El oro es un metal que siempre atrajo a los hombre y mujeres que habitaban el planeta. Desde los primeros tiempos de la humanidad este metal ha sido escaso y valorado universalmente por su belleza y capacidad de división, característica que rápidamente lo llevó a ser aceptado universalmente como medio de pago convirtiéndose en monedas. Antes de la existencia de entes reguladores las personas aceptaban voluntariamente el oro y el valor de los productos que se intercambiaban en el mercado estaban sujetos a su equivalente. Ese valor no era desigando por autoridad alguna y el mismo correspondía al balance de las valoraciones subjetivas que las personas tenían del oro y los bienes y servicios disponibles en el mercado, por lo cual no exitía indícios de inflación en esas primitivas economías. Lamentablemente con la intervensión de una autoridad central en la designación del valor nominal de las monedas y la creación de los billetes equivalentes aparece la inflación. El oro siguió teniendo valor real pero los billetes creados comenzaron a distorsionar la equivalencia entre el valor del oro y el valor nominal de los billetes, lo que llevó a la aparición de la inflación. Todavía hoy las personas valoran el oro como lo hacian nuestros antepasados, sin embargo tambien valoran los billetes en la misma proporción cuando en realidad ambos son un conjunto indivisible, que solo pueden ser separados con la muerte como ha ocurrido con muchas monedas en el pasado cuya desaparición equivale a la muerte de esa moneda. El oro es el alma y el billete es el cuerpo, ambos actuan como un solo ente, como un solo organismo social similar a una persona que contiene en su ser un cuerpo con organos y materia y un alma como sustancia eterea invisible que se manifiesta solo en su acción y sus consecuencias. Ojalá el alma (oro) y el cuerpo (billetes) en los medios de cambios vuelvan a fundirse, ya que este sería el primer paso para que los hombres sean libres y su creatividad se corresponda con la valoración subjetiva que los otros le den a sus obras. Dios creó el alma y el cuerpo en una misma entidad, que al igual que el oro y los billetes también son la misma cosa.
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