jueves, 22 de noviembre de 2018

TRABAJO DE GRADO SOBRE EL SOCIALISMO DEL SIGLO 21 (Año 2007, aquí se predice todo lo que se iba a ocurrir en Venezuela con el aparato productivo venezolano y el desastre que sería implementar el modelo gerencial administrativo y computacional de este plan de Hugo Chávez con la asesoría de Juan Carlos Monedero (Partido Podemos de España) y Heinz Dieterich con sus respectivas obras que sustentaban teóricamente este modelo del Socialismo del siglo 21 que sigue su marcha y hasta ahora se ha cumplido el obejtivo de destruir el aparato productivo).


UNIVERSIDAD DE ORIENTE
NUCLEO DE SUCRE
VICERRECTORADO ACADEMICO
COMISION DE ESTUDIOS DE POSTGRADO
POSTGRADO EN CIENCIAS ADMINISTRATIVAS

Mención: Gerencia General








EL PATRÓN DE COMPORTAMIENTO GERENCIAL DE LAS EMPRESAS DE PRODUCCIÓN SOCIAL VENEZOLANAS EN EL MARCO DEL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI



Autor: ECON. HUMBERTO J. RIVERO M.
C.I. 7.413.811


Trabajo de grado presentado como requisito parcial para optar al título de Magíster Scientiarum en Ciencias Administrativas Mención Gerencia General


  
Diciembre  2007
      
                                          DEDICATORIA

A Patricia, Juan y Diego por su amor infinito.






















RESUMEN
INTRODUCCIÓN 1

CAPITULO I
1.1 El planteamiento del problema 9      
1.2  Los objetivos  22
1.2.1       Objetivo general  22
1.2.2       Objetivos específicos  22
1.2.3       Justificación  23
 1.3 Marco Teórico  24
1.3.1 Antecedentes 24
1.4  Metodología   27
1.4.1  Diseño de investigación  27
1.4.2  Técnicas e instrucciones de recolección de información 29

CAPITULO II

Aspectos Generales del Socialismo del Siglo XXI. Orígenes, características, principios y postulados


2.1 Concepto del Socialismo del Siglo XXI.  30
2.2 El modelo de Dieterich. Orígenes 33
2.3 Teoría del valor trabajo 34


2.4 Mercados de Intercambios de Equivalencias   36
2.5 El nuevo hombre social-ético-estético del socialismo del siglo XXI. 40
2.6 Fundamentos teóricos que determinan la aplicación de la doctrina socialista en Venezuela. 45



CAPÍTULO III

3.1 Empresa de Producción Social (EPS). Aspectos generales: Orígenes, características, principios y postulados 48


CAPITULO lV

4.1 Diferencias existentes entre los principios que propone el sistema capitalista y los que propone el sistema socialista. 61

4.2 Economía de Mercado versus economía planificada de equivalencia. 70

4.3 Las empresas privadas versus las empresas socialistas (colectivistas, públicas o estatistas). 73


CAPÍTULO V

El patrón de comportamiento gerencial en las empresas de PRODUCCIÓN social  venezolanas en el marco del  socialismo del siglo XXI:  uso de las Herramientas de Gerencia dentro de la Empresas de Producción Social. Análisis:  
                                    
5.1.1 Las herramientas de la Economía Gerencial aplicadas a las EPS 82
5.1.2. Finanzas, contabilidad financiera y de costos. 94

5.1.3 Administración en tiempos de globalización versus la administración en el Socialismo del Siglo XX en Venezuela 100

5.1.4 Desarrollo de los recursos humanos y el comportamiento organizacional bajo el Socialismo del Siglo XXI 105                                                                              
5.1.5 La calidad, la productividad y la competitividad en las Empresas de Producción Social. 111

5.1.6 La mercadotecnia o marketing en los mercados de intercambios de Equivalencia. 119                                                                                                                              



CAPÍTULO VI

6.1  Determinar qué Herramientas Gerenciales pueden ser usadas en el esquema económico colectivista que impulsa el Socialismo del siglo XXI. 124

6.2  Identificación de las razones de lógica económica por las cuales la aplicación de principios capitalistas dentro de las Empresas de Producción Social es inviable. 125
6.3 Identidad o incompatibilidad del Nuevo Hombre social-ético-estético con la conducta económica histórica del ser humano (equivalente al tema de los Recursos Humanos y el Comportamiento Organizacional bajo el Socialismo del Siglo XXI). 126
6.4  Identificación de las diferencias concretas entre la gerencia y los postulados del Socialismo del Siglo XXI. 131

6.5  Detectar si existe en Venezuela el escenario con las condiciones propicias para el establecimiento de las Empresas de Producción social.  133

CONCLUSIONES 141
RECOMENDACIONES 145
BIBLIOGRAFIA  147




EL PATRÓN DE COMPORTAMIENTO GERENCIAL DE LAS EMPRESAS DE PRODUCCIÓN SOCIAL VENEZOLANAS EN EL MARCO DEL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI

Autor: ECON. HUMBERTO J. RIVERO M.
Tutor: Econ. Carmen Rosa Silva
Fecha: Diciembre 2007

RESUMEN


La presente investigación documental se llevó a cabo con la finalidad de determinar el comportamiento de las herramientas gerenciales de vanguardia aplicadas de forma teórica al esquema de funcionamiento de la Empresas de Producción Social, que son la principales unidades empresariales del llamado Socialismo del Siglo XXI, propuesta de ingeniería social y económica impulsada por el actual (2007) gobierno venezolano dentro de la llamada Revolución Bolivariana, todo con el objetivo específico de medir la funcionalidad u obsolescencia de tales herramientas en el contexto de unas nuevas relaciones de producción económica que tal revolución implica. La metodología empleada es la clásica oposición de una tesis versus su antítesis, método conocido como dialéctico, el cual, luego de tal oposición tesis-antítesis, arroja una síntesis que permite extraer conclusiones sobre el tema tratado. Así, se cotejaron las ideas fundamentales que constituyen al Socialismo del Siglo XXI con las que dan forma al modo de producción capitalista, y, luego de cotejar así mismo los postulados que configuran la estructura básica de las Empresas de producción social con cada una de las herramientas gerenciales de vanguardia, se pudo concluir que existen pocos puntos coincidenciales entre ambos sistemas de organización social y económico, quedando al mismo tiempo de manifiesto la inviabilidad técnica –por improductivos- de los postulados ideológicos que rigen la formación y puesta en marcha de las Empresas de Producción Social, por replicar además experiencias similares del pasado que, yendo a contracorriente de la lógica y racionalidad económica, muestran una obvia incapacidad para lograr cotas aceptables de productividad y competitividad, cuando no mera imposibilidad adaptativa a los modelos vanguardistas de gerencia empresarial que son de uso corriente en la sociedad global actual, y que determinan el éxito o fracaso de determinados proyectos empresariales.         



                






















                                            INTRODUCCIÓN


En un contexto político, económico y social como el que constituye una república en proceso de instauración de una “revolución socialista”, son pocas las variables de medición económica que no sufren alteraciones drásticas, que impiden un análisis y proyecciones ortodoxas. Tal es el caso de la economía venezolana contemporánea, en que pese a todo el espectro de transformaciones inéditas, al que se añade en el corto plazo el anuncio por parte del sector oficial de la profundización de estas modificaciones (ver la llamada Segunda Etapa Revolucionaria, plasmada en “Hugo Chávez y El Socialismo del Siglo XXI” de Heinz Dietrerich, 2005), se continúa, en foros, universidades, cursos de postgrado y un largo etcétera, hablando de la gerencia contemporánea, de sus nuevas herramientas y su aplicación óptima en un marco de sociedad capitalista, dirigida a la creación de riquezas y la obtención de beneficios.

Se trata de ignorar, al parecer, una parte importante del debate central, lo cual es el estatus de estas herramientas de aplicación gerencial (Economía gerencial, la Contabilidad Financiera, la Mercadotecnia, por sólo mencionar algunas) en un campus de trabajo imantado por las nuevas leyes de una sociedad en “revolución socialista” en que se propugna la progresiva “restricción” de la propiedad privada y la libre empresa para dar paso a nuevos modos de creación, estatista o colectivista, de bienes y servicios. Es el caso específico de los llamados Núcleos de Desarrollo Endógeno y las Empresas de Producción Social -EPS-, siendo estas

últimas el tema central de este estudio, junto con la aplicación en las EPS de las técnicas de la gerencia de vanguardia, enmarcadas en el contexto más amplio del Socialismo del Siglo XXI. Abordar el debate del comportamiento de la combinación de estas variables es uno de los propósitos principales de esta investigación.

De entrada hay que aclarar que la frase “revolución socialista” en el caso de Venezuela no es sólo un eslogan para identificar a un programa de gobierno de izquierda convencional (como piensan erradamente algunos sectores desinformados de la población), sino que identifica a todo un proyecto teórico-práctico, entre cuyos objetivos principales está el instaurar en el país un sistema económico que sustituya el mercado, para ensayar con una nueva “Economía Planificada de Equivalencias” (ver texto arriba citado, en la página 105, capítulo La Economía Planificada de Equivalencias) y que además está plasmado en documentos emanados directamente de la presidencia de la República (ver bibliografía) y en alocuciones del Jefe del Poder Ejecutivo, presidente Hugo Chávez Frías, específicamente en la del 15 de junio de 2006 en que expresa claramente la necesidad de establecer una economía de equivalentes (“se creará una tabla de equivalencias”, dice de forma clara), a la cual identifica de modo directo como el sistema de intercambio conocido como “trueque” y a esto denomina “el verdadero socialismo” (cita textual).

Por eso la frase Socialismo del Siglo XXI es desde el punto de vista económico un término que define a un proyecto técnico y matemáticamente planificado, de derivación marxista (Dieterich, 2005, pag. 46), y no a una mera palabrería política, como se inclinan a creer incluso ciertos sectores del ámbito académico que no han enfocado todavía la magnitud del reto de estudio que se plantea con esta propuesta del actual gobierno venezolano.

También se observa la tendencia de ciertos sectores de los ámbitos académicos e intelectuales en general a restar importancia -por “inéditos,  audaces y heterodoxos”, (Guerra, 2006)-, a los planteamientos de Dieterich, sin advertir que aunque heterodoxos y utópicos estos criterios son tomados muy en serio por el actual poder ejecutivo nacional, y son en resumidas cuentas el programa de gobierno de Hugo Chávez Frías en el corto, mediano y largo plazo. Así lo indican documentos y alocuciones emanados directamente de la presidencia de la República.

Es por ello que, evitando incurrir en los llamados juicios de valor con afirmaciones categóricas sin previo sustento argumentativo, pero sí a manera de pronóstico orientador de la investigación, se detecta una obvia pero aún no demostrada carencia de afinidad entre las técnicas y objetivos de ambos conceptos (socialismo de economía planificada de equivalencias versus gerencia de vanguardia), y a partir de esta primera presunción se abre una vasta gama de interrogantes más específicas que constituyen un buen terreno para la investigación económica y gerencial.

Una vez planteados en esos términos, el tema parece sencillo, pero al tratar de cotejar las premisas básicas y las técnicas de la gerencia de vanguardia (la maximización de beneficios, la competitividad y el uso de técnicas para alcanzarla, por ejemplo) con estos modos de producción alternativos (Empresas de Producción Social, que están destinadas a funcionar dentro de la citada Economía Planificada de Equivalencias, que consiste en la sustitución del mercado libre por uno de intercambio de productos equivalentes de acuerdo a las horas de trabajo contenidos en ellos, y que sólo promoverá la producción de bienes y servicios estrictamente fundamentales, exactamente lo contrario de la competitividad y la productividad), se abordan cuestiones transcendentales, de una epistemología profunda, la que va de una a otra concepción radicalmente opuesta de la vida económica de las sociedades y las naciones.

En este trabajo se intenta cotejar estas dos formas de organización para la producción de los bienes necesarios para la vida en sociedad, lo que remite y obliga a abordar también el tema de las doctrinas ideológicas, en este caso el marxismo contrapuesto al liberalismo. Para algunos teóricos, el liberalismo no es clasificable como una doctrina ideológica; sin embargo, para efectos de este trabajo, se asume, por cuestiones de operatividad argumentativa, que el liberalismo sí es una ideología, y lo es precisamente como la que mejor representa el signo opuesto a la doctrina socialista; también es necesario aclarar, para efectos de la funcionalidad argumentativa de esta propuesta académica, que aquí se hace referencia específica al socialismo de “equivalencias” a ser ensayado por el gobierno venezolano, un tipo de socialismo que ya no es susceptible de etiquetar como “real” (pues no ha sido ensayado en la realidad contemporánea) ni guarda relación directa con esos modos intermedios o mixtos como el reformista o intervencionista tan en boga en algunos países de Latinoamérica y Europa, que más bien podrían denominarse como capitalismo social o, como proponen otros expertos, neocapitalismo (por ejemplo, el premio nobel indú, Amartía Sen).

Como se ha señalado, dentro del Socialismo del Siglo XXI y su Economía Planificada de Equivalencias, serán las Empresas de Producción Social las principales unidades de producción, y a través de éstas se tratará de poner en marcha unas nuevas relaciones productivas. En esta investigación se intentará indagar en la presunta  inviabilidad técnica y competitiva de estas empresas, sin descartar la posibilidad de la tesis contraria. El método de análisis a emplear será el conocido como el dialéctico, planteando una tesis, su antítesis y luego una síntesis que será el resultado del “cruce analítico” (interacción dialéctica) de las dos primeras. En este caso se describirá como tesis la constitución, objetivos y el sistema operativo de las EPS tal como están concebidos por el Ministerio de Economía Popular (Minep) y Petróleos de Venezuela (Pdvsa), y luego será cotejado con las Herramientas Gerenciales de Vanguardia (antítesis). De la comparación de los fundamentos, principios, objetivos, y demás características de ambas variables, se tratará de obtener una síntesis que arroje luz sobre si estas empresas de nuevo cuño son susceptibles de ser dirigidas con las herramientas gerenciales ortodoxas más actualizadas o de vanguardia o están destinadas a la inoperancia por su inviabilidad técnico-gerencial.

Los antecedentes teóricos en el ámbito venezolano del tema a investigar son diversos, pero nos apoyaremos fundamentalmente en los trabajos del académico de origen alemán ya citado, Heinz Dieterich, donde minuciosamente expone el sistema de Economía Planificada de Equivalencias (EPE) y las Empresas de Producción Social (EPS)  -con constantes referencias a la Teoría  del Valor del Trabajo, de origen marxista, El Capital, TOMO I-; el libro “Empresas de Producción Social: Instrumentos del Socialismo del Siglo XXI” de Juan Carlos Monedero y Haiman El Troudi, y, como contraparte, los trabajos del economista venezolano José Guerra, especialmente en “¿Qué es el Socialismo del Siglo XXI” (2006), donde se comparan y analizan ambos sistemas productivos (economía de mercado versus economía de equivalencias) y donde Guerra sostiene, luego de un documentado análisis, la tesis contraria, es decir, lo irrealizable de tal propuesta de Dieterich y del actual gobierno venezolano. Como puede observarse, este trabajo se inscribe dentro de lo que se conoce como investigación documental, donde se contrapone de manera teórica la estructuración, la razón social, objetivos y modos de operatividad de las Empresas de Producción Social dentro de la Economía Planificada de Equivalencias con los sistemas de gerencia ortodoxos actuales, aplicados en todo los sistemas económicos capitalistas del mundo contemporáneo. Como lo señaló el presidente del banco privado venezolano Banesco, Juan Carlos Escotet, en una entrevista reciente (El Nacional, 11-12-2006, entrevistado por la periodista Corina Rodríguez Pons): “el problema no es el socialismo, sino cómo gerenciarlo”.

La investigación estará organizada en varias secciones, como lo son un breve resumen de las diferencias conceptuales del liberalismo versus el socialismo, la Economía Planificada de Equivalencias y las diferencias entre las empresas destinadas al lucro y las Empresas de producción Social y, finalmente, el cotejo de éstas últimas con las herramientas de gerencia de vanguardia hasta ahora desarrolladas en cada área de las finanzas, producción, administración y la comercialización. Finalmente, las conclusiones a que hubiere lugar luego del cruce de las matrices de información arrojadas por la oposición tesis-antítesis.
  
En resumen, el objetivo general es establecer la vigencia u obsolescencia de estas herramientas gerenciales, y verificar su utilidad o su irrisión dentro unas nuevas relaciones de producción como las que constituye la Economía Planificada de Equivalencias y sus unidades de producción (Empresas de Producción Social), lo que es una interesante y necesaria tarea en la que es oportuno poner en práctica los conocimientos adquiridos en la Maestría de Gerencia de esta casa de estudios. Por último, hay que decir que la motivación para la escogencia de este tema, viene dada por la trascendencia que tiene de cara al futuro inmediato de la economía venezolana, y más aún, de su compleja historia político-económica contemporánea.


CAPITULO I


1.3 El planteamiento del problema

Dieterich, cuyas ideas, es necesario reiterarlo, están avaladas desde el Ejecutivo Nacional de acuerdo a documentos y alocuciones emanados directamente del presidente de la República, advierte la decadencia del sistema capitalista dado que según sus estimaciones el 90% de las transacciones económicas del sistema actual son especulativas y no productivas, dado que el patrón dinero, génesis del factor precios, que según Dieterich no mide correctamente el valor de las mercancías, crea expectativas especulativas que conducen entre otros desequilibrios a una creciente acumulación de capital ocioso en pocas manos, lo que constituye una gran contradicción que agota al sistema al crear progresivamente más pobres. Es decir, que del sistema capitalista se están beneficiando cada vez menos personas. (Afirmación que, por lo demás, es más que discutible. Según estadísticas de alta credibilidad –FMI (2006)-, en la última década se observa una progresiva disminución de la pobreza a nivel mundial. Véase los casos de China e India, dos de los países más poblados del mundo que reflejan crecimientos sostenidos en sus economías en los últimos diez años. Sólo en China 250 millones de personas han salido de la extrema pobreza en ese lapso. Fuente: FMI: World Economic Outlook, 2006).

Sin duda, las tesis de Dieterich son de orientación claramente marxistas, con nuevas aportaciones provenientes del propio Dieterich y de


otro economista e historiador alemán, Arno Peters, a quien el primero adjudica el mérito de crear la llamada Economía Planificada de Equivalencias, como complemento contemporáneo a la teoría marxista clásica. De hecho Heinz Dietrich (2005) señala que el fracaso del socialismo real en la antigua Unión Soviética obedece a la inexistencia de una sistema económico específicamente creado para las naciones socialistas, lo cual se subsana con la citada Economía Planificada de Equivalencias, superación de la economía de mercado y de la teoría marxista clásica.

Para abordar estas teorías de la manera más cristalina hasta ahora posible, pues como señala Guerra (2006) adolecen de inmensas lagunas sobre temas históricos y económico-técnicos fundamentales, hay que poner de bulto y como uno de los leit motiv principales de este trabajo que en el mencionado “Hugo Chávez y el Socialismo del Siglo XXI” (Dieterich 2005) el gobierno insiste, y lo ubica como tarea básica, la progresiva destrucción del dinero como icono y como instrumento económico, dada su condición perversa, pues amén de inducir “alienación” (otro término de la clásica lexicología marxista), éste se traduce, en una de sus formas, en el mencionado factor “precios”, lo que es, siempre  según esta corriente de pensamiento expresada por Dieterich, una “aberración capitalista”, amén de que al eliminar los pagos en precios “que tienden a manipularse”, se elimina la génesis de la inflación, la especulación, del consumismo y del excesivo materialismo del hombre contemporáneo.

Dieterich plantea de forma alternativa un nuevo Proyecto Histórico –“superación del proyecto histórico burgués” dice-, con la Economía Planificada de Equivalencias (EPE), donde el valor de los bienes a intercambiar se base no en dinero (raíz especulativa), sino en el factor trabajo, es decir la cantidad de trabajo que cada miembro de la sociedad integre a determinado producto, que será medido en Certificados de Tiempo Trabajo (CTT), con los cuales cada trabajador concurrirá al sistema de intercambio de equivalencias, que a su vez sólo producirá y transará productos y servicios estrictamente fundamentales. (El Presidente Hugo Chávez se ha referido a estos instrumentos como “fichas de trueque” en su alocución del 15-06-2006, que algunos observadores han parangonado a un sistema similar ya existentes en la etapa postcolonial, en que los latifundistas entregaban fichas a los jornaleros con las que únicamente podían adquirir productos en los almacenes de propiedad del mismo hacendado.

Las fichas presentadas por el presidente Chávez Frías, que al parecer son un ensayo previo a los Certificados de Tiempo Trabajo, han sido denominados “moneda social” y ya han comenzado a circular en algunas zonas del país, donde se especifica que jamás podrán ser intercambiadas por dinero).  

Dado este panorama, se ubica a Venezuela como único ejemplo contemporáneo del proceso histórico inverso, es decir, la conversión de un modelo de rasgos capitalistas a uno de decidido diseño socialista  muy próximo al trueque (lo que le asigna rasgos de índole más radical, cercanos al comunismo) en tiempos de globalización o mundialización. Este fenómeno constituye, de una forma u otra, una inédita manera de desandar la historia económica, pues Dieterich (2005) también afirma que el sistema de intercambio de equivalencias no es nada nuevo sino que es anterior a la aparición del patrón dinero en los intercambios económicos humanos (Ibíd. pag 46l), pero en el siglo XXI, este sistema es perfeccionable gracias a la informática y a los modelos matemáticos que sobre el tema de “equivalentes” ha desarrollado el alemán Arno Peter, a quien Dieterich cita en su libro como aporte fundamental de la nueva teoría socialista. De allí la terminología Socialismo del Siglo XXI, el cual consiste básicamente en los rasgos descritos en los párrafos anteriores.

En ese sentido, la revolución bolivariana va más allá de los postulados de Carlos Marx (El Manifiesto Comunista 1867), que en ningún tratado planteó la eliminación de la moneda sino el cambio de la direccionalidad de la utilidad, que iría de las manos del capitalista a los de la clase trabajadora. En la teoría de Dieterich-Peters (2005), la plusvalía ya no tendrá su forma de dinero sino en horas-trabajo intercambiable por productos equivalentes; en términos simples, la plusvalía quedará eliminada en la última etapa de implantación del Socialismo del Siglo XXI.

