Esta frase la acabo de conseguir en un libro
que no viene al caso pero que al leerla me hizo saber lo importante de la
intuición para ir descubriendo verdades, para ir “descubriendo los silencios”.
Vivir toda una vida con la indiferencia del amor y las sensaciones que este
produce hace perder ese espacio de reflexión interior acerca del otro, te hace
ser la persona descuidada que en algún momento cae en cuenta que queda atrapado
(y casi sin salida) en algo que no vale la pena, algo que se deprecia día a día
cuando encuentras verdades ocultas, cuando los hechos y tu intuición recién
despierta descubre tardíamente esos silencios. Pero hay que seguir, parece que
el veneno o la co dependencia puede hacerte más daño que el tomar una decisión
equivocada o trastocada que al final te lleve a los abismos más oscuros de una
existencia que jamás presagió una decepción y desencanto a estas alturas del
kilometraje del tiempo, la edad, esa cosa que un argentino llamaba “el
ejecutivo cobrador de la muerte”. ¿Por qué esta encrucijada?, ¿por qué esa
duda? Sobre todo: ¿Por qué no haber visto antes las costuras desechas, por qué
no haber visto antes que no valía la pena y no te lo merecías?. Ser distraído
puede arruinar todo, ser distraído puede hacerte tomar la peor de las
decisiones, ser distraído puede convertir en un infierno aquello que en un
momento te llenó de vida y encantos marinos. Hoy extraño lo pasado, extraño el
no estar atento, el no despertar los silencios con mi intuición que luego de un
letargo me convence que la verdad quema por dentro, que la verdad te desorienta
en un principio pero que quizá si la aprovechas te conduzca retomar el camino de
la alegría, quizá te guíe en aquello que en definitiva debe ser la razón de la
existencia: quietud y plenitud las más sublimes de las sensaciones.
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