienes tienen mayor o menor productividad, esa tabla rasa que
iguala a los seres humanos y que requerirá algún tipo de “gerencia
cooperativa”. Ese igualitarismo creo que liquida las posibilidades de la
gerencia tal como se concibe en occidente. Habrá que crear un tipo de gerencia humanitaria y espiritual que no tiene
ningún sentido en una gerencia montada sobre la idea de los diferenciales de
productividad. (Pag 10).
Así, en el marco de los postulados del Socialismo del
Siglo XXI será necesaria la simple reabsorción y transformación del personal
más calificado en materia de gerencia,
que se verá enfrentado a un escenario totalmente distinto en que las más
avanzadas técnicas de capitanear
empresas con fines de lucro deberán ser empleadas en un objetivo opuesto, el de
la destrucción del lucro y del consumo. Esto describe, a grosso modo, otro de
los rasgos fundamentales del Socialismo del Siglo XXI.
Expuesto lo anterior, es posible enlazarlo directamente
con el tema de las Empresas de Producción Social como nuevas formas no
especulativas de organizar la producción. Sin embargo, y pese al
carácter científico y exacto de los teoremas de Dieterich, hasta ahora todo
parece indicar que el propietario de las Empresas de Producción Social será el
Estado, pues el documento “Acuerdo Marco de Promoción, Estímulo y Desarrollo de
la EPS”, suscrito en septiembre de 2005 entre el Ministerio de Empresas Básicas
y Minería, el Ministerio de Economía Popular (Minep), la CVG y Pdvsa, establece
que será el gobierno el financista, sin hacer referencia en ningún parágrafo a
la participación accionaria o a algún modo de propiedad de los trabajadores. El
documento dice:
Las
Empresas de Producción Social obtendrán financiamiento abundante, suministro de
materias primas y su producción será adquirida por el gobierno, los
trabajadores recibirán dos tipos de incentivos, los morales dirigidos a elevar
su nivel de conciencia, y los materiales, los cuales no necesariamente deben
incluir los de carácter monetario, consistirán en bonos o tarjetas para
adquirir bienes en establecimientos del
gobierno” (es decir los referidos Certificados de Tiempo Trabajo). (Pag
3)
Como queda de manifiesto, entre los incentivos al
trabajador no se incluye su participación en la propiedad de la Empresa de
Producción Social, por lo que se supone que el propietario sigue siendo el
Estado, lo que conduce a la inferencia de que se trata del ya clásico capitalismo
de estado ensayado en diversos momentos históricos y en diversas latitudes, al
cual se le añade el elemento nuevo de la Economía Planificada de Equivalencias
(Dieterich,2006).
De forma más clara, el propio presidente de la república
ha definido las Empresas de Producción Social de la manera siguiente (citado
por Troudi en El Nacional 10-12-2006, entrevistado por Corina Rodríguez Pons).:
Son
entidades económicas con significado propio, no alienado, auténtico, no existe
en ellas discriminación social, ni privilegios en el trabajo. Hay igualdad
económica entre sus integrantes, bajo el régimen de propiedad estatal o
colectiva. (Pag D-8)
Al parecer, el primer magistrado equipara propiedad
estatal al colectivismo, pues en el documento del MINEP no se establece que
este último implique propiedad accionaria de los trabajadores ni él mismo hace
referencia a ello. Sin embargo, es un aspecto a dilucidar claramente. Si estas
empresas son el proyecto insignia del Socialismo del Siglo XXI conviene
preguntarse sobre su viabilidad y sustentación más allá del corto y mediano
plazo, y cómo se lograría esto. En primer lugar, la estructuración de las
Empresas de Producción Social y las declaraciones de funcionarios al respecto,
sugieren que se está replicando experiencias de protección indiscriminada
(aseguramiento de materias primas por
parte del gobierno en condiciones favorables, créditos preferenciales, mercado
cautivo por vía de las compras del gobierno, dotación de infraestructura, entre
otras), lo que como se ha visto en experiencias similares anteriores crea un
conjunto de ineficiencias, que se unen a la obligatoriedad de operar en un
mercado de dimensiones reducidas, representado por la comunidad donde se
instalen estas empresas, amén de implicar costos de producción
considerablemente elevados toda vez que dichas empresas no tendrán escala de
producción para disminuir sus costos medios, sin mencionar el reducido ámbito
de mercadeo que significa concurrir a los sistemas de intercambio de la
economía de equivalentes.
En tal contexto las Empresas de Producción Social, no
muestran condiciones para resistir la competencia internacional o local en los
productos que podrán elaborar y cuya disponibilidad la economía mundial y
privada crea en favorables condiciones de costos y calidad. Dado el hipotético
caso de que las Empresas de Producción Social estuvieran expuestas al mercado
(como de seguro lo estarán no sólo por la vía el factor contrabando), les sería
imposible competir, pero al estar protegidas de éste, se convertirían en un
sistema autónomo y aislado donde el ciclo de acumulación de recursos culminaría
con la producción y venta en un mercado local estrecho.
Las proyecciones de crecimiento basado sólo en la
sumatoria de factores de producción (como el financiamiento aportado por el
Estado y el trabajo colectivista de parte de la comunidad) en sí mismo no es
una garantía para el aumento sostenido del nivel de actividad económica si al
unísono no se logra un mejor aprovechamiento de esos factores. Esto conecta
nuevamente con el ámbito de la gerencia de vanguardia. Dado ese ciclo cerrado,
autárquico, de producción dentro de un mercado limitado (el intercambio de
equivalencias), es una incógnita estimar si las Empresas de Producción Social
alcanzarían niveles de eficiencia y productividad aceptables aún echando mano
de herramientas gerenciales de vanguardia como la Economía Gerencial para la
Toma de Decisiones, la Política Empresarial y la Gerencia Estratégica ante la
Mercadotecnia, la Contabilidad Financiera y la Contabilidad de Costos, la
Administración en mercados locales y aislados, el Comportamiento Organizacional
y Desarrollo de Recursos Humanos bajo la ideología socialista, la Calidad y la
Competitividad aplicada a las Empresas de Producción Social.
En contraste con los planteamientos de Dieterich y los
esbozos por parte del Minep de lo que será la estructuración de las Empresas de
Producción Social, el economista José Guerra en su citado “Qué es el Socialismo
del Siglo XXI” (2006), asoma algunos argumentos de la presumible inviabilidad
económica de todo este proyecto, aunque no se adentra en el terreno más
específico de las nuevas tecnologías y técnicas gerenciales. Sale al paso a uno
de los principales elementos planteados, el de la eliminación de la propiedad
privada, concepto primordial de la economía liberal, capitalista y de libre
mercado, con el cual se elimina todo un orden social y una concepción secular
de la vida en sociedad.
Sostiene que al
abolir todo ese orden, ya no será posible
hacer uso de forma legal de la iniciativa privada para producir bienes y
servicios, por lo que podemos deducir que eso incluye a las técnicas de la
gerencia contemporánea, o al menos su aplicación deberá descubrir formas
nuevas, hallar nichos dónde no llegue la mano “visible” del Estado.
En lo que respecta
específicamente a las Empresas de Producción Social, podría demostrarse o
refutar que efectivamente habrá aplicación de herramientas de gerencia moderna,
pero el experto citado sostiene que ellos lo será en su más mínima expresión y
eso sólo en los procesos productivos, en investigación de operaciones, o en
todo lo referente a las técnicas de determinación de los recursos necesarios
para producir tales o cuales bienes. Todo lo anterior, sin embargo, será
posible sólo en la Primera y Segunda Etapa (de convivencia con el orden burgués
y la propiedad privada) de la implantación del la Economía Planificada de
Equivalencias, ya que su fase final toda actividad económica, según el proyecto
teórico, quedará reducida a la subsistencia e inclusive contempla la
desaparición (además de la propiedad privada) del Estado (Dieterich, 2005), lo
que pone de manifiesto el carácter radical de esta propuesta. De estas afirmaciones
cualquier analista medianamente informado podría deducir que en realidad el
Socialismo del Siglo XXI es en el fondo un proyecto que apunta en su fase
ulterior a la instauración de la sociedad comunista. Por lo tanto, en la medida
en que los cambios se anuncian profundos, de una forma u otra constituyen un
espacio que podría definirse como “virginal”, por lo que todas esas
herramientas de contabilidad, finanzas, análisis de costos de producción,
deberán adaptarse o desaparecer en este nueva manera de calibración del
trabajo, su remuneración e intercambio de ésta en el mercado de equivalentes.
Construir los primeros esbozos de esa indagación es tarea necesaria.
Para finalizar el planteamiento del problema, conviene citar al autor
austríaco Ludwing Von Mises en su Liberalismo (1923) donde queda de manifiesto
que el tema de la búsqueda de los socialistas de una economía alternativa a la
de mercado no es nuevo, ni tampoco lo es el tema de la equivalencia en pos de
ese fin. “Sin propiedad privada de los medios de producción no puede haber
mercado alguno donde se intercambien los bienes de capital, lo que supone la
imposibilidad de la aparición de precios
y, consecuentemente, del cálculo monetario. Los directivos de una sociedad
enteramente socialista no podrán jamás reducir a común denominador los costes
de producción de la heterogénea multitud de mercancías cuya fabricación
programan. Esta dificultad no puede resolverse a base de contabilidad de
ingresos en especies contra gastos en especies, pues no es posible calcular más
que reduciendo a común denominador horas
de trabajo de diversas clases, hierro, carbón, materiales de
construcción de todo tipo, máquinas y restantes bienes empleados en la
producción. Sólo es posible el cálculo cuando se puede expresar en términos
monetarios los múltiples factores productivos empleados. Naturalmente, el
cálculo monetario tiene sus fallos y deficiencias; lo que acontece es que no se
sabe hasta ahora con qué sustituirlo. En la práctica el sistema funciona
siempre y cuando el gobierno no manipule el valor del signo monetario; y, sin
cálculo, no es posible la computación económica. He aquí por qué el orden
socialista resulta inviable; en efecto, tiene que renunciar a esa intelectual
división del trabajo que mediante la cooperación de empresarios, capitalistas y
trabajadores, tanto en su calidad de productores como de consumidores, permite
la aparición de precios
para cuantos bienes son objeto de contratación. Sin tal mecanismo, es decir,
sin cálculo, la racionalidad económica se evapora y desaparece” (Von Mises,
Liberalismo, pag. 111, Biblioteca Austríaca, Unión Editorial, 4ta Edición).
Dado todo este panorama, es procedente delimitar el
planteamiento problemático básico, como lo es verificar la viabilidad o inviabilidad operativa de las Herramientas
Gerenciales de Vanguardia dentro de un nuevo contexto de relaciones
productivas, el llamado Socialismo del Siglo XXI y sus principales unidades
colectivas de generación de bienes y servicios, las Empresa de Producción
Social, en la etapa I y II del proyecto
elaborado por los teóricos de la Revolución Bolivariana, Heinz Dieterich y Arno
Peters, y por otro lado, Juan Carlos Monedero y Haiman El Troudi.
Tomando en cuenta lo anteriormente señalado, con esta
investigación se pretende dar respuesta a la siguiente interrogante: ¿Cómo
estaría determinado el nuevo comportamiento de la gerencia de vanguardia dentro
de las Empresas de Producción Social en el marco del Socialismo del Siglo XXI?
En vista de la complejidad que presenta este nuevo
escenario que pretende establecer el gobierno nacional en la República
Bolivariana de Venezuela, se da lugar a la formulación de una serie de
interrogantes con el propósito de lograr una mayor indagación en el objeto de
estudio.
En
resumen, se formulan estas interrogantes complementarias:
1) ¿Pueden las Empresas de Producción Social administrarse con las
herramientas de la gerencia de vanguardia?
2) ¿Cuáles son las razones por las
cuales en una Empresa de Producción Social no se pueden aplicar principios capitalistas?
3) ¿Son compatibles los postulados
básicos del Socialismo del Siglo XXI (el
cual pretende crear el nuevo hombre social ético) con la conducta económica
histórica del ser humano?
4) ¿Cuales son las diferencias
existentes en la gerencia de vanguardia y la gerencia según los postulados del
socialismo del siglo XXI ?
5) ¿Existe en Venezuela el escenario
con las condiciones propicias para crear las Empresas de Producción Social?
6) ¿Es el llamado Socialismo del Siglo
XXI una utopía técnicamente inviable en Venezuela?
1.4 Los objetivos
1.4.1 Objetivo
general
-Analizar
el patrón de comportamiento de la gerencia de vanguardia en las Empresas de
Producción Social en Venezuela en el marco del Socialismo del Siglo XXI.
1.4.2 Objetivos
específicos
1)
Establecer
las diferencias existentes entre los principios que propone un sistema
capitalista y los que propone un sistema socialista.
2)
Analizar
la posibilidad de hacer uso de las herramientas gerenciales de vanguardia
dentro de las Empresas de Producción Social diseñadas como unidades productivas
del llamado Socialismo del Siglo XXI.
3)
Determinar
las herramientas gerenciales de vanguardia que serán aplicadas al esquema
económico colectivista que pretende el socialismo del siglo XXI.
4)
Identificar
las razones por las cuales no es viable la aplicación de principios
capitalistas dentro de las EPS.
5)
Establecer
la identidad o incompatibilidad del nuevo hombre social-ético con la conducta
económica histórica del ser humano.
6)
Identificar
las diferencias concretas entre la gerencia de vanguardia respecto a los
postulados del Socialismo del Siglo XXI.
7)
Detectar
si existe en Venezuela el escenario con las condiciones propicias para el
establecimiento de las Empresas de Producción Social.
1.4.3 Justificación
La justificación de esta propuesta de tesis es obvia, ya
que se trata de examinar la viabilidad de un proyecto económico que se tratará
de aplicar en un sistema productivo que afecta a un conglomerado humano de más
de 26 millones de individuos, de allí su importancia nacional y regional, e
inclusive internacional, dado el proyecto de “exportar” esta revolución a otros
países de Latinoamérica. Desde el punto de vista de las ciencias sociales,
indagar sobre el Socialismo del Siglo XXI es necesario, dado que es una
propuesta inédita, que será en lo sucesivo el tema fundamental de la política
venezolana, en vista de que se acaba de reelegir a Hugo Chávez Frías como
presidente para los próximos seis años, quien es a su vez el principal impulsador
de esta teoría. Por último, diagnosticar el comportamiento de las Empresas de Producción Social al ser
sometidas, de forma teórica, al tamiz de las técnicas de gerencia de vanguardia
y viceversa, podría arrojar nuevas luces sobre las posibilidades de éxito o
fracaso de esta propuesta económica de la revolución bolivariana, lo que
constituye una experiencia de suma utilidad pública como contribución al debate
que sobre el tema se producirá en los próximos años. El motivo fundamental que
decidió la escogencia de este tema es una inquietud acerca del presumible
“divorcio” de las escuelas de negocios y/o de gerencia respecto a la realidad
venezolana actual, en las que se sigue estudiando las técnicas de gerencia más
actualizadas, sin tomar en cuenta el entorno político que se vive en el país,
que propone un nuevo orden social (un socialismo con características radicales)
que a simple vista pareciera estar en oposición con el objeto de estudio de las escuelas de negocios, que es,
grosso modo, el lucro.
1.3
Marco Teórico
1.3.1 Antecedentes
Aquí es necesario observar que en algunos países bajo regímenes socialistas ya hay
antecedentes de la aplicación de estas herramientas de gerencia por los
gobiernos, exclusivamente, ya que en el fondo son sistemas clasificables como
capitalismo de Estado, lo que implica que sí existen empresas abocadas a la
producción de beneficios, sólo que es
sólo una élite en el poder la que tiene acceso al campo de trabajo donde son
aplicables estas herramientas.
Por citar el ejemplo más cercano, en el caso de Cuba, en
su supuestamente exitosa industria hotelera, es el Estado quien controla todo
para el servicio de los turistas (las fuerzas armadas cubanas) mientras que los trabajadores nativos reciben
la línea de acción desde “arriba”, y los hoteles no compiten entre sí pues
todos son propiedad del Estado, es decir, Cuba compite sólo externamente como
destino turístico, mientras está vedada a cualquier cubano la creación de su
propia infraestructura turística que llegue a competir con las del Estado. Es
decir, cuando el Estado maneja bajo un sistema monopólico toda esa industria,
cumple con el sistema de producción capitalista, aunque internamente no deja
fluir otros capitales ya que no es lícito la iniciativa privada, por lo que
ningún individuo o grupo de individuos puede realizar un análisis de costos con
las herramientas de contabilidad de costos o hacer un análisis financiero con
las herramientas financiera porque el aparato jurídico instaurado en ese país
no permite el desarrollo de la propiedad privada. En Cuba, sencillamente, no
existen escuelas de negocios donde se enseñen las técnicas del éxito
empresarial competitivo. Cuando se elimina la propiedad privada se elimina
automáticamente el mercado porque este sólo existe si hay propietarios no sólo
un propietario. En los Estados como el cubano se habla de socialismo pero en
términos reales se trata de capitalismo de Estado. Internamente no hay mercado
porque no hay pluralidad de propietarios y por tanto muere la competencia y la
gerencia competitiva deja de tener sentido porque no hay con quien competir, a
no ser con el Estado mismo, pero este lo impide a su vez actuando como
monopolista de toda la economía.
En la social democracia o socialismo reformista, que acepta
la propiedad privada, se plantea que el Estado también debe participar del
mercado pues no se le puede dejar sólo a los privados en detrimento de las
sectores de la población desposeídas (intervencionismo); en este sistema
también llamado mixto es obvio que tienen vigencia las técnicas gerenciales
pues existe la propiedad privada y la coexistencias de empresas privadas con
las del sector oficial.
Hay otros antecedentes obvios e insoslayables. Así, bien es cierto que
algunas voces expertas podrían plantear que dentro de los experimentos del
socialismo real ha habido experiencias de planificación de relativo éxito, como
lo fue el gran crecimiento económico en algunas etapas de la historia de la
URSS, aunque a costa de los factores trabajo (aumento obligado de la jornada
laboral) y el ahorro forzado vía racionamiento. Paul Krugman lo expresa de esta
manera: “lo que en realidad se encontró fue que el crecimiento económico estuvo
basado en un aumento de los factores capital y trabajo. La tasa de aumento de la
eficiencia siempre estuvo por debajo de las economías occidentales. En
realidad, según algunas estimaciones, fue casi inexistente” (Paul Krugman,
1996, The Mith Of Asia’s Miracle).
Ya en el caso más específico del Socialismo del Siglo XXI y las Empresas
de Producción Social, un antecedente teórico insoslayable es “Empresas de
Producción Social, instrumento para el Socialismo del Siglo XXI” (2006) de
Haiman El Troudi y Juan Carlos Monedero, donde se especifica de manera
minuciosa cómo está planteado el funcionamiento de las Empresas de Producción
Social. Por último, también recurriremos a una amplia nomenclatura de autores
sobre temas de gerencia contemporánea para aclarar los conceptos de cada una de
las herramientas a ser analizadas.
1.5 Metodología
La metodología a usar corresponde al sistema de origen
marxista conocido como dialéctico, que como se sabe consiste en interacción
entre una tesis y una antítesis que arrojan una síntesis del tema tratado.
1.4.1
Diseño de investigación
a.-
Tipo de investigación
Este
trabajo se encuadra metodológicamente dentro de lo que llamamos investigación
documental, ya que propone el estudio de un problema con el apoyo de fuentes
bibliográficas y documentales. Citamos algunos autores que respaldan dichos
argumentos:
Fidias
G. Arias, (Año 2004): “Es un proceso basado en la búsqueda, recuperación,
análisis, crítica e interpretación de datos secundarios, es decir, los
obtenidos y registrados por otros investigadores en fuentes documentales;
impresas, audiovisuales o electrónicas. Como toda investigación, el propósito
de este diseño es el aporte de nuevos conocimientos”.
Mendez
A. Carlos A. (Año 2001) “Las monografías e investigaciones bibliográficas que
buscan construir un marco teórico de referencia, o las orientadas al análisis
de los modelos teóricos. Los trabajos genéricos referidos a la teoría de
mercados, producción, finanzas, administración del recurso humano, moneda y
banca, comercio exterior, microeconomía, macroeconomía, hacienda pública,
auditoría, revisoría fiscal, costos, estados financieros, etc. Son ejemplos que
por su contenido, más de tipo teórico, pueden constituirse en estudios
exploratorios. (Cómo se elabora el proyecto de investigación, Consultores
Asociados,)
b.-
Niveles de investigación
Se
presenta en un nivel de investigación descriptivo, ya que el tema específico
del socialismo del siglo XXI aun no ha generado una gama de investigaciones y
referencias científicas por lo cual nos proponemos describir lo más
adecuadamente posible todos los conceptos y principios que el tema contenga.
c.-
Fuentes de información
Las
fuentes de información corresponden a fuentes secundarias, ya que la literatura
existente sobre las Empresas de Producción Social, bien sean libros como los ya
antes mencionados, así como también documentos oficiales publicados por el
MINEP y PDVSA, amén de entrevistas ubicadas en diarios de circulación nacional
que contengan información útil para el desarrollo de esta investigación.
1.4.2
Técnicas e instrucciones de recolección de información:
a) Revisión
documental:
Se
pretende hacer una exhaustiva investigación documental, apoyando el uso de
teorías en los textos que sobre el tema están al tapete en la actualidad. Hay
que resaltar que sobre el tema específico el socialismo del siglo XXI no existe
gran cantidad de documentos al respecto, pero es interesante que la mayoría
existente se refieren al caso venezolano, por ser este país el globo de ensayo
de las teorías propuesta por Dieterich en relación al Socialismo del siglo XXI.
CAPITULO II
Aspectos Generales del Socialismo del Siglo XXI. Orígenes, características, principios y postulados
2.1 Concepto del Socialismo
del Siglo XXI.
El creador del concepto y la etiqueta
del Socialismo del Siglo XXI es Heinz Dieterich Stephan, profesor e investigador de larga trayectoria en la Universidad Autónoma
Metropolitana de México (UAM), núcleo Xochimilco, centro de estudios que goza
del prestigio de ser albergue del
izquierdismo más radical de ese país, desde donde irradia sus ideas a todas la
región. A decir de la periodista venezolana Cristina Marcano, quien lo
entrevistó para el diario El Nacional, Dieterich es tan conocido en los
círculos académicos de ese y otros países latinoamericanos, como desconocido
para la mayoría de los mexicanos y más aún de los venezolanos, entre quienes su
nombre no forma parte del debate político cotidiano de la colectividad. Nacido
en la Alemania Occidental en 1943 estudió en la Universidad de Frankfurt y
realizó su doctorado en Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad de
Bremen, en dónde estableció amistad con intelectuales como sus compatriotas
Arno Peters, el matemático Carsten Stahmer y el físico cubano Raimundo Franco,
entre otros, quienes juntos crearon lo que dieron en llamar la Escuela de
Bremen, cuna de la teorética del Socialismo del Siglo XXI. Es decir, Dieterich
es uno más de los intelectuales de la Escuela de Bremen, quizás el más
connotado en términos de mayor difusor de sus
trabajos.
“Radicado en México desde hace 30 años y dedicado a la academia, sus
investigaciones lo han llevado a establecer estrecho contacto, además, con Noam
Chomsky, emblema de los intelectuales estadounidenses de izquierda, con quien
escribió el libro La sociedad global” informa Marcano en el texto
mencionado.
Dieterich, en todo caso única persona a quien corresponde el
mérito de haber acuñado el hoy famoso rótulo de “Socialismo del Siglo XXI”, que
ha trascendido el ámbito académico de Bremen y de México para convertirse en un
postulado global, sostiene dos líneas de pensamiento fundamentales, en el
terreno de la política y de la economía, respectivamente. Una, que el fracaso
del socialismo del siglo XX, sobre todo en la ex Unión Soviética, se debió a
errores humanos y a la carencia de la tecnología necesaria para crear una
economía verdaderamente socialista, lo que no invalida al socialismo como
búsqueda humana, por lo que debe ser inventado un “nuevo socialismo”,
adaptándolo a las condiciones del siglo XXI, y aprovechando la tecnología hoy
presente, sobretodo en el área de la informática. En segundo término, que
América Latina sólo podrá desarrollarse si se libera del imperialismo
norteamericano, organizándose como un bloque regional de poder (teoría del
desarrollismo interno o endógeno) y adoptando el “nuevo socialismo” en una
segunda etapa. Aquí se hace necesario reiterar que efectivamente el aporte
novedoso de Dieterich a través de esta teoría, es la propuesta de creación de
una economía nueva, diametralmente opuesta al capitalismo, diseñada
especialmente para quebrar la lógica reproductiva capitalista y para crear una
organización humana más solidaria, y esta nueva economía es la del Intercambio
de Equivalentes, o Economía Planificada de Equivalentes (EPE), que según sus
postulado da al traste con el mercado, los precios y los impulsos consumistas
del ser humano. La propuesta surge como necesidad de llenar un vacío dejado por
Carlos Marx, puesta de manifiesto en el experimento socialista de la Unión
Soviética. Marx, quien pese a la vastedad e importancia de su amplia obra de
crítica del capitalismo, no creó una teoría sobre lo que debería ser la praxis
económica en la nueva sociedad que según sus postulados debía superar, según el
llamado Materialismo Histórico, a la organización social capitalista. Es decir,
no existe una economía post capitalista, a excepción de la estatización de los
medios de producción, que, como reconoce el propio Dieterich, sólo reproduce la
organización operativa del capitalismo con nuevo patrono, el Estado, pero trae
aparejados problemas de baja productividad que no contiene el capitalismo a
secas, amén de nuevos modos de “explotación” humana quizás más cuestionables
que los del sistema que trata de superar. Dieterich señala que en la nueva
economía (Economía Planificada de Equivalencias), los intercambios humanos
estarán basados en el valor de los bienes medidos a través del tiempo trabajado
y el valor de su “uso” y no sobre el valor de cambio subjetivo (precios) como
ocurre en el sistema capitalista. Así mismo, el tema de la cibernética es muy
importante para Dieterich porque el Valor del Trabajo incorporado en los
objetos será medido de forma milimétrica por programas informáticos
incorporados a las Empresas de Producción Social (EPS), donde en una fase
ulterior de su implantación ocurrirán todos estos cambios radicales que
concretarán la realización del Socialismo del Siglo XXI. Ese es, en una
síntesis apretada, el concepto innovador del Socialismo del Siglo XXI, que es
sin duda la única elaboración teórica sistemática que da sustento a la
propuesta de cambio de la Revolución Bolivariana.