Dieterich asegura también que la computadora será un pivote importante en el nuevo sistema económico de equivalencias, con lo que introduce a las nuevas tecnologías como un aporte al sistema socialista, es decir, asoma la posibilidad de adaptar estos hallazgos tecnológicos de vanguardia a la nueva sociedad colectivista. Entre otras cosas plantea que la informática, que obviamente no estaba incluida en los presupuestos ideológicos de Carlos Marx, tendrá un papel insustituible en la reconversión del modo de medir de manera exacta el valor del trabajo en la mercancía. Sugiere que con el recurso informático (software) se podrá determinar qué producto equivale exactamente a otro de acuerdo a la cantidad de trabajo invertido en ambos, lo que permitirá su permuta simétrica en el “mercado” de equivalentes.
Por su parte, Guerra sostiene una tesis contraria, que la imposibilidad de medir la equivalencia entre diferentes productos será causa de significativos desequilibrios y desigualdades en el supuesto de que se logren llevar a cabo estos proyectos del Socialismo del Siglo XXI, la Economía Planificada de Equivalencias y las Empresas de Producción Social en su segunda y tercera etapa.

Como se ha dicho anteriormente, todas estas transformaciones profundas pasan por varias fases o etapas (específicamente tres: la que hasta ahora se ha experimentado, la segunda, que comienza a partir de 2007, y la tercera y última, que podría estarse aplicando en una década, según Haiman Troudi (Rodríguez Pons Diario El Nacional, 10-12-2006), y tienen que enfrentarse a una dura tarea de desmontaje del andamiaje político, económico y social anterior. Incluso contempla una fase de convivencia con el llamado orden burgués que sería, de forma supuesta, el que actualmente vive el país (Etapa I o de Plata, Dieterich, 2005). Desmontar ese andamiaje también significa otras muchas acciones de gran envergadura como el cambio del imaginario colectivo en cuanto a sus formas de concebir los modos de obtención de los bienes y servicios más elementales. Esto constituye un problema de Recursos Humanos. Dieterich parangona este proceso con el cambio de la “oruga a la mariposa”, metáfora que trata de ilustrar el cambio de mentalidad colectiva necesario para la instauración del sistema de equivalencias, uno de cuyos rasgos es la eliminación de los impulsos consumistas de la naturaleza humana (Dieterich, 2005, pag. 105). Esto también remite a la lexicología marxista empleada en otros países, por ejemplo en Cuba, cuando diversos intelectuales de izquierda se referían a la necesidad de crear un “hombre nuevo” en la isla antillana, que consistiría en la supresión de la conducta económica de fuerte inclinación al consumo como se conoce en Occidente, lo que en términos liberales se describe como los impulsos naturales generadores de riquezas y capacidad de consumo.

Sobre este tema, son interesantes las opiniones del economista Emeterio Gómez (entrevistado por Eduardo Riveros Quiroz, Diario Región, 14 de noviembre de 2006):

Mal puede aplicarse ningún criterio gerencial, cuyos criterios están concebidos sobre la base del valor de cambio, del dinero, de la rentabilidad, de la competitividad, de la acumulación de capital, criterios básicos de cualquier enfoque gerencial, por lo cual mal se puede conectar la gerencia como la concibe el mundo occidental con el Socialismo del Siglo XXI, montado sobre la variable del tiempo-trabajo y todos esos postulados que requerirían otro tipo de gerencia. Eso conecta con el otro elemento, el carácter radicalmente igualitario, en teoría, del Socialismo del Siglo XXI, la simple liquidación de la estructura jerárquica entre quienes tienen mayor o menor productividad, esa tabla rasa que iguala a los seres humanos y que requerirá algún tipo de “gerencia cooperativa”. Ese igualitarismo creo que liquida las posibilidades de la gerencia tal como se concibe en occidente. Habrá que crear un tipo de gerencia humanitaria y espiritual que no tiene ningún sentido en una gerencia montada sobre la idea de los diferenciales de productividad. (Pag 10).

Así, en el marco de los postulados del Socialismo del Siglo XXI será necesaria la simple reabsorción y transformación del personal más calificado en materia de gerencia,  que se verá enfrentado a un escenario totalmente distinto en que las más avanzadas  técnicas de capitanear empresas con fines de lucro deberán ser empleadas en un objetivo opuesto, el de la destrucción del lucro y del consumo. Esto describe, a grosso modo, otro de los rasgos fundamentales del Socialismo del Siglo XXI.

Expuesto lo anterior, es posible enlazarlo directamente con el tema de las Empresas de Producción Social como nuevas formas no especulativas de organizar la producción. Sin embargo, y pese al carácter científico y exacto de los teoremas de Dieterich, hasta ahora todo parece indicar que el propietario de las Empresas de Producción Social será el Estado, pues el documento “Acuerdo Marco de Promoción, Estímulo y Desarrollo de la EPS”, suscrito en septiembre de 2005 entre el Ministerio de Empresas Básicas y Minería, el Ministerio de Economía Popular (Minep), la CVG y Pdvsa, establece que será el gobierno el financista, sin hacer referencia en ningún parágrafo a la participación accionaria o a algún modo de propiedad de los trabajadores. El documento dice:

Las Empresas de Producción Social obtendrán financiamiento abundante, suministro de materias primas y su producción será adquirida por el gobierno, los trabajadores recibirán dos tipos de incentivos, los morales dirigidos a elevar su nivel de conciencia, y los materiales, los cuales no necesariamente deben incluir los de carácter monetario, consistirán en bonos o tarjetas para adquirir bienes en establecimientos del  gobierno” (es decir los referidos Certificados de Tiempo Trabajo). (Pag 3)

Como queda de manifiesto, entre los incentivos al trabajador no se incluye su participación en la propiedad de la Empresa de Producción Social, por lo que se supone que el propietario sigue siendo el Estado, lo que conduce a la inferencia de que se trata del ya clásico capitalismo de estado ensayado en diversos momentos históricos y en diversas latitudes, al cual se le añade el elemento nuevo de la Economía Planificada de Equivalencias (Dieterich,2006).

De forma más clara, el propio presidente de la república ha definido las Empresas de Producción Social de la manera siguiente (citado por Troudi en El Nacional 10-12-2006, entrevistado por Corina Rodríguez Pons).:

Son entidades económicas con significado propio, no alienado, auténtico, no existe en ellas discriminación social, ni privilegios en el trabajo. Hay igualdad económica entre sus integrantes, bajo el régimen de propiedad estatal o colectiva. (Pag D-8)

Al parecer, el primer magistrado equipara propiedad estatal al colectivismo, pues en el documento del MINEP no se establece que este último implique propiedad accionaria de los trabajadores ni él mismo hace referencia a ello. Sin embargo, es un aspecto a dilucidar claramente. Si estas empresas son el proyecto insignia del Socialismo del Siglo XXI conviene preguntarse sobre su viabilidad y sustentación más allá del corto y mediano plazo, y cómo se lograría esto. En primer lugar, la estructuración de las Empresas de Producción Social y las declaraciones de funcionarios al respecto, sugieren que se está replicando experiencias de protección indiscriminada (aseguramiento de materias primas  por parte del gobierno en condiciones favorables, créditos preferenciales, mercado cautivo por vía de las compras del gobierno, dotación de infraestructura, entre otras), lo que como se ha visto en experiencias similares anteriores crea un conjunto de ineficiencias, que se unen a la obligatoriedad de operar en un mercado de dimensiones reducidas, representado por la comunidad donde se instalen estas empresas, amén de implicar costos de producción considerablemente elevados toda vez que dichas empresas no tendrán escala de producción para disminuir sus costos medios, sin mencionar el reducido ámbito de mercadeo que significa concurrir a los sistemas de intercambio de la economía de equivalentes.

En tal contexto las Empresas de Producción Social, no muestran condiciones para resistir la competencia internacional o local en los productos que podrán elaborar y cuya disponibilidad la economía mundial y privada crea en favorables condiciones de costos y calidad. Dado el hipotético caso de que las Empresas de Producción Social estuvieran expuestas al mercado (como de seguro lo estarán no sólo por la vía el factor contrabando), les sería imposible competir, pero al estar protegidas de éste, se convertirían en un sistema autónomo y aislado donde el ciclo de acumulación de recursos culminaría con la producción y venta en un mercado local estrecho. 

Las proyecciones de crecimiento basado sólo en la sumatoria de factores de producción (como el financiamiento aportado por el Estado y el trabajo colectivista de parte de la comunidad) en sí mismo no es una garantía para el aumento sostenido del nivel de actividad económica si al unísono no se logra un mejor aprovechamiento de esos factores. Esto conecta nuevamente con el ámbito de la gerencia de vanguardia. Dado ese ciclo cerrado, autárquico, de producción dentro de un mercado limitado (el intercambio de equivalencias), es una incógnita estimar si las Empresas de Producción Social alcanzarían niveles de eficiencia y productividad aceptables aún echando mano de herramientas gerenciales de vanguardia como la Economía Gerencial para la Toma de Decisiones, la Política Empresarial y la Gerencia Estratégica ante la Mercadotecnia, la Contabilidad Financiera y la Contabilidad de Costos, la Administración en mercados locales y aislados, el Comportamiento Organizacional y Desarrollo de Recursos Humanos bajo la ideología socialista, la Calidad y la Competitividad aplicada a las Empresas de Producción Social.

En contraste con los planteamientos de Dieterich y los esbozos por parte del Minep de lo que será la estructuración de las Empresas de Producción Social, el economista José Guerra en su citado “Qué es el Socialismo del Siglo XXI” (2006), asoma algunos argumentos de la presumible inviabilidad económica de todo este proyecto, aunque no se adentra en el terreno más específico de las nuevas tecnologías y técnicas gerenciales. Sale al paso a uno de los principales elementos planteados, el de la eliminación de la propiedad privada, concepto primordial de la economía liberal, capitalista y de libre mercado, con el cual se elimina todo un orden social y una concepción secular de la vida en sociedad.

 Sostiene que al abolir todo ese orden, ya no será posible  hacer uso de forma legal de la iniciativa privada para producir bienes y servicios, por lo que podemos deducir que eso incluye a las técnicas de la gerencia contemporánea, o al menos su aplicación deberá descubrir formas nuevas, hallar nichos dónde no llegue la mano “visible” del Estado.

En lo que respecta específicamente a las Empresas de Producción Social, podría demostrarse o refutar que efectivamente habrá aplicación de herramientas de gerencia moderna, pero el experto citado sostiene que ellos lo será en su más mínima expresión y eso sólo en los procesos productivos, en investigación de operaciones, o en todo lo referente a las técnicas de determinación de los recursos necesarios para producir tales o cuales bienes. Todo lo anterior, sin embargo, será posible sólo en la Primera y Segunda Etapa (de convivencia con el orden burgués y la propiedad privada) de la implantación del la Economía Planificada de Equivalencias, ya que su fase final toda actividad económica, según el proyecto teórico, quedará reducida a la subsistencia e inclusive contempla la desaparición (además de la propiedad privada) del Estado (Dieterich, 2005), lo que pone de manifiesto el carácter radical de esta propuesta. De estas afirmaciones cualquier analista medianamente informado podría deducir que en realidad el Socialismo del Siglo XXI es en el fondo un proyecto que apunta en su fase ulterior a la instauración de la sociedad comunista. Por lo tanto, en la medida en que los cambios se anuncian profundos, de una forma u otra constituyen un espacio que podría definirse como “virginal”, por lo que todas esas herramientas de contabilidad, finanzas, análisis de costos de producción, deberán adaptarse o desaparecer en este nueva manera de calibración del trabajo, su remuneración e intercambio de ésta en el mercado de equivalentes. Construir los primeros esbozos de esa indagación es tarea necesaria.
Para finalizar el planteamiento del problema, conviene citar al autor austríaco Ludwing Von Mises en su Liberalismo (1923) donde queda de manifiesto que el tema de la búsqueda de los socialistas de una economía alternativa a la de mercado no es nuevo, ni tampoco lo es el tema de la equivalencia en pos de ese fin. “Sin propiedad privada de los medios de producción no puede haber mercado alguno donde se intercambien los bienes de capital, lo que supone la imposibilidad de la aparición de precios y, consecuentemente, del cálculo monetario. Los directivos de una sociedad enteramente socialista no podrán jamás reducir a común denominador los costes de producción de la heterogénea multitud de mercancías cuya fabricación programan. Esta dificultad no puede resolverse a base de contabilidad de ingresos en especies contra gastos en especies, pues no es posible calcular más que reduciendo a común denominador horas de trabajo de diversas clases, hierro, carbón, materiales de construcción de todo tipo, máquinas y restantes bienes empleados en la producción. Sólo es posible el cálculo cuando se puede expresar en términos monetarios los múltiples factores productivos empleados. Naturalmente, el cálculo monetario tiene sus fallos y deficiencias; lo que acontece es que no se sabe hasta ahora con qué sustituirlo. En la práctica el sistema funciona siempre y cuando el gobierno no manipule el valor del signo monetario; y, sin cálculo, no es posible la computación económica. He aquí por qué el orden socialista resulta inviable; en efecto, tiene que renunciar a esa intelectual división del trabajo que mediante la cooperación de empresarios, capitalistas y trabajadores, tanto en su calidad de productores como de consumidores, permite la aparición de precios para cuantos bienes son objeto de contratación. Sin tal mecanismo, es decir, sin cálculo, la racionalidad económica se evapora y desaparece” (Von Mises, Liberalismo, pag. 111, Biblioteca Austríaca, Unión Editorial, 4ta Edición).

Dado todo este panorama, es procedente delimitar el planteamiento problemático básico, como lo es verificar la viabilidad o inviabilidad operativa de las Herramientas Gerenciales de Vanguardia dentro de un nuevo contexto de relaciones productivas, el llamado Socialismo del Siglo XXI y sus principales unidades colectivas de generación de bienes y servicios, las Empresa de Producción Social, en la etapa  I y II del proyecto elaborado por los teóricos de la Revolución Bolivariana, Heinz Dieterich y Arno Peters, y por otro lado, Juan Carlos Monedero y Haiman El Troudi.

Tomando en cuenta lo anteriormente señalado, con esta investigación se pretende dar respuesta a la siguiente interrogante: ¿Cómo estaría determinado el nuevo comportamiento de la gerencia de vanguardia dentro de las Empresas de Producción Social en el marco del Socialismo del Siglo XXI?

En vista de la complejidad que presenta este nuevo escenario que pretende establecer el gobierno nacional en la República Bolivariana de Venezuela, se da lugar a la formulación de una serie de interrogantes con el propósito de lograr una mayor indagación en el objeto de estudio.
      
En resumen, se formulan estas interrogantes complementarias:
1)    ¿Pueden las Empresas de Producción Social administrarse con las herramientas de la gerencia de vanguardia?

2) ¿Cuáles son las razones por las cuales en una Empresa de Producción Social no se pueden aplicar  principios capitalistas?  

3) ¿Son compatibles los postulados básicos del Socialismo del Siglo XXI  (el cual pretende crear el nuevo hombre social ético) con la conducta económica histórica del ser humano?

4) ¿Cuales son las diferencias existentes en la gerencia de vanguardia y la gerencia según los postulados del socialismo del siglo XXI ?

5) ¿Existe en Venezuela el escenario con las condiciones propicias para crear las Empresas de Producción Social?


6) ¿Es el llamado Socialismo del Siglo XXI una utopía técnicamente inviable en Venezuela?


1.4  Los objetivos

1.4.1     Objetivo general

-Analizar el patrón de comportamiento de la gerencia de vanguardia en las Empresas de Producción Social en Venezuela en el marco del Socialismo del Siglo XXI.
1.4.2     Objetivos específicos


1)    Establecer las diferencias existentes entre los principios que propone un sistema capitalista y los que propone un sistema socialista. 

2)    Analizar la posibilidad de hacer uso de las herramientas gerenciales de vanguardia dentro de las Empresas de Producción Social diseñadas como unidades productivas del llamado Socialismo del Siglo XXI.

3)    Determinar las herramientas gerenciales de vanguardia que serán aplicadas al esquema económico colectivista que pretende el socialismo del siglo XXI.

4)    Identificar las razones por las cuales no es viable la aplicación de principios capitalistas dentro de las EPS.

5)    Establecer la identidad o incompatibilidad del nuevo hombre social-ético con la conducta económica histórica del ser humano.

6)    Identificar las diferencias concretas entre la gerencia de vanguardia respecto a los postulados del Socialismo del Siglo XXI.

7)    Detectar si existe en Venezuela el escenario con las condiciones propicias para el establecimiento de las Empresas de Producción Social.





1.4.3     Justificación


La justificación de esta propuesta de tesis es obvia, ya que se trata de examinar la viabilidad de un proyecto económico que se tratará de aplicar en un sistema productivo que afecta a un conglomerado humano de más de 26 millones de individuos, de allí su importancia nacional y regional, e inclusive internacional, dado el proyecto de “exportar” esta revolución a otros países de Latinoamérica. Desde el punto de vista de las ciencias sociales, indagar sobre el Socialismo del Siglo XXI es necesario, dado que es una propuesta inédita, que será en lo sucesivo el tema fundamental de la política venezolana, en vista de que se acaba de reelegir a Hugo Chávez Frías como presidente para los próximos seis años, quien es a su vez el principal impulsador de esta teoría. Por último, diagnosticar el comportamiento de las Empresas de Producción Social al ser sometidas, de forma teórica, al tamiz de las técnicas de gerencia de vanguardia y viceversa, podría arrojar nuevas luces sobre las posibilidades de éxito o fracaso de esta propuesta económica de la revolución bolivariana, lo que constituye una experiencia de suma utilidad pública como contribución al debate que sobre el tema se producirá en los próximos años. El motivo fundamental que decidió la escogencia de este tema es una inquietud acerca del presumible “divorcio” de las escuelas de negocios y/o de gerencia respecto a la realidad venezolana actual, en las que se sigue estudiando las técnicas de gerencia más actualizadas, sin tomar en cuenta el entorno político que se vive en el país, que propone un nuevo orden social (un socialismo con características radicales) que a simple vista pareciera estar en oposición con el objeto de  estudio de las escuelas de negocios, que es, grosso modo, el lucro. 













 1.3 Marco Teórico

1.3.1 Antecedentes

Aquí es necesario observar que en algunos  países bajo regímenes socialistas ya hay antecedentes de la aplicación de estas herramientas de gerencia por los gobiernos, exclusivamente, ya que en el fondo son sistemas clasificables como capitalismo de Estado, lo que implica que sí existen empresas abocadas a la producción de beneficios,  sólo que es sólo una élite en el poder la que tiene acceso al campo de trabajo donde son aplicables  estas herramientas.

Por citar el ejemplo más cercano, en el caso de Cuba, en su supuestamente exitosa industria hotelera, es el Estado quien controla todo para el servicio de los turistas (las fuerzas armadas cubanas)  mientras que los trabajadores nativos reciben la línea de acción desde “arriba”, y los hoteles no compiten entre sí pues todos son propiedad del Estado, es decir, Cuba compite sólo externamente como destino turístico, mientras está vedada a cualquier cubano la creación de su propia infraestructura turística que llegue a competir con las del Estado.  Es decir, cuando el Estado maneja bajo un sistema monopólico toda esa industria, cumple con el sistema de producción capitalista, aunque internamente no deja fluir otros capitales ya que no es lícito la iniciativa privada, por lo que ningún individuo o grupo de individuos puede realizar un análisis de costos con las herramientas de contabilidad de costos o hacer un análisis financiero con las herramientas financiera porque el aparato jurídico instaurado en ese país no permite el desarrollo de la propiedad privada. En Cuba, sencillamente, no existen escuelas de negocios donde se enseñen las técnicas del éxito empresarial competitivo. Cuando se elimina la propiedad privada se elimina automáticamente el mercado porque este sólo existe si hay propietarios no sólo un propietario. En los Estados como el cubano se habla de socialismo pero en términos reales se trata de capitalismo de Estado. Internamente no hay mercado porque no hay pluralidad de propietarios y por tanto muere la competencia y la gerencia competitiva deja de tener sentido porque no hay con quien competir, a no ser con el Estado mismo, pero este lo impide a su vez actuando como monopolista de toda la economía.

En la social democracia o socialismo reformista, que acepta la propiedad privada, se plantea que el Estado también debe participar del mercado pues no se le puede dejar sólo a los privados en detrimento de las sectores de la población desposeídas (intervencionismo); en este sistema también llamado mixto es obvio que tienen vigencia las técnicas gerenciales pues existe la propiedad privada y la coexistencias de empresas privadas con las del sector oficial.

Hay otros antecedentes obvios e insoslayables. Así, bien es cierto que algunas voces expertas podrían plantear que dentro de los experimentos del socialismo real ha habido experiencias de planificación de relativo éxito, como lo fue el gran crecimiento económico en algunas etapas de la historia de la URSS, aunque a costa de los factores trabajo (aumento obligado de la jornada laboral) y el ahorro forzado vía racionamiento. Paul Krugman lo expresa de esta manera: “lo que en realidad se encontró fue que el crecimiento económico estuvo basado en un aumento de los factores capital y trabajo. La tasa de aumento de la eficiencia siempre estuvo por debajo de las economías occidentales. En realidad, según algunas estimaciones, fue casi inexistente” (Paul Krugman, 1996, The Mith Of Asia’s Miracle).

Ya en el caso más específico del Socialismo del Siglo XXI y las Empresas de Producción Social, un antecedente teórico insoslayable es “Empresas de Producción Social, instrumento para el Socialismo del Siglo XXI” (2006) de Haiman El Troudi y Juan Carlos Monedero, donde se especifica de manera minuciosa cómo está planteado el funcionamiento de las Empresas de Producción Social. Por último, también recurriremos a una amplia nomenclatura de autores sobre temas de gerencia contemporánea para aclarar los conceptos de cada una de las herramientas a ser analizadas. 



