jueves, 31 de octubre de 2013

UNA MIRADA A LAS IRONÍAS DE LA MODERNIDAD TECNOLÓGICA Y LA DESINFORMACIÓN DE SUS USUARIOS.


Hoy estamos impactados por la magia de la tecnología. Teléfonos inteligentes, Internet, etc nos hacen la vida más fácil y la información y educación está al alcance de la mano para quien la necesite. Sin embargo, a pesar de toda esta gama de opciones los seres humanos que tenemos acceso a ella no hemos aprovechado su potencial al máximo. Seguimos insistiendo en componer el mundo partiendo de posturas ilógicas e irracionales que por muy altruistas que se vean y suenen terminan enredando y –lo más grave- distorsionando el orden natural, espontáneo y lógico de la vida en común. Seguimos insistiendo en al altruismo canalizado por el estado y sus gobiernos de turno pero a la vez criticamos el abuso de poder y la tiranía. Esto último es la contradicción e ironía más lamentable que observo por estos días. Apostar por un político que se plantee el bien común por encima del bien individual es lo que siempre ha ocasionado miserias y distorsiones económicas que a la postre son criticadas por aquellos que apostaron por el bien común y delegaron semejante incongruencia en esos políticos que con “fatal arrogancia” insistieron en salvar las patrias y hasta el mundo. Y la ironía de esto es que todo aquel que apuesta por el voluntarismo y altruismo tiene acceso al internet, en cuyo océano se pueden encontrar análisis lógicos y científicos que demuestran la ineficiencia de la buena voluntad de un gobierno al plantear políticas de repartición de las riquezas y el bien común. Todavía existe la superstición de que el estado es un lugar sagrado donde el que llegue a ejercerlo tiene los poderes mágicos de repartir y multiplicar los peces para todo el mundo. Y allí está internet, con sus libros de historia, con sus clases de economía política y sobre todo con la información de los desastres económicos del mundo y sus consecuencias para la gran mayoría. Y es lamentable porque a pesar de tener toda esta información disponible (por lo menos a dos tercios del planeta) no podamos aprovechar y despertar del sueño inútil de creer que los sueños ilógicos puedan hacerse realidad. “La fatal arrogancia” de quienes creen poder arreglar al mundo con políticas y recetas violentando la libertad y el orden espontaneo de las valoraciones subjetivas de los seres humanos nos conducirá cada día a un mundo peor, donde las miserias y conflictos seguirán consiguiendo culpable a la libertad de elegir y a eso que la escritora ruso americana Ayn Rand asertivamente llamaba “La virtud del egoismo”.