2.2 El modelo de Dieterich. Orígenes
El discurso y las teorías de Dieterich convencieron al presidente
venezolano Hugo Chávez Frías. La comunicadora Cristina Marcano informa en el
texto antes mencionado que el primer encuentro formal entre ambos políticos
tuvo lugar en Miraflores, en 1999, por vía del ex canciller Alí Rodríguez Araque,
amigo de Dieterich, quien organizó la primera cita, por petición del alemán. El
presidente venezolano, según informa el propio Dieterich en diversas
entrevistas, también había expresado su interés por conocerlo. Así, desde 1999
y hasta la presente fecha, Dieterich ha venido a Venezuela en nueve ocasiones,
en las que ha recorrido buena parte del país difundiendo sus teorías, y ha
hecho “amistades políticas clave” como la que sostiene con el ex comandante del
Ejército, general Raúl Isaías Baduel, pilar fundamental de la estructura
política de la Revolución Bolivariana, que recientemente prologó una nueva
edición del citado libro recomendando “su distribución en escuelas,
universidades, sindicatos, fábricas, hospitales, comunidades campesinas,
consejos comunales, y en fin en todos los espacios donde hace falta generar
debate y sana discusión sobre el socialismo que queremos construir” en la cual expresa textualmente (prólogo
del libro Hugo Chavez y el Socialismo del Siglo XXI, Editorial Monte Avila,
2007):
Como bien lo señala Heinz, sin ciencia
no se puede construir el socialismo. ‘No existe ciencia sin hombres de ciencia
y no existirán hombres de ciencia si no los formamos desde ya, de acuerdo al
perfil, no solo técnico y profesional, sino humano, moral, ético y
revolucionario que necesitamos para implementar, al fin, una economía basada en
el valor objetivo de los productos y donde los salarios se equiparen al valor
objetivo agregado a esos productos. El reto es enorme y debemos empezar ya.
(Pag. 13)
De allí surge lo que se califica como marxismo-dieterismo-chavismo, que
responde al entronque de tres vertientes:
un aspecto de la Teoría del Valor de Carlos Marx, corregida y aumentada
por la Escuela de Bremen representada por Heinz Dieterich, quien le incorpora
la nueva economía socialista ya citada (que sólo tiene parangón en la economía
cubana de antes de la apertura al capital privado luego del llamado Período
Especial, iniciado a partir de la disolución de la Unión Soviética en 1991) y
que va a ser implantado en la Venezuela de los próximos años, por el presidente
Hugo Chávez Frías, quien le añade su visión sincrética de los idearios de
Bolívar, Rodríguez y Zamora, que consisten básicamente en una estimación ultra
nacionalista y antiimperialista de la historia latinoamericana. Por eso
diversos académicos interesados en este tema, han acuñado la denominación
marxismo-dieterismo-chavismo.
2.3
Teoría del valor trabajo
Marx,
en tres ideas fundamentales del Tomo I de El Capital, sostiene que:
1)
El
trabajo es la fuente exclusiva del valor de las mercancías. Esto es, que el
empresario capitalista, el que genera la idea de producir un cierto bien,
aporta el capital, dirige el proceso y asume los riesgos, no genera valor.
2)
Que las mercancías se intercambian en el
mercado en “proporción al tiempo de trabajo socialmente necesario que
contienen”. Esto es, que el precio está determinado por el valor–trabajo, y no
como establecen las reglas del mercado capitalista, de acuerdo al valor que los
consumidores y productores asignen a cada producto (Valor de Cambio), con un
elemento subjetivo significativo, que constituye el libre juego de la oferta y
la demanda.
3)
Que como la fuente exclusiva del valor es el
trabajo, entonces el ingreso que recibe el capitalista por invertir el capital,
asumir los riesgos y dirigir el proceso, es un valor (plusvalía o profit) que
éste le expropia al obrero. Se trata de la idea marxista de la explotación del
hombre por el hombre y la alienación (concepto este último de dónde nace la idea
de la necesidad de un Hombre Nuevo, no alienado, no explotador ni explotado).
Este iluminador esquema sobre la
Teoría del Valor Trabajo en Marx es aportado por el ya citado economista
venezolano Emeterio Gómez, quien además sostiene, en un artículo publicado en
el diario El Universal (09/09/06) que Marx no demostró científicamente esas
tres ideas. “La prueba científica de las tesis del Tomo I de El Capital
estarían contenidas en el Tomo III, pues Marx
anunció que allí demostraría cómo es que ‘los valores–trabajo se
transforman en precios’”, apunta Gómez (loc. cit.). Añade que en
dieciséis años de vida subsiguiente el autor de El Capital no terminó de
publicar el Tomo III. Es a partir de estos tres postulados que, en una especie
de continuación de la obra de Marx, su compatriota Heinz Dieterich retoma esta
embrionaria propuesta marxista y elabora la teoría del Valor Trabajo y la
Economía Planificada de Equivalencias, lugar donde concurrirán las mercancías
valoradas únicamente según el tiempo de trabajo “incorporado” a las mismas,
evitando la formación de precios que es el factor a partir del cual se
ordena toda la cultura capitalista, rechazada por Dieterich y buena parte de
las tendencias políticas de raigambre marxistas.
2.4 Mercados de Intercambios de
Equivalencias
Según
Dieterich, la equivalencia sería garante de la justicia social, pues esta
asegura que la plusvalía, plus producto o profit será eliminado como factor de
explotación del trabajo. Asegura que el principio de la equivalencia significa
que los intercambios de bienes, servicios y de la fuerza de trabajo se realice
por valores iguales (tiempos de trabajo invertidos en su generación), con lo
que el nuevo patrón de intercambio será el tiempo (time inputs, según el
lenguaje técnico de este autor), para lo que es necesario aplicar una nueva
contabilidad (contabilidad de equivalentes) que use este nuevo marcador. Sin
embargo, debido a las estructuras heredadas del capitalismo (la diferencia
entre el trabajo complejo y el simple; la división nacional e internacional del
trabajo; los privilegios del trabajo intelectual frente al trabajo manual y la
desigualdad de los términos de intercambio internacionales), este principio
tiene que “ser manejado con realismo y flexibilidad al principio de la transición
socialista, para no poner en peligro la estabilidad de la revolución (etapa
actual)” señala (ob. cit.). De allí proviene la división de este proceso en
varias etapas, hasta ahora tres (de bronce, plata y oro), que son sin embargo
susceptibles de ser modificadas sobre la marcha.
La
cibernética, es uno de los nódulos centrales del mercado de equivalencias.
Según esta teoría, el problema más importante a ser resuelto en la implantación
del Socialismo del Siglo XXI es
la valorización y contabilidad mediante el valor (tiempo de trabajo contenido en un producto); estos elementos sumados a la equivalencia en los intercambios generaran una economía justa, sin explotación. “No solucionan, sin embargo, el problema de la función informática o cibernética del precio” advierte Dieterich. Entonces ¿cómo se resuelve en la nueva economía socialista el papel del precio como facilitador y organizador de las decisiones económicas individuales que permiten la coordinación adecuada de la producción, distribución y del consumo? Insiste Dieterich al responder esta pregunta que en el contexto de una posible implementación de la economía socialista en Venezuela, a partir del presente año del 2007, sería a través del establecimiento de la contabilidad socialista del valor, usada transitoriamente en paralelo con la contabilidad ya existente que usa el precio como patrón de medida. Es decir, nuevamente el binomio Tiempo-valor contrapuesto a precio. Esto significa que se registran todas las transacciones internas y externas de la empresa en términos de insumos de tiempo (time inputs). Según Dieterich, dado que todo proceso productivo se basa en el factor (vector) tiempo, los valores que subyacen a los precios, podrían “extraerse” con suma rapidez y sin afectar las operaciones normales de la empresa. Sugiere que se podría realizar esta operación también mediante el equivalente monetario del valor, método que proponen sus colegas de la Escuela de Escocia (otro círculo de estudios marxistas europeo también afín a Dieterich y al Socialismo del Siglo XXI, entre quienes se cuentan el economista Allin Cotrell y el experto en computación Paul Cockshott, quienes por cierto visitaron Venezuela en 2006), “dado que varios estudios recientes indican una correlación estadística del 97 por ciento entre los precios de mercado (valor de cambio) y el valor (del tiempo de trabajo invertido en determinado producto)” (ob. cit, pag 121) afirma también Dieterich, algo que se muestra a simple vista como una contradicción pues si existe tal correlación entonces la transformación de la economía de precios a la de equivalentes sería superflua.
la valorización y contabilidad mediante el valor (tiempo de trabajo contenido en un producto); estos elementos sumados a la equivalencia en los intercambios generaran una economía justa, sin explotación. “No solucionan, sin embargo, el problema de la función informática o cibernética del precio” advierte Dieterich. Entonces ¿cómo se resuelve en la nueva economía socialista el papel del precio como facilitador y organizador de las decisiones económicas individuales que permiten la coordinación adecuada de la producción, distribución y del consumo? Insiste Dieterich al responder esta pregunta que en el contexto de una posible implementación de la economía socialista en Venezuela, a partir del presente año del 2007, sería a través del establecimiento de la contabilidad socialista del valor, usada transitoriamente en paralelo con la contabilidad ya existente que usa el precio como patrón de medida. Es decir, nuevamente el binomio Tiempo-valor contrapuesto a precio. Esto significa que se registran todas las transacciones internas y externas de la empresa en términos de insumos de tiempo (time inputs). Según Dieterich, dado que todo proceso productivo se basa en el factor (vector) tiempo, los valores que subyacen a los precios, podrían “extraerse” con suma rapidez y sin afectar las operaciones normales de la empresa. Sugiere que se podría realizar esta operación también mediante el equivalente monetario del valor, método que proponen sus colegas de la Escuela de Escocia (otro círculo de estudios marxistas europeo también afín a Dieterich y al Socialismo del Siglo XXI, entre quienes se cuentan el economista Allin Cotrell y el experto en computación Paul Cockshott, quienes por cierto visitaron Venezuela en 2006), “dado que varios estudios recientes indican una correlación estadística del 97 por ciento entre los precios de mercado (valor de cambio) y el valor (del tiempo de trabajo invertido en determinado producto)” (ob. cit, pag 121) afirma también Dieterich, algo que se muestra a simple vista como una contradicción pues si existe tal correlación entonces la transformación de la economía de precios a la de equivalentes sería superflua.
Ya hablando en términos de “realpolitik”,
Dieterich asegura que en una etapa de “prueba”, para evitar un innecesario conflicto con la empresa
privada hasta ahora establecida en Venezuela, sólo se impondría esta nueva
contabilidad en las empresas del Estado, de preferencia una empresa altamente
tecnificada, por ejemplo, Alcasa o Venalum (transformadas por supuesto a la
razón social Empresas de Producción Social). Una vez evaluados los parámetros
respectivos en valores (y no en precios), se extiende la metodología a otras
empresas estatales, por ejemplo, una generadora de electricidad. Cuando se
conozca el valor unitario del aluminio (por ejemplo, de una tonelada de aluminio)
y de la electricidad (por ejemplo, de un megavatio), además de tener los
precios unitarios respectivos, se puede sustituir gradualmente el intercambio
tradicional por precios de mercado mediante el intercambio por valores, y una
utilización flexible del principio de equivalencias. Añade que también se puede
iniciar el intercambio entre la empresa del Estado (propiedad estatal) y las
Empresas de Producción Social (propiedad social) que hayan adaptado el doble
sistema de valorización. Con ello se va estableciendo la dualidad de la
economía socialista y de la economía de mercado en Venezuela, para generar
conciencia sobre las dos lógicas económicas diferentes, y resaltar los
contrastes. Así lo expresa dieterich:
Los envases de los productos llevarían el valor y el
precio, es decir, la valorización objetiva y la subjetiva, la socialista y la
burguesa. Esto transparentaría los dos tipos de relaciones de producción que
coexisten en la economía venezolana y contribuiría a incentivar a los
ciudadanos a indagar y participar a nivel de mercado en la transición de la
economía (ob
cit., pag. 134)
Afirmación a la cual se podría añadir,
paralelamente, que quizás la prueba también podría contribuir a hacer ver a los
ciudadanos y a las autoridades la probable inviabilidad del proyecto. Continúa
Dieterich afirmando que se establecería de esta forma una primera esfera de
producción y una esfera de circulación socialista dentro del seno de la
economía capitalista de mercado en Venezuela. Estando la propiedad productiva más
importante del país en manos del Estado (PDVSA, CVG, electricidad,
telecomunicaciones, Mercal, Banco Central, el Estado mismo) y, en menor grado,
en 127.000 cooperativas, la nueva economía postcapitalista puede crecer hasta
volverse dominante dentro del país, sin necesidad de tocar la propiedad del
capital privado, salvo en los casos de las estatizaciones ya iniciadas a
principios de 2007. En estas empresas, los trabajadores obtendrían, además de
los incentivos morales ya comentados, pagos en certificados de tiempo de
trabajo, los cuales les servirían para obtención de bienes y servicios (agua,
electricidad, mercal) en los mercados de equivalentes creados exclusivamente
para ellos.
En resumen y en forma esquemática, la
Economía Planificada de Equivalencias funcionará estableciendo una contabilidad
en tiempo-trabajo en las empresas del Estado y en las Empresas de Producción
Social, que transarán entre sí con este nuevo Valor, y así mismo pagarán (si el
término es válido dentro de este nuevo esquema económico) a sus trabajadores en
Certificados de Tiempo Trabajo, que podrán ser canjeados en Mercal y otros
centros de acopio de bienes (mercados de equivalentes), así como también
servirán para pagar servicios provistos por las empresas del Estado, con lo que
se eliminan los precios y la explotación a través de la plusvalía (en el estado
Yaracuy ya se ha comenzado con un experimento de este modelo, siendo la llamada
“Lionza” el nombre que para esta localidad se le a asignado a los certificados
de trabajo destinados al trueque). Esto por supuesto en una etapa avanzada del
llamado “proceso” ya que como se ha dicho en un principio se planea hacer
experimentos en zonas específicas y aisladas del país con los Certificados de
Tiempo Trabajo (el famoso trueque), ya que como se ha informado en la primera
etapa de la construcción de este entramado socialista las Empresas de
Producción Social funcionarán como cualquier otra empresa, sólo que la
propiedad puede ser colectiva o Estatal y cuya característica más resaltante es
que la Empresa de Producción Social tiene un compromiso más acentuado con la
comunidad donde operen, a la cual aportarán al menos un porcentaje
significativo de sus ganancias (aún sin especificar), lo que visto
objetivamente funcionará como un impuesto más, como se verá en el capítulo
correspondiente a las Empresas de Producción Social.
2.5 El nuevo hombre
social-ético-estético del socialismo del siglo XXI.
Según el
propio presidente de la República, Hugo Chávez Frías, en su alocución semanal
Aló Presidente de fecha 26 de febrero de 2007, la
construcción de un modelo socialista viene acompañada de una transformación, de
manera estructural, de todo el cuerpo que sustenta a la sociedad, para lo cual
debe existir un equilibrio entre la praxis y la teoría revolucionaria para que
los antiguos vicios que provengan del antiguo modelo social no invadan y
afecten el nacimiento de la nueva sociedad, es decir, “la génesis del Hombre
Nuevo”, dijo textualmente en ese programa, cuya trascripción se puede obtener
fácilmente a través de cualquier buscador de Internet, con sólo colocar el
nombre del espacio radiotelevisivo y su fecha.
Según diversos
autores, la idea del Hombre Nuevo, uno de los nudos centrales de la teoría
marxista, proviene originalmente del concepto de alienación o enajenación, utilizado por
primera vez por Hegel para referirse a la negación o alteración de una realidad
inicial: la idea se niega como tal y deviene cosa. Según Ludwig Feuerbach,
filósofo contemporáneo de Marx y Engels, la alienación consiste en la
deshumanización o negación del ser humano. En Marx, refiriéndose a la situación
del obrero en concreto, la enajenación o alineación es la situación de
explotación constante, en el trabajo, del hombre por parte del hombre.
Paralelamente Marx también habla de la alienación económica, que consiste en el
hecho de que los humanos, en la realización de su trabajo, se “deshumanizan”,
se “desposeen de sí mismos”, se transforman en cosa, en algo ajeno al realizar
un trabajo con el cual no se identifican, perdiendo el sentido original de acto
de vida que tenía todo trabajo para el hombre de la sociedad primitiva o
pre-capitalista. Según el marxismo, en ésta el trabajador sufre una doble
enajenación. Aquello que crea no sólo no le pertenece sino que, al convertirse
en capital, deviene instrumento de su propia explotación, es decir, el obrero
fabrica el medio de su explotación. Además, el acto mismo de trabajar, con sus
condiciones infrahumanas, es un acto enajenante o alienante, no desarrolla sus
capacidades intelectuales y espirituales sino que deviene una pieza más,
fácilmente substituible, del engranaje productivo. Estas teorías son las que
dan cabida a la necesidad de un Hombre Nuevo según la doctrina marxista,
retomada por Heinz Dieterich en el capítulo El Nuevo Sujeto Racional
Ético-Estético (pag.130) de su El Socialismo del Siglo XXI.
Dieterich
no calca exactamente este concepto del Hombre Nuevo del Marx, sino que lo
reconvierte, aceptando que en ninguna etapa de la humanidad, ni por las
religiones ni por las filosofías, se ha logrado construir en la realidad ese
mito del Hombre Nuevo, por lo que lo trasforma en otra concepción un tanto más
compleja en tanto que más realista y construye la tesis del hombre
racional-ético-estético, que es el correlato humanista de su Socialismo del
Siglo XXI, y que deberá ser logrado por vía de la nueva educación y las nuevas
instituciones socialistas.
Según
Marx, las crecientes fuerzas productivas y la revolución proletaria
coadyuvarían al advenimiento de un estadio de la humanidad donde los hombres
dejarán de ser egoístas como fruto y efecto de un nuevo orden económico que se
producirá al eliminar la apropiación privada de los medios de producción,
fuente del egoísmo humano, o en palabras del presidente Hugo Chávez “los vicios
del antiguo modelo”. En este nuevo paradigma utópico, ya no habrá clases
sociales, ni miseria y, en consecuencia, se "extinguirán" las
pulsiones negativas del hombre, por innecesarias para la sobrevivencia. Como
intelectual racionalista, Karl Marx creía en un nuevo orden humano nacido de la
aplicación de una supuesta ley, clave de la teoría económica creada por él: su
reiterada tesis de que la raíz de la alienación está en la economía y el mal en
la apropiación privada de los medios de producción. Una vez eliminada ésta, los
nuevos hombres nacen y se desarrollan sin egoísmo y la conciencia humana no
tiene que luchar contra el mal, pues el amor natural (no la ética) sustituye al
odio y la abundancia material a las privaciones del pasado. Como se ve, las
diferencias conceptuales con Dieterich son casi inexistentes, excepción hecha
del tema de la ética aprendida en las escuelas, que en éste será el paso del
gusano a la oruga, mientras que en Marx sería la abundancia material lo que
dejará de lado las pugnas económicas ancestrales.
Es decir que a través de
la nueva educación socialista, se pretende crear un nuevo actor social, que se
puede describir como un individuo desprovisto de egoísmo, inclinado a la
solidaridad con sus semejantes y, principalmente, carente de afán de lucro,
algo sobre lo cual todo dato histórico señala que hasta ahora ninguna
revolución de corte marxista-leninista ha logrado crear, pues en los sistemas
económicos que han abrazado este modelo se reproducen las mismas tendencias al
consumo y a las mismas manifestaciones históricas de las reglas de intercambio
humano, solo que a escalas más restringidas. En síntesis, la teoría del nuevo sujeto social-ético-estético,
con pocas o ninguna diferencia del Hombre Nuevo soñado por Ernesto (Che)
Guevara, consiste en la priorización de la solidaridad altruista y desprendida
entre los seres humanos, lograda a través de una nueva educación consistente en
la renuncia a la codicia material y la valorización de una estructura ética que
se construirá en cada individuo, algo que a todas luces se avizora como a
contracorriente todos los presupuestos ideológicos de lo que son las técnicas
de la gerencia contemporánea en lo tocante a Recursos Humanos, en la que es el
incentivo al afán de mejoría económica y social es lo que da pie a todas las
técnicas de mejoramiento profesional de los trabajadores.
Para una definición más exacta del Hombre Nuevo, es útil revisar
la que ofrecen El Troudi y Monedero en su “Empresas de Producción Social,
instrumentos para el Socialismo del Siglo XXI”:
1.- Es
ético y moral. 2.- Tiene conciencia de clase. 3.- No es individualista. 4.- No
es egoísta. 5.- No es dogmático(a). 6.- No es sectario(a). 7.- No es racista.
8.- No es consumista. 9.- No es autoritario(a). 10.-No es intolerante. 11.- No
trata a los demás como mercancía.12.- Promueve la unidad en la diversidad.13.-
Promueve el trabajo digno.14.- Practica la igualdad entre los seres humanos 15.-Es, ante
todo, revolucionario(a). 16.- Es justo(a). 17.- Es
solidario(a) y practica la reciprocidad. 18.- Es participativo(a). 19.- Labra
su cultura y está en perenne proceso de formación. 20.- Es dedicado(a). 21.- Es
organizado(a) y disciplinado. 21.- Es responsable. 22.- Es humilde. 24.- Es desinteresado(a). 25.- Es apasionado(a). 26.- Es humanista
27.-Fomenta el internacionalismo. 28.- Es crítico y autocrítico. 29.-No es
adulador. 30.- Es honesto(a) e incorruptible. 31.- No es clientelista ni
practica el grupalismo. 32.- No es burócrata ni legitimador del burocratismo.
33.- Es eficiente. 34.- Amante y defensor(a) de la libertad. 35.- Milita en las
causas medioambientales. 36.- Es un ser sociable. 37 Lucha contra la alienación
en todas sus formas y manifestaciones. 38.- Administra el ocio en términos
productivos y liberadores. 39.- Practica la libertad de creencias y cultos.
40.- Da a la sociedad lo que puede y espera recibir de ella lo que necesita. 41.-
Lucha contra todas las formas de explotación y opresión. 42.- Liberador y
liberado de la pobreza y la miseria. 43.- Combate la exclusión. 44.-Es
creativo. 45.- Practica la igualdad de género. 46.- Es un intelectual orgánico.
47.-Comete
errores y sabe rectificar. 48.- No se conforma con interpretar la realidad, la
transforma.
A este respecto, cabe un pequeño comentario.
Sin duda estas cualidades son deseables en los seres humanos, solo que son
irreales; un mundo constituido personas con esas características dejaría de ser
humano para parecerse más al de los ángeles de las mitologías cristianas.
2.6 Fundamentos teóricos que determinan la
aplicación de la doctrina socialista en Venezuela.
La principal característica de la teoría
que domina la aplicación del Socialismo del Siglo XXI en Venezuela es la
dispersión y diversidad de conceptos, cuando no simple confusión, entre los
muchos teóricos que alimentan la polémica y pretenden contribuir con el
gobierno en la definición de qué es el “Socialismo del siglo XXI”. La propuesta del Ejecutivo es un llamado
colectivo a aportar ideas para fundar la teoría del Socialismo del Siglo XXI,
pero hasta ahora lo más sustancial de esa definición se queda en el ámbito de las
Empresas de Producción Social, que como se ha visto, tampoco están todavía bien
delineadas. Dicho en forma sencilla, aun no se ha resuelto cómo se resolverá el
paso de la lógica capitalista de dirigir empresas lucrativas, a una nueva
lógica socialista que supere al capitalismo, no reproduzca el viejo capitalismo
de Estado, y sea capaz de crear bienes y servicios en cantidad y calidad. Las
Empresas de Producción Social son el primer motor de esa propuesta, como lo
señala claramente El Troudi en su libro sobre las Empresas de Producción Social.
“¿Quién salvará a Marx de los
marxistas?”, se pregunta el propio Heinz Dieterich, cuando hace referencia a
esta confusión de tendencias de izquierda que hacen vida en el seno de las
instituciones del gobierno. Entre una infinidad de autores, podría decirse que
los matices van desde los socialistas que creen en el mercado capitalista y su
tendencia de izquierda es cuestión de variación de intensidades en los
criterios sobre la necesidad de acentuar la responsabilidad social empresarial,
las empresas de capital mixto, la mayor tasa impositiva para obras sociales, y
cuestiones sociales de escasa incidencia económica como el aborto, la
participación de la mujer, etcétera. Entre estos socialistas podrían contarse
teóricos como el ya citado filósofo Rigoberto Lanz, quien evalúa de una forma
duramente crítica lo que han sido las experiencias reales de la aplicación
histórica del marxismo, sobre todo en al Unión Soviética y Cuba; estos son los
que la prensa nacional ha dado en llamar, en tono coloquial, el chavismo ligth.