1.5 Metodología

La metodología a usar corresponde al sistema de origen marxista conocido como dialéctico, que como se sabe consiste en interacción entre una tesis y una antítesis que arrojan una síntesis del tema tratado.  


1.4.1  Diseño de investigación

a.-  Tipo de investigación
Este trabajo se encuadra metodológicamente dentro de lo que llamamos investigación documental, ya que propone el estudio de un problema con el apoyo de fuentes bibliográficas y documentales. Citamos algunos autores que respaldan dichos argumentos:

Fidias G. Arias, (Año 2004): “Es un proceso basado en la búsqueda, recuperación, análisis, crítica e interpretación de datos secundarios, es decir, los obtenidos y registrados por otros investigadores en fuentes documentales; impresas, audiovisuales o electrónicas. Como toda investigación, el propósito de este diseño es el aporte de nuevos conocimientos”.

Mendez A. Carlos A. (Año 2001) “Las monografías e investigaciones bibliográficas que buscan construir un marco teórico de referencia, o las orientadas al análisis de los modelos teóricos. Los trabajos genéricos referidos a la teoría de mercados, producción, finanzas, administración del recurso humano, moneda y banca, comercio exterior, microeconomía, macroeconomía, hacienda pública, auditoría, revisoría fiscal, costos, estados financieros, etc. Son ejemplos que por su contenido, más de tipo teórico, pueden constituirse en estudios exploratorios. (Cómo se elabora el proyecto de investigación, Consultores Asociados,)
 

b.-   Niveles de investigación
Se presenta en un nivel de investigación descriptivo, ya que el tema específico del socialismo del siglo XXI aun no ha generado una gama de investigaciones y referencias científicas por lo cual nos proponemos describir lo más adecuadamente posible todos los conceptos y principios que el tema contenga.

c.-  Fuentes de información
Las fuentes de información corresponden a fuentes secundarias, ya que la literatura existente sobre las Empresas de Producción Social, bien sean libros como los ya antes mencionados, así como también documentos oficiales publicados por el MINEP y PDVSA, amén de entrevistas ubicadas en diarios de circulación nacional que contengan información útil para el desarrollo de esta investigación.








1.4.2  Técnicas e instrucciones de recolección de información:

a)    Revisión documental:
Se pretende hacer una exhaustiva investigación documental, apoyando el uso de teorías en los textos que sobre el tema están al tapete en la actualidad. Hay que resaltar que sobre el tema específico el socialismo del siglo XXI no existe gran cantidad de documentos al respecto, pero es interesante que la mayoría existente se refieren al caso venezolano, por ser este país el globo de ensayo de las teorías propuesta por Dieterich en relación al Socialismo del siglo XXI.
                                                       




CAPITULO II

 

Aspectos Generales del Socialismo del Siglo XXI. Orígenes, características, principios y postulados



2.1 Concepto del Socialismo del Siglo XXI.

El creador del concepto y la etiqueta del Socialismo del Siglo XXI es Heinz Dieterich Stephan, profesor e investigador de larga trayectoria en la Universidad Autónoma Metropolitana de México (UAM), núcleo Xochimilco, centro de estudios que goza del  prestigio de ser albergue del izquierdismo más radical de ese país, desde donde irradia sus ideas a todas la región. A decir de la periodista venezolana Cristina Marcano, quien lo entrevistó para el diario El Nacional, Dieterich es tan conocido en los círculos académicos de ese y otros países latinoamericanos, como desconocido para la mayoría de los mexicanos y más aún de los venezolanos, entre quienes su nombre no forma parte del debate político cotidiano de la colectividad. Nacido en la Alemania Occidental en 1943 estudió en la Universidad de Frankfurt y realizó su doctorado en Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad de Bremen, en dónde estableció amistad con intelectuales como sus compatriotas Arno Peters, el matemático Carsten Stahmer y el físico cubano Raimundo Franco, entre otros, quienes juntos crearon lo que dieron en llamar la Escuela de Bremen, cuna de la teorética del Socialismo del Siglo XXI. Es decir, Dieterich es uno más de los intelectuales de la Escuela de Bremen, quizás el más connotado en términos de mayor difusor de sus


trabajos. “Radicado en México desde hace 30 años y dedicado a la academia, sus investigaciones lo han llevado a establecer estrecho contacto, además, con Noam Chomsky, emblema de los intelectuales estadounidenses de izquierda, con quien escribió el libro La sociedad global” informa Marcano en el texto mencionado. 

Dieterich, en todo caso única persona a quien corresponde el mérito de haber acuñado el hoy famoso rótulo de “Socialismo del Siglo XXI”, que ha trascendido el ámbito académico de Bremen y de México para convertirse en un postulado global, sostiene dos líneas de pensamiento fundamentales, en el terreno de la política y de la economía, respectivamente. Una, que el fracaso del socialismo del siglo XX, sobre todo en la ex Unión Soviética, se debió a errores humanos y a la carencia de la tecnología necesaria para crear una economía verdaderamente socialista, lo que no invalida al socialismo como búsqueda humana, por lo que debe ser inventado un “nuevo socialismo”, adaptándolo a las condiciones del siglo XXI, y aprovechando la tecnología hoy presente, sobretodo en el área de la informática. En segundo término, que América Latina sólo podrá desarrollarse si se libera del imperialismo norteamericano, organizándose como un bloque regional de poder (teoría del desarrollismo interno o endógeno) y adoptando el “nuevo socialismo” en una segunda etapa. Aquí se hace necesario reiterar que efectivamente el aporte novedoso de Dieterich a través de esta teoría, es la propuesta de creación de una economía nueva, diametralmente opuesta al capitalismo, diseñada especialmente para quebrar la lógica reproductiva capitalista y para crear una organización humana más solidaria, y esta nueva economía es la del Intercambio de Equivalentes, o Economía Planificada de Equivalentes (EPE), que según sus postulado da al traste con el mercado, los precios y los impulsos consumistas del ser humano. La propuesta surge como necesidad de llenar un vacío dejado por Carlos Marx, puesta de manifiesto en el experimento socialista de la Unión Soviética. Marx, quien pese a la vastedad e importancia de su amplia obra de crítica del capitalismo, no creó una teoría sobre lo que debería ser la praxis económica en la nueva sociedad que según sus postulados debía superar, según el llamado Materialismo Histórico, a la organización social capitalista. Es decir, no existe una economía post capitalista, a excepción de la estatización de los medios de producción, que, como reconoce el propio Dieterich, sólo reproduce la organización operativa del capitalismo con nuevo patrono, el Estado, pero trae aparejados problemas de baja productividad que no contiene el capitalismo a secas, amén de nuevos modos de “explotación” humana quizás más cuestionables que los del sistema que trata de superar. Dieterich señala que en la nueva economía (Economía Planificada de Equivalencias), los intercambios humanos estarán basados en el valor de los bienes medidos a través del tiempo trabajado y el valor de su “uso” y no sobre el valor de cambio subjetivo (precios) como ocurre en el sistema capitalista. Así mismo, el tema de la cibernética es muy importante para Dieterich porque el Valor del Trabajo incorporado en los objetos será medido de forma milimétrica por programas informáticos incorporados a las Empresas de Producción Social (EPS), donde en una fase ulterior de su implantación ocurrirán todos estos cambios radicales que concretarán la realización del Socialismo del Siglo XXI. Ese es, en una síntesis apretada, el concepto innovador del Socialismo del Siglo XXI, que es sin duda la única elaboración teórica sistemática que da sustento a la propuesta de cambio de la Revolución Bolivariana.  



2.2 El modelo de Dieterich. Orígenes

El discurso y las teorías de Dieterich convencieron al presidente venezolano Hugo Chávez Frías. La comunicadora Cristina Marcano informa en el texto antes mencionado que el primer encuentro formal entre ambos políticos tuvo lugar en Miraflores, en 1999, por vía del ex canciller Alí Rodríguez Araque, amigo de Dieterich, quien organizó la primera cita, por petición del alemán. El presidente venezolano, según informa el propio Dieterich en diversas entrevistas, también había expresado su interés por conocerlo. Así, desde 1999 y hasta la presente fecha, Dieterich ha venido a Venezuela en nueve ocasiones, en las que ha recorrido buena parte del país difundiendo sus teorías, y ha hecho “amistades políticas clave” como la que sostiene con el ex comandante del Ejército, general Raúl Isaías Baduel, pilar fundamental de la estructura política de la Revolución Bolivariana, que recientemente prologó una nueva edición del citado libro recomendando “su distribución en escuelas, universidades, sindicatos, fábricas, hospitales, comunidades campesinas, consejos comunales, y en fin en todos los espacios donde hace falta generar debate y sana discusión sobre el socialismo que queremos construir”  en la cual expresa textualmente (prólogo del libro Hugo Chavez y el Socialismo del Siglo XXI, Editorial Monte Avila, 2007):         

Como bien lo señala Heinz, sin ciencia no se puede construir el socialismo. ‘No existe ciencia sin hombres de ciencia y no existirán hombres de ciencia si no los formamos desde ya, de acuerdo al perfil, no solo técnico y profesional, sino humano, moral, ético y revolucionario que necesitamos para implementar, al fin, una economía basada en el valor objetivo de los productos y donde los salarios se equiparen al valor objetivo agregado a esos productos. El reto es enorme y debemos empezar ya. (Pag. 13)

De allí surge lo que se califica como marxismo-dieterismo-chavismo, que responde al entronque de tres vertientes:  un aspecto de la Teoría del Valor de Carlos Marx, corregida y aumentada por la Escuela de Bremen representada por Heinz Dieterich, quien le incorpora la nueva economía socialista ya citada (que sólo tiene parangón en la economía cubana de antes de la apertura al capital privado luego del llamado Período Especial, iniciado a partir de la disolución de la Unión Soviética en 1991) y que va a ser implantado en la Venezuela de los próximos años, por el presidente Hugo Chávez Frías, quien le añade su visión sincrética de los idearios de Bolívar, Rodríguez y Zamora, que consisten básicamente en una estimación ultra nacionalista y antiimperialista de la historia latinoamericana. Por eso diversos académicos interesados en este tema, han acuñado la denominación marxismo-dieterismo-chavismo.



2.3 Teoría del valor trabajo

Marx, en tres ideas fundamentales del Tomo I de El Capital, sostiene que:

1)    El trabajo es la fuente exclusiva del valor de las mercancías. Esto es, que el empresario capitalista, el que genera la idea de producir un cierto bien, aporta el capital, dirige el proceso y asume los riesgos, no genera valor.
2)     Que las mercancías se intercambian en el mercado en “proporción al tiempo de trabajo socialmente necesario que contienen”. Esto es, que el precio está determinado por el valor–trabajo, y no como establecen las reglas del mercado capitalista, de acuerdo al valor que los consumidores y productores asignen a cada producto (Valor de Cambio), con un elemento subjetivo significativo, que constituye el libre juego de la oferta y la demanda.
3)     Que como la fuente exclusiva del valor es el trabajo, entonces el ingreso que recibe el capitalista por invertir el capital, asumir los riesgos y dirigir el proceso, es un valor (plusvalía o profit) que éste le expropia al obrero. Se trata de la idea marxista de la explotación del hombre por el hombre y la alienación (concepto este último de dónde nace la idea de la necesidad de un Hombre Nuevo, no alienado, no explotador ni explotado).



Este iluminador esquema sobre la Teoría del Valor Trabajo en Marx es aportado por el ya citado economista venezolano Emeterio Gómez, quien además sostiene, en un artículo publicado en el diario El Universal (09/09/06) que Marx no demostró científicamente esas tres ideas. “La prueba científica de las tesis del Tomo I de El Capital estarían contenidas en el Tomo III, pues Marx  anunció que allí demostraría cómo es que ‘los valores–trabajo se transforman en precios’”, apunta Gómez (loc. cit.). Añade que en dieciséis años de vida subsiguiente el autor de El Capital no terminó de publicar el Tomo III. Es a partir de estos tres postulados que, en una especie de continuación de la obra de Marx, su compatriota Heinz Dieterich retoma esta embrionaria propuesta marxista y elabora la teoría del Valor Trabajo y la Economía Planificada de Equivalencias, lugar donde concurrirán las mercancías valoradas únicamente según el tiempo de trabajo “incorporado” a las mismas, evitando la formación de precios que es el factor a partir del cual se ordena toda la cultura capitalista, rechazada por Dieterich y buena parte de las tendencias políticas de raigambre marxistas.


2.4 Mercados de Intercambios de Equivalencias

Según Dieterich, la equivalencia sería garante de la justicia social, pues esta asegura que la plusvalía, plus producto o profit será eliminado como factor de explotación del trabajo. Asegura que el principio de la equivalencia significa que los intercambios de bienes, servicios y de la fuerza de trabajo se realice por valores iguales (tiempos de trabajo invertidos en su generación), con lo que el nuevo patrón de intercambio será el tiempo (time inputs, según el lenguaje técnico de este autor), para lo que es necesario aplicar una nueva contabilidad (contabilidad de equivalentes) que use este nuevo marcador. Sin embargo, debido a las estructuras heredadas del capitalismo (la diferencia entre el trabajo complejo y el simple; la división nacional e internacional del trabajo; los privilegios del trabajo intelectual frente al trabajo manual y la desigualdad de los términos de intercambio internacionales), este principio tiene que “ser manejado con realismo y flexibilidad al principio de la transición socialista, para no poner en peligro la estabilidad de la revolución (etapa actual)” señala (ob. cit.). De allí proviene la división de este proceso en varias etapas, hasta ahora tres (de bronce, plata y oro), que son sin embargo susceptibles de ser modificadas sobre la marcha.

La cibernética, es uno de los nódulos centrales del mercado de equivalencias. Según esta teoría, el problema más importante a ser resuelto en la implantación del Socialismo del Siglo XXI es
la valorización y contabilidad mediante el valor (tiempo de trabajo contenido en un producto); estos elementos sumados a la equivalencia en los intercambios generaran una economía justa, sin explotación. “No solucionan, sin embargo, el problema de la función informática o cibernética del precio” advierte Dieterich. Entonces ¿cómo se resuelve en la nueva economía socialista el papel del precio como facilitador y organizador de las decisiones económicas individuales que permiten la coordinación adecuada de la producción, distribución y del consumo? Insiste Dieterich al responder esta pregunta que en el contexto de una posible implementación de la economía socialista en Venezuela, a partir del presente año del 2007, sería a través del establecimiento de la contabilidad socialista del valor, usada transitoriamente en paralelo con la contabilidad ya existente que usa el precio como patrón de medida. Es decir, nuevamente el binomio Tiempo-valor contrapuesto a precio. Esto significa que se registran todas las transacciones internas y externas de la empresa en términos de insumos de tiempo (time inputs). Según Dieterich, dado que todo proceso productivo se basa en el factor (vector) tiempo, los valores que subyacen a los precios, podrían “extraerse” con suma rapidez y sin afectar las operaciones normales de la empresa. Sugiere que se podría realizar esta operación también mediante el equivalente monetario del valor, método que proponen sus colegas de la Escuela de Escocia (otro círculo de estudios marxistas europeo también afín a Dieterich y al Socialismo del Siglo XXI, entre quienes se cuentan el economista Allin Cotrell y el experto en computación Paul Cockshott, quienes por cierto visitaron Venezuela en 2006), “dado que varios estudios recientes indican una correlación estadística del 97 por ciento entre los precios de mercado (valor de cambio) y el valor (del tiempo de trabajo invertido en determinado producto)” (ob. cit, pag 121) afirma también Dieterich, algo que se muestra a simple vista como una contradicción pues si existe tal correlación entonces la transformación de la economía de precios a la de equivalentes sería superflua.

Ya hablando en términos de “realpolitik”, Dieterich asegura que en una etapa de “prueba”, para evitar un innecesario conflicto con la empresa privada hasta ahora establecida en Venezuela, sólo se impondría esta nueva contabilidad en las empresas del Estado, de preferencia una empresa altamente tecnificada, por ejemplo, Alcasa o Venalum (transformadas por supuesto a la razón social Empresas de Producción Social). Una vez evaluados los parámetros respectivos en valores (y no en precios), se extiende la metodología a otras empresas estatales, por ejemplo, una generadora de electricidad. Cuando se conozca el valor unitario del aluminio (por ejemplo, de una tonelada de aluminio) y de la electricidad (por ejemplo, de un megavatio), además de tener los precios unitarios respectivos, se puede sustituir gradualmente el intercambio tradicional por precios de mercado mediante el intercambio por valores, y una utilización flexible del principio de equivalencias. Añade que también se puede iniciar el intercambio entre la empresa del Estado (propiedad estatal) y las Empresas de Producción Social (propiedad social) que hayan adaptado el doble sistema de valorización. Con ello se va estableciendo la dualidad de la economía socialista y de la economía de mercado en Venezuela, para generar conciencia sobre las dos lógicas económicas diferentes, y resaltar los contrastes. Así lo expresa dieterich:

Los envases de los productos llevarían el valor y el precio, es decir, la valorización objetiva y la subjetiva, la socialista y la burguesa. Esto transparentaría los dos tipos de relaciones de producción que coexisten en la economía venezolana y contribuiría a incentivar a los ciudadanos a indagar y participar a nivel de mercado en la transición de la economía (ob cit., pag. 134)

Afirmación a la cual se podría añadir, paralelamente, que quizás la prueba también podría contribuir a hacer ver a los ciudadanos y a las autoridades la probable inviabilidad del proyecto. Continúa Dieterich afirmando que se establecería de esta forma una primera esfera de producción y una esfera de circulación socialista dentro del seno de la economía capitalista de mercado en Venezuela. Estando la propiedad productiva más importante del país en manos del Estado (PDVSA, CVG, electricidad, telecomunicaciones, Mercal, Banco Central, el Estado mismo) y, en menor grado, en 127.000 cooperativas, la nueva economía postcapitalista puede crecer hasta volverse dominante dentro del país, sin necesidad de tocar la propiedad del capital privado, salvo en los casos de las estatizaciones ya iniciadas a principios de 2007. En estas empresas, los trabajadores obtendrían, además de los incentivos morales ya comentados, pagos en certificados de tiempo de trabajo, los cuales les servirían para obtención de bienes y servicios (agua, electricidad, mercal) en los mercados de equivalentes creados exclusivamente para ellos.

En resumen y en forma esquemática, la Economía Planificada de Equivalencias funcionará estableciendo una contabilidad en tiempo-trabajo en las empresas del Estado y en las Empresas de Producción Social, que transarán entre sí con este nuevo Valor, y así mismo pagarán (si el término es válido dentro de este nuevo esquema económico) a sus trabajadores en Certificados de Tiempo Trabajo, que podrán ser canjeados en Mercal y otros centros de acopio de bienes (mercados de equivalentes), así como también servirán para pagar servicios provistos por las empresas del Estado, con lo que se eliminan los precios y la explotación a través de la plusvalía (en el estado Yaracuy ya se ha comenzado con un experimento de este modelo, siendo la llamada “Lionza” el nombre que para esta localidad se le a asignado a los certificados de trabajo destinados al trueque). Esto por supuesto en una etapa avanzada del llamado “proceso” ya que como se ha dicho en un principio se planea hacer experimentos en zonas específicas y aisladas del país con los Certificados de Tiempo Trabajo (el famoso trueque), ya que como se ha informado en la primera etapa de la construcción de este entramado socialista las Empresas de Producción Social funcionarán como cualquier otra empresa, sólo que la propiedad puede ser colectiva o Estatal y cuya característica más resaltante es que la Empresa de Producción Social tiene un compromiso más acentuado con la comunidad donde operen, a la cual aportarán al menos un porcentaje significativo de sus ganancias (aún sin especificar), lo que visto objetivamente funcionará como un impuesto más, como se verá en el capítulo correspondiente a las Empresas de Producción Social. 



2.5 El nuevo hombre social-ético-estético del socialismo del siglo XXI.

Según el propio presidente de la República, Hugo Chávez Frías, en su alocución semanal Aló Presidente de fecha 26 de febrero de 2007, la construcción de un modelo socialista viene acompañada de una transformación, de manera estructural, de todo el cuerpo que sustenta a la sociedad, para lo cual debe existir un equilibrio entre la praxis y la teoría revolucionaria para que los antiguos vicios que provengan del antiguo modelo social no invadan y afecten el nacimiento de la nueva sociedad, es decir, “la génesis del Hombre Nuevo”, dijo textualmente en ese programa, cuya trascripción se puede obtener fácilmente a través de cualquier buscador de Internet, con sólo colocar el nombre del espacio radiotelevisivo y su fecha.
Según diversos autores, la idea del Hombre Nuevo, uno de los nudos centrales de la teoría marxista, proviene originalmente del concepto de alienación o enajenación, utilizado por primera vez por Hegel para referirse a la negación o alteración de una realidad inicial: la idea se niega como tal y deviene cosa. Según Ludwig Feuerbach, filósofo contemporáneo de Marx y Engels, la alienación consiste en la deshumanización o negación del ser humano. En Marx, refiriéndose a la situación del obrero en concreto, la enajenación o alineación es la situación de explotación constante, en el trabajo, del hombre por parte del hombre. Paralelamente Marx también habla de la alienación económica, que consiste en el hecho de que los humanos, en la realización de su trabajo, se “deshumanizan”, se “desposeen de sí mismos”, se transforman en cosa, en algo ajeno al realizar un trabajo con el cual no se identifican, perdiendo el sentido original de acto de vida que tenía todo trabajo para el hombre de la sociedad primitiva o pre-capitalista. Según el marxismo, en ésta el trabajador sufre una doble enajenación. Aquello que crea no sólo no le pertenece sino que, al convertirse en capital, deviene instrumento de su propia explotación, es decir, el obrero fabrica el medio de su explotación. Además, el acto mismo de trabajar, con sus condiciones infrahumanas, es un acto enajenante o alienante, no desarrolla sus capacidades intelectuales y espirituales sino que deviene una pieza más, fácilmente substituible, del engranaje productivo. Estas teorías son las que dan cabida a la necesidad de un Hombre Nuevo según la doctrina marxista, retomada por Heinz Dieterich en el capítulo El Nuevo Sujeto Racional Ético-Estético (pag.130) de su El Socialismo del Siglo XXI. 
Dieterich no calca exactamente este concepto del Hombre Nuevo del Marx, sino que lo reconvierte, aceptando que en ninguna etapa de la humanidad, ni por las religiones ni por las filosofías, se ha logrado construir en la realidad ese mito del Hombre Nuevo, por lo que lo trasforma en otra concepción un tanto más compleja en tanto que más realista y construye la tesis del hombre racional-ético-estético, que es el correlato humanista de su Socialismo del Siglo XXI, y que deberá ser logrado por vía de la nueva educación y las nuevas instituciones socialistas.
Según Marx, las crecientes fuerzas productivas y la revolución proletaria coadyuvarían al advenimiento de un estadio de la humanidad donde los hombres dejarán de ser egoístas como fruto y efecto de un nuevo orden económico que se producirá al eliminar la apropiación privada de los medios de producción, fuente del egoísmo humano, o en palabras del presidente Hugo Chávez “los vicios del antiguo modelo”. En este nuevo paradigma utópico, ya no habrá clases sociales, ni miseria y, en consecuencia, se "extinguirán" las pulsiones negativas del hombre, por innecesarias para la sobrevivencia. Como intelectual racionalista, Karl Marx creía en un nuevo orden humano nacido de la aplicación de una supuesta ley, clave de la teoría económica creada por él: su reiterada tesis de que la raíz de la alienación está en la economía y el mal en la apropiación privada de los medios de producción. Una vez eliminada ésta, los nuevos hombres nacen y se desarrollan sin egoísmo y la conciencia humana no tiene que luchar contra el mal, pues el amor natural (no la ética) sustituye al odio y la abundancia material a las privaciones del pasado. Como se ve, las diferencias conceptuales con Dieterich son casi inexistentes, excepción hecha del tema de la ética aprendida en las escuelas, que en éste será el paso del gusano a la oruga, mientras que en Marx sería la abundancia material lo que dejará de lado las pugnas económicas ancestrales.
Es decir que a través de la nueva educación socialista, se pretende crear un nuevo actor social, que se puede describir como un individuo desprovisto de egoísmo, inclinado a la solidaridad con sus semejantes y, principalmente, carente de afán de lucro, algo sobre lo cual todo dato histórico señala que hasta ahora ninguna revolución de corte marxista-leninista ha logrado crear, pues en los sistemas económicos que han abrazado este modelo se reproducen las mismas tendencias al consumo y a las mismas manifestaciones históricas de las reglas de intercambio humano, solo que a escalas más restringidas. En síntesis, la teoría del nuevo sujeto social-ético-estético, con pocas o ninguna diferencia del Hombre Nuevo soñado por Ernesto (Che) Guevara, consiste en la priorización de la solidaridad altruista y desprendida entre los seres humanos, lograda a través de una nueva educación consistente en la renuncia a la codicia material y la valorización de una estructura ética que se construirá en cada individuo, algo que a todas luces se avizora como a contracorriente todos los presupuestos ideológicos de lo que son las técnicas de la gerencia contemporánea en lo tocante a Recursos Humanos, en la que es el incentivo al afán de mejoría económica y social es lo que da pie a todas las técnicas de mejoramiento profesional de los trabajadores.

Para una definición más exacta del Hombre Nuevo, es útil revisar la que ofrecen El Troudi y Monedero en su “Empresas de Producción Social, instrumentos para el Socialismo del Siglo XXI”:
1.- Es ético y moral. 2.- Tiene conciencia de clase. 3.- No es individualista. 4.- No es egoísta. 5.- No es dogmático(a). 6.- No es sectario(a). 7.- No es racista. 8.- No es consumista. 9.- No es autoritario(a). 10.-No es intolerante. 11.- No trata a los demás como mercancía.12.- Promueve la unidad en la diversidad.13.- Promueve el trabajo digno.14.- Practica la igualdad entre los seres humanos 15.-Es, ante todo, revolucionario(a). 16.- Es justo(a). 17.- Es solidario(a) y practica la reciprocidad. 18.- Es participativo(a). 19.- Labra su cultura y está en perenne proceso de formación. 20.- Es dedicado(a). 21.- Es organizado(a) y disciplinado. 21.- Es responsable. 22.- Es humilde. 24.- Es desinteresado(a). 25.- Es apasionado(a). 26.- Es humanista 27.-Fomenta el internacionalismo. 28.- Es crítico y autocrítico. 29.-No es adulador. 30.- Es honesto(a) e incorruptible. 31.- No es clientelista ni practica el grupalismo. 32.- No es burócrata ni legitimador del burocratismo. 33.- Es eficiente. 34.- Amante y defensor(a) de la libertad. 35.- Milita en las causas medioambientales. 36.- Es un ser sociable. 37 Lucha contra la alienación en todas sus formas y manifestaciones. 38.- Administra el ocio en términos productivos y liberadores. 39.- Practica la libertad de creencias y cultos. 40.- Da a la sociedad lo que puede y espera recibir de ella lo que necesita. 41.- Lucha contra todas las formas de explotación y opresión. 42.- Liberador y liberado de la pobreza y la miseria. 43.- Combate la exclusión. 44.-Es creativo. 45.- Practica la igualdad de género. 46.- Es un intelectual orgánico. 47.-C 26omete errores y sabe rectificar. 48.- No se conforma con interpretar la realidad, la transforma.
 A este respecto, cabe un pequeño comentario. Sin duda estas cualidades son deseables en los seres humanos, solo que son irreales; un mundo constituido personas con esas características dejaría de ser humano para parecerse más al de los ángeles de las mitologías cristianas.






2.6 Fundamentos teóricos que determinan la aplicación de la doctrina socialista en Venezuela.


La principal característica de la teoría que domina la aplicación del Socialismo del Siglo XXI en Venezuela es la dispersión y diversidad de conceptos, cuando no simple confusión, entre los muchos teóricos que alimentan la polémica y pretenden contribuir con el gobierno en la definición de qué es el “Socialismo del siglo XXI”.  La propuesta del Ejecutivo es un llamado colectivo a aportar ideas para fundar la teoría del Socialismo del Siglo XXI, pero hasta ahora lo más sustancial de esa definición se queda en el ámbito de las Empresas de Producción Social, que como se ha visto, tampoco están todavía bien delineadas. Dicho en forma sencilla, aun no se ha resuelto cómo se resolverá el paso de la lógica capitalista de dirigir empresas lucrativas, a una nueva lógica socialista que supere al capitalismo, no reproduzca el viejo capitalismo de Estado, y sea capaz de crear bienes y servicios en cantidad y calidad. Las Empresas de Producción Social son el primer motor de esa propuesta, como lo señala claramente El Troudi en su libro sobre las Empresas de Producción Social.

“¿Quién salvará a Marx de los marxistas?”, se pregunta el propio Heinz Dieterich, cuando hace referencia a esta confusión de tendencias de izquierda que hacen vida en el seno de las instituciones del gobierno. Entre una infinidad de autores, podría decirse que los matices van desde los socialistas que creen en el mercado capitalista y su tendencia de izquierda es cuestión de variación de intensidades en los criterios sobre la necesidad de acentuar la responsabilidad social empresarial, las empresas de capital mixto, la mayor tasa impositiva para obras sociales, y cuestiones sociales de escasa incidencia económica como el aborto, la participación de la mujer, etcétera. Entre estos socialistas podrían contarse teóricos como el ya citado filósofo Rigoberto Lanz, quien evalúa de una forma duramente crítica lo que han sido las experiencias reales de la aplicación histórica del marxismo, sobre todo en al Unión Soviética y Cuba; estos son los que la prensa nacional ha dado en llamar, en tono coloquial, el chavismo ligth.

Por otro lado está el ala radical, que tiene una visión marxista-leninista de la revolución bolivariana, y que propugna la implantación de un sistema económico que destierre de la legislación vigente la propiedad privada, profundice la estatización de todas las empresas productivas del país, y se clausuren los medios de comunicación privados críticos al gobierno. Es a esta rama a la que más se aproxima la postura de Heinz Dieterich, aunque con algunas matizaciones más específicas, pues el teórico alemán-mexicano ve este proceso de manera más metódica, por fases, y cree necesaria una larga transición, que en algunos escritos ha estimado en unas tres décadas, de convivencia paralela con el orden capitalista. Sin embargo, la visión de Dieterich añade, elementos que no son compartidos por buena parte de los teóricos de la Revolución Bolivariana, la precitada Economía Planificada de Equivalencias, la cual ha recibido desde algunos sectores del chavismo duras críticas que la señalan como utopía irrealizable.

Sin embargo, documentos de diversos géneros, como el prólogo de la última edición del libro “Hugo Chávez y el Socialismo del Siglo XXI”, escrito y firmado por el general (retirado) Raúl Isaías Baduel, innumerables alocuciones presidenciales e investigaciones de diversos autores, entre ellos el economista José Guerra,  indican sin equívocos  que es a esta corriente de pensamiento (el de Dieterich) a que está afiliado el alto mando gubernamental, principalmente el presidente de la República y su entorno más cercano, con el complemento que en lo referente a Empresas de Producción Social introducen Haiman El Troudi y Juan Carlos Monedero, que es la definición oficial más acabada que hasta ahora existe sobre el tema del Socialismo del Siglo XXI y sus unidades de producción, las Empresas de Producción Social.

                                        

                                 


















CAPÍTULO III


3.1 Empresa de Producción Social (EPS). Aspectos generales: Orígenes, características, principios y postulados

Víctor Álvarez R., ministro de Industrias Básicas y Minería (Mibam), afirmó el 30 de enero del 2006 durante el acto de lanzamiento de la Compañía Nacional de Industrias Básicas (CONIBA) y sus 11 empresas filiales:  
La construcción de la Economía Social como parte del Nuevo Modelo Productivo, hacia el Socialismo del Siglo XXI, tiene su germen y camino en las Empresas de Producción Social. Son Empresas de Producción Social las entidades económicas dedicadas a la producción de bienes o servicios en las cuales el trabajo tiene significado propio, no alienado y sí auténtico, no existe discriminación social en el trabajo ni en ningún tipo de trabajo, no existen privilegios en el trabajo asociados a la posición jerárquica, con igualdad sustantiva entre sus integrantes, basadas en una planificación participativa y protagónica y bajo régimen de propiedad estatal, propiedad colectiva o la combinación de ambas (Documento constitutivo de las EPS MIBAM, p.s/n)


Este fragmento ha sido reproducido en los folletos de difusión del proyecto Empresas de Producción Social del MIBAM, y así ha quedado como definición oficial del concepto.
Analizando lo que algunos voceros gubernamentales denominan nuevo modelo productivo es lícito afirmar que lo que el gobierno persigue, en un primer término, es una mayor remuneración del trabajo a cuenta del capital,  amén de una “mejor” distribución del ingreso entre los trabajadores y el entorno social. Según la información oficial hasta ahora existente, hay dos tipos principales de estas empresas hasta el momento materializadas en la realidad, más allá de todas las teorizaciones y buena pro que sobre el tema existen en el seno del Ejecutivo Nacional: las auspiciadas por MIBAN y las de PDVSA. Las primeras son también llamadas de “materias primas” y se les otorga facilidades para la utilización de instalaciones y productos primarios de Guayana, mientras que las siguientes se refieren a una gran variedad de pequeños y medianas contratistas de PDVSA, que deben modificar su constitución para adaptarse a una nueva razón social con determinadas exigencias, que se especificarán en párrafos siguientes.
“En las Empresas de Producción Social no existirá la explotación del hombre por el hombre; no existirá competencia entre trabajadores o entre empresas. En estas unidades productivas imperará la cooperación, la solidaridad, la complementación y sus productos serán vendidos a precios solidarios. Por esto, las Empresas de Producción Social se configuran como elemento fundamental en la transición hacia el socialismo”, expresó también el ministerio de Industrias Básicas y Minería en el lanzamiento del proyecto. El jefe de Estado, Hugo Chávez, también ha explicado su visión sobre el tema.  Durante la emisión del programa Aló, Presidente, transmitido en esas mismas fechas (8 de febrero 2006) desde la Costa Oriental del Lago de Maracaibo (al cual se puede acceder mediante cualquier buscador de internet), que “el objetivo de las Empresas de Producción Social (EPS) es liberar al país de los monopolios”, que a su juicio, sólo persiguen la acumulación de grandes ganancias. El presidente de la República dejó saber en esa oportunidad que no se trata de estatizar las empresas, sino de que las mismas otorguen una participación a todos sus trabajadores.
En el caso los modelos de las Empresas de Producción Social petroleras que hasta ahora se conocen “se registran como Empresas de Producción Social  sólo aquellas unidades de producción de bienes, obras y servicios, constituidas bajo la figura jurídica que corresponda, con la particularidad de destinar sus ganancias a un reparto igualitario entre sus asociados cumpliendo con las siguientes condiciones:
  • Participar en los proyectos comunales a través del Fondo Social creado para ello o mediante la prestación de bienes y servicios
  • Contribuir al desarrollo de empresas de servicio comunal
También se informa en los instructivos que al respecto Pdvsa ha distribuido entre los empresarios y público en general que los proyectos de conversión y/o constitución de Empresas de Producción Social a ser financiados por el gobierno serán identificados por los llamados Gabinetes Móviles y aprobados por el Ejecutivo Nacional.
En esos mismos documentos se destaca la definición de las Empresas de Producción Social, que poco varía con respecto a otras definiciones aportadas por el Mibam y otros voceros y documentos oficiales, donde se estipula:
  • “En el ámbito petrolero, las Empresas de Producción Social son unidades que tienen la particularidad de destinar parte de sus ganancias generadas a un reparto equitativo entre sus miembros y otra parte que se transfiere a planes y proyectos de desarrollo social de la comunidad.
  • “Privilegiando valores de solidaridad, cooperación, complementariedad, reciprocidad y equidad antes que el valor de la rentabilidad o la ganancia;
  • “Estas unidades productivas deben mantener el equilibrio económico que les permita seguir financiando sus operaciones y continuar invirtiendo en el entorno socio-ambiental, en forma sustentable y sostenible…”

Adicionalmente al de Pdvsa, para tener un panorama más amplio sobre las Empresas de Producción Social es útil visualizar el acuerdo marco de su constitución en el seno del Mibam:
“Las Empresas de Producción Social (EPS) juegan un papel fundamental en la conformación de la nueva estructura social y en la consecución de una distribución más justa del ingreso y la riqueza, ya que contribuyen a trascender el conflicto distributivo entre el capital y el trabajo, posibilitando nuevas formas de organización y participación de los trabajadores en esas unidades productivas”.  Como se ve, se considera la relación capital trabajo como un conflicto y no como una cooperación, lo que modela de manera muy clara el perfil de ideas prefigura las Empresas de Producción Social. El documento continúa señalando que las EPS “impulsarán la formación de un sistema comunal de producción y consumo, logrando que los excedentes generados por éstas se inviertan en obras y actividades de interés social, como la vivienda, el vestido, la alimentación, la salud, la educación, la cultura y recreación de los miembros de la comunidad donde funcionan”. Aquí se evidencia la restricción de las Empresas de Producción Social a un circuito cerrado, con limitado espacio de crecimiento, tanto físico como en cuanto a expansión de capital destinado no al crecimiento sino a la comunidad, ya que las Empresas de Producción Social “representan uno de los mayores y más poderosos instrumentos para la superación de la economía rentista, capitalista y dependiente, por la nueva economía del Socialismo del Siglo XXI” y se reitera que esta está  caracterizada por “principios de cooperación, solidaridad, complementariedad y reciprocidad; el Estado, a través de las Empresas de Producción Social, busca concientizar a los ciudadanos en la creación o constitución de formas asociativas, donde se privilegien los valores humanos, morales y sociales, y su productividad se destine en beneficio de la colectividad” (ibídem).

Y para que no queden dudas de los objetivos antilucro de estas formas de producción se reitera de forma enfática que su fin último no es obtener ganancias, pero el mandato gubernamental es su mantenimiento operativo en el tiempo, objetivos que desde una lógica elemental lucen contradictorios Así “estas unidades económicas deben seguir principios de sana administración y mantener condiciones financieras que les permita reinvertir sus excedentes en el mencionado entorno socio-ambiental, en forma sustentable y sostenible” (ibidem).

Y la tesis del Hombre Nuevo aparece de forma diluida pero reiterada en este documento de constitución de las Empresas de Producción Social: “tienen como misión concebir el desarrollo de un nuevo modelo productivo, dejando atrás el sistema consumista (Hombre Nuevo), incorporando a aquellos individuos que han estado históricamente excluidos del modelo de desarrollo, partiendo de su entorno y de sus propias potencialidades, generando beneficios comunitarios. Mejorar la calidad de vida de los hombres y mujeres que la conformen, garantizando su desarrollo integral” (ibidem).

Así, las Empresas de Producción Social (EPS) que promueve el gobierno a través del Mibam, tienen como características más específicas lo siguiente:

1.    La propiedad es colectiva, en beneficio de las comunidades, no privada. Los trabajadores o comunidades son los dueños del patrimonio de la empresa, no existiendo una separación entre el capital y el trabajo, ni contratación de trabajo asalariado.
2.    Generan empleos estables que incorporan a la población históricamente excluida, tales como egresados de las Misiones sociales que adelanta el Gobierno Bolivariano, integrantes de las Unidades de Batallas Endógenas (UBES), desempleados en los portones de las empresas básicas y pequeños mineros desplazados.
3.    La producción está fundamentada en la solidaridad, la cooperación y la complementariedad de sus miembros.
4.    El trabajador tiene un compromiso social y procura su desarrollo integral,  su remuneración podrá ser representada mediante formas alternativas de pago, distintas al dinero (Certificados de Tiempo Trabajo).
5.    La producción se destina a satisfacer las necesidades básicas y esenciales de la colectividad, y no a necesidades superfluas.
6.    Desarrollan las cadenas productivas de los sectores vinculados a la industria básica.
7.    Su finalidad no es la generación de lucro, sino la reinversión de sus excedentes en la producción social, en el medio en el que se desenvuelven.
8.    Precios de venta solidarios de sus productos y servicios, y no regidos por las leyes del mercado.
9.    Impulsan la desconcentración territorial.
10. Operan en forma armónica con el medio ambiente.

Tipos de Empresas de Producción Social (EPS):

·         De Producción Comunitaria: Son aquellas que producen bienes que satisfacen necesidades básicas de sus comunidades, transformando los insumos que suministran las industrias básicas e incorporando mayor valor agregado en sus productos finales.
·         De Comercialización Comunitaria: Son aquellas responsables de la distribución y comercialización de los bienes producidos en cada comunidad o pueblo, y que tiene como fin garantizar el mantenimiento de los bajos costos a lo largo de la cadena productiva, del productor al consumidor final, evitando la especulación e intermediación.
·         De Servicios Comunitarios: Son aquellas dedicadas a la prestación de servicios como el abastecimiento el de agua, electricidad, telecomunicaciones, recolección de residuos sólidos, comedores y lavanderías populares, alimentación, y seguridad, entre otros, dentro de la comunidad. Igualmente tienen la función de generar beneficios colectivos e impulsar el desarrollo desde adentro.
·         Otras figuras dirigidas a cumplir una función de beneficio comunitario, que conlleve a la integración y creación de nuevos modelos de desarrollo, con el fin de promover valores éticos de honestidad, transparencia y corresponsabilidad.

El documento del Mibam también prevé incentivos propios de las Empresas de Producción Social para con sus trabajadores o socios, además de los dirigidos a la comunidad:

  • Morales: Son aquellos incentivos dirigidos a elevar el nivel de conciencia colectiva, humanista y espiritual de los integrantes de las Empresas de Producción Social. Dentro de los incentivos morales podemos señalar: Galardones, condecoraciones, reconocimientos, cursos de aprendizaje, becas de estudios, a aquellos trabajadores o socios que tengan un desempeño superior al requerido en sus funciones.

  • Materiales: Son aquellos incentivos personales no necesariamente de carácter monetario o financiero, tales como, creación de bonos o tarjetas magnéticas que sirvan de canje en los centros alimenticios, de vestimenta, de medicinas u otros establecidos por el Gobierno Bolivariano.


Además, las Empresas de Producción Social se comprometen a retribuir al “pueblo” las facilidades otorgadas por el Estado con las siguientes acciones:

  • Promover la generación de puestos de trabajo, productivos y estables.
  • Transformar la materia prima facilitada, a los fines de establecer precios solidarios de los productos resultantes.
  • Creación de un Fondo de Producción Social que estará constituido como mínimo por el diez por ciento (10%) de los excedentes de las Empresas de Producción Social, individualmente concebidas, a los fines de garantizar su reinversión en beneficio de las comunidades.
  • Crear relaciones de producción basadas en los principios de solidaridad, cooperación, complementariedad, reciprocidad, equidad y sustentabilidad.
  • Operar en armonía con el medio ambiente.
  • Permitir la fiscalización y control de sus actividades, por el representante que se designe, ello con el fin de verificar el cumplimiento de los compromisos sociales. En el caso de que el ó los representantes designados para la fiscalización de las Empresas de Producción Social, verificaran que dichas empresas no estuvieren cumpliendo con los compromisos sociales, procederán a retirar los incentivos otorgados por el Ejecutivo para el funcionamiento de las mismas.
  • Crear alianzas estratégicas con otras Empresas de Producción Social, a los fines de maximizar los beneficios colectivos.
  • Programar y difundir campañas de información e integración de la comunidad en los procesos productivos sociales que se adelanten.