Por otro lado está el ala radical, que
tiene una visión marxista-leninista de la revolución bolivariana, y que
propugna la implantación de un sistema económico que destierre de la
legislación vigente la propiedad privada, profundice la estatización de todas
las empresas productivas del país, y se clausuren los medios de comunicación
privados críticos al gobierno. Es a esta rama a la que más se aproxima la
postura de Heinz Dieterich, aunque con algunas matizaciones más específicas,
pues el teórico alemán-mexicano ve este proceso de manera más metódica, por
fases, y cree necesaria una larga transición, que en algunos escritos ha
estimado en unas tres décadas, de convivencia paralela con el orden
capitalista. Sin embargo, la visión de Dieterich añade, elementos que no son
compartidos por buena parte de los teóricos de la Revolución Bolivariana, la
precitada Economía Planificada de Equivalencias, la cual ha recibido desde
algunos sectores del chavismo duras críticas que la señalan como utopía
irrealizable.
Sin embargo, documentos de diversos
géneros, como el prólogo de la última edición del libro “Hugo Chávez y el
Socialismo del Siglo XXI”, escrito y firmado por el general (retirado) Raúl
Isaías Baduel, innumerables alocuciones presidenciales e investigaciones de
diversos autores, entre ellos el economista José Guerra, indican sin equívocos que es a esta corriente de pensamiento (el de
Dieterich) a que está afiliado el alto mando gubernamental, principalmente el
presidente de la República y su entorno más cercano, con el complemento que en
lo referente a Empresas de Producción Social introducen Haiman El Troudi y Juan
Carlos Monedero, que es la definición oficial más acabada que hasta ahora
existe sobre el tema del Socialismo del Siglo XXI y sus unidades de producción,
las Empresas de Producción Social.
CAPÍTULO III
3.1 Empresa de Producción Social
(EPS). Aspectos generales: Orígenes, características, principios y postulados
Víctor Álvarez R., ministro de Industrias Básicas y Minería (Mibam), afirmó el 30 de enero del 2006 durante el acto de lanzamiento de la Compañía
Nacional de Industrias Básicas (CONIBA) y sus 11 empresas filiales:
La construcción de la Economía Social como
parte del Nuevo Modelo Productivo, hacia el Socialismo del Siglo XXI, tiene su
germen y camino en las Empresas de Producción Social. Son Empresas de
Producción Social las entidades económicas dedicadas a la producción de bienes
o servicios en las cuales el trabajo tiene significado propio, no alienado y sí auténtico, no existe discriminación social en el trabajo ni en
ningún tipo de trabajo, no existen privilegios en el trabajo asociados a la
posición jerárquica, con igualdad sustantiva entre sus integrantes, basadas en
una planificación participativa y protagónica y bajo régimen de propiedad
estatal, propiedad colectiva o la combinación de ambas (Documento constitutivo
de las EPS MIBAM, p.s/n)
Este
fragmento ha sido reproducido en los folletos de difusión del proyecto Empresas
de Producción Social del MIBAM, y así ha quedado como definición oficial del
concepto.
Analizando
lo que algunos voceros gubernamentales denominan nuevo modelo productivo es lícito afirmar que lo que el gobierno persigue, en un primer
término, es una mayor remuneración del trabajo a cuenta del capital, amén de una “mejor” distribución del ingreso
entre los trabajadores y el entorno social. Según la información oficial hasta
ahora existente, hay dos tipos principales de estas empresas hasta el momento
materializadas en la realidad, más allá de todas las teorizaciones y buena pro
que sobre el tema existen en el seno del Ejecutivo Nacional: las auspiciadas
por MIBAN y las de PDVSA. Las primeras
son también llamadas de “materias primas” y se les
otorga facilidades para la utilización de instalaciones y productos primarios
de Guayana, mientras que las siguientes se refieren a una gran variedad de
pequeños y medianas contratistas de PDVSA, que
deben modificar su constitución para adaptarse a una nueva razón social con
determinadas exigencias, que se especificarán en párrafos siguientes.
“En las Empresas de Producción Social no existirá la explotación
del hombre por el hombre; no existirá competencia entre trabajadores o entre
empresas. En estas unidades productivas imperará la cooperación, la
solidaridad, la complementación y sus productos serán vendidos a precios
solidarios. Por esto, las Empresas de Producción Social se configuran como
elemento fundamental en la transición hacia el socialismo”, expresó también el ministerio de Industrias Básicas y Minería en el lanzamiento del proyecto. El jefe de Estado, Hugo Chávez, también ha explicado su visión sobre el tema. Durante la emisión del programa
Aló,
Presidente, transmitido en esas mismas
fechas (8 de febrero 2006) desde la Costa Oriental del Lago de Maracaibo (al cual
se puede acceder mediante cualquier buscador de internet), que “el objetivo de las Empresas de Producción Social (EPS) es
liberar al país de los monopolios”, que a su juicio, sólo
persiguen la acumulación de grandes ganancias. El presidente de la
República dejó saber en esa oportunidad que no se trata de estatizar las
empresas, sino de que las mismas otorguen una participación a todos sus
trabajadores.
En el caso los modelos de las Empresas de Producción Social
petroleras que hasta ahora se conocen “se registran como Empresas
de Producción Social sólo aquellas
unidades de producción de bienes, obras y servicios, constituidas bajo la
figura jurídica que corresponda, con la particularidad de destinar sus
ganancias a un reparto igualitario entre sus asociados cumpliendo con las
siguientes condiciones:
- Participar en los proyectos comunales a través del Fondo Social creado para ello o mediante la prestación de bienes y servicios
- Contribuir al desarrollo de empresas de servicio comunal
También se
informa en los instructivos que al respecto Pdvsa ha distribuido entre los
empresarios y público en general que los proyectos de conversión y/o
constitución de Empresas de Producción Social a ser financiados por el gobierno
serán identificados por los llamados Gabinetes Móviles y aprobados por el Ejecutivo Nacional.
En esos
mismos documentos se destaca la definición de las Empresas de Producción
Social, que poco varía con respecto a
otras definiciones aportadas por el Mibam y otros voceros y documentos
oficiales, donde se estipula:
- “En el ámbito petrolero, las Empresas de Producción Social son unidades que tienen la particularidad de destinar parte de sus ganancias generadas a un reparto equitativo entre sus miembros y otra parte que se transfiere a planes y proyectos de desarrollo social de la comunidad.
- “Privilegiando valores de solidaridad, cooperación, complementariedad, reciprocidad y equidad antes que el valor de la rentabilidad o la ganancia;
- “Estas unidades productivas deben mantener el equilibrio económico que les permita seguir financiando sus operaciones y continuar invirtiendo en el entorno socio-ambiental, en forma sustentable y sostenible…”
Adicionalmente al de Pdvsa, para tener un panorama más amplio
sobre las Empresas de Producción Social es útil visualizar el acuerdo marco de
su constitución en el seno del Mibam:
“Las Empresas de Producción Social
(EPS) juegan un papel fundamental en la conformación de la nueva
estructura social y en la consecución de una distribución más justa del ingreso
y la riqueza, ya que contribuyen a trascender el conflicto distributivo entre
el capital y el trabajo, posibilitando nuevas formas de organización y
participación de los trabajadores en esas unidades productivas”. Como se ve, se considera la relación capital
trabajo como un conflicto y no como una cooperación, lo que modela de manera
muy clara el perfil de ideas prefigura las Empresas de Producción Social. El
documento continúa señalando que las EPS “impulsarán la formación de un sistema
comunal de producción y consumo, logrando que los excedentes generados por
éstas se inviertan en obras y actividades de interés social, como la vivienda,
el vestido, la alimentación, la salud, la educación, la cultura y recreación de
los miembros de la comunidad donde funcionan”. Aquí se evidencia la restricción
de las Empresas de Producción Social a un circuito cerrado, con limitado
espacio de crecimiento, tanto físico como en cuanto a expansión de capital
destinado no al crecimiento sino a la comunidad, ya que las Empresas de
Producción Social “representan
uno de los mayores y más poderosos instrumentos para la superación de la
economía rentista, capitalista y dependiente, por la nueva economía del
Socialismo del Siglo XXI” y se reitera que esta está caracterizada por “principios de cooperación,
solidaridad, complementariedad y reciprocidad; el Estado, a través de las
Empresas de Producción Social, busca concientizar a los ciudadanos en la
creación o constitución de formas asociativas, donde se privilegien los valores
humanos, morales y sociales, y su productividad se destine en beneficio de la
colectividad” (ibídem).
Y para que no queden dudas de
los objetivos antilucro de estas formas de producción se reitera de forma
enfática que su fin último no es obtener ganancias, pero el mandato
gubernamental es su mantenimiento operativo en el tiempo, objetivos que desde
una lógica elemental lucen contradictorios Así “estas unidades económicas deben
seguir principios de sana administración y mantener condiciones financieras que
les permita reinvertir sus excedentes en el mencionado entorno socio-ambiental,
en forma sustentable y sostenible” (ibidem).
Y la tesis
del Hombre Nuevo aparece de forma diluida pero reiterada en este documento de
constitución de las Empresas de Producción Social: “tienen como misión concebir
el desarrollo de un nuevo modelo productivo, dejando atrás el sistema
consumista (Hombre Nuevo), incorporando a aquellos individuos que han estado
históricamente excluidos del modelo de desarrollo, partiendo de su entorno y de
sus propias potencialidades, generando beneficios comunitarios. Mejorar la
calidad de vida de los hombres y mujeres que la conformen, garantizando su
desarrollo integral” (ibidem).
Así, las
Empresas de Producción Social (EPS) que promueve el gobierno a través del
Mibam, tienen como características más específicas lo siguiente:
1.
La propiedad es colectiva, en beneficio de las
comunidades, no privada. Los trabajadores o comunidades son los dueños del
patrimonio de la empresa, no existiendo una separación entre el capital y el
trabajo, ni contratación de trabajo asalariado.
2.
Generan empleos estables que incorporan a la
población históricamente excluida, tales como egresados de las Misiones
sociales que adelanta el Gobierno Bolivariano, integrantes de las Unidades de
Batallas Endógenas (UBES), desempleados en los portones de las empresas básicas
y pequeños mineros desplazados.
3.
La producción está fundamentada en la solidaridad,
la cooperación y la complementariedad de sus miembros.
4.
El trabajador tiene un compromiso social y procura
su desarrollo integral, su remuneración
podrá ser representada mediante formas alternativas de pago, distintas
al dinero (Certificados de Tiempo Trabajo).
5.
La producción se destina a satisfacer las necesidades
básicas y esenciales de la colectividad, y no a necesidades superfluas.
6.
Desarrollan las cadenas productivas de los sectores
vinculados a la industria básica.
7.
Su finalidad no es la generación de lucro,
sino la reinversión de sus excedentes en la producción social, en el medio en
el que se desenvuelven.
8.
Precios de venta solidarios de sus productos y
servicios, y no regidos por las leyes del mercado.
9.
Impulsan la desconcentración territorial.
10. Operan
en forma armónica con el medio ambiente.
Tipos de Empresas de Producción Social (EPS):
·
De Producción Comunitaria: Son aquellas que producen
bienes que satisfacen necesidades básicas de sus comunidades, transformando los
insumos que suministran las industrias básicas e incorporando mayor valor
agregado en sus productos finales.
·
De Comercialización Comunitaria: Son aquellas
responsables de la distribución y comercialización de los bienes producidos en
cada comunidad o pueblo, y que tiene como fin garantizar el mantenimiento de
los bajos costos a lo largo de la cadena productiva, del productor al
consumidor final, evitando la especulación e intermediación.
·
De Servicios Comunitarios: Son aquellas dedicadas a
la prestación de servicios como el abastecimiento el de agua, electricidad,
telecomunicaciones, recolección de residuos sólidos, comedores y lavanderías
populares, alimentación, y seguridad, entre otros, dentro de la comunidad.
Igualmente tienen la función de generar beneficios colectivos e impulsar el
desarrollo desde adentro.
·
Otras figuras dirigidas a cumplir una función de
beneficio comunitario, que conlleve a la integración y creación de nuevos
modelos de desarrollo, con el fin de promover valores éticos de honestidad,
transparencia y corresponsabilidad.
El documento
del Mibam también prevé incentivos propios de las Empresas de Producción Social
para con sus trabajadores o socios, además de los dirigidos a la comunidad:
- Morales: Son aquellos incentivos dirigidos a elevar el nivel de conciencia colectiva, humanista y espiritual de los integrantes de las Empresas de Producción Social. Dentro de los incentivos morales podemos señalar: Galardones, condecoraciones, reconocimientos, cursos de aprendizaje, becas de estudios, a aquellos trabajadores o socios que tengan un desempeño superior al requerido en sus funciones.
- Materiales: Son aquellos incentivos personales no necesariamente de carácter monetario o financiero, tales como, creación de bonos o tarjetas magnéticas que sirvan de canje en los centros alimenticios, de vestimenta, de medicinas u otros establecidos por el Gobierno Bolivariano.
Además, las Empresas de
Producción Social
se comprometen a retribuir al “pueblo” las facilidades otorgadas por el Estado
con las siguientes acciones:
- Promover la generación de puestos de trabajo, productivos y estables.
- Transformar la materia prima facilitada, a los fines de establecer precios solidarios de los productos resultantes.
- Creación de un Fondo de Producción Social que estará constituido como mínimo por el diez por ciento (10%) de los excedentes de las Empresas de Producción Social, individualmente concebidas, a los fines de garantizar su reinversión en beneficio de las comunidades.
- Crear relaciones de producción basadas en los principios de solidaridad, cooperación, complementariedad, reciprocidad, equidad y sustentabilidad.
- Operar en armonía con el medio ambiente.
- Permitir la fiscalización y control de sus actividades, por el representante que se designe, ello con el fin de verificar el cumplimiento de los compromisos sociales. En el caso de que el ó los representantes designados para la fiscalización de las Empresas de Producción Social, verificaran que dichas empresas no estuvieren cumpliendo con los compromisos sociales, procederán a retirar los incentivos otorgados por el Ejecutivo para el funcionamiento de las mismas.
- Crear alianzas estratégicas con otras Empresas de Producción Social, a los fines de maximizar los beneficios colectivos.
- Programar y difundir campañas de información e integración de la comunidad en los procesos productivos sociales que se adelanten.
Como
se ve, en ninguna de las definiciones y reglas de funcionamiento de la Empresas
de Producción Social se hace mención a la economía planificada de
equivalencias, ya que esta pertenece a una etapa superior del “proceso”, en el
que Dieterich ve en las Empresas de Producción Social el vehículo
micro-económico para la puesta en marcha de su proyecto productivo. Por eso,
desde el Ministerio del Despacho de la presidencia de la República, se encargó
al titular de esta nueva cartera, Haiman El Troudi, la elaboración de lo que es
la concepción oficial de las Empresas de Producción Social, como primer paso de
la construcción del Socialismo del Siglo XXI en materia económica, de lo que
surge el libro “Empresas de Producción Social: Instrumento para la Construcción
del Socialismo del Siglo XXI” firmado por el ex titular de ese despacho y su
compatriota español Juan Carlos Monedero, en el que se da una vasta descripción
del modelo que se planea instaurar como Empresas de Producción Social, y que
funge como complemento práctico de las teorías de Dieterich. Este es el esquema
oficial que define a la Empresas de Producción Social:
1) Tienen Responsabilidad Social Empresarial: los
empresarios disponen obras sociales en beneficio de la comunidad;
2) Establecen
vínculos con
los problemas del entorno: coadyuvan a la organización social y en la búsqueda
de soluciones, articulación con los Consejos Comunales, etcétera;
3) Distribución de los excedentes entre los
propietarios de las empresas, sus trabajadores y la sociedad
4) Disminución del los beneficios particulares
y aumento de los beneficios sociales: ganan lo justo y reducen costos de las
mercancías al máximo, en beneficio de la población;
5) Tejen relaciones de Comercio Justo: rompen
las cadenas y las roscas de la distribución y la especulación, al intercambiar
mercancías con la menor intermediación posible;
6) Producen para satisfacer necesidades
sociales, se concentran en la manufactura de los artículos fundamentales para
el sustento humano;
7) Da una remuneración digna y regular a sus
trabajadores: a cada cual según sus
necesidades y trabajo;
8) Se incorporan en los planes de educación y formación de los
trabajadores: ayuda en la elevación de la cultura y la conciencia de las
personas;
9) Fomentan relaciones de democracia directa a lo interno de los centros
laborales: elección de representantes y administradores, rendición de cuentas,
contralorías de trabajadores, revocabilidad de mandatos;
10) Destino de la producción entre quienes más lo necesitan: se
incorporan desinteresadamente en Planes de Protección Social
11) Tienen un compromiso ecológico con el
medioambiente y con las generaciones futuras;
12) Se articulan con los Planes Gubernamentales
de Desarrollo tales como los Núcleos de Desarrollo Endógeno, los Presupuestos
Participativos, los Gabinetes Móviles;
13) Fomentan y/o tutelan nuevas empresas
14) Gestión compartida
Sin embargo,
sin entrar en detalles de lo que podría presumirse sería el desempeño de estas
unidades productivas dentro del modelo de Dieterich, complementado por El
Troudi y Monedero, cabe hacer, de entrada, antes de un análisis más profundo
que se realizará en el Capítulo IV de este trabajo, algunas observaciones sobre
este modelo inicial del funcionamiento de las Empresas de Producción Social.
Si por “equilibrio económico” se trata de significar simplemente “no
incurrir en pérdidas” habría que
precisar con minuciosidad los niveles de utilidad, sobretodo si dentro de este
margen límite de ganancias se incluyen erogaciones como el aporte para el Fondo
Social. De entrada, se colide con reglas paradigmáticas de la operatividad
empresarial, como veremos más adelante en el capítulo de contraste entre la
gerencia de vanguardia y estos nuevos modos de organización empresarial. Adicionalmente, en
esta primera etapa, hay además una
estrategia oficial de fraccionamiento de empresas privadas de mediana y gran
envergadura, que concentran la mayor
parte de las contrataciones actuales del Estado, y distribuir los montos de las
obras en una multitud de pequeñas Empresas de Producción Social que incluyan en
sus estructuras constitutivas que parte de las “ganancias” van a obras
comunales; y que además, el nivel de rentabilidad está solamente limitado al “equilibrio
económico” que como se ha dicho está
aún por definirse de forma clara.
Como se ve, la cuestión del
profit sigue siendo de interesante análisis, pues todos los promotores
ideológicos de las Empresas de Producción Social argumentan que estas son un paso de
transición para eliminar la explotación laboral mediante la mejor distribución
de la plusvalía. Ello se cumple, como se ve, en el caso de los
apoyos comunales, que son
financiamientos extraídos directamente de las empresas, que se deducen de la
remuneración conjunta del capital pero también de los trabajadores, y en conjunto de la empresa toda, de lo cual “sale beneficiada”
la comunidad del entorno, aunque poniendo en tela de juicio la viabilidad de la
empresa.
Como señalan algunos críticos de este esquema, se trata
evidentemente de un requerimiento gubernamental que habría que atender para
lograr contratos, asumiéndolo como una reducción de los beneficios, que podría
considerarse como un impuesto adicional, cuyo
destino no está en las manos de las empresas contratistas ni de los
trabajadores, en el caso de las Empresas de Producción Social de propiedad
colectiva, sino de la comunidad del entorno. Estas medidas para
“redistribuir el ingreso” podrían estar afectando el motor, como se verá en el
capítulo siguiente, esencial de la actividad empresarial que es la obtención de
beneficios, motor o estímulo (que por cierto El Troudi y Monedero niegan como
único combustible o razón de ser de la empresa privada) que al no tener como
prospectiva los beneficios esperados de su inversión en este sector
tendrían la tendencia de orientarse hacia otras actividades que ofrezcan un
rendimiento aceptable, tendencia que se analizará más detenidamente, como se ha
señalado, en el capítulo VI y en las conclusiones del presente trabajo.
Hay que adelantar, sin
embargo, que en condiciones normales la medida tradicional para la
redistribución del ingreso es el impuesto sobre la renta, que el Ejecutivo
Nacional dirige a las obras que considere prioritarias. Se evidencia que este
apoyo a las comunidades es una forma más complicada de imponer ese gravamen,
que podría estar mejor dirigido y operado desde la administración pública, sin
sobrecargar a las empresas de tareas adicionales y distintas a su razón de ser.
CAPITULO lV
4.1 Diferencias existentes
entre los principios que propone el sistema capitalista y los que propone el
sistema socialista.
Para
poner en perspectiva y contexto los dos grandes temas a ser contrastados (el
sistema de producción capitalista liberal versus el sistema de producción
propuesto por la revolución bolivariana, es decir, el socialismo del siglo XXI
y su Economía Planificada de
Equivalencias), es necesario comenzar el análisis con una minuciosa descripción
de ambas variables. Se prosigue con el capitalismo y su correlato político, el
liberalismo, tema sobre lo cual es infinita la bibliografía existente, sin
embargo, sobre sus características fundamentales hay pocas discrepancias y sí
muchas coincidencias de un autor a otro, por lo que abordar su exposición y
análisis es una tarea descriptiva que es posible cubrir con referencias a
algunos autores, entre una gran variedad de ellos que en distintas épocas y perspectiva han tratado
en profundidad el tema.
Para
Ludwing Von Mises (1.923), uno de los principales teóricos en la materia, en su
Liberalismo, el capitalismo “es un sistema económico en el que los individuos
privados y las empresas llevan a cabo la producción y el intercambio de bienes
y servicios mediante complejas transacciones en las que intervienen los precios
y los mercados” (nótese la presencia del factor precios en la definición
misma del concepto). Aunque tuvo sus orígenes en la antigüedad, el desarrollo
del capitalismo es un fenómeno primordialmente europeo; desde el feudalismo,
fue evolucionando en distintas etapas, hasta considerarse completamente
constituido a partir de
la segunda mitad del
siglo XIX, aunque de forma rudimentaria. “Desde Europa, y en concreto desde
Inglaterra, el sistema capitalista se fue extendiendo a todo el mundo, siendo
el sistema socioeconómico casi exclusivo en el ámbito mundial hasta el
estallido de la I Guerra Mundial (1914), tras la cual se estableció en la
antigua Rusia zarista, un nuevo sistema socioeconómico, el comunismo, que se
convirtió, como se ha señalado, en el opuesto al capitalista”, señala el mismo
autor en la obra citada (pag 85) al respeto de los orígenes de este sistema
productivo. Hay que acotar sin embargo que este nuevo sistema constituido en la
Unión Soviética que en un momento se llamó comunismo, no fue sino una praxis
del mismo capitalismo, sólo que esta vez manejado por los políticos al mando
del Estado soviético. El conocido capitalismo de Estado. Esto es un hecho
histórico suficientemente comprobado por diversas corrientes de pensamiento.
Se
puede decir que de existir un fundador de la teoría del sistema capitalista,
éste es el muy citado filósofo escocés Adam Smith quien fue el primero en
describir los principios económicos básicos que definen su sistema operativo,
que según este autor ocurre de forma “natural”, es decir, obedece a una lógica
inherente a la psiquis humana o, dicho de otra manera, para Smith, el sistema
de producción capitalista es una función de la superestructura psicológica y
natural de los seres humanos. En su obra clásica de economía política Investigación
sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (1776), Adam
Smith sostiene con poderosas argumentaciones que es posible buscar la ganancia personal
de forma que no sólo se pudiera alcanzar el objetivo individual sino también la
mejora del colectivo, siendo este el principio fundamental de las más avanzadas
sociedades contemporáneas, y pivote central del modo de producción privado,
individual y congénito a la especie.
Ya
creada la base ideológica e intelectual (e inclusive espiritual, pues la
Reforma, que precedió a las teorías de Smith, fue en cierto sentido un aval
religioso a la búsqueda del bienestar material) del capitalismo, se favoreció
el inicio de la Revolución Industrial, término que sintetiza las
transformaciones económicas y sociales que se produjeron durante el siglo XIX,
y que le dan el espaldarazo al incipiente capitalismo de entonces. En esa
centuria, el fenómeno histórico fundamental fue la explosión de la ciencia y la
técnica a través de la mecánica, específicamente de las máquinas de vapor,
que reemplazan la tracción humana y
animal en la producción de bienes y servicios. Esta mecanización del proceso
productivo supuso una serie de cambios fundamentales (algo similar a como está
ocurriendo con la “revolución” tecnológica que los avances de la informática
están impulsando en el mundo de hoy): el proceso de producción comenzó a crecer
de forma vertiginosa y especializando y concentrando en grandes centros, hoy
conocidos como zonas industriales. De allí a la aparición de las modernas
técnicas de gerenciar empresas hay sólo un paso histórico.
Surgió
paralelamente, y este dato es de suma importancia, una nueva clase trabajadora
que no es propietaria de los medios de producción, y cuyo medio de vida es
ofrecer su fuerza de trabajo a cambio de un pago monetario. Es decir, surge el
proletariado (término también acuñado por Marx en las ciencias sociales), cuya
búsqueda de mejoras en su calidad de vida es la gran disquisición de todos los
científicos sociales contemporáneos.
Como
es dato histórico conocido, la aplicación de la ciencia a través de las máquinas
de vapor al proceso productivo generó un espectacular aumento de la producción
a menores costos, cuya consecuencia más significativa en términos históricos y
económicos fue el aumento del nivel de vida de todas las clases sociales, en
todos los países en los que se produjo este proceso a lo largo del siglo XIX,
lo que puede considerarse como una prueba empírica más de que las mejoras de la
calidad de vida son paralelas a las mejoras en la productividad del factor
trabajo.