Como se ve, en ninguna de las definiciones y reglas de funcionamiento de la Empresas de Producción Social se hace mención a la economía planificada de equivalencias, ya que esta pertenece a una etapa superior del “proceso”, en el que Dieterich ve en las Empresas de Producción Social el vehículo micro-económico para la puesta en marcha de su proyecto productivo. Por eso, desde el Ministerio del Despacho de la presidencia de la República, se encargó al titular de esta nueva cartera, Haiman El Troudi, la elaboración de lo que es la concepción oficial de las Empresas de Producción Social, como primer paso de la construcción del Socialismo del Siglo XXI en materia económica, de lo que surge el libro “Empresas de Producción Social: Instrumento para la Construcción del Socialismo del Siglo XXI” firmado por el ex titular de ese despacho y su compatriota español Juan Carlos Monedero, en el que se da una vasta descripción del modelo que se planea instaurar como Empresas de Producción Social, y que funge como complemento práctico de las teorías de Dieterich. Este es el esquema oficial que define a la Empresas de Producción Social:

1) Tienen Responsabilidad Social Empresarial: los empresarios disponen obras sociales en beneficio de la comunidad;
2) Establecen vínculos con los problemas del entorno: coadyuvan a la organización social y en la búsqueda de soluciones, articulación con los Consejos Comunales, etcétera;
3) Distribución de los excedentes entre los propietarios de las empresas, sus trabajadores y la sociedad

4) Disminución del los beneficios particulares y aumento de los beneficios sociales: ganan lo justo y reducen costos de las mercancías al máximo, en beneficio de la población;
5) Tejen relaciones de Comercio Justo: rompen las cadenas y las roscas de la distribución y la especulación, al intercambiar mercancías con la menor intermediación posible;
6) Producen para satisfacer necesidades sociales, se concentran en la manufactura de los artículos fundamentales para el sustento humano;
7) Da una remuneración digna y regular a sus trabajadores: a  cada cual según sus necesidades y trabajo;
8) Se incorporan en los planes de educación y formación de los trabajadores: ayuda en la elevación de la cultura y la conciencia de las personas;
9) Fomentan relaciones de democracia directa a lo interno de los centros laborales: elección de representantes y administradores, rendición de cuentas, contralorías de trabajadores, revocabilidad de mandatos;
10) Destino de la producción entre quienes más lo necesitan: se incorporan desinteresadamente en Planes de Protección Social
11) Tienen un compromiso ecológico con el medioambiente y con las generaciones futuras;
12) Se articulan con los Planes Gubernamentales de Desarrollo tales como los Núcleos de Desarrollo Endógeno, los Presupuestos Participativos, los Gabinetes Móviles;
13) Fomentan y/o tutelan nuevas empresas
14) Gestión compartida

Sin embargo, sin entrar en detalles de lo que podría presumirse sería el desempeño de estas unidades productivas dentro del modelo de Dieterich, complementado por El Troudi y Monedero, cabe hacer, de entrada, antes de un análisis más profundo que se realizará en el Capítulo IV de este trabajo, algunas observaciones sobre este modelo inicial del funcionamiento de las Empresas de Producción Social.

Si por “equilibrio económico” se trata de significar simplemente “no incurrir en pérdidas” habría que precisar con minuciosidad los niveles de utilidad, sobretodo si dentro de este margen límite de ganancias se incluyen erogaciones como el aporte para el Fondo Social. De entrada, se colide con reglas paradigmáticas de la operatividad empresarial, como veremos más adelante en el capítulo de contraste entre la gerencia de vanguardia y estos nuevos modos de organización empresarial. Adicionalmente, en esta primera etapa, hay además una estrategia oficial de fraccionamiento de empresas privadas de mediana y gran envergadura, que concentran la mayor parte de las contrataciones actuales del Estado, y distribuir los montos de las obras en una multitud de pequeñas Empresas de Producción Social que incluyan en sus estructuras constitutivas que parte de las “ganancias” van a obras comunales; y que además, el nivel de rentabilidad está solamente limitado al “equilibrio económico” que como se ha dicho está aún por definirse de forma clara.

Como se ve, la cuestión del profit sigue siendo de interesante análisis, pues todos los promotores ideológicos de las Empresas de Producción Social  argumentan que estas son un paso de transición para eliminar la explotación laboral mediante la mejor distribución de la plusvalía. Ello se cumple, como se ve, en el caso de los apoyos comunales, que son financiamientos extraídos directamente de las empresas, que se deducen de la remuneración conjunta del capital pero también de los trabajadores, y en conjunto de la empresa toda, de lo cual “sale beneficiada” la comunidad del entorno, aunque poniendo en tela de juicio la viabilidad de la empresa.

Como señalan algunos críticos de este esquema, se trata evidentemente de un requerimiento gubernamental que habría que atender para lograr contratos, asumiéndolo como una reducción de los beneficios, que podría considerarse como un impuesto adicional, cuyo destino no está en las manos de las empresas contratistas ni de los trabajadores, en el caso de las Empresas de Producción Social de propiedad colectiva, sino de la comunidad del entorno. Estas medidas para “redistribuir el ingreso” podrían estar afectando el motor, como se verá en el capítulo siguiente, esencial de la actividad empresarial que es la obtención de beneficios, motor o estímulo (que por cierto El Troudi y Monedero niegan como único combustible o razón de ser de la empresa privada) que al no tener como prospectiva los beneficios esperados de su inversión en este sector  tendrían la tendencia de orientarse hacia otras actividades que ofrezcan un rendimiento aceptable, tendencia que se analizará más detenidamente, como se ha señalado, en el capítulo VI y en las conclusiones del presente trabajo.

Hay que adelantar, sin embargo, que en condiciones normales la medida tradicional para la redistribución del ingreso es el impuesto sobre la renta, que el Ejecutivo Nacional dirige a las obras que considere prioritarias. Se evidencia que este apoyo a las comunidades es una forma más complicada de imponer ese gravamen, que podría estar mejor dirigido y operado desde la administración pública, sin sobrecargar a las empresas de tareas adicionales y distintas a su razón de ser.


                                                        






CAPITULO lV

4.1 Diferencias existentes entre los principios que propone el sistema capitalista y los que propone el sistema socialista.

Para poner en perspectiva y contexto los dos grandes temas a ser contrastados (el sistema de producción capitalista liberal versus el sistema de producción propuesto por la revolución bolivariana, es decir, el socialismo del siglo XXI y su  Economía Planificada de Equivalencias), es necesario comenzar el análisis con una minuciosa descripción de ambas variables. Se prosigue con el capitalismo y su correlato político, el liberalismo, tema sobre lo cual es infinita la bibliografía existente, sin embargo, sobre sus características fundamentales hay pocas discrepancias y sí muchas coincidencias de un autor a otro, por lo que abordar su exposición y análisis es una tarea descriptiva que es posible cubrir con referencias a algunos autores, entre una gran variedad de ellos que  en distintas épocas y perspectiva han tratado en profundidad el tema. 
Para Ludwing Von Mises (1.923), uno de los principales teóricos en la materia, en su Liberalismo, el capitalismo “es un sistema económico en el que los individuos privados y las empresas llevan a cabo la producción y el intercambio de bienes y servicios mediante complejas transacciones en las que intervienen los precios y los mercados” (nótese la presencia del factor precios en la definición misma del concepto). Aunque tuvo sus orígenes en la antigüedad, el desarrollo del capitalismo es un fenómeno primordialmente europeo; desde el feudalismo, fue evolucionando en distintas etapas, hasta considerarse completamente constituido a partir de


la segunda mitad del siglo XIX, aunque de forma rudimentaria. “Desde Europa, y en concreto desde Inglaterra, el sistema capitalista se fue extendiendo a todo el mundo, siendo el sistema socioeconómico casi exclusivo en el ámbito mundial hasta el estallido de la I Guerra Mundial (1914), tras la cual se estableció en la antigua Rusia zarista, un nuevo sistema socioeconómico, el comunismo, que se convirtió, como se ha señalado, en el opuesto al capitalista”, señala el mismo autor en la obra citada (pag 85) al respeto de los orígenes de este sistema productivo. Hay que acotar sin embargo que este nuevo sistema constituido en la Unión Soviética que en un momento se llamó comunismo, no fue sino una praxis del mismo capitalismo, sólo que esta vez manejado por los políticos al mando del Estado soviético. El conocido capitalismo de Estado. Esto es un hecho histórico suficientemente comprobado por diversas corrientes de pensamiento.
Se puede decir que de existir un fundador de la teoría del sistema capitalista, éste es el muy citado filósofo escocés Adam Smith quien fue el primero en describir los principios económicos básicos que definen su sistema operativo, que según este autor ocurre de forma “natural”, es decir, obedece a una lógica inherente a la psiquis humana o, dicho de otra manera, para Smith, el sistema de producción capitalista es una función de la superestructura psicológica y natural de los seres humanos. En su obra clásica de economía política Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (1776), Adam Smith sostiene con poderosas argumentaciones que es posible buscar la ganancia personal de forma que no sólo se pudiera alcanzar el objetivo individual sino también la mejora del colectivo, siendo este el principio fundamental de las más avanzadas sociedades contemporáneas, y pivote central del modo de producción privado, individual y congénito a la especie.
Ya creada la base ideológica e intelectual (e inclusive espiritual, pues la Reforma, que precedió a las teorías de Smith, fue en cierto sentido un aval religioso a la búsqueda del bienestar material) del capitalismo, se favoreció el inicio de la Revolución Industrial, término que sintetiza las transformaciones económicas y sociales que se produjeron durante el siglo XIX, y que le dan el espaldarazo al incipiente capitalismo de entonces. En esa centuria, el fenómeno histórico fundamental fue la explosión de la ciencia y la técnica a través de la mecánica, específicamente de las máquinas de vapor, que  reemplazan la tracción humana y animal en la producción de bienes y servicios. Esta mecanización del proceso productivo supuso una serie de cambios fundamentales (algo similar a como está ocurriendo con la “revolución” tecnológica que los avances de la informática están impulsando en el mundo de hoy): el proceso de producción comenzó a crecer de forma vertiginosa y especializando y concentrando en grandes centros, hoy conocidos como zonas industriales. De allí a la aparición de las modernas técnicas de gerenciar empresas hay sólo un paso histórico.
Surgió paralelamente, y este dato es de suma importancia, una nueva clase trabajadora que no es propietaria de los medios de producción, y cuyo medio de vida es ofrecer su fuerza de trabajo a cambio de un pago monetario. Es decir, surge el proletariado (término también acuñado por Marx en las ciencias sociales), cuya búsqueda de mejoras en su calidad de vida es la gran disquisición de todos los científicos sociales contemporáneos.
Como es dato histórico conocido, la aplicación de la ciencia a través de las máquinas de vapor al proceso productivo generó un espectacular aumento de la producción a menores costos, cuya consecuencia más significativa en términos históricos y económicos fue el aumento del nivel de vida de todas las clases sociales, en todos los países en los que se produjo este proceso a lo largo del siglo XIX, lo que puede considerarse como una prueba empírica más de que las mejoras de la calidad de vida son paralelas a las mejoras en la productividad del factor trabajo.
Sin duda hay que traer a colación, dentro de las críticas del pensamiento de izquierda, incluidos Dieterich y sus homólogos de los teóricos de la Revolución Bolivariana (entre ellos Rigoberto Lanz, Haiman El Troudi, Juan Carlos Monedero, etc.) que el desarrollo del capitalismo en esa fase primigenia tuvo costos sociales de no menor importancia. El proceso de industrialización se caracterizó por las inhumanas condiciones laborales de la clase trabajadora y de allí proviene la expresión que tanto se escucha en la actualidad, “el capitalismo salvaje”. La explotación infantil, las jornadas laborales de 16 y 18 horas, la insalubridad y peligrosidad de las fábricas, y la función subestimada del factor humano, carente de toda protección social, eran circunstancias comunes y constituyen hechos históricos innegables. Quizás por ello, tempranamente, surgieron numerosos críticos del sistema que defendían distintos sistemas de propiedad comunitaria o socializada, los llamados socialistas utópicos, convertidos posteriormente al credo marxista, que son sin duda alguna la raíz del ideario revolucionario en todas sus expresiones y por supuesto también del Socialismo del Siglo XXI de Heinz Dieterich.
Como es sabido, el primero en desarrollar una teoría socialista coherente, sistemática, fue  Carlos Marx, quien pasó la mayor parte de su vida en Inglaterra, país precursor del proceso de industrialización, y donde escribió El Capital (1867-1894). Como es sabido, la obra de Marx, base intelectual de los sistemas comunistas o colectivistas que predominaron en la antigua Unión Soviética, en Cuba y en la Venezuela contemporánea, cuestiona el principio fundamental del capitalismo como factor de exclusión humana: la propiedad privada de los medios de producción, es decir, a la empresa y al empresario, como entes de explotación de la clase proletaria. Marx teoriza acerca de que la tierra y el capital debían pertenecer a la comunidad y que los productos del sistema debían distribuirse en función de las distintas necesidades, e incluso elabora un tratado llamado La Teoría del Valor del Trabajo (El Capital, tomo I), que es la base documental de la Economía Planificada de Equivalencias de Arno Peters y Heinz Dieterich, como se ha apuntado reiteradamente, aunque la raíz de esta teoría se encuentra en la obra de David Ricardo, quien es el primer estudioso en reparar en la diferencia entre el valor de cambio y el valor objetivo de los bienes.
Según el historiador venezolano Aníbal Romero (2006), el error de los socialistas contemporáneos, sin embargo, es no constatar la evidencia histórica de que las críticas de Marx fueron realizadas a un capitalismo primitivo, aún embrionario por así decirlo, que en la Inglaterra de la época estaba en proceso de formación con por supuesto elevados niveles de imperfección e injusticia social. Según Romero, Marx no estaba al cabo de saber que el capitalismo daría asombrosas muestras de capacidad de reconversión positiva, que han llevado, en los países desarrollados, a unos niveles de calidad de vida jamás alcanzados en ninguna etapa de la historia de la humanidad como en el presente, con perspectivas a futuro de la continuación de tales mejoras. Según una frase del mismo historiador Aníbal Romero “los obreros de los países desarrollados viven en mejores condiciones que los príncipes de la Edad Media” (El Nacional 27-12-2006). 
En resumen, el concepto de capitalismo trae aparejado otros conceptos fundamentales, como son la propiedad privada, el mercado, el empresario y la empresa como unidades productivas,  la división del trabajo, el valor de cambio y el individuo como consumidor, fórmula que en conjunto constituye un sistema de producción de bienes y servicios y de organización social, que los liberales postulan como inherente a la condición humana civilizada cuando esta ha logrado sistematizar sus relaciones de convivencia a través de decisiones consensuales por vía de la democracia. Según todos los teóricos del capitalismo, este responden a una estructura sicológica humana tan inherente a la especie como sus pulsiones vitales, y según esta corriente filosófica, todo intento por modificar esta conducta va en contra de la racionalidad humana y conduce a la destrucción de los aparatos productivos y por ende a las penurias materiales.   
En el terreno estrictamente económico, los liberales se han opuesto secularmente a las políticas de Estado que intentan someter la economía a su control, limitando la creatividad y los potenciales de desarrollo de la libertad individual, pero según avanza el proceso de transformación social a nivel mundial, los objetivos y preocupaciones del liberalismo siguen en evolución, y no se quedan en esas esferas. Pervive, sin embargo, a lo largo de los siglos, una filosofía social que se pretende humanista, que busca el desarrollo de las oportunidades de los seres humanos, y así como también las alternativas sociales, políticas y económicas para la expresión personal a través de la eliminación de los obstáculo al desarrollo humano, el mayor de los cuales, para los liberales, es la pobreza y la carencia de oportunidades, contrapuestas estas ideas a las representadas por  las utopías colectivistas, que privilegian a la comunidad frente al individuo, lo que se traduce en lo económico en prohibiciones, reglamentaciones y gravámenes a la actividad productiva y comercial que esté fuera de la férula del Estado, pues según estos postulados diametralmente opuestos al liberalismo, es generadora de desigualdades al propiciar la aparición de propietarios y desposeídos. Sin embargo, en estas ideas no hay consenso universal y esta carencia de consenso modela los conflictos que en la era presente convulsionan la historia contemporánea. Para el académico español, Francisco Pérez de Antón, en su obra La Libre Empresa, (1975):
La justicia social resulta, en definitiva, un pretexto para imponer la fuerza de unos grupos sobre otros  por medio del Estado. Con ello no sólo se contradice el principio de respetar el derecho y la libertad de los demás, sino que se destruyen los más hondos sentimientos morales, convirtiendo la vida pacífica en un perpetuo enfrentamiento de grupos (pag 75).  
Es innegable que en el caso venezolano, esta expansión sobredimensionada del Estado da muestras de un obvio interés por controlar no sólo el aparato productivo sino también el de la cadena comercial, y eso como un inicio del proceso, que en una etapa más avanzada tratará de eliminar, como no oculta el gobierno nacional y queda plasmado en innumerables documentos de constitución de empresas y acuerdos marcos para la construcción de la nueva economía socialista, la producción llamada superflua o no básica, ya que las Empresas de Producción Social están destinadas, en una etapa ulterior del proceso, a crear sólo lo fundamental para la subsistencia, limitando la libertad de los individuos de producir y consumir lo que dicte sus subjetivos gustos y preferencias.
En la filosofía liberal a partir de la segunda mitad del siglo XIX, todos los liberales modernos están de acuerdo en que su objetivo común es el aumento de las oportunidades de cada individuo para poder llegar a realizar todo su potencial humano, lo cual se lograría respetando la lógica económica inherente a la especie en su natural interacción social. En general, en la actualidad no se habla de neoliberalismo, ya que los descendientes ideológicos de Adam Smith han vuelto a adoptar la denominación de liberales, sin aditamentos: Liberalismo a secas. Hasta hace poco, este termino había caído en un progresivo desprestigio entre economistas, políticos, escritores y en medios influyentes de la opinión pública mundial, y más que en ninguna otro lugar del planeta en Venezuela, donde desde las alturas del poder se genera una poderosa matriz de opinión en contra de este sistema de gobierno económico, dada las politizadas concepciones que se tienen del mismo, pese a que la tendencia mundial, como lo demuestran las estadísticas contemporáneas, indica una progresiva liberalización (término que no es casual y que proviene de su raíz libertad-liberalismo) de las economías de casi todos los países del orbe. El ya mencionado economista venezolano, Moisés Naim (2006), quien es además director de la revista de temas políticos y económicos Foreign Policy, en su artículo “Nostalgia por un mundo Peor”  (revista mexicana Letras Libres, junio de 2006) afirma con datos estadísticos de alta credibilidad, que el mundo se encamina a una economía “más plana”, es decir, con menos desigualdades entre zonas ricas y pobres, enmarcada en una concepción liberal y de mercado de los intercambios humanos.
En resumen podemos decir que capitalismo y liberalismo son términos sino exactamente sinónimos, sí muy próximos. Sólo podría acotarse que el liberalismo comprende un lado económico y otro político, siendo el lado económico la defensa del sistema capitalista, y en el lado político, la defensa de la democracia como sistema de gobierno. En síntesis, el liberalismo económico es el pleno e irrestricto reconocimiento como derechos humanos de las libertades económicas para:
-          Trabajar, negociar y comerciar, ahorrar e invertir. Producir ganancias, conservarlas y disponer de ellas. Crear riqueza formalizando contratos -laborales, de alquileres, de empréstitos, etc.-, y mediante sociedades con fines económicos y de lucro, sin que la intención se signifique en ningún momento motivo de ideas negativas respecto a los intereses de cada quien.    
Por último es necesario apuntar que la Escuela Austriaca (o neoclásica), que procede del siglo XIX y se desarrolla en el siglo XX con Ludwig von Mises y el Premio Nóbel de 1.974 Friedrich Von Hayek, introduce en el liberalismo económico significativos elementos de conocimiento científico de alta rigurosidad, insertos en procedimientos argumentativos de filosofía realista objetiva, valiosos a la hora de pensar, contrastar, fundamentar y expresar argumentos con fuerza convincente. Los trabajos de Von Mises, por citar al más importante de estos pensadores, están basados estrictamente en la aplicación del método científico, despojados de todo elemento especulativo de tipo profético, subjetivo o meramente especulativo. Así, a objeto de profundizar en qué consiste el liberalismo, es necesario conocer aunque sea someramente las reglas de la lógica económica y de los Derechos Naturales que dan lugar a ella, expuestos por este y otros autores a través de este método, labor a la que se procederá en párrafos subsiguientes.


4.2 Economía de Mercado versus economía planificada de equivalencia.

Economía de Mercado es una expresión redundante: siendo de mercado la oferta y demanda de un bien o servicio, toda economía es de mercado. Algo distinto es que los mercados funcionen en forma libre o que estén limitados por acciones de los gobiernos u otras formas de restricción, como la de los gremios en su  búsqueda de protección y mejoras para sus afiliados. Siendo libres la oferta y la demanda, la economía es libre o de mercado libre, en caso contrario, es intervenida o de mercado constreñido. No existe, sin embargo, o al menos hasta ahora (y la propuesta de Dieterich puede verse como un intento de llenar este vacío), una entidad tal de intercambios económicos humanos que no sea “economía de mercado”, como ese concepto, considerado absurdo por los autores más ortodoxos, como “economía no de mercado”.
Según Adam Smith en su citado Origen de las Riquezas de la Naciones, los intereses sociales radican en lograr el máximo nivel de producción de los bienes que el colectivo desea poseer. Smith apunta que la combinación del interés personal, la propiedad y la competencia entre vendedores en el mercado llevaría a los productores, gracias a una  “invisible hand" (frase por demás famosa: la mano invisible del mercado), a alcanzar un objetivo que no  buscan de manera consciente: el bienestar colectivo de la sociedad. Según la experiencia empírica contemporánea puede afirmarse que tal presupuesto es real, dada la inmensa prosperidad que han alcanzado los pueblos y naciones que han acogido este sistema de producción.
A lo largo de su historia, pero sobre todo durante su auge en la segunda mitad del siglo XIX, el capitalismo posee una serie de características básicas que, como en todo sistema, lo definen, así como definen la economía de mercado. En primer lugar, los medios de producción como tierra, maquinaria y capital, y se refiere este último también a edificaciones y otras herramientas utilizadas para producir bienes y servicios destinados al consumo, son de propiedad privada. En segundo lugar, la actividad económica aparece organizada y coordinada de manera natural por la interacción entre compradores y vendedores que se produce en los mercados. En tercer lugar, tanto los propietarios de la tierra y el capital como los trabajadores, son libres (y esta es otra de las nociones que dan origen a la denominación liberalismo) y buscan maximizar su bienestar, por lo que intentan sacar el mayor partido posible de sus recursos y del trabajo que utilizan para producir, mientras que en el papel de consumidores pueden gastar como y cuando quieran sus ingresos para obtener la mayor satisfacción posible, de acuerdo al humano criterio subjetivo de gustos y preferencias individuales (utilidad marginal del consumidor). Este principio, que es denominado por varios autores como “soberanía del consumidor”, refleja que, en un sistema de mercado libre, los productores se verán obligados, debido a la competencia, a utilizar sus recursos de forma que puedan satisfacer la demanda de los consumidores al tiempo que obtienen ganancias, y al no lograrlo, éstos mismos los sacarán del mercado con el simple acto de no dar respaldo con sus preferencias a sus bienes y servicios ofertados; el interés personal y la búsqueda de beneficios lleva a los productores a seguir la estrategia de la conquista del consumidor, y con el andar de los avances de la ciencias y la tecnología, aparece la necesidad de aplicar estas a las mejoras de este intercambio humano (lo que da lugar hoy día al desarrollo de las técnicas gerenciales más avanzadas, que es uno de los temas fundamentales de este trabajo, y que será desarrollado en el ítems siguiente, que es el punto central de este trabajo). En cuarto lugar, bajo el sistema capitalista el control del sector privado por parte del sector público debe ser mínimo; se considera que si existe competencia, en el mercado la actividad económica se controlará a sí misma, privilegiando a los mejores bienes sobre los de menor calidad, premiando a los productores más eficientes, esto es, a los más económicos y competentes. Según Von Mises y otros autores, la actividad del gobierno sólo es necesaria para gestionar la defensa nacional, hacer respetar la propiedad privada y garantizar el cumplimiento de los contratos. Todo este cuadro anteriormente descrito está también plasmado en el libro ya citado, Liberalismo (1923) de Ludwing Von Mises, que es una obra clásica del pensamiento universal, importantísima si se desea conocer en detalles los mecanismos humanos que sustenta a la economía en general, y más específicamente si se desea a ahondar en los mecanismos como opera el mercado libre.
Según Adam Smith todo el linaje de autores que han complementado sus postulados, los seres humanos siempre han tenido una fuerte tendencia a "realizar trueques, cambios e intercambios de unas cosas por otras". Es decir, el mercado es un fenómeno y una función psicológica de la humanidad. En sus orígenes, en los albores del capitalismo, este impulso natural hacia el comercio y el intercambio crea un orden económico y social en el que predomina lo comercial o mercantil, es decir, cuyo objetivo principal consistía en intercambiar bienes y no en producirlos (quizás podría aventurarse la idea de que ello obedece a que no había necesidad de producción, dada la abundancia de los bienes naturales y lo rudimentario de los mismos). Así, la importancia de la producción, concepto clave de la economía contemporánea y de las técnicas gerenciales de vanguardia cuyo objetivo principal es la maximización de la producción, no se hizo patente hasta la aparición de ese fenómeno histórico ya citado conocido como Revolución Industrial, en que la aparición de productos más sofisticados, su alta demanda y su escasez creó mayor necesidad de los mismos.
En ese sentido, las ideas filosóficas de la escuela clásica fundada por Adam Smith estiman que la división del trabajo y la ampliación de los mercados abren posibilidades ilimitadas para que la sociedad aumente su riqueza y su bienestar mediante la producción especializada y el comercio entre las naciones.
Así pues, a partir de Smith se extienden  las ideas de que los poderes e instintos económicos del hombre obedecen a un orden natural, noción esta que constituye quizás el pivote central o fundamental de la doctrina liberal. De allí proviene el convencimiento del sistema liberal de que el propio mercado, dejado a su libre desarrollo, resuelve por sí sólo los problemas materiales del hombre y produce paralelamente un orden social que funciona de forma casi perfecta. Heinz Dieterich llama a esta actitud de los liberales como el endiosamiento del mercado, que produce su correlativa “teología”, el llamado neoliberalismo, en palabras de propio Dieterich. Sin embargo, para Smith y todos los liberales todo intento de modificar este orden acarrea grandes penurias materiales

4.3 Las empresas privadas versus las empresas socialistas (colectivistas, públicas o estatistas).
Contra este orden natural, insurgen, pues, las ideas abocadas a la planificación de la producción desde el Estado, ideas de origen marxistas representadas en la Venezuela contemporánea por los tratados de Dieterich, Troudi y otros, que cuestionan desde un punto de vista “humanista” las desigualdades que crea este sistema de mercado libre, y tratan de crear gobiernos abocados al control de la producción de bienes y servicios y de sus intercambios, pues dejado a su libre albedrío, el mercado genera desigualdades, según la ortodoxia marxista.
Para otros autores, como el alemán de origen judío, Isahias Berlin (1956) en su obra Dos conceptos de Libertad, la libertad y la igualdad, son aspiraciones humanas incompatibles, y señala que a mayor libertad se genera mayor desigualdad, en vista de que cada individuo posee capacidades intrínsecas, lo que significa, en términos llanos, que cada individuo construye con su libertad proyectos de vida diversos, de acuerdo a sus capacidades productivas e intereses vitales, lo que es el origen de las desigualdades entre los hombres, o, para usar nuevamente la terminología de que gustaba Adam Smith, la riqueza o la pobreza de las naciones. Dentro de la inmensa variedad de los intereses humanos, las desigualdades se crean, según Berlin, de acuerdo al uso que cada individuo dé a su libertad. La libertad del individuo, constituido en “empresario” y “gerente” de su propia vida, hace posible el sistema capitalista, en donde la productividad individual se traduce en un superávit del cual disfrutan también los individuos menos productivos de acuerdo al efecto cascada en que la abundancia excesiva permea hacia los estratos menos favorecidos.
Según Berlin, cuando se establecen limitaciones gubernamentales a estas libertades individuales (socialismo), se produce, sin duda, mayores niveles de igualdad social, efectivamente, pero igualdad hacia abajo, es decir, la igualdad en la escasez, cuando no en la miseria. Para Berlin, limitar a determinados grupos humanos en sus capacidades de obtener bienes materiales como fruto del trabajo sobre la naturaleza y mediante el uso de la ciencia y la técnica o cualquier otro recurso, bajo el argumento de que ello va en detrimento de otros grupos humanos no capacitados o no interesados o no informados de los beneficios de tales ejercicios, constituye una limitación de las libertades del género humano en su conjunto. En síntesis, el hecho de que no todo el género humano pueda constituirse en empresario no es, en la óptica de Berlin, razón para que se limite y anatematice el libre ejercicio de esta actividad humana como cualquiera otra, pues forma parte de las libertades humanas en u conjunto.
Según diversos autores, ya antes del inicio de la industrialización había aparecido una de las figuras más características del capitalismo, el empresario y la empresa privada, que es, según diversos autores, el individuo o ente social que asume riesgos económicos. Un elemento clave del capitalismo es la iniciación de una actividad con el fin de obtener beneficios en el futuro. Dado que éste es desconocido, tanto la posibilidad de obtener ganancias como el riesgo de incurrir en pérdidas son dos resultados posibles, por lo que uno de los papeles del empresario consiste en asumir el riesgo de tener pérdidas.
Pero además hay otros antecedentes históricos y religiosos que dan fundamentación teórica a la aparición y desarrollo del empresario como actor fundamental de la historia humana. Sin duda, el camino hacia el capitalismo a partir del siglo XIII fue allanado gracias a la filosofía de la Reforma, doctrina en que entre otras cosas se deja a un lado la idea del cristianismo primitivo de que “ser rico es malo”. Por el contrario Martín Lutero, principal ideólogo (o teólogo) de la Reforma, señala que  la prosperidad material es señal de estar en buenos términos con la divinidad. Este movimiento cambió de forma drástica la sociedad europea de la época, facilitando la aparición de los modernos Estados nacionales que proporcionaron las condiciones necesarias para el crecimiento y desarrollo del capitalismo, cuyo núcleo o unidad de producción básica es la empresa privada (institución basada a su vez en la teoría clásica de raigambre smithsoniana que postula que la iniciativa individual es el motor natural de la economía, es decir, la sumatoria de las acciones de los individuos y no la sumatoria de las limitadas capacidades de acción del Estado). El crecimiento económico subsiguiente fue posible gracias a la acumulación del excedente económico que generaba el empresario privado y a la reinversión de este excedente para generar mayor crecimiento de la empresa y por ende de la economía en general, movido todo por el afán de lucro del empresario, ese motor egoísta de la “Acción Humana” (expresión esta última que corresponde a otra de las obras claves del citado Ludwing Von Mises).
No es un dato de menor importancia el hecho de que el territorio que hoy constituye a los Estados Unidos de América hubiese sido poblado en buena medida por los tripulantes de famoso barco May Flowers, quienes eran reformistas (o luteranos) expulsados de Europa, que llegaron al nuevo continente con las ideas evangélicas de progreso material que hicieron posible la grandeza económica, científica y espiritual de ese país: los tripulantes del May Flowers eran los rudimentarios ancestros de los empresarios norteamericanos modernos de hoy. Para el precitado académico español Francisco Pérez en su obra La Libre Empresa, Una Introducción a sus Fundamentos Morales, Jurídicos y Económicos, la empresa privada es:
El sistema ideal hasta ahora conocido para elevar el bienestar, pese a que no elimina la desigualdad. En cambio, la aspiración de todo orden igualitario es reducir las diferencias económicas a un solo nivel, y así resulta que en aquella (el sistema de empresa privada) los hombres son desigualmente ricos, en tanto que en este (el orden igualitario) acaban siendo igualmente pobres... El debate, sin embargo sobre igualdad y desigualdad lo han provocado con más frecuencia las aspiraciones quiméricas de los filósofos que las aspiraciones reales de la gente, y es que las personas en el fondo no desean la igualdad, su objetivo es alcanzar una posición económica mejor que la de sus iguales, no igual a la de sus desiguales. La igualdad económica, en fin, es un espejismo puesto ante las personas por filósofos utópicos que erraron su apreciación de la naturaleza humana... sin embargo, el sistema de libre empresa no asegura la felicidad mediante el ocio, tampoco reparte consignas sobre cómo usar el tiempo libre; la felicidad, como hemos visto, es cosa de cada quien, la libre empresa sólo pone los medios para ello, haciendo realidad el viejo aforismo de que es preciso trabajar para vivir y no vivir para trabajar (pag 126).
En las últimas décadas la teoría de la empresa privada ha recibido nuevos aportes, que orientan las ideas hacia la superación de los resabios de lo que los marxistas llaman “capitalismo salvaje”, para conectar a la empresa privada moderna con nuevos procederes, más a tono con el imperativo ambiental y con el realce del factor humano. Estas teorías tienen su principal baluarte en el premio Nóbel indú, Amartya Sen y su tesis de las “Empresas con Rostro Humano”, en que propugna una imbricación más estrecha en el vínculo afectivo entre la organización productiva y el individuo.
Todos estos conceptos y postulados del capitalismo, el liberalismo, la economía de mercado y la libre empresa, nacen, como se ha visto, de la naturaleza sicológica-económica del ser humano, o para usar la terminología grecolatina de que gusta a veces el profesor Dieterich, la conducta del homo economicus. Según la Escuela Clásica (Smith) y Neoclásica (Von Mises) así como el hombre está determinado por una realidad biológica y espiritual, también lo está por una realidad humana en el ámbito económico, algo que economista guatemalteco Luis Pazos (1999) ha denominado como “Lógica Económica Humana” en un texto de título semejante, en donde indica que sin tal noción “presente en todas las personas, no podríamos hablar de ciencias sociales ni de estudios científicos de la economía, válidos universalmente” (pag 19).
Esta lógica económica determina a su vez un Comportamiento Típico del Consumidor, que puede estudiarse y medirse en categorías, y que parte de lo que se conoce como sentido común. Todo ser humano, excepción hecha de individuos especiales como los santos y los filántropos extremos, o de los meramente insanos o incapacitados mentalmente, desea, por sentido común, obtener mayores beneficios a cambio de menores esfuerzos. “Un orden social que eluda estas leyes, habrá de pagarlo en mayor o menor medida con la pérdida del bienestar económico” (Ibidem, pag 53). Y estas leyes son en orden de aparición, la naturaleza humana, el derecho natural, la economía natural y la lógica económica de los mayores beneficios a cambio de menores esfuerzos, es decir, lo mejor, la mayor libertad y seguridad, comodidad, beneficios y satisfacción. Cuando un individuo concurre a los mercados de intercambios de bienes, va en busca de obtener la mayor cantidad de estos, a cambio de la menor cantidad de sus recursos económicos (dinero). Igual ocurre cuando el mismo individuo toma el papel de oferente, y trata de obtener a cambio de sus productos, los mayores beneficios económicos (mayor cantidad de dinero). Esto crea la necesidad de llegar a acuerdos en los que los bienes se transan de acuerdo al Valor de Cambio  que cada individuo les adjudique en cada micro operación económica oferente-demandante. Por tanto, el precio de los bienes es subjetivo, pues un individuo entregará la mayor o menor cantidad de dinero de acuerdo al valor personal que otorgue a determinado bien, objeto o servicio.  En término simples, la Teoría del Valor de Cambio indica que la formación de los precios obedece a la valoración subjetiva que los concurrentes a un mercado (consumidores) otorguen a los bienes que se intercambian en los mismos, independientemente de los “costos” que determinado producto “contenga” de acuerdo al proceso de su manufacturación. De hecho, muchos productos en determinadas coyunturas se transan a precios menores que los equivalentes a sus costos (es cuando el productor o empresario obtiene pérdidas). La obligación de la empresa privada es reducir al máximo estos costos y transarlos al máximo valor, para evitar los castigos del mercado en forma de pérdidas y alcanzar la obtención de beneficios, que es el objeto de todo empresario.

Para algunos importantes críticos de este sistema, sobretodo los socialistas marxistas, ello implica que alguien, es decir, algún factor de esta cadena productiva y distributiva, debe salir perdedor pues ello está implícito en que algún elemento de los factores en juego “se lleve la ganancia”. Pazos desmitifica estas teorías. Afirma que esto no es cierto, y que cuando algunos críticos marxistas formulan este silogismo (si hay ganadores lógicamente hay perdedores) incurren más bien en un sofisma (razonamiento aparentemente cierto) por un error de apreciación, en la creencia de que cuando alguien intercambia algo de mayor valor por algo que vale menos, pierde. Según Pazos, lo que ocurre en realidad es que ese algo de supuesto menor valor (bien sea un bien, objeto cualquiera o servicio), es más apreciado por quien lo obtuvo que aquello que dio a cambio, por lo que la presunta pérdida queda compensada. El economista Pazos lo ilustra con la imagen de dos hombres primitivos que intercambian un pez muerto por un hacha de pedernal. En teoría pierde quien da el hacha, pues a simple vista esta vale más que un simple pez; pero lo que en realidad ocurre es que quien dio el hacha valora, por su apreciación y necesidades subjetiva del momento, en una mayor medida el pez, y viceversa. Ocurre que quien da el hacha quizás tenga un superávit de éstas, por lo que tiene para él un menor Valor de Cambio. En el mercado moderno, esta transacción es facilitada por el factor precios que comunican a consumidores con productores de forma expedita, ahorrando todo el proceso sujetivo de valoración primitiva que constituye el arcaico sistema del trueque descrito en el ejemplo del hacha y el pez. Esta es, de forma muy resumida, una descripción de la Teoría del Valor de Cambio y el Comportamiento del Consumidor en una economía de mercado libre. A este respecto es necesario volver a las teorías que sobre el mercado, los consumidores y los precios ha elaborado Pérez de Antón: “La primera función del mercado es proporcionar datos a los que participan en él. Estos datos, conocidos en general con el nombre de precios, no son sino la información dispersa que ha logrado refundirse en un número”. (Ibídem pag. 141).

Con toda esta argumentación precedente, sumada al ya estudiado capítulo correspondiente al Socialismo del Siglo XXI, queda cubierta la diferenciación de los postulados de ambas corrientes de pensamiento estudiadas en el presente trabajo. Dado que la empresa privada contemporánea es el más alto nivel de desarrollo del sistema capitalista, y dentro de la empresa son las herramientas gerenciales el más alto desarrollo de la técnica puesta al servicio de la conducción de empresas, se procede en el ítems siguiente a indagar en la compatibilidad o incompatibilidad de éstas con la Empresas de Producción Social, para lo cual se contrastan los postulados de la gerencia con los de estas unidades de producción del Socialismo del siglo XXI.






















CAPÍTULO V

El patrón de comportamiento gerencial en las empresas de PRODUCCIÓN social  venezolanas en el marco del  socialismo del siglo XXI:  uso de las Herramientas de Gerencia dentro de la Empresas de Producción Social. Análisis:  

                                    
5.1.1 Las herramientas de la Economía Gerencial aplicadas a las EPS:

Una de las principales herramientas económico-gerenciales son la Estimación de la Demanda y la Estimación de la Oferta, para cuyo establecimiento uno de los instrumentos que utiliza la economía gerencial son las regresiones econométricas, que consisten en la construcción de una función que calcule y se aproxime a una predicción del comportamiento del consumidor de acuerdo a la variación de los precios. Como se ve, tenemos el elemento precios nuevamente a la vista en esta herramienta, ya que sin el elemento precios sería imposible hacer el cálculo de la valoración que le da el consumidor a determinado producto, y esto es de suma importancia pues es con esta valoración que las empresas estiman sus probables ingresos; además, y esto es vital no sólo para la supervivencia sino para la mera aparición de empresas, sin esta valoración sería imposible establecer relaciones entre los ingresos estimados con los costos estimados, con lo que se determina si una inversión tiene posibilidades de ser rentable, determinación que cuando es positiva permite que una inversión se convierta en realidad. Como queda de manifiesto, estas herramientas -la Estimación de la Demanda y Estimación de la Oferta-, cuyo pieza fundamental para su construcción es la econometría, quedan anuladas si no se cuenta con la variable precios (para una definición más extensa de estos conceptos: Héctor Viscencio Brambilia, Economía para la toma de decisiones, 2002 y Gregory Mankiw, Princios de Economía 2004).

Además, en economía gerencial es sabido que la demanda debe ser estimada no solamente con el elemento precios, sino con otro factor clave como lo es el “ingreso del consumidor”, además de los precios de los bienes relacionados, las expectativas de precios al consumidor a futuro, los gustos y preferencias del mercado de consumidores, el tamaño del mercado y la inversión en promoción y publicidad que se haga del producto en cuestión. Como se observa, cada uno de estos elementos están íntimamente ligados a la economía de mercado. Por ejemplo, cuando se habla de ingresos del consumidor ¿en qué se pone la mirada, el ojo crítico de la técnica aplicada a la economía? Pues en tratar de determinar cuál es el salario promedio de la población, cuál es el ingreso promedio que posee, es decir, cual es su poder adquisitivo, y luego a qué destinan sus ingresos.

Cuando se habla de precios de bienes relacionados, se investigan las condiciones de los otros productos que compiten en el mercado que se desea abordar, y todo esto es intrínsicamente economía capitalista, porque los precios de productos relacionados no tiene espacio en un sistema socialista del tipo Economía Planificada de Equivalencias como la que se analiza en este trabajo, porque en ésta el Estado realiza todos los eslabones de la producción y lo que no produce lo regula a través del control ejercido sobre las Empresas de Producción Social de propiedad colectiva, y por consiguiente si el Estado controla toda la cadena productiva y de comercialización, a través de las empresas del Estado y las Empresas de Producción Social, no es necesario determinar cuales son los precios de los competidores, en vista de que estos han quedado abolidos por la nueva legislación vigente, ya que el Socialismo del Siglo XXI se postula como solidario y humanitario. Así, en el citado EPS Instrumentos para el Socialismo del Siglo XXI (Monedero, El Troudi, 2006) se señala:

El capitalismo es un sistema que exalta el espíritu de competencia en oposición al espíritu de relaciones de cooperación entre iguales que privará en el nuevo Socialismo del Siglo XXI (Pag. 66)

En cuanto a las expectativas de los precios futuros al consumidor, si el Estado es quien decide cuales son los precios, el cálculo de las expectativas de éstos también queda abolida, pues los precios son decididos en una oficina burocrática de un “plumazo” (por expresarlo de forma gráfica), y es el criterio sujetivo de uno o varios funcionarios quienes los establecen, por lo tanto no hay necesidad de hacer una estimación científica de los precios con esta herramienta gerencial, por lo cual queda también sin utilidad real. En lo que respecta a gustos y preferencias, este es un tema muy particular, pues los gustos y preferencias son un aspecto de la microeconomía muy propio del subconsciente, de la intimidad sicológica de cada uno de los individuos que conforman un mercado. En una economía como la del Socialismo del Siglo XXI son asumidos, son determinados por el gobierno y más específicamente por el buró político que este al mando de la “res” pública (para usar un término muy apreciado por el filósofo Rigoberto Lanz), que tratará de reducir los gastos superfluos al menor espectro posible. Sin embargo, en su Economía para la toma de decisiones, Héctor Viscencio Brambila (2002) señala:

 Las decisiones de compra del consumidor dependen de la interacción tanto de los gustos o preferencias, como de las oportunidades o restricciones enfrentadas por la persona consumidora (Pag. 58)

Lo mismo puede decirse del tema Promoción y  Publicidad (para una definición más extensa de este concepto, también consultar: Héctor Viscencio Brambilia, Economía para la toma de decisiones, 2002). Dentro de la utopía económica propuesta por Dieterich y Peters no sería viable la  promoción de un producto, con lo que colapsa todo un ramal importante del proceso productivo capitalista, porque con estas herramientas lo que se persigue es la captación del interés del consumidor acerca del producto “equis” que se pretenda comercializar, lo cual entra una vez más en contradicción con los principios sostenidos por Dieterich, pues el uso de la publicidad es un elemento más de la competencia (que está execrada de las normas constitutivas de las Empresas de Producción Social), y se usa para tratar de diferenciar un determinado producto del resto de los competidores. Como dentro del circuito económico donde se desenvolverán las Economías Planificadas de Equivalencias y las Empresas de Producción Social no habrá competidores, ergo, no habrá necesidad de publicidad pues los productos que concurrirán al mercado serán estrictamente los “básicos”, estrictamente necesarios para la subsistencia, y se intercambiarán estrictamente de acuerdo al tiempo de trabajo contenidos en ellos. Y esto es sólo parte de todo lo que puede argumentarse respecto de los determinantes de la demanda contrastados con un sistema de producción socialista del tipo Economía Planificada de Equivalencia. Así lo expresan El Troudi y Monedero en su citado libro “Empresas de Producción Social: instrumento para el socialismo del siglo XXI” :