Sin
duda hay que traer a colación, dentro de las críticas del pensamiento de
izquierda, incluidos Dieterich y sus homólogos de los teóricos de la Revolución
Bolivariana (entre ellos Rigoberto Lanz, Haiman El Troudi, Juan Carlos
Monedero, etc.) que el desarrollo del capitalismo en esa fase primigenia tuvo
costos sociales de no menor importancia. El proceso de industrialización se
caracterizó por las inhumanas condiciones laborales de la clase trabajadora y
de allí proviene la expresión que tanto se escucha en la actualidad, “el capitalismo
salvaje”. La explotación infantil, las jornadas laborales de 16 y 18 horas, la
insalubridad y peligrosidad de las fábricas, y la función subestimada del
factor humano, carente de toda protección social, eran circunstancias comunes y
constituyen hechos históricos innegables. Quizás por ello, tempranamente,
surgieron numerosos críticos del sistema que defendían distintos sistemas de propiedad
comunitaria o socializada, los llamados socialistas utópicos, convertidos
posteriormente al credo marxista, que son sin duda alguna la raíz del ideario
revolucionario en todas sus expresiones y por supuesto también del Socialismo
del Siglo XXI de Heinz Dieterich.
Como
es sabido, el primero en desarrollar una teoría socialista coherente,
sistemática, fue Carlos Marx, quien pasó
la mayor parte de su vida en Inglaterra, país precursor del proceso de
industrialización, y donde escribió El Capital (1867-1894). Como es sabido, la
obra de Marx, base intelectual de los sistemas comunistas o colectivistas que
predominaron en la antigua Unión Soviética, en Cuba y en la Venezuela
contemporánea, cuestiona el principio fundamental del capitalismo como factor
de exclusión humana: la propiedad privada de los medios de producción, es
decir, a la empresa y al empresario, como entes de explotación de la clase
proletaria. Marx teoriza acerca de que la tierra y el capital debían pertenecer
a la comunidad y que los productos del sistema debían distribuirse en función
de las distintas necesidades, e incluso elabora un tratado llamado La Teoría
del Valor del Trabajo (El Capital, tomo I), que es la base documental de la
Economía Planificada de Equivalencias de Arno Peters y Heinz Dieterich, como se
ha apuntado reiteradamente, aunque la raíz de esta teoría se encuentra en la
obra de David Ricardo, quien es el primer estudioso en reparar en la diferencia
entre el valor de cambio y el valor objetivo de los bienes.
Según
el historiador venezolano Aníbal Romero (2006), el error de los socialistas
contemporáneos, sin embargo, es no constatar la evidencia histórica de que las
críticas de Marx fueron realizadas a un capitalismo primitivo, aún embrionario
por así decirlo, que en la Inglaterra de la época estaba en proceso de
formación con por supuesto elevados niveles de imperfección e injusticia social.
Según Romero, Marx no estaba al cabo de saber que el capitalismo daría
asombrosas muestras de capacidad de reconversión positiva, que han llevado, en
los países desarrollados, a unos niveles de calidad de vida jamás alcanzados en
ninguna etapa de la historia de la humanidad como en el presente, con
perspectivas a futuro de la continuación de tales mejoras. Según una frase del
mismo historiador Aníbal Romero “los obreros de los países desarrollados viven
en mejores condiciones que los príncipes de la Edad Media” (El
Nacional 27-12-2006).
En
resumen, el concepto de capitalismo trae aparejado otros conceptos
fundamentales, como son la propiedad privada, el mercado, el empresario y la
empresa como unidades productivas, la
división del trabajo, el valor de cambio y el individuo como consumidor,
fórmula que en conjunto constituye un sistema de producción de bienes y
servicios y de organización social, que los liberales postulan como inherente a
la condición humana civilizada cuando esta ha logrado sistematizar sus
relaciones de convivencia a través de decisiones consensuales por vía de la
democracia. Según todos los teóricos del capitalismo, este responden a una
estructura sicológica humana tan inherente a la especie como sus pulsiones
vitales, y según esta corriente filosófica, todo intento por modificar esta
conducta va en contra de la racionalidad humana y conduce a la destrucción de
los aparatos productivos y por ende a las penurias materiales.
En
el terreno estrictamente económico, los liberales se han opuesto secularmente a
las políticas de Estado que intentan someter la economía a su control,
limitando la creatividad y los potenciales de desarrollo de la libertad
individual, pero según avanza el proceso de transformación social a nivel
mundial, los objetivos y preocupaciones del liberalismo siguen en evolución, y
no se quedan en esas esferas. Pervive, sin embargo, a lo largo de los siglos,
una filosofía social que se pretende humanista, que busca el desarrollo de las
oportunidades de los seres humanos, y así como también las alternativas
sociales, políticas y económicas para la expresión personal a través de la
eliminación de los obstáculo al desarrollo humano, el mayor de los cuales, para
los liberales, es la pobreza y la carencia de oportunidades, contrapuestas
estas ideas a las representadas por las
utopías colectivistas, que privilegian a la comunidad frente al individuo, lo
que se traduce en lo económico en prohibiciones, reglamentaciones y gravámenes
a la actividad productiva y comercial que esté fuera de la férula del Estado,
pues según estos postulados diametralmente opuestos al liberalismo, es
generadora de desigualdades al propiciar la aparición de propietarios y
desposeídos. Sin embargo, en estas ideas no hay consenso universal y esta carencia
de consenso modela los conflictos que en la era presente convulsionan la
historia contemporánea. Para el académico español, Francisco Pérez de Antón, en
su obra La Libre Empresa, (1975):
La justicia social resulta, en definitiva, un
pretexto para imponer la fuerza de unos grupos sobre otros por medio del Estado. Con ello no sólo se
contradice el principio de respetar el derecho y la libertad de los demás, sino
que se destruyen los más hondos sentimientos morales, convirtiendo la vida
pacífica en un perpetuo enfrentamiento de grupos (pag 75).
Es
innegable que en el caso venezolano, esta expansión sobredimensionada del
Estado da muestras de un obvio interés por controlar no sólo el aparato
productivo sino también el de la cadena comercial, y eso como un inicio del
proceso, que en una etapa más avanzada tratará de eliminar, como no oculta el
gobierno nacional y queda plasmado en innumerables documentos de constitución
de empresas y acuerdos marcos para la construcción de la nueva economía
socialista, la producción llamada superflua o no básica, ya que las Empresas de
Producción Social están destinadas, en una etapa ulterior del proceso, a crear
sólo lo fundamental para la subsistencia, limitando la libertad de los
individuos de producir y consumir lo que dicte sus subjetivos gustos y
preferencias.
En
la filosofía liberal a partir de la segunda mitad del siglo XIX, todos los
liberales modernos están de acuerdo en que su objetivo común es el aumento de
las oportunidades de cada individuo para poder llegar a realizar todo su
potencial humano, lo cual se lograría respetando la lógica económica inherente
a la especie en su natural interacción social. En general, en la actualidad no
se habla de neoliberalismo, ya que los descendientes ideológicos de Adam Smith
han vuelto a adoptar la denominación de liberales, sin aditamentos: Liberalismo
a secas. Hasta hace poco, este termino había caído en un progresivo
desprestigio entre economistas, políticos, escritores y en medios influyentes
de la opinión pública mundial, y más que en ninguna otro lugar del planeta en
Venezuela, donde desde las alturas del poder se genera una poderosa matriz de
opinión en contra de este sistema de gobierno económico, dada las politizadas
concepciones que se tienen del mismo, pese a que la tendencia mundial, como lo
demuestran las estadísticas contemporáneas, indica una progresiva
liberalización (término que no es casual y que proviene de su raíz
libertad-liberalismo) de las economías de casi todos los países del orbe. El ya
mencionado economista venezolano, Moisés Naim (2006), quien es además director
de la revista de temas políticos y económicos Foreign Policy, en su artículo
“Nostalgia por un mundo Peor” (revista
mexicana Letras Libres, junio de 2006) afirma con datos estadísticos de alta credibilidad,
que el mundo se encamina a una economía “más plana”, es decir, con menos
desigualdades entre zonas ricas y pobres, enmarcada en una concepción liberal y
de mercado de los intercambios humanos.
En
resumen podemos decir que capitalismo y liberalismo
son términos sino exactamente sinónimos, sí muy próximos. Sólo podría acotarse
que el liberalismo comprende un lado económico y otro político, siendo el lado
económico la defensa del sistema capitalista, y en el lado político, la defensa
de la democracia como sistema de gobierno. En síntesis, el liberalismo
económico es el pleno e irrestricto reconocimiento como derechos humanos de las
libertades económicas para:
-
Trabajar,
negociar y comerciar, ahorrar e invertir. Producir ganancias, conservarlas y
disponer de ellas. Crear riqueza formalizando contratos -laborales, de
alquileres, de empréstitos, etc.-, y mediante sociedades con fines económicos y
de lucro, sin que la intención se signifique en ningún momento motivo de ideas
negativas respecto a los intereses de cada quien.
Por
último es necesario apuntar que
la Escuela Austriaca (o neoclásica), que procede del siglo XIX y se desarrolla
en el siglo XX con Ludwig von Mises y el Premio Nóbel de 1.974 Friedrich Von
Hayek, introduce en el liberalismo económico significativos elementos de
conocimiento científico de alta rigurosidad, insertos en procedimientos
argumentativos de filosofía realista objetiva, valiosos a la hora de pensar,
contrastar, fundamentar y expresar argumentos con fuerza convincente. Los
trabajos de Von Mises, por citar al más importante de estos pensadores, están
basados estrictamente en la aplicación del método científico, despojados de
todo elemento especulativo de tipo profético, subjetivo o meramente
especulativo. Así, a objeto de profundizar en qué consiste el liberalismo, es
necesario conocer aunque sea someramente las reglas de la lógica económica y de
los Derechos Naturales que dan lugar a ella, expuestos por este y otros autores
a través de este método, labor a la que se procederá en párrafos subsiguientes.
4.2 Economía de Mercado versus
economía planificada de equivalencia.
Economía
de Mercado es una expresión redundante: siendo de mercado la oferta y demanda
de un bien o servicio, toda economía es de mercado. Algo distinto es que los
mercados funcionen en forma libre o que estén limitados por acciones de los
gobiernos u otras formas de restricción, como la de los gremios en su búsqueda de protección y mejoras para sus
afiliados. Siendo libres la oferta y la demanda, la economía es libre o de
mercado libre, en caso contrario, es intervenida o de mercado constreñido. No
existe, sin embargo, o al menos hasta ahora (y la propuesta de Dieterich puede
verse como un intento de llenar este vacío), una entidad tal de intercambios
económicos humanos que no sea “economía de mercado”, como ese concepto,
considerado absurdo por los autores más ortodoxos, como “economía no de
mercado”.
Según
Adam Smith en su citado Origen de las Riquezas de la Naciones, los intereses
sociales radican en lograr el máximo nivel de producción de los bienes que el
colectivo desea poseer. Smith apunta que la combinación del interés personal,
la propiedad y la competencia entre vendedores en el mercado llevaría a los
productores, gracias a una “invisible
hand" (frase por demás famosa: la mano invisible del mercado), a
alcanzar un objetivo que no buscan de
manera consciente: el bienestar colectivo de la sociedad. Según la experiencia
empírica contemporánea puede afirmarse que tal presupuesto es real, dada la
inmensa prosperidad que han alcanzado los pueblos y naciones que han acogido
este sistema de producción.
A
lo largo de su historia, pero sobre todo durante su auge en la segunda mitad
del siglo XIX, el capitalismo posee una serie de características básicas que,
como en todo sistema, lo definen, así como definen la economía de mercado. En
primer lugar, los medios de producción como tierra, maquinaria y capital, y se
refiere este último también a edificaciones y otras herramientas utilizadas
para producir bienes y servicios destinados al consumo, son de propiedad
privada. En segundo lugar, la actividad económica aparece organizada y coordinada
de manera natural por la interacción entre compradores y vendedores que se
produce en los mercados. En tercer lugar, tanto los propietarios de la
tierra y el capital como los trabajadores, son libres (y esta es
otra de las nociones que dan origen a la denominación liberalismo) y
buscan maximizar su bienestar, por lo que intentan sacar el mayor partido
posible de sus recursos y del trabajo que utilizan para producir, mientras que
en el papel de consumidores pueden gastar como y cuando quieran sus ingresos
para obtener la mayor satisfacción posible, de acuerdo al humano criterio
subjetivo de gustos y preferencias individuales (utilidad marginal del
consumidor). Este principio, que es denominado por varios autores como “soberanía
del consumidor”, refleja que, en un sistema de mercado libre, los productores
se verán obligados, debido a la competencia, a utilizar sus recursos de forma
que puedan satisfacer la demanda de los consumidores al tiempo que obtienen
ganancias, y al no lograrlo, éstos mismos los sacarán del mercado con el simple
acto de no dar respaldo con sus preferencias a sus bienes y servicios
ofertados; el interés personal y la búsqueda de beneficios lleva a los
productores a seguir la estrategia de la conquista del consumidor, y con el
andar de los avances de la ciencias y la tecnología, aparece la necesidad de
aplicar estas a las mejoras de este intercambio humano (lo que da lugar hoy día
al desarrollo de las técnicas gerenciales más avanzadas, que es uno de los
temas fundamentales de este trabajo, y que será desarrollado en el ítems
siguiente, que es el punto central de este trabajo). En cuarto lugar, bajo el
sistema capitalista el control del sector privado por parte del sector público
debe ser mínimo; se considera que si existe competencia, en el mercado la
actividad económica se controlará a sí misma, privilegiando a los mejores
bienes sobre los de menor calidad, premiando a los productores más eficientes,
esto es, a los más económicos y competentes. Según Von Mises y otros autores,
la actividad del gobierno sólo es necesaria para gestionar la defensa nacional,
hacer respetar la propiedad privada y garantizar el cumplimiento de los contratos.
Todo este cuadro anteriormente descrito está también plasmado en el libro ya
citado, Liberalismo (1923) de Ludwing Von Mises, que es una obra clásica del
pensamiento universal, importantísima si se desea conocer en detalles los
mecanismos humanos que sustenta a la economía en general, y más específicamente
si se desea a ahondar en los mecanismos como opera el mercado libre.
Según
Adam Smith todo el linaje de autores que han complementado sus postulados, los
seres humanos siempre han tenido una fuerte tendencia a "realizar
trueques, cambios e intercambios de unas cosas por otras". Es decir, el
mercado es un fenómeno y una función psicológica de la humanidad. En sus
orígenes, en los albores del capitalismo, este impulso natural hacia el
comercio y el intercambio crea un orden económico y social en el que predomina
lo comercial o mercantil, es decir, cuyo objetivo principal consistía en
intercambiar bienes y no en producirlos (quizás podría aventurarse la idea de
que ello obedece a que no había necesidad de producción, dada la abundancia de
los bienes naturales y lo rudimentario de los mismos). Así, la importancia de
la producción, concepto clave de la economía contemporánea y de las técnicas
gerenciales de vanguardia cuyo objetivo principal es la maximización de la
producción, no se hizo patente hasta la aparición de ese fenómeno histórico ya
citado conocido como Revolución Industrial, en que la aparición de productos
más sofisticados, su alta demanda y su escasez creó mayor necesidad de los
mismos.
En ese sentido, las
ideas filosóficas de la escuela clásica fundada por Adam Smith estiman que la
división del trabajo y la ampliación de los mercados abren posibilidades
ilimitadas para que la sociedad aumente su riqueza y su bienestar mediante la
producción especializada y el comercio entre las naciones.
Así
pues, a partir de Smith se extienden las
ideas de que los poderes e instintos económicos del hombre obedecen a un orden
natural, noción esta que constituye quizás el pivote central o fundamental de
la doctrina liberal. De allí proviene el convencimiento del sistema liberal de
que el propio mercado, dejado a su libre desarrollo, resuelve por sí sólo los
problemas materiales del hombre y produce paralelamente un orden social que
funciona de forma casi perfecta. Heinz Dieterich llama a esta actitud de los
liberales como el endiosamiento del mercado, que produce su correlativa
“teología”, el llamado neoliberalismo, en palabras de propio Dieterich. Sin
embargo, para Smith y todos los liberales todo intento de modificar este orden
acarrea grandes penurias materiales
4.3 Las empresas
privadas versus las empresas socialistas (colectivistas, públicas o
estatistas).
Contra
este orden natural, insurgen, pues, las ideas abocadas a la planificación de la
producción desde el Estado, ideas de origen marxistas representadas en la
Venezuela contemporánea por los tratados de Dieterich, Troudi y otros, que
cuestionan desde un punto de vista “humanista” las desigualdades que crea este
sistema de mercado libre, y tratan de crear gobiernos abocados al control de la
producción de bienes y servicios y de sus intercambios, pues dejado a su libre
albedrío, el mercado genera desigualdades, según la ortodoxia marxista.
Para
otros autores, como el alemán de origen judío, Isahias Berlin (1956) en su obra
Dos conceptos de Libertad, la libertad y la igualdad, son aspiraciones humanas
incompatibles, y señala que a mayor libertad se genera mayor desigualdad, en
vista de que cada individuo posee capacidades intrínsecas, lo que significa, en
términos llanos, que cada individuo construye con su libertad proyectos de vida
diversos, de acuerdo a sus capacidades productivas e intereses vitales, lo que
es el origen de las desigualdades entre los hombres, o, para usar nuevamente la
terminología de que gustaba Adam Smith, la riqueza o la pobreza de las
naciones. Dentro de la inmensa variedad de los intereses humanos, las
desigualdades se crean, según Berlin, de acuerdo al uso que cada individuo dé a
su libertad. La libertad del individuo, constituido en “empresario” y “gerente”
de su propia vida, hace posible el sistema capitalista, en donde la productividad
individual se traduce en un superávit del cual disfrutan también los individuos
menos productivos de acuerdo al efecto cascada en que la abundancia excesiva
permea hacia los estratos menos favorecidos.
Según
Berlin, cuando se establecen limitaciones gubernamentales a estas libertades
individuales (socialismo), se produce, sin duda, mayores niveles de igualdad
social, efectivamente, pero igualdad hacia abajo, es decir, la igualdad en la
escasez, cuando no en la miseria. Para Berlin, limitar a determinados grupos
humanos en sus capacidades de obtener bienes materiales como fruto del trabajo
sobre la naturaleza y mediante el uso de la ciencia y la técnica o cualquier
otro recurso, bajo el argumento de que ello va en detrimento de otros grupos
humanos no capacitados o no interesados o no informados de los beneficios de
tales ejercicios, constituye una limitación de las libertades del género humano
en su conjunto. En síntesis, el hecho de que no todo el género humano pueda
constituirse en empresario no es, en la óptica de Berlin, razón para que se
limite y anatematice el libre ejercicio de esta actividad humana como
cualquiera otra, pues forma parte de las libertades humanas en u conjunto.
Según
diversos autores, ya antes del inicio de la industrialización había aparecido
una de las figuras más características del capitalismo, el empresario y
la empresa privada, que es, según diversos autores, el individuo o ente
social que asume riesgos económicos. Un elemento clave del capitalismo es la
iniciación de una actividad con el fin de obtener beneficios en el futuro. Dado
que éste es desconocido, tanto la posibilidad de obtener ganancias como el riesgo
de incurrir en pérdidas son dos resultados posibles, por lo que uno de los papeles
del empresario consiste en asumir el riesgo de tener pérdidas.
Pero
además hay otros antecedentes históricos y religiosos que dan fundamentación
teórica a la aparición y desarrollo del empresario como actor fundamental de la
historia humana. Sin duda, el camino hacia el capitalismo a partir del siglo
XIII fue allanado gracias a la filosofía de la Reforma, doctrina en que entre
otras cosas se deja a un lado la idea del cristianismo primitivo de que “ser
rico es malo”. Por el contrario Martín Lutero, principal ideólogo (o teólogo)
de la Reforma, señala que la prosperidad
material es señal de estar en buenos términos con la divinidad. Este movimiento
cambió de forma drástica la sociedad europea de la época, facilitando la
aparición de los modernos Estados nacionales que proporcionaron las condiciones
necesarias para el crecimiento y desarrollo del capitalismo, cuyo núcleo o
unidad de producción básica es la empresa privada (institución basada a su vez
en la teoría clásica de raigambre smithsoniana que postula que la iniciativa
individual es el motor natural de la economía, es decir, la sumatoria de las
acciones de los individuos y no la sumatoria de las limitadas capacidades de
acción del Estado). El crecimiento económico subsiguiente fue posible gracias a
la acumulación del excedente económico que generaba el empresario privado y a
la reinversión de este excedente para generar mayor crecimiento de la empresa y
por ende de la economía en general, movido todo por el afán de lucro del
empresario, ese motor egoísta de la “Acción Humana” (expresión esta última que
corresponde a otra de las obras claves del citado Ludwing Von Mises).
No
es un dato de menor importancia el hecho de que el territorio que hoy
constituye a los Estados Unidos de América hubiese sido poblado en buena medida
por los tripulantes de famoso barco May Flowers, quienes eran reformistas (o
luteranos) expulsados de Europa, que llegaron al nuevo continente con las ideas
evangélicas de progreso material que hicieron posible la grandeza económica,
científica y espiritual de ese país: los tripulantes del May Flowers eran los
rudimentarios ancestros de los empresarios norteamericanos modernos de hoy.
Para el precitado académico español Francisco Pérez en su obra La Libre
Empresa, Una Introducción a sus Fundamentos Morales, Jurídicos y Económicos, la
empresa privada es:
El sistema ideal hasta ahora conocido para
elevar el bienestar, pese a que no elimina la desigualdad. En cambio, la
aspiración de todo orden igualitario es reducir las diferencias económicas a un
solo nivel, y así resulta que en aquella (el sistema de empresa privada) los
hombres son desigualmente ricos, en tanto que en este (el orden igualitario)
acaban siendo igualmente pobres... El debate, sin embargo sobre igualdad y
desigualdad lo han provocado con más frecuencia las aspiraciones quiméricas de
los filósofos que las aspiraciones reales de la gente, y es que las personas en
el fondo no desean la igualdad, su objetivo es alcanzar una posición económica
mejor que la de sus iguales, no igual a la de sus desiguales. La igualdad
económica, en fin, es un espejismo puesto ante las personas por filósofos
utópicos que erraron su apreciación de la naturaleza humana... sin embargo, el
sistema de libre empresa no asegura la felicidad mediante el ocio, tampoco
reparte consignas sobre cómo usar el tiempo libre; la felicidad, como hemos
visto, es cosa de cada quien, la libre empresa sólo pone los medios para ello,
haciendo realidad el viejo aforismo de que es preciso trabajar para vivir y no
vivir para trabajar (pag 126).
En
las últimas décadas la teoría de la empresa privada ha recibido nuevos aportes,
que orientan las ideas hacia la superación de los resabios de lo que los
marxistas llaman “capitalismo salvaje”, para conectar a la empresa privada
moderna con nuevos procederes, más a tono con el imperativo ambiental y con el
realce del factor humano. Estas teorías tienen su principal baluarte en el
premio Nóbel indú, Amartya Sen y su tesis de las “Empresas con Rostro Humano”,
en que propugna una imbricación más estrecha en el vínculo afectivo entre la
organización productiva y el individuo.
Todos
estos conceptos y postulados del capitalismo, el liberalismo, la economía de
mercado y la libre empresa, nacen, como se ha visto, de la naturaleza
sicológica-económica del ser humano, o para usar la terminología grecolatina de
que gusta a veces el profesor Dieterich, la conducta del homo economicus. Según
la Escuela Clásica (Smith) y Neoclásica (Von Mises) así como el hombre está
determinado por una realidad biológica y espiritual, también lo está por una
realidad humana en el ámbito económico, algo que economista guatemalteco Luis
Pazos (1999) ha denominado como “Lógica Económica Humana” en un texto de título
semejante, en donde indica que sin tal noción “presente en todas las personas,
no podríamos hablar de ciencias sociales ni de estudios científicos de la
economía, válidos universalmente” (pag 19).
Esta lógica económica determina a su vez
un Comportamiento Típico del Consumidor, que puede estudiarse y medirse en
categorías, y que parte de lo que se conoce como sentido común. Todo ser
humano, excepción hecha de individuos especiales como los santos y los
filántropos extremos, o de los meramente insanos o incapacitados mentalmente,
desea, por sentido común, obtener mayores beneficios a cambio de menores
esfuerzos. “Un orden social que eluda estas leyes, habrá de pagarlo en mayor o
menor medida con la pérdida del bienestar económico” (Ibidem, pag 53). Y estas
leyes son en orden de aparición, la naturaleza humana, el derecho natural, la
economía natural y la lógica económica de los mayores beneficios a cambio de
menores esfuerzos, es decir, lo mejor, la mayor libertad y seguridad,
comodidad, beneficios y satisfacción. Cuando un individuo concurre a los
mercados de intercambios de bienes, va en busca de obtener la mayor cantidad de
estos, a cambio de la menor cantidad de sus recursos económicos (dinero). Igual
ocurre cuando el mismo individuo toma el papel de oferente, y trata de obtener
a cambio de sus productos, los mayores beneficios económicos (mayor cantidad de
dinero). Esto crea la necesidad de llegar a acuerdos en los que los bienes se
transan de acuerdo al Valor de Cambio
que cada individuo les adjudique en cada micro operación económica
oferente-demandante. Por tanto, el precio de los bienes es subjetivo, pues un
individuo entregará la mayor o menor cantidad de dinero de acuerdo al valor
personal que otorgue a determinado bien, objeto o servicio. En término simples, la Teoría del Valor de
Cambio indica que la formación de los precios obedece a la valoración subjetiva
que los concurrentes a un mercado (consumidores) otorguen a los bienes que se
intercambian en los mismos, independientemente de los “costos” que determinado
producto “contenga” de acuerdo al proceso de su manufacturación. De hecho, muchos
productos en determinadas coyunturas se transan a precios menores que los
equivalentes a sus costos (es cuando el productor o empresario obtiene
pérdidas). La obligación de la empresa privada es reducir al máximo estos
costos y transarlos al máximo valor, para evitar los castigos del mercado en
forma de pérdidas y alcanzar la obtención de beneficios, que es el objeto de
todo empresario.
Para algunos importantes críticos de
este sistema, sobretodo los socialistas marxistas, ello implica que alguien, es
decir, algún factor de esta cadena productiva y distributiva, debe salir
perdedor pues ello está implícito en que algún elemento de los factores en
juego “se lleve la ganancia”. Pazos desmitifica estas teorías. Afirma que esto
no es cierto, y que cuando algunos críticos marxistas formulan este silogismo
(si hay ganadores lógicamente hay perdedores) incurren más bien en un sofisma
(razonamiento aparentemente cierto) por un error de apreciación, en la creencia
de que cuando alguien intercambia algo de mayor valor por algo que vale menos,
pierde. Según Pazos, lo que ocurre en realidad es que ese algo de supuesto
menor valor (bien sea un bien, objeto cualquiera o servicio), es más apreciado
por quien lo obtuvo que aquello que dio a cambio, por lo que la presunta
pérdida queda compensada. El economista Pazos lo ilustra con la imagen de dos
hombres primitivos que intercambian un pez muerto por un hacha de pedernal. En
teoría pierde quien da el hacha, pues a simple vista esta vale más que un
simple pez; pero lo que en realidad ocurre es que quien dio el hacha valora,
por su apreciación y necesidades subjetiva del momento, en una mayor medida el
pez, y viceversa. Ocurre que quien da el hacha quizás tenga un superávit de
éstas, por lo que tiene para él un menor Valor de Cambio. En el mercado
moderno, esta transacción es facilitada por el factor precios que
comunican a consumidores con productores de forma expedita, ahorrando todo el
proceso sujetivo de valoración primitiva que constituye el arcaico sistema del
trueque descrito en el ejemplo del hacha y el pez. Esta es, de forma muy
resumida, una descripción de la Teoría del Valor de Cambio y el Comportamiento
del Consumidor en una economía de mercado libre. A este respecto es necesario
volver a las teorías que sobre el mercado, los consumidores y los precios ha
elaborado Pérez de Antón: “La primera función del mercado es proporcionar datos
a los que participan en él. Estos datos, conocidos en general con el nombre de precios,
no son sino la información dispersa que ha logrado refundirse en un número”.
(Ibídem pag. 141).
Con toda esta argumentación precedente,
sumada al ya estudiado capítulo correspondiente al Socialismo del Siglo XXI,
queda cubierta la diferenciación de los postulados de ambas corrientes de
pensamiento estudiadas en el presente trabajo. Dado que la empresa privada
contemporánea es el más alto nivel de desarrollo del sistema capitalista, y dentro
de la empresa son las herramientas gerenciales el más alto desarrollo de la
técnica puesta al servicio de la conducción de empresas, se procede en el ítems
siguiente a indagar en la compatibilidad o incompatibilidad de éstas con la
Empresas de Producción Social, para lo cual se contrastan los postulados de la
gerencia con los de estas unidades de producción del Socialismo del siglo XXI.
CAPÍTULO V
El patrón de comportamiento
gerencial en las empresas de PRODUCCIÓN social
venezolanas en el marco del
socialismo del siglo XXI: uso
de las Herramientas de Gerencia dentro de la Empresas de Producción Social.
Análisis:
5.1.1 Las
herramientas de la Economía Gerencial aplicadas a las EPS:
Una de las
principales herramientas económico-gerenciales son la Estimación de la Demanda
y la Estimación de la Oferta, para cuyo establecimiento uno de los instrumentos
que utiliza la economía gerencial son las regresiones econométricas, que
consisten en la construcción de una función que calcule y se aproxime a una
predicción del comportamiento del consumidor de acuerdo a la variación de los
precios. Como se ve, tenemos el elemento precios nuevamente a la vista
en esta herramienta, ya que sin el elemento precios sería imposible
hacer el cálculo de la valoración que le da el consumidor a determinado
producto, y esto es de suma importancia pues es con esta valoración que las
empresas estiman sus probables ingresos; además, y esto es vital no sólo para
la supervivencia sino para la mera aparición de empresas, sin esta valoración
sería imposible establecer relaciones entre los ingresos estimados con los costos
estimados, con lo que se determina si una inversión tiene posibilidades de ser
rentable, determinación que cuando es positiva permite que una inversión se
convierta en realidad. Como queda de manifiesto, estas herramientas -la
Estimación de la Demanda y Estimación de la Oferta-, cuyo pieza fundamental
para su construcción es la econometría, quedan anuladas si no se cuenta con la
variable precios (para una definición más extensa de estos conceptos:
Héctor Viscencio Brambilia, Economía para la toma de decisiones, 2002 y Gregory
Mankiw, Princios de Economía 2004).
Además, en economía
gerencial es sabido que la demanda debe ser estimada no solamente con el
elemento precios, sino con otro factor clave como lo es el “ingreso del
consumidor”, además de los precios de los bienes relacionados, las expectativas
de precios al consumidor a futuro, los gustos y preferencias del mercado de
consumidores, el tamaño del mercado y la inversión en promoción y publicidad
que se haga del producto en cuestión. Como se observa, cada uno de estos
elementos están íntimamente ligados a la economía de mercado. Por ejemplo,
cuando se habla de ingresos del consumidor ¿en qué se pone la mirada, el ojo
crítico de la técnica aplicada a la economía? Pues en tratar de determinar cuál
es el salario promedio de la población, cuál es el ingreso promedio que posee,
es decir, cual es su poder adquisitivo, y luego a qué destinan sus ingresos.
Cuando se habla de
precios de bienes relacionados, se investigan las condiciones de los otros
productos que compiten en el mercado que se desea abordar, y todo esto es
intrínsicamente economía capitalista, porque los precios de productos
relacionados no tiene espacio en un sistema socialista del tipo Economía
Planificada de Equivalencias como la que se analiza en este trabajo, porque en
ésta el Estado realiza todos los eslabones de la producción y lo que no produce
lo regula a través del control ejercido sobre las Empresas de Producción Social
de propiedad colectiva, y por consiguiente si el Estado controla toda la cadena
productiva y de comercialización, a través de las empresas del Estado y las
Empresas de Producción Social, no es necesario determinar cuales son los
precios de los competidores, en vista de que estos han quedado abolidos por la
nueva legislación vigente, ya que el Socialismo del Siglo XXI se postula como
solidario y humanitario. Así, en el citado EPS Instrumentos para el
Socialismo del Siglo XXI (Monedero, El Troudi, 2006) se señala:
El capitalismo es un sistema que exalta el espíritu
de competencia en oposición al espíritu de relaciones de cooperación entre
iguales que privará en el nuevo Socialismo del Siglo XXI (Pag. 66)
En cuanto a las expectativas
de los precios futuros al consumidor, si el Estado es quien decide cuales
son los precios, el cálculo de las expectativas de éstos también queda abolida,
pues los precios son decididos en una oficina burocrática de un “plumazo” (por
expresarlo de forma gráfica), y es el criterio sujetivo de uno o varios
funcionarios quienes los establecen, por lo tanto no hay necesidad de hacer una
estimación científica de los precios con esta herramienta gerencial, por lo
cual queda también sin utilidad real. En lo que respecta a gustos y
preferencias, este es un tema muy particular, pues los gustos y preferencias
son un aspecto de la microeconomía muy propio del subconsciente, de la
intimidad sicológica de cada uno de los individuos que conforman un mercado. En
una economía como la del Socialismo del Siglo XXI son asumidos, son
determinados por el gobierno y más específicamente por el buró político que
este al mando de la “res” pública (para usar un término muy apreciado por el
filósofo Rigoberto Lanz), que tratará de reducir los gastos superfluos al menor
espectro posible. Sin embargo, en su Economía para la toma de decisiones,
Héctor Viscencio Brambila (2002) señala:
Las
decisiones de compra del consumidor dependen de la interacción tanto de los
gustos o preferencias, como de las oportunidades o restricciones enfrentadas
por la persona consumidora (Pag. 58)
Lo mismo puede
decirse del tema Promoción y
Publicidad (para una definición más extensa de este concepto,
también consultar: Héctor Viscencio Brambilia, Economía para la toma de
decisiones, 2002). Dentro de la utopía económica propuesta por Dieterich y
Peters no sería viable la promoción de
un producto, con lo que colapsa todo un ramal importante del proceso productivo
capitalista, porque con estas herramientas lo que se persigue es la captación
del interés del consumidor acerca del producto “equis” que se pretenda
comercializar, lo cual entra una vez más en contradicción con los principios
sostenidos por Dieterich, pues el uso de la publicidad es un elemento más de la
competencia (que está execrada de las normas constitutivas de las Empresas de
Producción Social), y se usa para tratar de diferenciar un determinado producto
del resto de los competidores. Como dentro del circuito económico donde se
desenvolverán las Economías Planificadas de Equivalencias y las Empresas de
Producción Social no habrá competidores, ergo, no habrá necesidad de publicidad
pues los productos que concurrirán al mercado serán estrictamente los
“básicos”, estrictamente necesarios para la subsistencia, y se intercambiarán
estrictamente de acuerdo al tiempo de trabajo contenidos en ellos. Y esto es
sólo parte de todo lo que puede argumentarse respecto de los determinantes de
la demanda contrastados con un sistema de producción socialista del tipo
Economía Planificada de Equivalencia. Así lo expresan El Troudi y Monedero en
su citado libro “Empresas de Producción Social:
instrumento para el socialismo del siglo XXI” :
Construcción de paraísos artificiales y promoción del consumo directo y
virtual a través de la televisión o internet, entre los principales medios de
comunicación. (Con estos) Se crean falsas necesidades que requieren ser
subsanadas por medio de compras compulsivas a satisfacer en grandes centros
comerciales o por medio de compras electrónicas... El socialismo ha de adoptar
patrones de vida no influenciados por expectativas materiales artificiales
inducidas por la maquinaria publicitaria capitalista. (Pag. 45)
Otra herramienta de la
economía gerencial es la Elasticidad de la Demanda, que es, como es
sabido, la sensibilidad que manifiestan los consumidores ante variaciones de
precios. Las empresas, usando instrumentos matemáticos, estadísticos y de
econometría, estiman la elasticidad, esto con el fin de saber hasta qué punto
es posible absorber el ingreso de los consumidores a cambio de los servicios y
productos que genere determinada empresa; se trata de determinar el precio
mayor al que se puede colocar determinado producto, porque obviamente toda
empresa busca maximizar ingresos y minimizar costos para obtener el máximo
beneficio. La búsqueda de la maximización del ingreso implica el análisis
exhaustivo del precio, en vista de que aquél
es el producto de la multiplicación de éste por cantidades de productos
vendidos. Si la variable precios también está sujeta a la sensibilidad
de parte del consumidor, entonces es necesario, para medir con precisión el precio
máximo posible, saber al mismo tiempo cual es esa sensibilidad del
consumidor para establecer el punto mayor de realización del precio. Y
para esto es de suma utilidad la herramienta gerencial Elasticidad de la
Demanda (ver Ludwid Von Mises, La Acción Humana, año 1927). Esta es una
información muy particular y muy importante para las empresas para la toma de
decisiones respecto a sus productos y su precio de venta y esa toma de
decisiones a partir de cálculos técnicos no podrá ser llevada a cabo dentro del
modelo propuesto por el gobierno bolivariano porque está implícito que la
cantidad de productos que se van a vender y el precio a que se van vender (si cabe hablar de precio en una EPE) van a
provenir “empaquetados” desde una directriz gubernamental, de un ente del
gobierno Pero como señala Ludwid
Von Mises, (El Socialismo, año 1936):
Se ha demostrado las dificultades con que tropezaría la
edificación de una economía socialista. En la comunidad socialista es imposible
la existencia de una contabilidad económica, de manera que no se puede
determinar el coste ni el rendimiento de una acción económica ni tomar el
resultado del cálculo como norma de la acción. Este solo motivo bastaría para
demostrar que el socialismo es impracticable.
(pag. 217)
Se podría argumentar que
este ente del gobierno estaría en capacidad de hacer este análisis de la
Elasticidad de la Demanda. Tal objeción comporta un error elemental pues es
obvio que esta herramienta no funciona en economías estrictamente planificadas,
porque para hacer el análisis de sensibilidad ante los precios el consumidor
tendría que tener toda una gama de opciones de compra para que esa sensibilidad
de la demanda sea real (dicho en términos metafóricos, que no se trate de una
sensibilidad inhibida) y se desarrolle en toda su potencialidad y diversidad,
pero al no existir multiplicidad de opciones ya que en el mercado socialista el
único oferente es el Estado, y este decide cuánto y qué consumir, deja de tener
importancia cual es la sensibilidad que tiene el consumidor, ya que esta
sensibilidad está determinada en su origen por la libertad de elegir. Es decir en términos meramente económicos no
existiría la posibilidad de calcular la elasticidad cruzada de la demanda.
La eliminación de la
“soberanía del consumidor”
inmediatamente anula el uso de la Elasticidad, pero en un nivel más
profundo es innegable que lo que en realidad se está anulando es la libertad
del consumidor de escoger entre una infinidad de ofertas de productos.
Obviamente, esta herramienta tampoco tiene razón de ser en un modelo socialista
de economía planificada de equivalencias, pues para su operatividad requiere de
un marco social de absoluta libertad.
Otra herramienta de análisis de la economía gerencial, es la Función de
Producción y el modelo de maximización de beneficios. Toda Función de
Producción en cualquier empresa y en cualquier economía de mercado existe, ya
que esto es un concepto físico y universal, el cual tiene tres etapas: en un
primer caso es cuando la planta física, los bienes fijos o inversión fija, no
varían, permanecen estables, variando solamente el insumo (insumo variable). En
esta primera etapa la producción es limitada por la poca cantidad de insumo, es
decir el producto marginal es creciente (producto marginal es el último
producto obtenido con una unidad de insumo), lo cual es observado por el
productor motivándolo a producir más de acuerdo a los indicadores del mercado y
sus expectativas racionales. En la segunda etapa de la producción, el productor
observa que el producto marginal no sigue creciendo al mismo ritmo que en la
primera etapa, por lo cual observa que este se hace cero. De esta etapa, el
productor pasa a la siguiente (si no se rige por las expectativas racionales de
maximización de beneficios) donde el producto marginal es negativo, lo cual
hace que la producción sea ineficiente en el uso de los factores variables. La
segunda etapa de la producción es la etapa eficiente del productor y la misma
está asociada a la maximización de beneficios. Si en una empresa de producción
social el objetivo no es máximizar beneficios, es lógico pensar que estas
empresas operarían en la tercera etapa o en la primera, lo que de cualquier
forma las condena a la ineficiencia operativa. El uso de esta herramienta (la Función
de la Producción) mide este fenómeno empresarial e informa que en esta etapa se
debe seguir produciendo.
La segunda etapa de la producción, que
es la que llamamos eficiente, es aquella en la cual el producto marginal sigue
en ascenso pero en una tasa decreciente -una tasa menor- es decir, el producto
de la última unidad genera menos utilidad que la anterior hasta que el producto
marginal iguala al costo marginal. Esto se mide igualmente con el uso de esta
herramienta gerencial, logrando como dijimos maximizar los beneficios.
El análisis de la función de
Producción con criterio capitalista, es la que determina que se está
produciendo más, efectivamente, al máximo de capacidad eficiente del proceso
productivo. En este momento la gerencia de la planta física en cuestión debe
estar muy al tanto de calcular (mediante la Función
de la Producción) hasta qué punto debe producir para no incurrir en pérdidas.
Como informa cualquier manual de economía gerencial, existe una regla, que está
relacionada con la constitución física de la planta, que reza que se debe
producir hasta que la última unidad producida genere un costo marginal igual a
cero, es decir que la última unidad producida no haga perder dinero a la
empresa, no genere más costos que la anterior, y cuando esto es así, hasta allí
se debe producir, pues si se continúa con el proceso productivo cada nueva
unidad va a generar costos y pérdidas.
Esta segunda etapa
es cuando la producción llega al máximo posible de acuerdo a la capacidad
instalada; si el gerente no está en permanente monitoreo de en qué etapa de la
producción se encuentra, puede incurrir en el error de forzar la producción
hasta el punto en que el producto marginal comience a generar costos en lugar
de beneficios.
Podría argumentarse
que tal situación es absurda, pero es fácil de que ocurra si no hay un
monitoreo permanente a través de la herramienta de la Función de la Producción,
pues es muy probable que en determinado momento el gobierno exija mucha
producción, y como este no conoce la función de producción de la Empresa de
Producción Social, se estaría forzando la planta con el resultado, no advertido
durante un lapso que puede ser crucial, de que el costo marginal supere al
precio del producto. Además la función de producción esta relacionada
directamente con las ventas y precios del productos, por lo cual también
podemos agregar que de manera implícita las Empresas de Producción Social están
obligadas a operar en la tercera etapa de la producción, ya que de acuerdo a la
teoría económica en la segunda etapa de la producción es donde el Ingreso
marginal (el ingreso adicional agregado por la última unidad de producto
vendida) iguala al costo marginal
(último costo agregado por la última unidad vendida) y consiguiente se maximiza
el beneficio (Img=Cmag ó Beneficio máximo) lo cual es negado por las Empresas de
Producción Social de acuerdo al criterio de no generar beneficios económicos y
en todo caso de generarse deben ser repartidos en su totalidad al bienestar
social, descuidando así la inversión en nuevos productos y tecnologías y
convirtiendo aquel en un costo adicional para la empresa. Como señala Hector
Viscencio Brambila (Economía para la toma de decisiones, 2002):
En la
mayoría de los casos de análisis de los fenómenos económico, la técnica por
excelencia es la regresión econométrica
múltiple. (Pag. 121)
En un sistema económico
como el de la Economía Planificada de Equivalencias del Socialismo del Siglo
XXI, las Empresas de Producción Social, cuyo fin primordial no es la generación
de beneficios -y no lo es porque para los socialistas el beneficio es algo dañino
para el desarrollo pleno de las cualidades altruistas del hombre en sociedad
Así en Haiman El Troudi, Juan Carlos Monedero, Empresas de Producción Social
instrumento para el Socialismo del Siglo XXI (2006), se señala:
La empresa socialista debe incorporar una
racionalidad social que le permita producir no para la ganancia sino para
resolver problemas sociales, su eficiencia está orientada a la creación de
bienes y servicios para beneficio de la población. Esta eficiencia socialista
está basada no solamente en indicadores de crecimiento cuantitativo, sino
también en un profundo desarrollo humano medido desde una perspectiva
cualitativa. (Pag. 69)
Las empresas deben
producir para la satisfacción de necesidades básicas del ser humano, y si esto
es así, y el fin no es buscar beneficios, entonces, en lo que respecta a la
Función de la Producción y la maximización de beneficios aplicada al caso de
las Empresas de Producción Social, ya que a estas no les interesa el beneficio,
se romperá la regla universal de que el ingreso marginal debe ser igual al
costo marginal, y al no cumplirse con esta ley económica pues el interés es
social y no el de maximizar beneficios, las Empresas de Producción Social
seguirán creando unidades para el consumo aún hallándose en la tercera etapa de
la producción, y al incurrir en esta sobreproducción más allá de la capacidad
real, generará pérdidas para la empresa, la que tarde o temprano tendrá que
cerrar sus puertas o seguir operando sólo mediante subsidios (que en este caso obviamente
vendrán de parte del Estado). José Guerra, en su ¿Qué es el socialismo del
siglo XXI? (2006), señala:
La definición de lo que es una EPS es la siguiente:
son unidades de producción comunitarias y tienen como objetivo fundamental
generar bienes y servicios que satisfagan las necesidades básicas y esenciales
de la comunidad y su entorno, incorporando hombres y mujeres de las misiones,
privilegiando los valores de la solidaridad, cooperación, complementariedad,
reciprocidad, equidad, sustentabilidad, ante el valor de rentabilidad o
ganancia (Pag. 78)
En el momento en que fallen estos subsidios
y/o se hagan insuficientes por el inextinguible crecimiento de las necesidades,
se seguirá agotando la planta física y al final se producirá la desaparición
definitiva de la empresa, con la consiguiente pérdida de calidad de vida para
los trabajadores y la comunidad del entorno. Caso contrario, en una economía de
mercado libre, la racionalidad del empresario, cuando está ante una demanda de
productos muy grande y su objetivo es generar beneficios, parte del criterio de
maximizar el beneficio mediante el cálculo del ingreso marginal que es igual al
costo marginal, y cumpliendo con esta condición se garantiza que el beneficio
sea el máximo en un punto determinado de la producción. Con esta medición y
monitoreo permanente de la capacidad de planta física mediante la Función de la
Producción, es posible determinar en qué momento es necesario, usando los
beneficios obtenidos con la planta inicial, ampliar la capacidad productiva con
nuevas líneas de producción, y allí comienza nuevamente el mismo proceso: se
vuelve nuevamente a la primera etapa de la producción con una nueva planta
física, más amplia, se continúa aumentando la producción y con ello se pasa
nuevamente a la segunda y la tercera etapas, y así sucesivamente, y lo que se
logra con esto es lo que se conoce como crecimiento económico; o, visto de otra
manera, distintas escalas de plantas (para profundizar en esta materia, es útil
la obra de Hector Viscencio Brambila,
Economía para la toma de decisiones, Año 2002).
No cabe duda que lo que
motiva o estimula ese crecimiento es que el empresario ha decidido igualar el
ingreso marginal al costo marginal y obtener un beneficio y ese beneficio a su
vez es reinvertido en una nueva planta, lo que funciona como un efecto
multiplicador que va in crescendo y no se detiene nunca (a menos que
aparezcan ciclos bajos o depresiones económicas que por lo demás tienden a
tener una duración relativamente corta). Pero si esa motivación de generación
de beneficios es suprimida por el nuevo concepto del Socialismo del Siglo XXI
que señala que el beneficio no es el ideal de toda empresa, entonces el empuje
o motor social que hace posible el crecimiento de las plantas desaparece y con
ello se estrangula el crecimiento económico, y eso implica la reducción progresiva
del bienestar colectivo al no haber crecientes cantidades de bienes que
satisfagan las múltiples necesidades. Ir a contracorriente de estas reglas
universales a través del voluntarismo social es un intento de polemizar con las
leyes de la propia física: las empresas y las plantas físicas no pueden
producir más de su capacidad instalada y se si fuerzan es posible que se
produzca más, pero a un costo mayor, y por ende, a la larga no se generan
beneficios. Y si de añadidura se desagrega el factor “motivación” al
crecimiento de las plantas, que es el beneficio, entonces sencillamente las
empresas no pueden crecer, con lo que se detiene la capacidad de satisfacer la
demanda de las necesidades. En
el citado Haiman El Troudi, Juan Carlos Monedero, Empresas de producción social
instrumento para el socialismo del siglo XXI (2006), se apunta:
El
capitalismo exalta el egoísmo y el individualismo, al que pretende transformar
en una virtud. El capitalista cuanto más posee más necesita en tanto que se
entiende el capital como relación social referenciada a otros capitales. Es el
impulso de la llamada reproducción ampliada del capital, supuesto verdadero
motor del sistema (Pag. 37).
Entonces, como queda de
manifiesto, esta herramienta gerencial también se ve anulada del ámbito de la
gerencial empresarial en el marco del Socialismo del Siglo XXI. No se crece, no
se progresa y se va directo a un profundo deterioro de la planta física y a una
escasez y malestar material en la población sencillamente inevitable, como se
puede observar en países que han intentado modelos similares de organización
social a contracorriente de la funcionalidad de la producción.
5.1.2. Finanzas,
contabilidad financiera y de costos.
Estos tres
temas están tan estrechamente vinculados que podrían pasar como uno sólo. Los
resultados financieros de toda empresa, y eso incluye a las Empresas de
Producción Social, pueden ser capturados en todas sus manifestaciones y
fenómenos con la herramienta de la Contabilidad. En una primera etapa, de acuerdo
con la razón social de las Empresas de Producción Social, estas serán todas
aquellas empresas que se acojan a la llamada responsabilidad social con el
“pueblo” y específicamente en el caso de la EPS que en un futuro cercano se
convertirán en proveedoras exclusivas de servicios a Pdvsa, deberán destinar un
porcentaje de sus ingresos a la inversión social, pero sin embargo su
estructura administrativa y contable en esta primera etapa seguirá siendo la
misma que las de cualquier empresa privada destinada al lucro.
El problema
que se vislumbra en las Empresas de Producción Social con respecto a la
herramienta contabilidad es el hecho de que, primero, la alimentación o
recolección de data de la contabilidad financiera da evidencias de que no podrá
ser tan fidedigna como este recurso gerencial lo requiere. La contabilidad,
como es sabido por todo aquel con un mínimo de conocimiento en la materia, es
un sistema de ordenación de los flujos de entrada y de los flujos de salida de
recursos de toda organización traducidos en dinero, ya sean flujos materiales,
flujos humanos, convertidos en dinero como factor de cálculo con la finalidad
de revelar la posición en dinero (financiera) del organismo de que se trate, a
fin de que se genere información útil para la toma de decisiones, es decir, la
cantidad de dinero de que dispone la empresa para operar e invertir; dicho de
otro modo, si está obteniendo beneficios o por el contrario perdiendo dinero y
si está en capacidad de seguir operando. (Meigs, Wiklliams; Haka, Bettner,
Contabilidad: La base para decisiones gerenciales, Año 2000. Scout Besley,
Eugene Brigham Fundamentos de Administración Financiera Año 2001. Jiambalvo,
Contabilidad Administrativa, Año 2003).