Construcción de paraísos artificiales y promoción del consumo directo y virtual a través de la televisión o internet, entre los principales medios de comunicación. (Con estos) Se crean falsas necesidades que requieren ser subsanadas por medio de compras compulsivas a satisfacer en grandes centros comerciales o por medio de compras electrónicas... El socialismo ha de adoptar patrones de vida no influenciados por expectativas materiales artificiales inducidas por la maquinaria publicitaria capitalista. (Pag. 45)

Otra herramienta de la economía gerencial es la Elasticidad de la Demanda, que es, como es sabido, la sensibilidad que manifiestan los consumidores ante variaciones de precios. Las empresas, usando instrumentos matemáticos, estadísticos y de econometría, estiman la elasticidad, esto con el fin de saber hasta qué punto es posible absorber el ingreso de los consumidores a cambio de los servicios y productos que genere determinada empresa; se trata de determinar el precio mayor al que se puede colocar determinado producto, porque obviamente toda empresa busca maximizar ingresos y minimizar costos para obtener el máximo beneficio. La búsqueda de la maximización del ingreso implica el análisis exhaustivo  del precio, en vista de que aquél es el producto de la multiplicación de éste por cantidades de productos vendidos. Si la variable precios también está sujeta a la sensibilidad de parte del consumidor, entonces es necesario, para medir con precisión el precio máximo posible, saber al mismo tiempo cual es esa sensibilidad del consumidor para establecer el punto mayor de realización del precio. Y para esto es de suma utilidad la herramienta gerencial Elasticidad de la Demanda (ver Ludwid Von Mises, La Acción Humana, año 1927). Esta es una información muy particular y muy importante para las empresas para la toma de decisiones respecto a sus productos y su precio de venta y esa toma de decisiones a partir de cálculos técnicos no podrá ser llevada a cabo dentro del modelo propuesto por el gobierno bolivariano porque está implícito que la cantidad de productos que se van a vender y el precio a que se van vender  (si cabe hablar de precio en una EPE) van a provenir “empaquetados” desde una directriz gubernamental, de un ente del gobierno Pero como señala Ludwid Von Mises, (El Socialismo, año 1936):

Se ha demostrado las dificultades con que tropezaría la edificación de una economía socialista. En la comunidad socialista es imposible la existencia de una contabilidad económica, de manera que no se puede determinar el coste ni el rendimiento de una acción económica ni tomar el resultado del cálculo como norma de la acción. Este solo motivo bastaría para demostrar que el socialismo es impracticable.   (pag. 217)

Se podría argumentar que este ente del gobierno estaría en capacidad de hacer este análisis de la Elasticidad de la Demanda. Tal objeción comporta un error elemental pues es obvio que esta herramienta no funciona en economías estrictamente planificadas, porque para hacer el análisis de sensibilidad ante los precios el consumidor tendría que tener toda una gama de opciones de compra para que esa sensibilidad de la demanda sea real (dicho en términos metafóricos, que no se trate de una sensibilidad inhibida) y se desarrolle en toda su potencialidad y diversidad, pero al no existir multiplicidad de opciones ya que en el mercado socialista el único oferente es el Estado, y este decide cuánto y qué consumir, deja de tener importancia cual es la sensibilidad que tiene el consumidor, ya que esta sensibilidad está determinada en su origen por la libertad de elegir.  Es decir en términos meramente económicos no existiría la posibilidad de calcular la elasticidad cruzada de la demanda.

La eliminación de la “soberanía del consumidor”  inmediatamente anula el uso de la Elasticidad, pero en un nivel más profundo es innegable que lo que en realidad se está anulando es la libertad del consumidor de escoger entre una infinidad de ofertas de productos. Obviamente, esta herramienta tampoco tiene razón de ser en un modelo socialista de economía planificada de equivalencias, pues para su operatividad requiere de un marco social de absoluta libertad.

Otra herramienta de análisis de la economía gerencial, es la Función de Producción y el modelo de maximización de beneficios. Toda Función de Producción en cualquier empresa y en cualquier economía de mercado existe, ya que esto es un concepto físico y universal, el cual tiene tres etapas: en un primer caso es cuando la planta física, los bienes fijos o inversión fija, no varían, permanecen estables, variando solamente el insumo (insumo variable). En esta primera etapa la producción es limitada por la poca cantidad de insumo, es decir el producto marginal es creciente (producto marginal es el último producto obtenido con una unidad de insumo), lo cual es observado por el productor motivándolo a producir más de acuerdo a los indicadores del mercado y sus expectativas racionales. En la segunda etapa de la producción, el productor observa que el producto marginal no sigue creciendo al mismo ritmo que en la primera etapa, por lo cual observa que este se hace cero. De esta etapa, el productor pasa a la siguiente (si no se rige por las expectativas racionales de maximización de beneficios) donde el producto marginal es negativo, lo cual hace que la producción sea ineficiente en el uso de los factores variables. La segunda etapa de la producción es la etapa eficiente del productor y la misma está asociada a la maximización de beneficios. Si en una empresa de producción social el objetivo no es máximizar beneficios, es lógico pensar que estas empresas operarían en la tercera etapa o en la primera, lo que de cualquier forma las condena a la ineficiencia operativa. El uso de esta herramienta (la Función de la Producción) mide este fenómeno empresarial e informa que en esta etapa se debe seguir produciendo.

La segunda etapa de la producción, que es la que llamamos eficiente, es aquella en la cual el producto marginal sigue en ascenso pero en una tasa decreciente -una tasa menor- es decir, el producto de la última unidad genera menos utilidad que la anterior hasta que el producto marginal iguala al costo marginal. Esto se mide igualmente con el uso de esta herramienta gerencial, logrando como dijimos maximizar los beneficios.  

El análisis de la función de Producción con criterio capitalista, es la que determina que se está produciendo más, efectivamente, al máximo de capacidad eficiente del proceso productivo. En este momento la gerencia de la planta física en cuestión debe estar muy al tanto de calcular (mediante la Función de la Producción) hasta qué punto debe producir para no incurrir en pérdidas. Como informa cualquier manual de economía gerencial, existe una regla, que está relacionada con la constitución física de la planta, que reza que se debe producir hasta que la última unidad producida genere un costo marginal igual a cero, es decir que la última unidad producida no haga perder dinero a la empresa, no genere más costos que la anterior, y cuando esto es así, hasta allí se debe producir, pues si se continúa con el proceso productivo cada nueva unidad va a generar costos y pérdidas.

Esta segunda etapa es cuando la producción llega al máximo posible de acuerdo a la capacidad instalada; si el gerente no está en permanente monitoreo de en qué etapa de la producción se encuentra, puede incurrir en el error de forzar la producción hasta el punto en que el producto marginal comience a generar costos en lugar de beneficios.

Podría argumentarse que tal situación es absurda, pero es fácil de que ocurra si no hay un monitoreo permanente a través de la herramienta de la Función de la Producción, pues es muy probable que en determinado momento el gobierno exija mucha producción, y como este no conoce la función de producción de la Empresa de Producción Social, se estaría forzando la planta con el resultado, no advertido durante un lapso que puede ser crucial, de que el costo marginal supere al precio del producto. Además la función de producción esta relacionada directamente con las ventas y precios del productos, por lo cual también podemos agregar que de manera implícita las Empresas de Producción Social están obligadas a operar en la tercera etapa de la producción, ya que de acuerdo a la teoría económica en la segunda etapa de la producción es donde el Ingreso marginal (el ingreso adicional agregado por la última unidad de producto vendida)  iguala al costo marginal (último costo agregado por la última unidad vendida) y consiguiente se maximiza el beneficio (Img=Cmag ó Beneficio máximo) lo cual es negado por las Empresas de Producción Social de acuerdo al criterio de no generar beneficios económicos y en todo caso de generarse deben ser repartidos en su totalidad al bienestar social, descuidando así la inversión en nuevos productos y tecnologías y convirtiendo aquel en un costo adicional para la empresa. Como señala Hector Viscencio Brambila (Economía para la toma de decisiones, 2002):

 En la mayoría de los casos de análisis de los fenómenos económico, la técnica por excelencia es la regresión econométrica  múltiple.  (Pag. 121)

En un sistema económico como el de la Economía Planificada de Equivalencias del Socialismo del Siglo XXI, las Empresas de Producción Social, cuyo fin primordial no es la generación de beneficios -y no lo es porque para los socialistas el beneficio es algo dañino para el desarrollo pleno de las cualidades altruistas del hombre en sociedad Así en Haiman El Troudi, Juan Carlos Monedero, Empresas de Producción Social instrumento para el Socialismo del Siglo XXI (2006), se señala:

La empresa socialista debe incorporar una racionalidad social que le permita producir no para la ganancia sino para resolver problemas sociales, su eficiencia está orientada a la creación de bienes y servicios para beneficio de la población. Esta eficiencia socialista está basada no solamente en indicadores de crecimiento cuantitativo, sino también en un profundo desarrollo humano medido desde una perspectiva cualitativa. (Pag. 69)

Las empresas deben producir para la satisfacción de necesidades básicas del ser humano, y si esto es así, y el fin no es buscar beneficios, entonces, en lo que respecta a la Función de la Producción y la maximización de beneficios aplicada al caso de las Empresas de Producción Social, ya que a estas no les interesa el beneficio, se romperá la regla universal de que el ingreso marginal debe ser igual al costo marginal, y al no cumplirse con esta ley económica pues el interés es social y no el de maximizar beneficios, las Empresas de Producción Social seguirán creando unidades para el consumo aún hallándose en la tercera etapa de la producción, y al incurrir en esta sobreproducción más allá de la capacidad real, generará pérdidas para la empresa, la que tarde o temprano tendrá que cerrar sus puertas o seguir operando sólo mediante subsidios (que en este caso obviamente vendrán de parte del Estado). José Guerra, en su ¿Qué es el socialismo del siglo XXI? (2006), señala:

La definición de lo que es una EPS es la siguiente: son unidades de producción comunitarias y tienen como objetivo fundamental generar bienes y servicios que satisfagan las necesidades básicas y esenciales de la comunidad y su entorno, incorporando hombres y mujeres de las misiones, privilegiando los valores de la solidaridad, cooperación, complementariedad, reciprocidad, equidad, sustentabilidad, ante el valor de rentabilidad o ganancia (Pag. 78)                                                                                                                                                                                     

 En el momento en que fallen estos subsidios y/o se hagan insuficientes por el inextinguible crecimiento de las necesidades, se seguirá agotando la planta física y al final se producirá la desaparición definitiva de la empresa, con la consiguiente pérdida de calidad de vida para los trabajadores y la comunidad del entorno. Caso contrario, en una economía de mercado libre, la racionalidad del empresario, cuando está ante una demanda de productos muy grande y su objetivo es generar beneficios, parte del criterio de maximizar el beneficio mediante el cálculo del ingreso marginal que es igual al costo marginal, y cumpliendo con esta condición se garantiza que el beneficio sea el máximo en un punto determinado de la producción. Con esta medición y monitoreo permanente de la capacidad de planta física mediante la Función de la Producción, es posible determinar en qué momento es necesario, usando los beneficios obtenidos con la planta inicial, ampliar la capacidad productiva con nuevas líneas de producción, y allí comienza nuevamente el mismo proceso: se vuelve nuevamente a la primera etapa de la producción con una nueva planta física, más amplia, se continúa aumentando la producción y con ello se pasa nuevamente a la segunda y la tercera etapas, y así sucesivamente, y lo que se logra con esto es lo que se conoce como crecimiento económico; o, visto de otra manera, distintas escalas de plantas (para profundizar en esta materia, es útil la obra  de Hector Viscencio Brambila, Economía para la toma de decisiones, Año 2002).

No cabe duda que lo que motiva o estimula ese crecimiento es que el empresario ha decidido igualar el ingreso marginal al costo marginal y obtener un beneficio y ese beneficio a su vez es reinvertido en una nueva planta, lo que funciona como un efecto multiplicador que va in crescendo y no se detiene nunca (a menos que aparezcan ciclos bajos o depresiones económicas que por lo demás tienden a tener una duración relativamente corta). Pero si esa motivación de generación de beneficios es suprimida por el nuevo concepto del Socialismo del Siglo XXI que señala que el beneficio no es el ideal de toda empresa, entonces el empuje o motor social que hace posible el crecimiento de las plantas desaparece y con ello se estrangula el crecimiento económico, y eso implica la reducción progresiva del bienestar colectivo al no haber crecientes cantidades de bienes que satisfagan las múltiples necesidades. Ir a contracorriente de estas reglas universales a través del voluntarismo social es un intento de polemizar con las leyes de la propia física: las empresas y las plantas físicas no pueden producir más de su capacidad instalada y se si fuerzan es posible que se produzca más, pero a un costo mayor, y por ende, a la larga no se generan beneficios. Y si de añadidura se desagrega el factor “motivación” al crecimiento de las plantas, que es el beneficio, entonces sencillamente las empresas no pueden crecer, con lo que se detiene la capacidad de satisfacer la demanda de las necesidades. En el citado Haiman El Troudi, Juan Carlos Monedero, Empresas de producción social instrumento para el socialismo del siglo XXI (2006), se apunta:

El capitalismo exalta el egoísmo y el individualismo, al que pretende transformar en una virtud. El capitalista cuanto más posee más necesita en tanto que se entiende el capital como relación social referenciada a otros capitales. Es el impulso de la llamada reproducción ampliada del capital, supuesto verdadero motor del sistema (Pag. 37).

Entonces, como queda de manifiesto, esta herramienta gerencial también se ve anulada del ámbito de la gerencial empresarial en el marco del Socialismo del Siglo XXI. No se crece, no se progresa y se va directo a un profundo deterioro de la planta física y a una escasez y malestar material en la población sencillamente inevitable, como se puede observar en países que han intentado modelos similares de organización social a contracorriente de la funcionalidad de la producción.


5.1.2. Finanzas, contabilidad financiera y de costos.

Estos tres temas están tan estrechamente vinculados que podrían pasar como uno sólo. Los resultados financieros de toda empresa, y eso incluye a las Empresas de Producción Social, pueden ser capturados en todas sus manifestaciones y fenómenos con la herramienta de la Contabilidad. En una primera etapa, de acuerdo con la razón social de las Empresas de Producción Social, estas serán todas aquellas empresas que se acojan a la llamada responsabilidad social con el “pueblo” y específicamente en el caso de la EPS que en un futuro cercano se convertirán en proveedoras exclusivas de servicios a Pdvsa, deberán destinar un porcentaje de sus ingresos a la inversión social, pero sin embargo su estructura administrativa y contable en esta primera etapa seguirá siendo la misma que las de cualquier empresa privada destinada al lucro.

El problema que se vislumbra en las Empresas de Producción Social con respecto a la herramienta contabilidad es el hecho de que, primero, la alimentación o recolección de data de la contabilidad financiera da evidencias de que no podrá ser tan fidedigna como este recurso gerencial lo requiere. La contabilidad, como es sabido por todo aquel con un mínimo de conocimiento en la materia, es un sistema de ordenación de los flujos de entrada y de los flujos de salida de recursos de toda organización traducidos en dinero, ya sean flujos materiales, flujos humanos, convertidos en dinero como factor de cálculo con la finalidad de revelar la posición en dinero (financiera) del organismo de que se trate, a fin de que se genere información útil para la toma de decisiones, es decir, la cantidad de dinero de que dispone la empresa para operar e invertir; dicho de otro modo, si está obteniendo beneficios o por el contrario perdiendo dinero y si está en capacidad de seguir operando. (Meigs, Wiklliams; Haka, Bettner, Contabilidad: La base para decisiones gerenciales, Año 2000. Scout Besley, Eugene Brigham Fundamentos de Administración Financiera Año 2001. Jiambalvo, Contabilidad Administrativa, Año 2003).

En el caso de las Empresas de Producción Social, la contabilidad va a revelar de manera automática, ya que la ciencia contable está diseñada de esa forma, si hay ingresos y beneficios y posibilidades de generar utilidades para seguir creciendo, lo que atentaría nuevamente con el objetivo de las Empresas de Producción Social, que es evitar el lucro y enfocarse en la generación de productos para las necesidades básicas y la extirpación de la utilidad. Entonces, si un contador obtiene el balance al cierre del mes y comienza a hacer el análisis y observa, por poner un ejemplo, que una utilidad neta de 25% sobre los ingresos, esos ingresos inmediatamente tiene que destinarlos a la inversión social o ser convertidos en bienes o servicios para la comunidad, por lo tanto esa inversión se convierte en un costo que está totalmente divorciado del objetivo específico de la mera sobrevivencia de la empresa. Así (Ibídem):

Es indudable que siempre que haya personas que trabajen para otros y no reciban el excedente que resulta de su trabajo, ahí se produce una relación de explotación. Pero así mismo, no todo lo que se produce ha de pertenecer al trabajador que lo produce, parte del excedente tiene un sentido social que de ser conculcado por particulares también estaría produciendo un tipo peculiar de explotación, y la explotación es incompatible con el socialismo, por tanto el horizonte (y nótese que decimos horizonte) es incompatible con la propiedad privada de los medios de producción (Pag. 52).

Un caso que ilustra esta situación es el de la propia PDVSA actual, que está destinando sus ingresos a la inversión social, lo que puede ser muy loable desde el punto de vista humano pero muy perjudicial desde el punto de vista empresarial pues conduce a las empresas a una muerte segura, lo que a la larga se traduce en un perjuicio humano aún mayor que los bajos sueldos. Como reza el adagio popular, no hay bien o servicio más caro que el que no se tiene. Eso, al parecer, podría estar ocurriendo en el corto plazo con todas las Empresas de Producción Social. La ciencia contable y la contabilidad fueron creadas por el ingenio empresarial para buscar esa posición ventajosa desde el punto de vista financiero y no para extirpar esa utilidad y convertirla en un costo para que el beneficio se haga cero. En la obra Contabilidad: La base para decisiones gerenciales (Meigs, Wiklliams; Haka, Bettner, Año 2000), se señala:

El objetivo principal de la contabilidad es proporcionar información útil en la toma de decisiones. Desde el comienzo, hacemos énfasis en que la contabilidad no es un fin, si no más bien un medio para lograr un fin. El producto final de la información contable es la decisión de los grupos que tengan algún interés en el desempeño financiero de una empresa. (Pag. 3)      

Así mismo, en Fundamentos de Administración Financiera (Scout Besley, Eugene Brigham Año 2001) se apunta:

Las decisiones de negocios no se toman en el vacío, quienes lo hacen tienen algún objetivo en mente. Operan bajo el supuesto de que la meta principal de la administración es la maximización de la riqueza de los accionistas. (Pag.14)                  

 Y en Contabilidad Administrativa (Jiambalvo, 2003, pag. 2)   se señala:

La meta de la contabilidad de costos (administrativa) es proporcionar la información que necesitan para planear, controlar y tomar decisiones que generen beneficios. (Pag.2)

Es aquí donde se observa, de forma evidente, una contradicción entre el objeto de esta herramienta gerencial y el uso que se le pretenda dar en las Empresas de Producción Social. A simple vista se observa que el uso de la ciencia contable y la contabilidad sería viable sólo en el caso de diagnosticar el estado contable de las Empresas de Producción  Social en tiempo, pero no tendría aplicabilidad en el uso de esa información para la búsqueda de estrategias para el logro del beneficio, en este caso, por el contrario, se estaría usando esta herramienta más bien para “sacrificar” la organización. Otros observadores podrían argumentar que es sólo una parte del beneficio lo que se usará en la inversión social; cabría responder que igualmente se estaría convirtiendo un flujo de dinero, un activo, en un flujo de salida que no contribuye al crecimiento y desarrollo orgánico de la empresa. Eso sin incluir que en la tercera etapa del proyecto marxista-dieterichsta-chavista el beneficio quedará del todo abolido y todas las utilidades serán destinadas única y exclusivamente a la inversión social.

Todas estas conclusiones lucen válidas no sólo para la contabilidad financiera, sino para todo el resto de las herramientas similares como el análisis de los estados financieros, los cuatro reportes básicos de la contabilidad, y la contabilidad de costos.  Esta última es la que se encarga de estructurar de manera sistemática todo el proceso productivo de cualquier organización y determinar la cadena que agrega valor en cada una de las etapas de la producción. O, por decirlo de otra manera, es la herramienta que trata de registrar los costos que generan cada una de las unidades de producción de la empresa, desde el inicio hasta la salida del producto, con el objetivo fundamental de reducirlos a fin de aumentar la utilidad: se trata de identificar los costos para luego tomar decisiones que permitan seguir reduciéndolos hasta el máximo posible. Pero en el caso de las Empresas de Producción Social este objetivo va a chocar con el ideal de estas últimas, porque antes de reducir costos las Empresas de Producción Social, por su razón social, están destinadas a agregar inevitablemente otros costos producto de que el beneficio tiene que ser repartido en obras sociales, y no en su estructura organizacional para seguir generando beneficios y riqueza.

Es ese pues uno de los problemas básicos que se genera al tratar de contrastar la contabilidad de costos, la contabilidad financiera y las finanzas con el sistema de producción de la Economías Planificadas de Equivalencias y las Empresas de Producción Social, pero todavía es posible abundar algo más detenidamente sobre lo que ocurriría con las finanzas. Las finanzas, como lo establece cualquier manual financiero de aceptable calidad, tratan de lo siguiente: el producto del análisis contable, bien sea de costo y financiero, puede verse como flujos, y las finanzas lo que persiguen es la maximización de los rendimientos de esos flujos. Herramientas de las finanzas como la Tasa Interna de Retorno, el Valor Presente Neto, son técnicas para determinar en cuánto tiempo va a retornar la inversión, es decir, si la inversión ha sido o no rentable y en qué magnitud. Como se ha señalado reiteradamente, la concepción de las Empresas de Producción Social obliga a que las empresas no generen beneficios sino simplemente producción básica para la satisfacción de necesidades humanas. Como se ve a las claras, estas tres herramientas, concebidas para la maximización del beneficio, chocan  con esa concepción fundamental de las Empresas de Producción Social, haciendo irrisorio cualquier intento de su aplicación en éstas.