En el caso
de las Empresas de Producción Social, la contabilidad va a revelar de manera
automática, ya que la ciencia contable está diseñada de esa forma, si hay
ingresos y beneficios y posibilidades de generar utilidades para seguir
creciendo, lo que atentaría nuevamente con el objetivo de las Empresas de Producción
Social, que es evitar el lucro y enfocarse en la generación de productos para
las necesidades básicas y la extirpación de la utilidad. Entonces, si un
contador obtiene el balance al cierre del mes y comienza a hacer el análisis y
observa, por poner un ejemplo, que una utilidad neta de 25% sobre los ingresos,
esos ingresos inmediatamente tiene que destinarlos a la inversión social o ser
convertidos en bienes o servicios para la comunidad, por lo tanto esa inversión
se convierte en un costo que está totalmente divorciado del objetivo específico
de la mera sobrevivencia de la empresa. Así (Ibídem):
Es indudable que siempre que haya personas que
trabajen para otros y no reciban el excedente que resulta de su trabajo, ahí se
produce una relación de explotación. Pero así mismo, no todo lo que se produce
ha de pertenecer al trabajador que lo produce, parte del excedente tiene un
sentido social que de ser conculcado por particulares también estaría
produciendo un tipo peculiar de explotación, y la explotación es incompatible
con el socialismo, por tanto el horizonte (y nótese que decimos horizonte) es
incompatible con la propiedad privada de los medios de producción (Pag. 52).
Un caso que
ilustra esta situación es el de la propia PDVSA actual, que está destinando sus
ingresos a la inversión social, lo que puede ser muy loable desde el punto de
vista humano pero muy perjudicial desde el punto de vista empresarial pues
conduce a las empresas a una muerte segura, lo que a la larga se traduce en un
perjuicio humano aún mayor que los bajos sueldos. Como reza el adagio popular,
no hay bien o servicio más caro que el que no se tiene. Eso, al parecer, podría
estar ocurriendo en el corto plazo con todas las Empresas de Producción Social.
La ciencia contable y la contabilidad fueron creadas por el ingenio empresarial
para buscar esa posición ventajosa desde el punto de vista financiero y no para
extirpar esa utilidad y convertirla en un costo para que el beneficio se haga
cero. En la obra Contabilidad: La base para decisiones gerenciales (Meigs,
Wiklliams; Haka, Bettner, Año 2000), se señala:
El objetivo principal de la contabilidad es
proporcionar información útil en la toma de decisiones. Desde el comienzo,
hacemos énfasis en que la contabilidad no es un fin, si no más bien un medio
para lograr un fin. El producto final de la información contable es la decisión
de los grupos que tengan algún interés en el desempeño financiero de una
empresa. (Pag. 3)
Así mismo, en Fundamentos de
Administración Financiera (Scout Besley, Eugene Brigham Año 2001) se
apunta:
Las decisiones de negocios no se toman en el vacío,
quienes lo hacen tienen algún objetivo en mente. Operan bajo el supuesto de que
la meta principal de la administración es la maximización de la riqueza de los
accionistas. (Pag.14)
Y en Contabilidad Administrativa (Jiambalvo,
2003, pag. 2) se señala:
La meta de la contabilidad de costos
(administrativa) es proporcionar la información que necesitan para planear,
controlar y tomar decisiones que generen beneficios. (Pag.2)
Es aquí
donde se observa, de forma evidente, una contradicción entre el objeto de esta
herramienta gerencial y el uso que se le pretenda dar en las Empresas de
Producción Social. A simple vista se observa que el uso de la ciencia contable
y la contabilidad sería viable sólo en el caso de diagnosticar el estado
contable de las Empresas de Producción
Social en tiempo, pero no tendría aplicabilidad en el uso de esa
información para la búsqueda de estrategias para el logro del beneficio, en
este caso, por el contrario, se estaría usando esta herramienta más bien para
“sacrificar” la organización. Otros observadores podrían argumentar que es sólo
una parte del beneficio lo que se usará en la inversión social; cabría
responder que igualmente se estaría convirtiendo un flujo de dinero, un activo,
en un flujo de salida que no contribuye al crecimiento y desarrollo orgánico de
la empresa. Eso sin incluir que en la tercera etapa del proyecto
marxista-dieterichsta-chavista el beneficio quedará del todo abolido y todas
las utilidades serán destinadas única y exclusivamente a la inversión social.
Todas estas
conclusiones lucen válidas no sólo para la contabilidad financiera, sino para
todo el resto de las herramientas similares como el análisis de los estados
financieros, los cuatro reportes básicos de la contabilidad, y la contabilidad
de costos. Esta última es la que se
encarga de estructurar de manera sistemática todo el proceso productivo de
cualquier organización y determinar la cadena que agrega valor en cada una de
las etapas de la producción. O, por decirlo de otra manera, es la herramienta
que trata de registrar los costos que generan cada una de las unidades de
producción de la empresa, desde el inicio hasta la salida del producto, con el
objetivo fundamental de reducirlos a fin de aumentar la utilidad: se trata de
identificar los costos para luego tomar decisiones que permitan seguir
reduciéndolos hasta el máximo posible. Pero en el caso de las Empresas de
Producción Social este objetivo va a chocar con el ideal de estas últimas,
porque antes de reducir costos las Empresas de Producción Social, por su razón
social, están destinadas a agregar inevitablemente otros costos producto de que
el beneficio tiene que ser repartido en obras sociales, y no en su estructura
organizacional para seguir generando beneficios y riqueza.
Es ese pues
uno de los problemas básicos que se genera al tratar de contrastar la
contabilidad de costos, la contabilidad financiera y las finanzas con el
sistema de producción de la Economías Planificadas de Equivalencias y las Empresas
de Producción Social, pero todavía es posible abundar algo más detenidamente
sobre lo que ocurriría con las finanzas. Las finanzas, como lo establece
cualquier manual financiero de aceptable calidad, tratan de lo siguiente: el
producto del análisis contable, bien sea de costo y financiero, puede verse
como flujos, y las finanzas lo que persiguen es la maximización de los
rendimientos de esos flujos. Herramientas de las finanzas como la Tasa Interna
de Retorno, el Valor Presente Neto, son técnicas para determinar en cuánto
tiempo va a retornar la inversión, es decir, si la inversión ha sido o no
rentable y en qué magnitud. Como se ha señalado reiteradamente, la concepción
de las Empresas de Producción Social obliga a que las empresas no generen
beneficios sino simplemente producción básica para la satisfacción de
necesidades humanas. Como se ve a las claras, estas tres herramientas,
concebidas para la maximización del beneficio, chocan con esa concepción fundamental de las
Empresas de Producción Social, haciendo irrisorio cualquier intento de su
aplicación en éstas.
5.1.3 Administración en tiempos
de globalización versus la administración en el Socialismo del Siglo XX en
Venezuela
Es bien sabido que en las técnicas
modernas de administración actual, que son también un punto de trascendental
importancia para la gerencia de vanguardia y para cualquier escuela de negocios
(como es el caso este postgrado que se dicta sobre esta materia en la
Universidad de Oriente), el fenómeno de la globalización no deja de tener gran
influencia, eso sin entrar en la polémica de si este fenómeno del mundo
contemporáneo es “bueno” o “malo”. El hecho concreto es que la globalización es
una realidad incuestionable que afecta a todos los seres humanos que habitan este planeta y por sinécdoque a cada una de
las naciones. La globalización está impulsando al mundo hacia un gran cambio,
el de una sociedad industrial local a una sociedad global de la información y
el conocimiento, con por supuesto grandes modificaciones en lo que es la
innovación y el cambio tecnológico, cambio continuo porque el factor que lo
produce, la tecnología, va avanzando de manera que hasta ahora se avizora como
indetenible. (Harold Koontz, Heinz Weihrich,
Administración: Una Perspectiva Global, Año 1996. Idalverto Chiavenato,
Administración en los Nuevos Tiempos, Año 2002). Como se sabe, estamos
ante una tecnología más sofisticada que trae aparejada una mayor eficiencia en
los procesos productivos. Actualmente
las empresas han comenzado a analizar sus operaciones tradicionales de
administración, de producción, de distribución, de ventas y de mercadeo, desde
una perspectiva global, ello independientemente del tamaño de la empresa, que
debe tratar de estar conectada con el mundo, porque la realidad global impone
nuevas necesidades de los consumidores de cualquier parte del orbe, y a medida
en que hay mayor tecnología y sobre todo las llamadas tecnologías de
información, obviamente que las necesidades humanas van creciendo y se van
volviendo cada vez más complejas de acuerdo a la complejidad de la tecnología.
Por decirlo en una sola frase, el consumidor de hoy no se satisface con los
productos de la tecnología de ayer. Precisamente, una de las contradicciones
más importantes del Socialismo del Siglo XXI es sin duda su marcada oposición
ante la globalización (¡como si en el Siglo XVIII hubiese sido razonable
oponerse al uso del motor a vapor!), lo que crea modos distintos de pensar el
gobierno de las empresas, a contracorriente de este fenómeno histórico mundial.
Según Monedero y El Troudi (ob. cit.):
La globalización neoliberal
es un proceso que lleva a que los flujos sociales económicos, políticos,
jurídicos y culturales, que antes tenían lugar dentro de los Estados
nacionales, ahora se trasladen más allá de las fronteras. Si bien es cierto que
el desarrollo tecnológico permite la globalización, ésta no se hubiera
desplegado de no ser necesaria para recuperar la tasa de ganancia del capital
y, en consonancia con esto, no hubiera existido una voluntad política de
impulsarla. Por último, no debe olvidarse que se trata de un proceso que tiene
lugar bajo la hegemonía norteamericana. Todos estas razones son las que
explican que detrás de este proceso existan globalizadores y globalizados. Se
plantea entonces, la «competencia mundializada» de los productores, en la que
aquellos países que poseen un desarrollo altamente tecnificado y una amplia
capacidad productiva en la relación internacional, van a tener una situación
favorable, pues podrán gracias a su gran capacidad invadir cualquier mercado.
Si esto no bastara, los Estados de sus casas matrices siguen teniendo recursos
para presionar Mientras, los empresarios menores quedarán en una posición de
minoría, la cual los impulsará a integrarse a ese gran mercado homogeneizado
por los grandes productores internacionales, es decir, por las grandes
potencias. En consecuencia, los países del mal llamado Tercer Mundo, con un
sector productivo poco competitivo, quedan a merced de las grandes
trasnacionales que invaden el mercado nacional con «productos baratos».
Irremediablemente, los sectores productivos nacionales se ven forzados a cerrar
operaciones, con la subsecuente pérdida de soberanía nacional. (Pag. 40).
Así, en la administración
inserta en el contexto de la globalización se imponen tendencias que apuntan a
la descentralización de las operaciones, en sintonía con la lógica de permitir
mayor flujo de decisiones en todas las diversas y ubicuas ramas de las
estructuras organizacionales. Por ejemplo, ahora una empresa puede tener su
sede jurídica y administrativa en Miami y sus operaciones en cualquier parte
del mundo, llámese Asia o Latinoamérica, de acuerdo a la ventaja comparativa de
estos países o continentes en cuanto a mano de obra y materias primas, y sin
embargo la comercialización de los productos puede hacerse en cualquier otra
parte del mundo, incluido el lugar de origen de la firma de que se trate o
cualquier otro mercado, existente o por crear, de la geografía mundial. Esta
descentralización modifica lo que son los patrones de medición de la
incertidumbre y la imprevisibilidad de los mercados, o dicho de otro modo, el
riesgo-país.
En el caso de que se trata, esto
es, si las Empresas de Producción Social en Venezuela se van a dedicar a
producir sólo para satisfacer las necesidades básicas, van a evitar la
obtención de ganancias y todo lo referente a sus operaciones internas, como las
necesidades de capital y las de cancelación de los beneficios de los
trabajadores van a ser responsabilidad del Estado (como lo acaba de reafirmar
el propio presidente de la República en alocución del domingo 9 de junio de
2007 donde informa sobre una empresa láctea inaugurada ese día en el estado
Barinas, la cual se acoge a este modelo de Empresas de Producción Social y que
funcionará bajo la tutela del Estado), esto aísla desde un principio y de
manera radical a estas empresas de lo que es el proceso globalizador, que va en
sentido contrario, el aplanamiento de las estructuras de toma de decisiones.
Así (ob. cit.):
El socialismo es una doctrina que propugna la
propiedad y la administración pública de los medios estratégicos de producción,
de cambio, de distribución, así como la regulación igualmente pública, donde el
Estado tiene un papel esencial, de las actividades económicas y sociales y de
la distribución de los bienes (Pag.46).
Es decir, quedarán encajonadas
en un circuito nacional de intercambio, el llamado desarrollo endógeno. Con
todos estos lineamientos, lo que se está es calcando experiencias de protección
indiscriminada, asegurando materias primas a través de Miban y Pdvsa en
condiciones favorables, créditos preferenciales, y sobre todo con los mercados
cautivos con las compras del gobierno y sus trabajadores agrupados en Empresas
de Producción Social, lo que implica costos de producción más elevados toda vez
que les está vedado el aprovechamiento de las escalas de producción, que es un
recurso inherente a la economía contemporánea. Mientras el proceso globalizador
está orientado a una diversificación de las operaciones al conectarlas a nivel
global de acuerdo a las ventajas competitivas y comparativas que se pueden
obtener en los mercados foráneos, las Empresas de Producción Social se orientan
a una centralización por parte del Estado, es decir, una política empresarial
diametralmente opuesta a lo que son los últimos adelantos de la ciencia
administrativa en tiempos de globalización (Idalverto
Chiavenato, Administración en los nuevos tiempos, Año 2002).
Esto obviamente va a crear
condiciones muy desfavorables para las Empresas de Producción Social porque les
será cuesta arriba identificar espacios en los que sus productos luzcan
realmente competitivos, el único nicho de desarrollo que hallarán será el mercado
local, y para que este funcione habrá necesidad de cerrar las fronteras porque
obviamente de no tomarse esta medida los consumidores internos van a tener la
oportunidad escoger productos que están impregnados de todas esas ventajas, ora
en términos de precios menores, ora en calidad, ora en términos de los avances
tecnológicos del mundo global. Una empresa encerrada en su propio país y que
está dedicada a la producción de bienes y servicios estrictamente para la
satisfacción de las necesidades básicas, y donde no están estimulados los
trabajadores a hacer la empresa más competitiva pues esta competitividad no
guarda relación con su mejor o peor remuneración pues depende exclusivamente
del Estado y no de su productividad, y donde será éste quien centralice todas
las operaciones, obviamente este tipo de empresa no está conectada de forma
idónea con los lineamientos de lo que es dirigir empresas en el marco de la
globalización.
Es claro, entonces, que los
lineamientos fundacionales de las Empresas de Producción Social están
completamente divorciados o van en sentido contrario de la nueva concepción de
la administración y las operaciones en la era de la aldea global.
5.1.4
Desarrollo de los recursos humanos y el comportamiento organizacional bajo el
Socialismo del Siglo XXI
El tema de
los recursos humanos es de suma importancia en esta disquisición, y es quizás
uno de los puntos centrales de la teoría de Heinz Dieterich y Arno Peters, pero
paralelamente también lo es en el pensamiento contemporáneo de la libre
empresa. Así, en la economía de mercado capitalista, las empresas han estado
dándole, en los últimos años, mayor libertad e independencia a los criterios de
los trabajadores en el gobierno empresarial. La filosofía gerencial propicia
que los trabajadores ahora manejen la facultad de decidir y de proponer
estrategias de negocios, organizacionales, de reestructuración, respondiendo al
hecho de que con los avances tecnológico y la dinámica que ahora muestra la
economía a nivel mundial, es imposible cuando no contraproducente que sea sólo
una persona o un reducido número de personas que funjan como rectoras de una
organización, por muy grande o muy pequeña que sea, porque las decisiones
tienen que ser tomadas in situ y en el momento en que se producen las
diferentes coyunturas, si se desea estar a la par de la rapidez del mercado
moderno. Esa es la nueva tendencia en el manejo de los recursos humanos
contemporáneos: que haya mayor libertad de pensamiento, de acción y en la toma
de decisiones. Esto ha sido acompañado por el término Responsabilidad Social
Empresarial, que no es un concepto ni nuevo ni de origen socialista, sino más
bien de creación capitalista (Stephen P. Robbins, Comportamiento
Organizacional, Año 2004. Peter M. Senge, La Quinta Disciplina. Año 1990).
La Responsabilidad Social Empresarial es
tratada básicamente en dos facetas, la primera que es la de la empresa en lo
interno con sus propios trabajadores, en la que la gerencia empresarial lleva a
cabo sus labores tratando de vincular (identificar) a sus trabajadores con la
empresa y su entorno familiar, pues la gerencia de vanguardia ha comprendido
que el bienestar espiritual del trabajador, vinculado al bienestar de sus
relaciones familiares, lo hace más productivo y al hacerlo más productivo
obtienen mayor beneficio tanto la empresa como los trabajadores mismos. ¿Qué
sucede con esta herramienta, la administración de recursos humanos, en el
Socialismo del Siglo XXI, y más específicamente, bajo la óptica de Dieterich y
Peters? Pues que el socialismo de tipo radical como es el caso en estudio, es
vertical por definición y necesidad operativa en cuanto a la dirección y toma
de decisiones, lo que excluye los márgenes de decisión individual, como queda
meridianamente definido por Haiman El Troudi y Juan Carlos Monedero en la cita
anterior.
Por
consiguiente, las nuevas tendencias de las herramientas de gerencia de recursos
humanos también van en dirección contraria con los lineamientos socialistas,
porque la primera privilegia la creatividad individual y las respuestas y
propuestas operativas in situ del trabajador, y esa voluntad de decidir y de
proponer va a estar necesariamente suprimida, en un sistema socialista de este
tipo, por las directrices de la cúpula del poder que impere en la organización.
El término
de “empoderamiento” (enpowerment) de los trabajadores, es decir, el darles
poder en vez de limitárselo como se estilaba en la antigua gerencia, ha
demostrado una gran eficacia como mecanismo liberador de las capacidades
creativas y por tanto productivas de los individuos. Son los trabajadores
quienes conocen el día a día de la labor, son los trabajadores los que conocen
los detalles de la tarea y de las herramientas, por tanto es lógico que sean
ellos quienes sepan mejor cuales son las decisiones que optimizan el desempeño
y por ende la consecución de objetivos económicos lucrativos.
En el caso
del Socialismo del Siglo XXI estas premisas no se cumplen, pues el objetivo de
la empresa social lo va a decidir la dirección política del país, es decir, se
limita la acción del individuo. Por ejemplo, y como ocurría en la Unión
Soviética, en que una simple orden de suministro debía ser aprobada por
funcionarios ubicados lejos de los centros de trabajo, en las Empresas de
Producción Social no funcionará la sugerencia que determinado trabajador pueda
hacer sobre las labores diarias para su optimización, pues esta sugerencia
deberá ser informada por su superior a una instancia gubernamental ajena a las
labores de que se trate, y será esa instancia quien dé la aprobación o
denegación de tal modificación, por lo que se pierde, además del tiempo valioso
para que la modificación sea efectiva, la conexión con la realidad del día a
día de las tareas específicas. Esto es así porque la burocracia estatal tiene formas
inherentes a su funcionamiento, sobre todo en lo referente a los mecanismos que
tratan de poner freno a la corrupción, que se traducen en reglamentaciones,
papeleo, en una palabra, burocracia. La estructuración vertical de las Empresas
de Producción Social, en el sentido de recibir líneas de acción desde una
cúpula de poder, no da muestras de que una situación de estas características
pueda ser evitada. El socialismo radical (que como señala Rigoberto Lanz, otro
de los más connotados teóricos del Socialismo del Siglo XXI, es aquel que trata
de realizar cambios radicales) es autoritario por naturaleza, como queda
documentado en infinidad de bibliografía sobre el tema, pues trata de
introducir cambios radicales inclusive a contracorriente de la lógica económica
y de la psiquis humana y esto sólo es medianamente viable a través de una
férrea conducción desde el poder político.
La gerencia
de recursos humanos contemporánea, es, por el contrario, de índole libertaria,
en la medida en que las ciencias sociales han determinado que mediante la
libertad implosionan las fuerzas creativas de los trabajadores. Como se ha
señalado, el comportamiento organizacional en la gerencia de vanguardia está
orientado a la integración del trinomio trabajador-familia-empresa a objeto de
que el trabajador tenga un comportamiento más proactivo y se comprometa de una
manera más intensa con la organización; esta integración trata de reproducir
una identificación con la empresa similar a la que naturalmente el individuo
sano establece con su familia. Ello implica, y hay experiencias de este tipo
que están generando excelentes resultados en Estados Unidos, Europa y Japón,
que el trabajador realiza, algunos días de la semana, tareas en su hogar y con
su grupo familiar (Stephen P. Robbins, Comportamiento Organizacional, Año 2004.
Peter M. Senge, La Quinta Disciplina Año 1990).
Este nuevo
planteamiento de la gerencia de recursos humanos y del comportamiento
gerencial, también está totalmente divorciado de los planteamientos de proyectos
como el del Socialismo del Siglo XXI porque éste no pretende que el trabajador
tenga esa libertad de decidir qué hacer con su tiempo libre y qué hacer con su
familia sino que en la Empresa de Producción Social ese tiempo de esparcimiento se va a usar en el adoctrinamiento político,
como muy bien lo señalan los estatutos de la creación de las Empresas de
Producción Social del MIBAM (ob. cit.):
(Las EPS) ...incorporan a la población históricamente excluida, tales como egresados
de las Misiones sociales que adelanta el Gobierno Bolivariano, integrantes de
las Unidades de Batallas Endógenas (UBES), desempleados en los portones de las
empresas básicas y pequeños mineros desplazados, quienes recibirán cursos de
inducción sobre la nueva filosofía solidaria que anima a este tipo de
organizaciones productivas. (p.s./n)
Se trata de
que el trabajador invierta horas escuchando lecciones de marxismo y de las
teorías de Heinz Dieterich, Haiman El Troudi y Juan Carlos Monedero, en fin,
que el trabajador cambie y se convierta en un Hombre Nuevo, según la ya citada
terminología empleada por Dieterich, por lo tanto al hacer eso el trabajador va
a vincular su tiempo familiar y de ocio a una tarea política y social, que está
en consonancia con la preeminencia que tiene lo colectivo sobre lo individual
en estas teorías “salvacionistas” (como las califica el filosofo venezolano
Juan Nuño en su libro Ética y Cibernética). Además, esa teoría del Hombre
Nuevo, cuyo adoctrinamiento va a comenzar en las Empresas de Producción Social,
consiste en la creación de un individuo que no tiene ambiciones económicas en
el sentido de mejorar su situación material, sino que debe anteponer todo deseo
a la satisfacción de las necesidades colectivas, pues según el Socialismo de
Siglo XXI, la ambición y el afán de lucro ha sido la causa de la presunta
degradación de la humanidad a la categoría de “cosa” bajo el sistema
capitalista.
Si en una
empresa privada operando en libre mercado se requiere voluntad para mejorar,
para ser más eficiente, que es lo que preconizan las herramientas gerenciales y
en el caso de los recursos humanos es hacia donde se canaliza todo el
entrenamiento que se le destina a los trabajadores, cuando la teorética del
Socialismo del Siglo XXI señala que no se debe ser ambicioso, que desde el
punto de vista material es necesario ser conformista, no sólo va a
contracorriente del pensamiento económico moderno, sino que de alguna manera se
extirpa esa energía que es lo que potencia, en una palabra, las “riquezas de
las naciones”. Y por lo tanto esto tiende a hacer que el trabajador se
adormezca, se desestimule y la empresa como tal también caerá, lógicamente, en
ese letargo, pues estará constituida por individuos aletargados. Mientras las
técnicas de los recursos humanos de vanguardia están en permanente búsqueda de
“terapéuticas” que motiven a los trabajadores a ser más productivos, en las
Empresas de Producción Social también se diseñarán talleres para encausar a los
trabajadores, quizás no a no ser productivos, sino a no ser ambiciosos desde el
punto de vista material, lo que a fin de cuentas y como es evidente debe
redundar en lo mismo, es decir, en el desestímulo a la productividad.
Si las
Empresas de Producción Social, como lo señala la teoría de Dieterich, Peters,
El Troudi y Monedero, van a destinar recursos y tiempo a que el trabajador no
tenga ambiciones económicas, al no tenerlas otro de los efectos colaterales que
se van a conseguir será una caída abrupta de la demanda, especialmente en esa
producción de bienes que el buró político no considere necesarios. Eso, de
alguna manera, también irá limitando la productividad y el crecimiento
económico e irá paulatinamente desestimulando el comportamiento económico de
los Recursos Humanos que da lugar al progreso de los individuos y de la
sociedad constituida por estos como un todo. Por lo tanto, es obvia la
incompatibilidad de los postulados que constituyen la teoría del Nuevo Hombre Social-
Etico con la conducta económica histórica del ser humano.
5.1.5 La calidad, la
productividad y la competitividad en las Empresas de Producción Social.
Para comenzar el análisis de este punto es útil
glosar el libro “Administración y Control de la Calidad” de James Evans y
Williams Lance (4º edición año 2001), donde se cita a uno de los actuales
directivos del sindicato de trabajadores de la empresa automotriz
norteamericana Crysler, a saber:
La calidad incluso se ha convertido en un punto focal de las
corporaciones, industrias y sindicatos, es decir entre los dueños de las empresas y los trabajadores. “no hay
calidad, no hay ventas, no hay ventas, no hay utilidad, no hay utilidad, no hay
puestos de trabajo” (pag.4).
La cita pertenece a un amplio trabajo sobre lo
que es la calidad y la competitividad, y donde la tesis es que la calidad está
íntimamente relacionada a la utilidad, porque como lo dice el texto trascrito
si no hay utilidad, es imposible que la empresa crezca y si no hay calidad la
empresa está incapacitada para obtener beneficios suficientes al no colocar sus
productos, y si no vende sus productos no obtiene utilidad y si no genera
utilidad no genera puestos de trabajo, lo que, como muestra la seguidilla de
frases condicionadas, es un círculo vicioso que conduce al cierre de cualquier
empresa. En un principio, como se ha dicho al inicio del planteamiento del
problema de este trabajo de grado, es probable que en lo referente al tema de
la Calidad, la Productividad y la Competitividad, sea posible el
aprovechamiento de herramientas como el Kaizen, en las Empresas de Producción Social, ya que
esta herramienta se circunscribe al mejoramiento continuo de la calidad de las
operaciones, es decir la revisión continua de todo el proceso productivo desde
el inicio hasta el consumidor final, analizando profundamente las relaciones
materiales, físicas y por supuestos las relaciones humanas. Las Empresas de
Producción Social también podrían hacer análisis de la cadena de valor, que es
otro de los recursos que perteneciente a este tipo de herramienta gerencial
referidos a la calidad, la competitividad, y la productividad, así como también
podrían realizar evaluaciones de sus infraestructuras aplicando el Balanced
Scorecard, amén de estar en condiciones de aplicar toda una serie de
herramientas gerenciales que conducen a que los procesos administrativos y de
producción se lleven a una mayor calidad, eficacia y competitividad (es
conveniente aclarar que si se hace referencia al Balanced Scorecard es porque
este es el más famoso de entre una gran variedad de modelos similares, y es una
de las filosofías de calidad que mejores resultados han dado en el mundo
entero).
Es necesario recordar que cuando se dio inicio a
este capítulo se mencionó como binomio inseparable a la utilidad y la calidad.
Por eso, si las Empresas de Producción Social tienen como principio no generar
utilidad ni riqueza sino bienes y servicios básicos para las necesidades
básicas de las comunidades, se deja de lado no sólo la utilidad sino que
automáticamente también deja de lado la calidad porque, obviamente, como ha
sido explicado en capítulos precedentes, el factor que determina la calidad es
el consumidor. Éste, cuando va al mercado y selecciona un producto y no otro de
entre una gran variedad de ellos, de una manera automática realiza un proceso
de selección de calidad que es el más importante pues es el que en definitiva
cuenta dado que es lo que determina la vida o la muerte de los productos y las
empresas. No en balde las empresas más exitosas del mundo son las que dedican
buena parte de sus inversiones a investigar en calidad, pues es una regla
universal que a mayor calidad mayor utilidad. (James R. Evans, William Lindsay,
Administración y Control de la Calidad, Año 1999. Stephen
P. Robbins, Comportamiento Organizacional, Año 2004. Peter M. Senge, La Quinta
DisciplinaAño 1990). Entonces, si por definición las Empresas de
Producción Social no están destinadas a tomar en cuenta la utilidad
difícilmente van a tomar en cuenta la calidad, porque se supone además que en
el concepto “calidad” está implícita cierta dosis del elemento “superfluo”, de
exigencia innecesaria que entra en contradicción con el concepto de
satisfacción sólo de “necesidades fundamentales”. Es decir, las exigencias de
calidad pertenecen al ámbito del consumismo exacerbado que tanto se critica en
los cenáculos ideológicos del Socialismo del Siglo XXI. Así, El Troudi y
Monedero (2006) señalan:
Consumismo versus satisfacción
de necesidades reales. El consumismo aparece a primera vista como un
comportamiento social masificado. Históricamente, el concepto de consumismo y
su correlato social aparecen como un estadio avanzado del capitalismo,
desarrollado en los Estados Unidos durante las primeras décadas del siglo XX.
Con los avances tecnológicos y la subsiguiente producción en serie taylorista
(aumento de la productividad industrial), las mercancías precisaban vastos
contingentes de «consumidores». En aras de dinamizar la ganancia, la mercancía
manufacturada debía ser sustituida por más mercancías, alimentándose así la
vorágine depredadora inducida por la publicidad, la propaganda y las
operaciones sicológicas. El primer impulso consumista se suele emparentar con
la fábrica de automóviles Ford, pues fue ahí donde se conjugaron los principios
del taylorismo con un incremento salarial que permitiera a los propios
trabajadores endeudarse para adquirir el vehículo que producía. Sobre el endeudamiento
como extensión del consumismo, ha apuntado Harnecker (Martha): «Fue en ese momento en que surgió también la
compra a plazos. En menos de una década, una nación de trabajadores, los
moderados americanos, se convirtieron a una cultura caracterizada por el
hedonismo, en busca de cualquier forma posible de gratificación más o menos
inmediata. A nivel de las grandes masas se logró con éxito convertir lo
superfluo en necesidad y al hacerlo y promover la compra a plazos se creó, como
dice Tomás Moulián, un nuevo mecanismo de domesticación. (Pag. 69 y 70).
Si bien es posible pensar que las Empresas de
Producción Social dentro de su filosofía organizacional pueden poner en
práctica herramientas gerenciales como las citadas anteriormente, ello no
impide que más adelante se encuentren con otro escollo en lo relacionado con el
punto anterior: la calidad tiene que ser en base a la comparación con otros
productos de la competencia, y obviamente, si se desea que en tiempos de
globalización el concepto de calidad funcione bien, esta comparación no debe
ser sólo con productos nacionales sino con la mayor cantidad de productos
extranjeros y si no se cumple con esta condición, no se produce una verdadera
competencia y por lo tanto no se estaría igualando, ni que decir de superando,
estándares de calidad que existen en los mercados del mundo entero, por lo que
en última instancia los perdedores serán los de siempre en este tipo de
experimentos colectivistas: los consumidores obligados a comprar en medio de
una oferta restringida.
Otra de las herramientas gerenciales de la
Calidad, Productividad y la Competitividad es el Enfoque al Cliente. En los
países desarrollados existe un índice de satisfacción al cliente. Esto también
plantea un reto a las Empresas de Producción Social: lograr la satisfacción de
sus clientes lo más aproximadamente cerca de los mayores puntaje de este
índice. Sin embargo, los consumidores de
los productos de las Empresas de Producción Social no pueden ser considerados
en realidad como clientes, pues la expresión “clientes” pertenece al ámbito de
las categorías y definiciones del capitalismo, y se podría entender, dadas sus
resonancias semánticas y etimológicas, que esta palabra da por sentado que se
comercializa con el Hombre Nuevo:
... la consideración de los seres humanos como clientes y no
como ciudadanos propia de las escuelas de gestión occidentales son todas justificaciones intelectuales a
favor del egoísmo y la jerarquía. En todas estas interpretaciones, la
fraternidad se convierte así en una distorsión en la sociedad organizada por el
mercado, basada en la lucha de todos contra todos. (Ibídem,
Pag. 56).
Esta es otra evidencia más de que hay un
divorcio total en lo que es específicamente la herramienta gerencial que se
estudia en este parágrafo con respecto de las Empresas de Producción Social.
Por otro lado tenemos que al Socialismo del
Siglo XXI y más específicamente a las Empresas de Producción Social se les ha
adjudicado en Venezuela la paternidad del concepto de Responsabilidad Social
Empresarial. En realidad, este es un concepto que pertenece precisamente a las
empresas capitalistas, como queda señalado en capítulos anteriores.
Actualmente, tanto en los países desarrollados como en los en vías de
desarrollo, el entorno en donde se desenvuelven las empresas privadas es muy
tomado en cuenta por este concepto de Responsabilidad Social Empresarial;
también existe una Responsabilidad Social Empresarial interna, que tiene que
ver con la satisfacción de las necesidades de los trabajadores para lograr un
ambiente laboral y un ambiente familiar que permita a los trabajadores
desarrollarse como seres humanos, generarle mayores beneficios a la empresa con
su trabajo y que al mismo tiempo obtengan gratificaciones no sólo monetarias
sino también cualitativas como es el estar más tiempo con su familia, compartir
actividades recreativas en la empresa y otros elementos de este tipo.
Desde el punto de vista de la Responsabilidad
Social Empresarial externa, a ninguna
empresa conviene operar a espaldas de los problemas sociales que imperen en la
zona geográfica donde esté sita, pues obviamente la seguridad de la empresa
está vinculada a su entorno, por lo que le conviene introducir acciones que
contribuyan a superar esos problemas, lo que no implica que la empresa deba
dedicar todas sus utilidades a esta tarea pues ello pone en riesgo su
supervivencia. En el caso de las Empresas de Producción Social la obligación de
aportar buena parte de sus productos a satisfacer las necesidades del entorno es
más bien una obligación para con el Estado, la que se cumple como exigencia de
éste y no como imperativo de sus necesidades intrínsecas, lo que las limita en
el sentido se poder seguir los lineamientos que en esta materia dicta la
gerencia moderna, en cada caso específico de que se trate.
Otro aspecto importante a resaltar que también
trata el texto citado anteriormente, es el que se aborda de la siguiente
manera:
Los temas de calidad aceptan todos los aspectos de las empresas, por
ejemplo el diseño, mercadotecnia, manufactura, administración de recursos
humanos y relación con proveedores y administración financiera (Pag. 118).
Es decir, siguiendo la línea de pensamiento de
estos autores, se entiende que la
calidad no es una herramienta que se pueda aplicar sólo internamente, sino que
desde el interior de la organización se debe buscar la calidad hacia fuera. Por
ejemplo: cuando se establecen relaciones extraordinarias con los proveedores.
En el caso de las Empresas de Producción Social, de alguna manera se van a
establecer relaciones con proveedores que no son necesariamente Empresas de
Producción Social ni el propio Estado; es decir, empresas privadas de índole
ordinaria o tradicional, y para tener buenas relaciones con estas empresas o
proveedores lo básicamente necesario es cumplir con los pagos y los
compromisos. En Venezuela, toda organización empresarial, grande o pequeña, es
sabedora de que el Estado es mal pagador en términos de cumplimiento de plazos.
De entrada, esto les va restando credibilidad y competitividad a la relación de
las Empresas de Producción Social con sus proveedores. Pero en el supuesto
negado de que el Estado pague muy bien, sigue luciendo cuesta arriba mantener
una relación de calidad con el proveedor si éste al hacer los cobros a la
Empresa de Producción Social en cuestión, percibe que no es esta misma la que
va a realizar el pago, sino que éste tiene que ser obligatoriamente ordenado
por el ente central que es el Estado, porque según los estatutos de las
Empresas de Producción Social, las alocuciones presidenciales y las
declaraciones de diversos voceros, es el Estado quien va a regular todo lo que
son los recursos que se necesiten para que las Empresas de Producción Social
operen. Es decir, no va a ser sino una autoridad exógena a éstas quien va a
determinar el pago, y por allí se insufla una ineficiencia que obstaculiza el
objetivo de alcanzar calidad en la relación con los proveedores.
Se observa con este último ejemplo que el
concepto de calidad es muy amplio e implica todas las áreas tanto internas como
externas de las empresas. Para finalizar este capítulo, se mencionan en una
rápida sucesión todo lo que son los principios de la llamada calidad total, contrastándolas con la filosofía empresarial
que envuelve a las Empresas de Producción Social. Uno es el enfoque al cliente,
es decir, enfocar la acción de la empresa a la satisfacción de las necesidades
del cliente. Al evaluar este concepto en el marco de las Empresas de Producción
Social, si estas se van a enfocar al cliente sólo en lo que respecta a sus
necesidades básicas, obviamente que las oportunidades para crear empresas van a
ser mínimas porque las necesidades básicas son mínimas, es decir, vivienda,
alimentación y vestido y éstos en forma elemental. Gustos y deseos del hombre
contemporáneo como el lujo y la moda quedan excluidos, por lo que el enfoque al
cliente se reduce. Otro elemento de la Calidad Total es la participación y el
trabajo en equipo, lo que luce cuesta arriba en una organización productiva
donde el ente central, el Estado, regulador de las Empresas de Producción
Social pueda participar directamente como para configurar las nociones hasta
ahora conocidas como trabajo en equipo, conectándose con todo el variado
espectro de Empresas de Producción Social que se planea crear. En cuanto a la
Mejora y el Aprendizaje Continuo es necesario reiterar que para acceder a la
tecnología, fuente del aprendizaje continuo en el mundo contemporáneo, es
necesario una conexión permanente y amplia con éste y sus diversas fuentes de
producción de tecnología, y es precisamente el mundo desarrollado capitalista
de donde proviene la mayor parte de la tecnología más avanzada, y si se produce
una desconexión con estos centros de mejoramiento permanente, ya que el
gobierno venezolano rechaza al llamado “imperialismo yanqui” y a los países de
su órbita, en materia de nuevas tecnologías de la información, mercadotecnia, y
en cuanto al desarrollo de nuevas estrategias de gerencia, será difícil
alcanzar cotas aceptables de calidad. En conclusión, estos tres enfoques de la
calidad también se hallan en contradicción con los lineamientos que según los
entes gubernamentales constituyen a las Empresas de Producción Social, y más
ampliamente con los principales postulados del Socialismo del Siglo XXI.
5.1.6 La mercadotecnia o marketing en los mercados de intercambios de
Equivalencia.
En este aparte, es necesario comenzar por una definición de lo que es el
marketing basada en el proceso de intercambio y aplicable a cualquier
organización. En Fundamentos de
marketing (William J. Stanton, Año 2005), se acota:
Es el sistema total de actividades de negocios ideado para planear
productos satisfactores de necesidades, asignarles precios y distribuirlos en
los mercados meta, a fin de lograr los objetivos de la organización (Pag 35).
Esta definición tiene dos
implicaciones significativas, la primera, el enfoque: el sistema entero de
actividades de negocios debe orientarse al cliente, los deseos de éste
deben reconocerse y satisfacerse. La otra es la duración, es decir, el
marketing debe comenzar con una idea precisa del objeto satisfactor y no
terminar sino una vez que las necesidades de los clientes estén satisfechas, lo
cual puede ser algún tiempo después de que se haga el intercambio. Como se ha dicho,
las Empresas de Producción Social están orientadas a satisfacer necesidades
básicas más no deseos y aquí esta
palabra es clave, es un punto muy importante para esta herramienta gerencial,
el marketing. Desde el punto de vista técnico, las necesidades pueden
circunscribirse a lo fisiológico, es decir, alimento, vestido y vivienda,
mientras que todo lo demás, son deseos. Las herramientas del marketing tratan
de satisfacer deseos, incluso tratan de crear deseos, es decir, necesidades
artificiales (como el gusto por ingerir bebidas gaseosas, por ejemplo) que no
son necesarias para la vida, y es cuando en economía se habla de deseos. El
marketing identifica esos deseos o los creas y luego trata de satisfacerlos y
además de eso mantener in crescendo esa satisfacción al tiempo de ir
generando nuevos deseos, con el fin de complementarlos progresivamente a objeto
de alcanzar la meta de toda empresa tradicional: generar beneficios (William J.
Stanton, Fundamentos de Marketing, Año 2005. Philip Kotler, Los 10 pecados
capitales del Marketing, Año 2004).
Si atendemos a lo que se informa
sobre las Empresas de Producción Social en el citado libro de Monedero y El
Troudi, se encuentra nuevamente que la definición de las necesidades a
satisfacer en estas empresas están circunscritas a sólo alimento, vestimenta y
morada, y en ningún parágrafo se hace mención a la satisfacción de deseos como
meta productiva, porque de hacerlo entrarían en flagrante contradicción con lo
que son los presupuestos ideológicos del Socialismo del Siglo XXI, porque este
se plantea como una de sus tareas más importantes combatir a ese ser consumista
que denomina “sujeto burgués”, ese actor social que se presta a ser manipulado
por el aparato publicitario del “capitalismo salvaje”, que lo convierte en un
ser frío y frívolo que no desea sino los supuestamente alienantes objetos de
consumo innecesarios del marketing capitalista. Nuevamente El Toudi y Monedero
(2006) tienen la palabra:
Manipulación y alineación de la población a través de los medios de
comunicación, construcción de un imaginario popular en donde el mercado y el
neoliberalismo reciben un tratamiento acrítico... el individuo se aliena y
llega a identificarse con aquello que posee, cree que es aquello que posee y
consume (Pag. 43)
Se observa como aparece una
nueva contradicción en lo que son las Empresas de Producción Social y las
herramientas de gerencia: en el Socialismo del Siglo XXI, es necesario
reiterarlo no se podrá hacer uso de las herramientas del mercadeo pues este no
está destinado a satisfacer necesidades superfluas sino las llamadas
necesidades básicas.
Otro aspecto importante del
marketing versus el mercado de la Economía Planificada de Equivalencias y las Empresas
de Producción Social es que el primero se usa para competir en ámbitos de
intercambio amplios, al que concurren infinidad de productos competidores en
función del precio (obviamente en una relación precio-calidad) en el que está
incluido el costo de producción de los bienes, y la diferencia entre el valor
de venta viene a ser la utilidad, que está directamente ligada a las
necesidades de los consumidores que concurren al mercado (necesidades básicas y
deseos superfluos). En los mercados capitalistas, en realidad y como se ha
visto de forma reiterada, las mercancías se transan no por el valor del trabajo
incorporado a ellas sino que este lo da el mercado, es decir la confluencia de
un sinfín de consumidores que deciden si un producto vale o no lo que se esté
exigiendo por él. Entonces la empresa no fija el precio sino el mercado,
aquella sólo puede realizar estimaciones que se verán ajustadas por los propios
consumidores, y la mercadotecnia es sólo un recurso para tratar de influir en
la valoración que hacen los consumidores. Entonces se observa una nueva brecha
conceptual entre lo que es el precio para la economía de mercado y el marketing
y el precio para la Economía Planificada de Equivalencias. Aquí es necesario
recordar la Teoría del Valor Trabajo propuesta por Marx en donde las mercancías tienen el valor del trabajo
que costó producirlas, y por eso es que Dieterich habla de la necesidad de crear una nueva
contabilidad, la de tiempo-trabajo. Por eso, en las Empresas de Producción
Social, la mercadotecnia luce por demás innecesaria pues el valor de los
productos sale ya preestablecido de las fábricas con solo contabilizar el
tiempo invertido en su manufacturación y los empresarios encargados de dirigir
las Empresas de Producción Social no tendrán que investigar cual es el valor
que los consumidores asignan a sus producciones. En las Economías Planificadas
de Equivalencias los productos tiene sus precios en trabajo incorporado y a los
consumidores no les queda la posibilidad de un simple regateo.
CAPÍTULO VI
6.1
Determinar qué Herramientas
Gerenciales pueden ser usadas en el esquema económico colectivista que impulsa
el Socialismo del siglo XXI.
Como se observa luego del
análisis precedente, son pocas las herramientas de la gerencia contemporánea
que podrán emplearse para gerenciar las Empresas de Producción Social. De
acuerdo a lo analizado, es obvio que las Empresas de Producción Social sólo podrán
usar las herramientas vinculadas a la Calidad y Productividad, porque éstas son
sistemas administrativos que por su naturaleza están lejos de ser afectados por
condicionamientos de índole ideológicos ni financieros implícitos en la
concepción fundamental de las empresas.
Las herramientas de la Calidad y
Productividad (como se observó en el capítulo correspondiente a estas
herramientas gerenciales) están orientadas al ahorro de recursos y materias
primas y a la obtención de mayores niveles de “producto”, sin vinculación
directa con el objetivo de maximización de las ganancias en los mercados
libres, que es, esto último, lo que da razón de ser al resto de las
herramientas gerenciales estudiadas. En éstas se trata de alcanzar mayores
cotas de producción eficiente y eficazmente. Por ejemplo, el Kaisen, el sistema
de Mejoramiento Continuo y algunos métodos estadísticos, son recursos de la
calidad y productividad que podrían ser usados en las Empresas de Producción
Social por su condición de instrumentos meramente administrativos que organizan
el proceso productivo en cuanto al uso óptimo de los recursos para obtener
mayor cantidad de producción en menor tiempo posible y agotando la menor
cantidad de recursos, lo que es válido para una empresa capitalista como para
una Empresas de Producción Social ya que la calidad y la productividad no
abordan directamente (aunque sí de manera indirecta) el tema de la ganancia,
que está estrictamente prohibida en las Empresas de Producción Social, por lo
que se abre un espacio, aunque limitado por algunos condicionamientos, para
buscar con estos métodos calidad y productividad dentro de las unidades
productivas del Socialismo del Siglo XXI. Como se estudió en su momento
oportuno, el resto de las herramientas de la gerencia contemporánea están
ligadas radicalmente al tema de la maximización de la ganancia, lo que está
divorciado de los postulados del Socialismo del Siglo XXI.
6.2
Identificación de las
razones de lógica económica por las cuales la aplicación de principios capitalistas
dentro de las Empresas de Producción Social es inviable.
Resulta tarea sencilla
responder a esta interrogante luego del extenso análisis precedente. La
aplicación de principios capitalistas en las Empresas de Producción Social no
es posible en vista de que sus postulados fundacionales, las bases legales que
las constituyen expresan claramente que las Empresas de Producción Social
funcionarán de manera distinta a la lógica capitalista, lo que se traduce en
que no están diseñadas para la obtención de ganancias sino a la producción para
la comunidad, que excluye de manera tajante e inapelable las llamadas
“prácticas capitalistas” de la competencia, competitividad, lucro, acumulación
de ganancias, etc. Las
Empresas de Producción Social no deben generar beneficio, lo cual es el
principal objetivo de las empresas capitalistas. Además, los productos de las
empresas capitalistas se destinan a los mercados libres, lo cual está prohibido
a las Empresas de Producción Social, que destinarán su producción, en su fase
superior de desarrollo, a un mercado de equivalencias que no está regido por la
ley de la oferta y la demanda, que pertenece a la lógica capitalista, sino por
una nueva lógica que tratará de “superar” la lógica capitalista. Estas dos
razones hacen inviable, como se vio en el los capítulos correspondientes, toda
aplicación de principios capitalistas a
las Empresas de Producción Social. En la lógica capitalista, el actor económico
conocido como empresario funda las unidades productivas en procura de su
beneficio personal, lo que es el motor de la economía de mercado libre. En las
Empresas de Producción Social, el objetivo es el beneficio de la comunidad,
para lo cual es necesario la creación de un Hombre Nuevo, que con nuevos
principios, deje de lado su beneficio egoísta y privilegie a la comunidad. Como
queda de manifiestos son dos lógicas totalmente opuestas.
6.3
Identidad o incompatibilidad del Nuevo Hombre
social-ético-estético con la conducta económica histórica del ser humano
(equivalente al tema de los Recursos Humanos y el Comportamiento Organizacional
bajo el Socialismo del Siglo XXI).
Según lo
ya expuesto en los ítems
correspondientes a El Nuevo Hombre Social-Ético- Estético del capítulo
correspondiente a El Socialismo del Siglo XXI y el del Desarrollo de los
Recursos Humanos en la Gerencia Contemporánea, es obvio que ambos conceptos del
factor humano vinculado a la producción y a las relaciones económicas son
diametralmente opuestos, o dicho en términos académicos, son antitéticos y
sencillamente irreconciliables de una doctrina a otra. Mientras para los socialistas
del siglo XXI en el capitalismo los trabajadores son sujetos de explotación,
para los liberales el colectivismo implícito en el socialismo implica una
sujeción del individuo a un solo amo, el Estado, (muchas veces personificado
éste en una sola persona, el líder) que funge como rector de todos los aspectos
de sus vidas, incluyendo la administración del tiempo libre e incluso la patria
potestad y educación de sus descendientes. Como lo señalan sus voceros, la
construcción de un modelo socialista viene acompañada de una transformación, de
manera estructural, de todo el cuerpo que sustenta a la sociedad, para lo cual
debe existir un equilibrio entre la praxis y la teoría revolucionaria para que
los antiguos vicios que provengan del antiguo modelo social no invadan y
afecten el nacimiento de la nueva sociedad, es decir, “la génesis del Hombre
Nuevo”. Por vicios del antiguo modelo social se entiende el afán de lucro
individual, que deberá ser sustituido por la solidaridad y todas las cualidades
de signo positivo que debe poseer el Hombre Nuevo, que mediante la razón, que
imperará en toda acción humana dentro de la revolución, se extenderá a todo el
cuerpo social. Esto por supuesto no se ha materializado en ninguna revolución
socialista de las innumerables que se han intentado a lo largo del último
siglo, y pese a la instauración de regímenes que se exhiben como “racionalista”
es decir, que tratan de imponer a los colectivos el imperio de la razón,
entendida esta como la no violencia, el trato “humano” en la relaciones
laborales, y toda la larga lista de cualidades enumeradas en el capítulo
correspondiente al Hombre Nuevo, siempre se ha reproducido la asfixia a las
libertades individuales en el intento de imponer al colectivo el racionalismo
socialista.
Esto ocurre así dado
que la diferencia entre la visión socialista y liberal del factor humano en las
relaciones económicas estriba en que para los socialistas existe un ideal
humano universal único, invariable de
una latitud a otra y de un hombre a otro, y que ese ideal son la igualdad, la
libertad, la fraternidad, la ética, la estética entendidas desde la perspectiva
marxista, es decir, susceptibles de ser impuestas en lo económico igualando a
los hombre a través de la eliminación de las diferencias materiales (desaparición
de la propiedad privada) y con el Estado como ente regulador de las relaciones
sociales. En la praxis esto se traduce, como se ha verificado históricamente,
en la injerencia del Estado en todos los aspectos de la vida individual, pero
sobre todo en la eliminación de los derechos económicos, es decir, en el
derecho de comprar y vender, de tener bienes, de hacer negocios, de legar a las
descendencias, en una palabra, en el derecho de lucrarse. Es por eso que el
Hombre Nuevo no puede ser ambicioso, no es
individualista, no es egoísta, no es consumista, no trata a los demás como
mercancía, practica la igualdad entre los seres humanos, es humilde, es
desinteresado y todo el resto de la lista de cualidades elaboradas por El
Troudi y Monedero en su libro ya citado.
Para los
liberales, por el contrario, el factor humano en el ámbito económico y social
se entiende como fines en sí mismos, es decir, cada hombre tiene el derecho de
ser y de hacer como lo dicte su libre albedrío, y sus únicos límites son el no
vulnerar los derechos de los demás, y moverse en el ámbito de la ley, que
deberá estar elaborada de manera que limite de forma mínima la libertad de
acción de los individuos, sobre todo y en especial sus derechos económicos,
como lo son la propiedad privada, el respeto a los contratos entre
particulares, y los derechos de comerciar, crear industrias, etcétera, pese a
que estas libertades puedan generar diferencias económicas entre los hombre,
pues dentro de los postulados liberarles el derecho a enriquecerse lícitamente
en sagrado, y principal motor del progreso humano, como ya se ha expuesto en
párrafos precedentes.
En el
ámbito de los Recursos Humanos, tal diversidad de concepciones son, como se ve,
inconciliables, por lo que queda de manifiesto que las nuevas concepciones de
la gerencia contemporánea en materia de Recursos Humanos, es totalmente
inoperante dentro del marco conceptual del Socialismo del Siglo XXI, que
propugna un Hombre Nuevo que debe renunciar al derecho de lucrarse para optar
por trabajar para el colectivo en las Empresas de Producción Social, que sólo
crearán bienes y servicios para beneficio de las comunidades y no para el
individuo, mientras que la gerencia moderna requiere de un individuo ganado a
la idea (motivado) de que es posible prosperar
materialmente mediante el trabajo creativo y responsable .
Si para completar se
retoma el concepto de alineación como
la situación de explotación constante, en el trabajo, del hombre por parte del
hombre y de que Marx también habla de la alienación económica, que consiste en
el hecho de que los humanos, en la realización de su trabajo, se
“deshumanizan”, se “desposeen de sí mismos”, se transforman en cosa, en algo
ajeno al realizar un trabajo con el cual no se identifican, perdiendo el sentido
original de acto de vida que tenía todo trabajo para el hombre de la sociedad
primitiva o pre-capitalista, y que también según el marxismo, en ésta el
trabajador sufre una doble enajenación ya que aquello que crea no sólo no le
pertenece sino que, al convertirse en capital, deviene instrumento de su propia
explotación, es decir, el obrero fabrica el medio de su explotación y que,
además, el acto mismo de trabajar, con sus condiciones infrahumanas, es un acto
enajenante o alienante, no desarrolla sus capacidades intelectuales y
espirituales sino que deviene una pieza más, fácilmente substituible, del
engranaje productivo, si se toma toda esta argumentación marxista y se compara
con el concepto contemporáneo de la Responsabilidad Social Empresarial en el ámbito
interno, que consiste, grosso modo, en la empatía profunda del trabajador con
su trabajo y la empresa en que labora como medio de alcanzar su realización
social, económica y familiar, es obvio que no es posible hallar puntos de
encuentro entre ambas concepciones de las relaciones laborales. Queda pues
suficientemente de manifiesto en los capítulos desarrollados más arriba sobre
este aspecto de la antítesis entre los postulados socialistas versus la
gerencia contemporánea, pero por último hay que decir que esta incompatibilidad
es producto de que ambas concepciones parten de interpretaciones diferentes de
la conducta económica histórica del ser humano: para el socialismo las
diferencias económicas son producto de la explotación de una élite sobre unas mayorías,
mientras que para el liberalismo son productos de múltiples factores, pero son
esencialmente la condición del desarrollo humano.
6.4
Identificación
de las diferencias concretas entre la gerencia y los postulados del Socialismo
del Siglo XXI.
Las diferencias concretas entre ambas ideologías son
múltiples, lo que las constituye en dos sistemas radicalmente distintos de
concebir la vida humana en sociedad. Esto se traduce, en el caso del Socialismo
del Siglo XXI y la gerencia contemporánea, en puntos de partida y principios
antitéticos y en algunos aspectos inconciliables. Luego de ser estudiadas
ampliamente en las páginas anteriores, es posible extraer de forma puntual sus
rasgos distintivos y diferenciadores más importantes. Estos son:
-El
liberalismo concibe que los intereses humanos son múltiples y divergentes, y
por lo tanto la vida en sociedad debe dar cabida a esta diversidad, por lo cual
se organiza en democracia, sistema en donde las diferencias se resuelven por el
voto, sin que por ello las minorías dejen de tener presencia en las decisiones
públicas, por lo que la libertad de ser y actuar de acuerdo al libre albedrío
está resguardada. En el terreno específico de la economía, esto se traduce en
que existe la libertad de producir y consumir de acuerdo a las preferencias
individuales, y existe toda una zona desprovista de obstáculos para lograrlo,
que es el mercado libre y en donde las técnicas de la gerencia contemporánea
proporciona las herramientas útiles a estos fines. En el terreno del Socialismo
del Siglo XXI, sus ideólogos conciben que el individuo debe ser rescatado de
los impulsos consumista y errados en tanto no corresponde a un ideal de vida
elevado, y este rescate lo realiza el Estado, que pone freno a las estos
impulsos consumistas y establece lo que es idóneo producir y consumir, y lo
demás es considerado superfluo, por lo que la libertad para escoger entre lo
que se quiere consumir y producir quedan restringida. Esto limita la acción de
la gerencia moderna, que, una vez que no se es libre para satisfacer la demanda
de consumidores libres, su razón de ser, la mejor satisfacción de esta demanda
queda abolida.
-Capitalismo,
liberalismo y gerencia nacen del
principio de que el motor de la prosperidad es el trabajo individual organizado
en empresa privada, y que la sumatoria de los esfuerzos individuales por
solventar los problemas económicos crea la superabundancia inherente a la
riqueza de las naciones y los individuos, independientemente de las diferencias
económicas entre las clases sociales y los individuos en términos de posesión
de bienes. El Socialismo del Siglo XXI concibe al Estado como el propulsor,
creador y distribuidor justo de la riqueza, lo que elimina la desigualdad
económica, fundamental desde la óptica marxista para la felicidad individual y
colectiva, con lo que se alcanza la sociedad ideal.
-
La gerencia está diseñada para que determinada organización empresarial
incremente sus ingresos económicos, que son equivalente a lucro y a propiedad
privada. El Socialismo del Siglo XXI concibe que el lucro y la propiedad
privada son el origen de las desigualdades y de todos los males sociales, por
lo que privilegia la propiedad estatal y colectiva.
-La
gerencia concibe el trabajo del individuo en la empresa privada la vía más idónea
y expedita para que este alcance sus ambiciones materiales, al tiempo en que se
consustancia con la empresa y en entorno más allá de la simple relación
laboral, y empresa, individuo y comunidad se convierten en una unidad social
armónica, dentro de la concepción de la división del trabajo, la jerarquía de
roles de acuerdo a las capacidades, competencias y destrezas. Para el
Socialismo del Siglo XXI el trabajo en la empresa privada “aliena” en la medida
en que el trabajador, sobretodo los menos capacitados, son explotados por los
empleadores, amén de que el trabajador no tiene relación con los beneficios que
la empresa genera a no ser su salario, y sólo forma parte de la empresa privada
como una pieza substituible de un engranaje inhumano que lo explota y
destruye.
6.5
Detectar
si existe en Venezuela el escenario con las condiciones propicias para el
establecimiento de las Empresas de Producción social.
Desde los albores de la modernidad, pero
sobretodo a partir de la segunda mitad del siglo pasado, la gerencia en
Venezuela ha tenido que confrontar adaptaciones traumáticas únicas y
específicas del ámbito vernáculo, para las cuales, dado su carácter espasmódico
y atípico, no ha habido construcciones teóricas previas mediante las cuales
confrontarlas. Provienen del hecho de que como denominador común los sistemas
de gobierno que han dirigido al país en la última centuria han dado golpes de
timón muy violentos en el corto, mediano y largo plazo en materia económica.
Por ejemplo el de pasar de un sistema productivo poco intervenido en la época
de Juan Vicente Gómez, en la cual prevaleció el autoritarismo político mas no
la intervención directa del gobierno a
través del Estado en los asuntos económicos, a uno de marcada tendencia
intervencionista.
Durante el gomecismo el Estado se dedicaba
llanamente al gobierno civil y el área
económica la dirigían la iniciativa privada a través del empresario y la
empresa privada, incluso a la banca le era dado emitir monedas particulares
mientras que el Estado no tenía una moneda específica, es decir, no existía la
figura del Banco Central y se usaba oro, billetes de bancos y monedas acuñadas
en otros países para lograr el intercambio en las economías de mercado.
En ese entonces la gerencia venezolana asumía de
forma natural que el sistema de trabajo productivo era la economía de mercado
sin adjetivos, pues no se tenían noticias de formas alternas para los
intercambios humanos, y por lo tanto, con las excepciones de rigor, no había
mucha preocupación por intervenciones excesivas del Estado. Así, las reglas de
juego económico estaban muy claramente definidas en lo que respecta a
cuestiones impositivas como Impuesto Sobre La Renta en todos los ámbitos
(internacionales, nacionales y municipales), es decir, había una clara
estandarización de lo que debía ser el comportamiento de las empresas en sus
relaciones con el Estado y la ley. Incluso el gobierno del llamado Benemérito,
Juan Vicente Gómez, logró publicar e instaurar el primer Código de Comercio
republicano, que llegó a ser prácticamente la Constitución Nacional para todo
lo concerniente a la actividad comercial e industrial en Venezuela. Como señala
Andres Sosa Pietri en Venezuela y el
Petróleo, (Revista Debates IESA, Marzo 2007)
El estado venezolano es el
actor dominante en la economía y no ha hecho sino incrementar su poder a lo
largo del tiempo... La producción depende de nuestra eficiencia gerencial, de nuestra
capacidad para controlar costos y captar mercados. La producción, el trabajo y
la no intervención del estado, nos garantizan un horizonte de ingresos estables
(pag. 6 y 13)
Sin embargo, a la llegada de la
democracia y más adelante, con la asunción del poder por un nuevo gobierno
autoritario, el del general Marcos Pérez Jiménez, estas libertades económicas
se mantuvieron aunque comenzaron a declinar bajo la progresiva expansión del
Estado y los atributos de los gobiernos, y éstos comenzaron a ser más
intervensionistas, estimulados y fortalecidos, sobretodo, por la aparición del
caudal de dólares de la explotación petrolera. Una vez constituido el sistema
democrático, la mayoría de los gobiernos que se han turnado el ejercicio del
poder político, han exhibidos rasgos de corte socialista, socialdemócratas o
socialcristianos, pero socialistas todos en su núcleo duro, con la añadidura de
otra particularidad común: un fuerte intervensionismo económico bajo el lema (o
“cuartada moral”, según algunos autores) del voluntarismo político de promover
el mejoramiento de las condiciones de vida de las clases desposeídas a cuenta
de la reducción de los beneficios del capital, lo que en muy escasos renglones
de los índices de mejoramiento de la calidad de vida de la población ha sido
posible, ya que estas exacciones al capital y a los recursos del petróleo
históricamente han pasado al estado en forma de impuestos, que se han evaporado
por vía de los bajos niveles de eficiencia y los altos niveles de corrupción de
la administración pública.
Es decir, que con la llegada de la
democracia a Venezuela, llega también el Estado como gran interventor en la
economía privada, tendencia que se fortalece aún más con la estatización de la
explotación petrolera, en 1975. Es decir se comenzó a controlar precios, a
cobrar más impuestos, el Estado comenzó a incursionar en actividades empresariales
y comerciales, lo que desencadenó el ya mencionado fenómeno de la corrupción
administrativa masiva aparejada a grandes niveles de ineficiencia en todos los
niveles el desempeño de la administración pública. Pero este proceso histórico
no termina ahí. El Estado comenzó a reglamentar, (o a entorpecer, según otras
opiniones) la actividad económica con una serie de restricciones, como por
ejemplo, por citar sólo una de ellas, el hecho de que en Venezuela se pasa a la
obligatoriedad del uso de sólo el bolívar como patrón comercial, cuando apenas
décadas antes ese patrón específico e importantísimo de la acción económica
humana, la moneda, no estaba regulado y
existía plena libertad de actuar económicamente en cualquier divisa, lo que
daba un poderoso impulso a la actividad productiva. Como señala el autor antes
citado:
El mercado nacional permanecía abierto a las importaciones. El bolívar
estaba sobrevaluado desde 1933, lo cual favorecía las importaciones... La
vigencia del patrón oro aseguraba una economía nacional e internacional de baja
inflación... En esta época el estado venezolano no tiene más pretensión en el
negocio que la de ‘conceder’ a empresarios áreas de exploración y producción.
(Pag. 14)
Este sólo ejemplo indica que en aquél
momento (y más a partir de la década del setenta) la gerencia tenía que irse
adaptando a nuevas y abruptas realidades. Además, en la economía comenzó a
aparecer un excesivo gasto público y el control de las importaciones, y como
correlato lógico de todas estas transformaciones excesivas la productividad
interna se vino abajo. Así, en 1983, el gobierno de Luis Herrera Campins devalúa la moneda, tratando de proteger las
reservas internacionales y esas políticas, contrariamente a lo que se buscaba,
acentuaron el desestímulo de la inversión y la productividad interna. Al
instaurarse el gobierno de Jaime Lusinchi, en 1984, se instaura también la
política de sustitución de importaciones, tratando de poner coto a esta
situación y hacer reaccionar el aparato económico vernáculo, pero este nuevo
golpe de timón también obtuvo resultados adversos. La política de sustitución
de importaciones fracasó porque se aplicó el principio antieconómico de
“producción sustitutiva a cualquier costo” amparando su implementación en la
renta petrolera, con el saldo de que a finales de su mandato en el país existía
un profundo desabastecimiento, que según algunos historiadores, entre ellos el
ya mencionado Aníbal Romero, es la verdadera causa de ese hecho histórico
conocido como el “Caracazo”, en que la población hambreada saqueó los almacenes
de todo el país, sobretodo en la capital.
Eso ocurrió ya en los primeros días del
segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, quien trató de abrir al país a los
mercados internacionales, modernizar la economía venezolana conectándola al
flujo mundial y a los estándares de calidad y productividad de la empresa
global, lo que entonces produce, nuevamente, un gran conflicto interno, esta
vez en forma de un radical desacuerdo con el empresariado nacional que, a pesar
de agruparse en los llamados gremios productivos, pedía al gobierno protección
respecto a los productos extranjeros, es decir, no estaban ganados a la idea de
competir en igualdad de condiciones con el resto de las economías del mundo. En
Venezuela 55 años de política económica, el economista venezolano José
Toro Hardy, (1992), señala:
La teoría Keynesiana aparentemente tan bien estructurada parecía una
panacea diseñada para resolver nuestros problemas. Con gran rapidez, Venezuela
se transformó, quizás sin saberlo, en un paraíso Keynesiano. (Pag. 3)
Este es uno de los factores que desde el
punto de vista económico abrió cauces para que el descontento empresarial se
mezclara con el descontento popular y crear así condiciones para que una nueva
oferta política se hiciera con el grueso del electorado en tan sólo un lustro y
la revolución colectivista llegara al poder, primero mediante el intento de
golpe de Estado (1992) y luego en forma democrática (1998), que instaura sin
duda alguna las formas de gobierno más intervensionistas en la economía privada
que se conozcan respecto a las experiencias de las décadas anteriores, hasta el
punto de que el simple intención de mantener la propiedad privada sobre los
medios de producción, no se diga de las formas de gerenciarlos, esté en
cuestionamiento, como se evidencia en los papers constitutivos de las
Empresas de Producción Social.
En este apretado resumen se ve a las
claras cómo la gerencia venezolana ha tenido que sortear todos estos vaivenes y
avatares gubernamentales y adaptarse a ellos, es decir, unas épocas de
controles de cambio y otras de cambio libre, en unas épocas proteccionismo y
otras de aperturas de mercado, en unas bajos impuestos y en otras altos
impuestos, en otras bajas tasas de intereses y en otras altas tasas de
intereses. Caídas y subidas, alzas y bajas, libertad y restricciones a las que
históricamente se ha enfrentado los capitanes de empresas venezolanos, por lo
que ante lo que se avecina en los próximos años, a partir de 2008, la gerencia
venezolana también tiene que afrontar ese nuevo reto, el cual es el de pasar de
la dirección empresas económicamente eficientes, tradicionalmente orientadas al
lucro y a la generación de beneficios, a gerenciar Empresas de Producción
Social, que por definición deben orientarse a la producción de bienes y
servicios sin beneficios lucrativos individuales, ya que esa es la nueva
exigencia del gobierno a objeto de beneficiar a las comunidades, como también
lo plantean de forma muy clara Juan Carlos Monedero y Haiman El Troudi en su
libro titulado “Empresas de Producción Social”. Como se ve, así como la
gerencia venezolana ha tenido que sortear diferentes vaivenes en cada una de
las diferentes etapas del devenir histórico de la nación, en este caso, el de
las Empresas de Producción Social, la historia de la gerencia no deja de
comportarse de la misma manera, y así aparece el nuevo reto de cómo seguir
generando beneficios a las organizaciones empresariales sin que eso entre en
conflicto con el objetivo primordial del gobierno de que las empresas sólo
aporten beneficios sociales, y esto en un marco de economía restringida a un
mercado nacional, inclusive local, aislado del flujo de capitales y mercancías
del mundo de hoy, el fenómeno conocido como globalización, al cual la ideología
del actual gobierno es decididamente adversa.
Ese es el gran reto que tiene en esta
época la gerencia venezolana, que deberá adaptarse nuevamente a modos
imprevistos de capitanear el día a día de la actividad que hace posible el
disfrute, en mayores cantidades y entre la mayor población posible, de los
diversos bienes satisfactores de necesidades. En las páginas precedentes se
vislumbra cómo se modelaría el comportamiento de las Herramientas Gerenciales
de Vanguardia sometidas a este nuevo esquema de entender las relaciones
productivas llevadas a la praxis tanto en las Empresas de Producción Social
como en el resto del aparato ideológico que prefigura al Socialismo del Siglo
XXI en Venezuela, lo que permite afirmar que no existe un escenario propicio
para una implantación exitosa de un nuevo modelo basado en una nueva lógica
económica diametralmente opuesta a la lógica capitalista, y sólo se está
replicando las experiencias pasadas (ya descritas) de capitalismo de Estado que
históricamente han producido altos niveles de ineficiencia. En resumidas
cuentas es lógico pensar que el intento por implantar un nuevo modelo económico
basado en las Empresas de Producción Social es otro de los diversos cambios
abruptos que han introducido los gobiernos en la economía venezolana y que
históricamente se han traducido en distorsiones en esta, en vista de que nunca
se ha asumido la economía dentro de la ortodoxia de la lógicamente capitalista
y gerencial que impera y ha hecho posible el desarrollo económico y humano en
otras latitudes del mundo.
CONCLUSIONES
-
En la apreciación de fondo de la
propuesta del SS XXI existen simplificaciones o resoluciones poco científicas y
antieconómicas de problemas humanos trascendentales, tal el caso del intento de
la eliminación del “precio” como marcador en los intercambios económicos por
medio de la economía de equivalencias; lo que en realidad se lograría con esta
operación es la sustitución de los precios monetarios por precios en especies o
precios en valores.
-
Además, la pretensión de sustituir
el dinero por otros instrumentos de intercambio basados en la “economía de
equivalencias” dejando de lado principios elementales establecidos por la
ciencia económica que, como lo apunta A. Smith, puntualizan que “el dinero
surge, de manera unilateral y abstracta, extrínseco a la mercancía como medio
de circulación para asegurar a los dueños de mercancías los beneficios de la
división del trabajo, liberando su poder de compra de los embarazos y
atascamientos del trueque” (Cfz. A. Smith).
-
Además, la Economía Planificada de
Equivalencias, que adjudica su origen a las teorías de los clásicos (Smith y
Ricardo) y a Marx, tiene como escenario de fondo una condición descartada a
priori por los citados autores: la existencia de la renta. En este caso se
trata de que en Venezuela es posible promover internamente este tipo de
proyectos sí y solo si se cuenta con los recursos de la renta petrolera,
generada, paradójicamente, en las imperfecciones del mercado capitalista
mundial del petróleo.
-
Las Empresas de Producción Social
no podrán ser administradas con las Herramientas Gerenciales de Vanguardia, ya
que éstas son de raigambre capitalista y sirven para llevar a cabo tareas que
permitan alcanzar metas, entre éstas
ganar dinero y generar lucro privado, lo que está en franca contradicción con
los postulados del Socialismo del Siglo XXI.
-
En las Empresas de Producción
Social no se plantea la meta de generar beneficios lo cual es uno de los principios del capitalismo y por ende de las
Herramientas Gerenciales de Vanguardia, por lo que se observa de forma clara
que las Empresas de Producción Social necesitarán de un nuevo tipo de gerencia,
de la cual aún no se tiene ningún adelanto ni teórico ni de experiencia
práctica, lo que constituye un handycap de difícil superación para el éxito de
esta propuesta.
-
Desde el punto de vista económico,
el Socialismo del Siglo XXI es absolutamente inviable, ya que parte de una
nueva idea de la conducta humana totalmente disociada de la conducta económica
histórica del ser humano, que consiste, grosso modo, en maximizar beneficios
con recursos escasos y optativos.
-
Los objetivos iniciales de la
“gestión gerencial” (que está todavía por construirse en su totalidad) de las
Empresas de Producción Social son opuestos en términos absolutos a los
objetivos de las Herramientas Gerenciales de Vanguardia, por lo que no hay
intersecciones afines entre unos y otros.
-
El Socialismo del Siglo XXI no es
un simple eslogan político, sino una propuesta de transformación política,
económica y social en la República Bolivariana de Venezuela avaladas por el
Ejecutivo Nacional y los poderes públicos, basados en la ideología socialista
propuesta por Heinz Dieterich y su obra “Hugo Chavez y El Socialismo del Siglo
XXI”, y completada por Juan Carlos Monedero y Haiman El Troudi en “EPS:
Instrumentos del Socialismo del Siglo XXI”, por lo que sus postulados tienen
que ser tomados en cuenta a la hora de abordar el tema de la gerencia de
vanguardia en Venezuela, ya que entre ellos se cuenta a futuro la eliminación
de la propiedad privada, lo que automáticamente anula la razón de ser de la
Gerencia de Vanguardia tal como hasta el presente se conoce.
-
No hay coherencia entre los
lineamientos de la Escuela de Negocios de la Universidad de Oriente y los
postulados del Socialismo del Siglo XXI ya que la primera se encuadra dentro de
las más avanzadas técnicas gerenciales modernas, y el segundo aboga por la
destrucción de la “lógica capitalista”, que es el núcleo y razón de ser de
aquella.
-
La Responsabilidad Social
Empresarial no es un postulado exclusivo del Socialismo del Siglo XXI, sino que
ha sido una práctica de las Técnicas Gerenciales de Vanguardia en ámbitos
concretamente capitalistas.
- De ser llevado a cabo tal como lo
plantean Dieterich y El Troudi, el Socialismo del Siglo XXI produciría una destrucción
del aparato productivo venezolano, no sólo por la incapacidad de este de
competir con los sistemas productivos del mundo global, sino también en lo
interno, por ir a contracorriente de toda lógica económica racional.
RECOMENDACIONES
Finalmente debemos considerar una serie
de recomendaciones a la gerencia venezolana en cada uno de sus campos de
acción, en vista de que es obvio que la propuesta del Socialismo del Siglo XXI
plantea un panorama nada alentador con relación a la posibilidad del desempeño
eficiente de cada organización empresarial, lo cual compromete sus objetivos
estratégicos de negocios.
Como se ha reiterado, las organizaciones
empresariales existen para llevar a cabo tareas que conducen a alcanzar metas
que están relacionadas entre otras con ganar dinero. Para lograrlo es necesario
una definición clara del negocio, una estrategia y un plan de acción, además de
contar con personal comprometido con la organización, lo cual se verá totalmente en entredicho si
los valores y creencias de los asociados responden a los postulados del
Socialismo del Siglo XXI (que se han
expuesto de forma minuciosa a lo largo de este trabajo).
Por eso es necesario analizar cual va a
ser el impacto que para las organizaciones empresariales venezolanas implica el
avance del Socialismo del Siglo XXI en la República Bolivariana de Venezuela y
qué tan comprometidos están ya los recursos financieros, físicos y humanos y
cuánto más se comprometerán de continuar el avance de este tipo de sistemas
ideológicos.
Los gremios empresariales y
profesionales deben investigar, explicar y aclarar en qué consiste el
Socialismo del Siglo XXI y no evitar la
discusión abierta de este concepto, ya que mientras mayor sea el conocimiento
de esta propuesta será más viable su descarte como modelo social y económico
para los venezolanos.
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