5.1.3 Administración en tiempos de globalización versus la administración en el Socialismo del Siglo XX en Venezuela

Es bien sabido que en las técnicas modernas de administración actual, que son también un punto de trascendental importancia para la gerencia de vanguardia y para cualquier escuela de negocios (como es el caso este postgrado que se dicta sobre esta materia en la Universidad de Oriente), el fenómeno de la globalización no deja de tener gran influencia, eso sin entrar en la polémica de si este fenómeno del mundo contemporáneo es “bueno” o “malo”. El hecho concreto es que la globalización es una realidad incuestionable que afecta a todos los seres humanos que habitan  este planeta y por sinécdoque a cada una de las naciones. La globalización está impulsando al mundo hacia un gran cambio, el de una sociedad industrial local a una sociedad global de la información y el conocimiento, con por supuesto grandes modificaciones en lo que es la innovación y el cambio tecnológico, cambio continuo porque el factor que lo produce, la tecnología, va avanzando de manera que hasta ahora se avizora como indetenible. (Harold Koontz, Heinz Weihrich, Administración: Una Perspectiva Global, Año 1996. Idalverto Chiavenato, Administración en los Nuevos Tiempos, Año 2002). Como se sabe, estamos ante una tecnología más sofisticada que trae aparejada una mayor eficiencia en los procesos productivos.  Actualmente las empresas han comenzado a analizar sus operaciones tradicionales de administración, de producción, de distribución, de ventas y de mercadeo, desde una perspectiva global, ello independientemente del tamaño de la empresa, que debe tratar de estar conectada con el mundo, porque la realidad global impone nuevas necesidades de los consumidores de cualquier parte del orbe, y a medida en que hay mayor tecnología y sobre todo las llamadas tecnologías de información, obviamente que las necesidades humanas van creciendo y se van volviendo cada vez más complejas de acuerdo a la complejidad de la tecnología. Por decirlo en una sola frase, el consumidor de hoy no se satisface con los productos de la tecnología de ayer. Precisamente, una de las contradicciones más importantes del Socialismo del Siglo XXI es sin duda su marcada oposición ante la globalización (¡como si en el Siglo XVIII hubiese sido razonable oponerse al uso del motor a vapor!), lo que crea modos distintos de pensar el gobierno de las empresas, a contracorriente de este fenómeno histórico mundial. Según Monedero y El Troudi (ob. cit.):

La globalización neoliberal es un proceso que lleva a que los flujos sociales económicos, políticos, jurídicos y culturales, que antes tenían lugar dentro de los Estados nacionales, ahora se trasladen más allá de las fronteras. Si bien es cierto que el desarrollo tecnológico permite la globalización, ésta no se hubiera desplegado de no ser necesaria para recuperar la tasa de ganancia del capital y, en consonancia con esto, no hubiera existido una voluntad política de impulsarla. Por último, no debe olvidarse que se trata de un proceso que tiene lugar bajo la hegemonía norteamericana. Todos estas razones son las que explican que detrás de este proceso existan globalizadores y globalizados. Se plantea entonces, la «competencia mundializada» de los productores, en la que aquellos países que poseen un desarrollo altamente tecnificado y una amplia capacidad productiva en la relación internacional, van a tener una situación favorable, pues podrán gracias a su gran capacidad invadir cualquier mercado. Si esto no bastara, los Estados de sus casas matrices siguen teniendo recursos para presionar Mientras, los empresarios menores quedarán en una posición de minoría, la cual los impulsará a integrarse a ese gran mercado homogeneizado por los grandes productores internacionales, es decir, por las grandes potencias. En consecuencia, los países del mal llamado Tercer Mundo, con un sector productivo poco competitivo, quedan a merced de las grandes trasnacionales que invaden el mercado nacional con «productos baratos». Irremediablemente, los sectores productivos nacionales se ven forzados a cerrar operaciones, con la subsecuente pérdida de soberanía nacional. (Pag. 40).

Así, en la administración inserta en el contexto de la globalización se imponen tendencias que apuntan a la descentralización de las operaciones, en sintonía con la lógica de permitir mayor flujo de decisiones en todas las diversas y ubicuas ramas de las estructuras organizacionales. Por ejemplo, ahora una empresa puede tener su sede jurídica y administrativa en Miami y sus operaciones en cualquier parte del mundo, llámese Asia o Latinoamérica, de acuerdo a la ventaja comparativa de estos países o continentes en cuanto a mano de obra y materias primas, y sin embargo la comercialización de los productos puede hacerse en cualquier otra parte del mundo, incluido el lugar de origen de la firma de que se trate o cualquier otro mercado, existente o por crear, de la geografía mundial. Esta descentralización modifica lo que son los patrones de medición de la incertidumbre y la imprevisibilidad de los mercados, o dicho de otro modo, el riesgo-país.

En el caso de que se trata, esto es, si las Empresas de Producción Social en Venezuela se van a dedicar a producir sólo para satisfacer las necesidades básicas, van a evitar la obtención de ganancias y todo lo referente a sus operaciones internas, como las necesidades de capital y las de cancelación de los beneficios de los trabajadores van a ser responsabilidad del Estado (como lo acaba de reafirmar el propio presidente de la República en alocución del domingo 9 de junio de 2007 donde informa sobre una empresa láctea inaugurada ese día en el estado Barinas, la cual se acoge a este modelo de Empresas de Producción Social y que funcionará bajo la tutela del Estado), esto aísla desde un principio y de manera radical a estas empresas de lo que es el proceso globalizador, que va en sentido contrario, el aplanamiento de las estructuras de toma de decisiones. Así (ob. cit.):

El socialismo es una doctrina que propugna la propiedad y la administración pública de los medios estratégicos de producción, de cambio, de distribución, así como la regulación igualmente pública, donde el Estado tiene un papel esencial, de las actividades económicas y sociales y de la distribución de los bienes (Pag.46).

Es decir, quedarán encajonadas en un circuito nacional de intercambio, el llamado desarrollo endógeno. Con todos estos lineamientos, lo que se está es calcando experiencias de protección indiscriminada, asegurando materias primas a través de Miban y Pdvsa en condiciones favorables, créditos preferenciales, y sobre todo con los mercados cautivos con las compras del gobierno y sus trabajadores agrupados en Empresas de Producción Social, lo que implica costos de producción más elevados toda vez que les está vedado el aprovechamiento de las escalas de producción, que es un recurso inherente a la economía contemporánea. Mientras el proceso globalizador está orientado a una diversificación de las operaciones al conectarlas a nivel global de acuerdo a las ventajas competitivas y comparativas que se pueden obtener en los mercados foráneos, las Empresas de Producción Social se orientan a una centralización por parte del Estado, es decir, una política empresarial diametralmente opuesta a lo que son los últimos adelantos de la ciencia administrativa en tiempos de globalización (Idalverto Chiavenato, Administración en los nuevos tiempos, Año 2002).

Esto obviamente va a crear condiciones muy desfavorables para las Empresas de Producción Social porque les será cuesta arriba identificar espacios en los que sus productos luzcan realmente competitivos, el único nicho de desarrollo que hallarán será el mercado local, y para que este funcione habrá necesidad de cerrar las fronteras porque obviamente de no tomarse esta medida los consumidores internos van a tener la oportunidad escoger productos que están impregnados de todas esas ventajas, ora en términos de precios menores, ora en calidad, ora en términos de los avances tecnológicos del mundo global. Una empresa encerrada en su propio país y que está dedicada a la producción de bienes y servicios estrictamente para la satisfacción de las necesidades básicas, y donde no están estimulados los trabajadores a hacer la empresa más competitiva pues esta competitividad no guarda relación con su mejor o peor remuneración pues depende exclusivamente del Estado y no de su productividad, y donde será éste quien centralice todas las operaciones, obviamente este tipo de empresa no está conectada de forma idónea con los lineamientos de lo que es dirigir empresas en el marco de la globalización.

Es claro, entonces, que los lineamientos fundacionales de las Empresas de Producción Social están completamente divorciados o van en sentido contrario de la nueva concepción de la administración y las operaciones en la era de la aldea global.



5.1.4 Desarrollo de los recursos humanos y el comportamiento organizacional bajo el Socialismo del Siglo XXI

El tema de los recursos humanos es de suma importancia en esta disquisición, y es quizás uno de los puntos centrales de la teoría de Heinz Dieterich y Arno Peters, pero paralelamente también lo es en el pensamiento contemporáneo de la libre empresa. Así, en la economía de mercado capitalista, las empresas han estado dándole, en los últimos años, mayor libertad e independencia a los criterios de los trabajadores en el gobierno empresarial. La filosofía gerencial propicia que los trabajadores ahora manejen la facultad de decidir y de proponer estrategias de negocios, organizacionales, de reestructuración, respondiendo al hecho de que con los avances tecnológico y la dinámica que ahora muestra la economía a nivel mundial, es imposible cuando no contraproducente que sea sólo una persona o un reducido número de personas que funjan como rectoras de una organización, por muy grande o muy pequeña que sea, porque las decisiones tienen que ser tomadas in situ y en el momento en que se producen las diferentes coyunturas, si se desea estar a la par de la rapidez del mercado moderno. Esa es la nueva tendencia en el manejo de los recursos humanos contemporáneos: que haya mayor libertad de pensamiento, de acción y en la toma de decisiones. Esto ha sido acompañado por el término Responsabilidad Social Empresarial, que no es un concepto ni nuevo ni de origen socialista, sino más bien de creación capitalista (Stephen P. Robbins, Comportamiento Organizacional, Año 2004. Peter M. Senge, La Quinta Disciplina. Año 1990).

 La Responsabilidad Social Empresarial es tratada básicamente en dos facetas, la primera que es la de la empresa en lo interno con sus propios trabajadores, en la que la gerencia empresarial lleva a cabo sus labores tratando de vincular (identificar) a sus trabajadores con la empresa y su entorno familiar, pues la gerencia de vanguardia ha comprendido que el bienestar espiritual del trabajador, vinculado al bienestar de sus relaciones familiares, lo hace más productivo y al hacerlo más productivo obtienen mayor beneficio tanto la empresa como los trabajadores mismos. ¿Qué sucede con esta herramienta, la administración de recursos humanos, en el Socialismo del Siglo XXI, y más específicamente, bajo la óptica de Dieterich y Peters? Pues que el socialismo de tipo radical como es el caso en estudio, es vertical por definición y necesidad operativa en cuanto a la dirección y toma de decisiones, lo que excluye los márgenes de decisión individual, como queda meridianamente definido por Haiman El Troudi y Juan Carlos Monedero en la cita anterior.

Por consiguiente, las nuevas tendencias de las herramientas de gerencia de recursos humanos también van en dirección contraria con los lineamientos socialistas, porque la primera privilegia la creatividad individual y las respuestas y propuestas operativas in situ del trabajador, y esa voluntad de decidir y de proponer va a estar necesariamente suprimida, en un sistema socialista de este tipo, por las directrices de la cúpula del poder que impere en la organización.

El término de “empoderamiento” (enpowerment) de los trabajadores, es decir, el darles poder en vez de limitárselo como se estilaba en la antigua gerencia, ha demostrado una gran eficacia como mecanismo liberador de las capacidades creativas y por tanto productivas de los individuos. Son los trabajadores quienes conocen el día a día de la labor, son los trabajadores los que conocen los detalles de la tarea y de las herramientas, por tanto es lógico que sean ellos quienes sepan mejor cuales son las decisiones que optimizan el desempeño y por ende la consecución de objetivos económicos lucrativos.

En el caso del Socialismo del Siglo XXI estas premisas no se cumplen, pues el objetivo de la empresa social lo va a decidir la dirección política del país, es decir, se limita la acción del individuo. Por ejemplo, y como ocurría en la Unión Soviética, en que una simple orden de suministro debía ser aprobada por funcionarios ubicados lejos de los centros de trabajo, en las Empresas de Producción Social no funcionará la sugerencia que determinado trabajador pueda hacer sobre las labores diarias para su optimización, pues esta sugerencia deberá ser informada por su superior a una instancia gubernamental ajena a las labores de que se trate, y será esa instancia quien dé la aprobación o denegación de tal modificación, por lo que se pierde, además del tiempo valioso para que la modificación sea efectiva, la conexión con la realidad del día a día de las tareas específicas. Esto es así porque la burocracia estatal tiene formas inherentes a su funcionamiento, sobre todo en lo referente a los mecanismos que tratan de poner freno a la corrupción, que se traducen en reglamentaciones, papeleo, en una palabra, burocracia. La estructuración vertical de las Empresas de Producción Social, en el sentido de recibir líneas de acción desde una cúpula de poder, no da muestras de que una situación de estas características pueda ser evitada. El socialismo radical (que como señala Rigoberto Lanz, otro de los más connotados teóricos del Socialismo del Siglo XXI, es aquel que trata de realizar cambios radicales) es autoritario por naturaleza, como queda documentado en infinidad de bibliografía sobre el tema, pues trata de introducir cambios radicales inclusive a contracorriente de la lógica económica y de la psiquis humana y esto sólo es medianamente viable a través de una férrea conducción desde el poder político.

La gerencia de recursos humanos contemporánea, es, por el contrario, de índole libertaria, en la medida en que las ciencias sociales han determinado que mediante la libertad implosionan las fuerzas creativas de los trabajadores. Como se ha señalado, el comportamiento organizacional en la gerencia de vanguardia está orientado a la integración del trinomio trabajador-familia-empresa a objeto de que el trabajador tenga un comportamiento más proactivo y se comprometa de una manera más intensa con la organización; esta integración trata de reproducir una identificación con la empresa similar a la que naturalmente el individuo sano establece con su familia. Ello implica, y hay experiencias de este tipo que están generando excelentes resultados en Estados Unidos, Europa y Japón, que el trabajador realiza, algunos días de la semana, tareas en su hogar y con su grupo familiar (Stephen P. Robbins, Comportamiento Organizacional, Año 2004. Peter M. Senge, La Quinta Disciplina Año 1990).

Este nuevo planteamiento de la gerencia de recursos humanos y del comportamiento gerencial, también está totalmente divorciado de los planteamientos de proyectos como el del Socialismo del Siglo XXI porque éste no pretende que el trabajador tenga esa libertad de decidir qué hacer con su tiempo libre y qué hacer con su familia sino que en la Empresa de Producción Social ese tiempo de esparcimiento  se va a usar en el adoctrinamiento político, como muy bien lo señalan los estatutos de la creación de las Empresas de Producción Social del MIBAM (ob. cit.):


(Las EPS) ...incorporan a la población históricamente excluida, tales como egresados de las Misiones sociales que adelanta el Gobierno Bolivariano, integrantes de las Unidades de Batallas Endógenas (UBES), desempleados en los portones de las empresas básicas y pequeños mineros desplazados, quienes recibirán cursos de inducción sobre la nueva filosofía solidaria que anima a este tipo de organizaciones productivas. (p.s./n)

Se trata de que el trabajador invierta horas escuchando lecciones de marxismo y de las teorías de Heinz Dieterich, Haiman El Troudi y Juan Carlos Monedero, en fin, que el trabajador cambie y se convierta en un Hombre Nuevo, según la ya citada terminología empleada por Dieterich, por lo tanto al hacer eso el trabajador va a vincular su tiempo familiar y de ocio a una tarea política y social, que está en consonancia con la preeminencia que tiene lo colectivo sobre lo individual en estas teorías “salvacionistas” (como las califica el filosofo venezolano Juan Nuño en su libro Ética y Cibernética). Además, esa teoría del Hombre Nuevo, cuyo adoctrinamiento va a comenzar en las Empresas de Producción Social, consiste en la creación de un individuo que no tiene ambiciones económicas en el sentido de mejorar su situación material, sino que debe anteponer todo deseo a la satisfacción de las necesidades colectivas, pues según el Socialismo de Siglo XXI, la ambición y el afán de lucro ha sido la causa de la presunta degradación de la humanidad a la categoría de “cosa” bajo el sistema capitalista.

Si en una empresa privada operando en libre mercado se requiere voluntad para mejorar, para ser más eficiente, que es lo que preconizan las herramientas gerenciales y en el caso de los recursos humanos es hacia donde se canaliza todo el entrenamiento que se le destina a los trabajadores, cuando la teorética del Socialismo del Siglo XXI señala que no se debe ser ambicioso, que desde el punto de vista material es necesario ser conformista, no sólo va a contracorriente del pensamiento económico moderno, sino que de alguna manera se extirpa esa energía que es lo que potencia, en una palabra, las “riquezas de las naciones”. Y por lo tanto esto tiende a hacer que el trabajador se adormezca, se desestimule y la empresa como tal también caerá, lógicamente, en ese letargo, pues estará constituida por individuos aletargados. Mientras las técnicas de los recursos humanos de vanguardia están en permanente búsqueda de “terapéuticas” que motiven a los trabajadores a ser más productivos, en las Empresas de Producción Social también se diseñarán talleres para encausar a los trabajadores, quizás no a no ser productivos, sino a no ser ambiciosos desde el punto de vista material, lo que a fin de cuentas y como es evidente debe redundar en lo mismo, es decir, en el desestímulo a la productividad.

Si las Empresas de Producción Social, como lo señala la teoría de Dieterich, Peters, El Troudi y Monedero, van a destinar recursos y tiempo a que el trabajador no tenga ambiciones económicas, al no tenerlas otro de los efectos colaterales que se van a conseguir será una caída abrupta de la demanda, especialmente en esa producción de bienes que el buró político no considere necesarios. Eso, de alguna manera, también irá limitando la productividad y el crecimiento económico e irá paulatinamente desestimulando el comportamiento económico de los Recursos Humanos que da lugar al progreso de los individuos y de la sociedad constituida por estos como un todo. Por lo tanto, es obvia la incompatibilidad de los postulados que constituyen la teoría del Nuevo Hombre Social- Etico con la conducta económica histórica del ser humano.


5.1.5 La calidad, la productividad y la competitividad en las Empresas de Producción Social.

Para comenzar el análisis de este punto es útil glosar el libro “Administración y Control de la Calidad” de James Evans y Williams Lance (4º edición año 2001), donde se cita a uno de los actuales directivos del sindicato de trabajadores de la empresa automotriz norteamericana Crysler, a saber:

La calidad incluso se ha convertido en un punto focal de las corporaciones, industrias y sindicatos, es decir entre los dueños de  las empresas y los trabajadores. “no hay calidad, no hay ventas, no hay ventas, no hay utilidad, no hay utilidad, no hay puestos de trabajo” (pag.4).

La cita pertenece a un amplio trabajo sobre lo que es la calidad y la competitividad, y donde la tesis es que la calidad está íntimamente relacionada a la utilidad, porque como lo dice el texto trascrito si no hay utilidad, es imposible que la empresa crezca y si no hay calidad la empresa está incapacitada para obtener beneficios suficientes al no colocar sus productos, y si no vende sus productos no obtiene utilidad y si no genera utilidad no genera puestos de trabajo, lo que, como muestra la seguidilla de frases condicionadas, es un círculo vicioso que conduce al cierre de cualquier empresa. En un principio, como se ha dicho al inicio del planteamiento del problema de este trabajo de grado, es probable que en lo referente al tema de la Calidad, la Productividad y la Competitividad, sea posible el aprovechamiento de herramientas como el Kaizen,   en las Empresas de Producción Social, ya que esta herramienta se circunscribe al mejoramiento continuo de la calidad de las operaciones, es decir la revisión continua de todo el proceso productivo desde el inicio hasta el consumidor final, analizando profundamente las relaciones materiales, físicas y por supuestos las relaciones humanas. Las Empresas de Producción Social también podrían hacer análisis de la cadena de valor, que es otro de los recursos que perteneciente a este tipo de herramienta gerencial referidos a la calidad, la competitividad, y la productividad, así como también podrían realizar evaluaciones de sus infraestructuras aplicando el Balanced Scorecard, amén de estar en condiciones de aplicar toda una serie de herramientas gerenciales que conducen a que los procesos administrativos y de producción se lleven a una mayor calidad, eficacia y competitividad (es conveniente aclarar que si se hace referencia al Balanced Scorecard es porque este es el más famoso de entre una gran variedad de modelos similares, y es una de las filosofías de calidad que mejores resultados han dado en el mundo entero).

Es necesario recordar que cuando se dio inicio a este capítulo se mencionó como binomio inseparable a la utilidad y la calidad. Por eso, si las Empresas de Producción Social tienen como principio no generar utilidad ni riqueza sino bienes y servicios básicos para las necesidades básicas de las comunidades, se deja de lado no sólo la utilidad sino que automáticamente también deja de lado la calidad porque, obviamente, como ha sido explicado en capítulos precedentes, el factor que determina la calidad es el consumidor. Éste, cuando va al mercado y selecciona un producto y no otro de entre una gran variedad de ellos, de una manera automática realiza un proceso de selección de calidad que es el más importante pues es el que en definitiva cuenta dado que es lo que determina la vida o la muerte de los productos y las empresas. No en balde las empresas más exitosas del mundo son las que dedican buena parte de sus inversiones a investigar en calidad, pues es una regla universal que a mayor calidad mayor utilidad. (James R. Evans, William Lindsay, Administración y Control de la Calidad, Año 1999. Stephen P. Robbins, Comportamiento Organizacional, Año 2004. Peter M. Senge, La Quinta DisciplinaAño 1990). Entonces, si por definición las Empresas de Producción Social no están destinadas a tomar en cuenta la utilidad difícilmente van a tomar en cuenta la calidad, porque se supone además que en el concepto “calidad” está implícita cierta dosis del elemento “superfluo”, de exigencia innecesaria que entra en contradicción con el concepto de satisfacción sólo de “necesidades fundamentales”. Es decir, las exigencias de calidad pertenecen al ámbito del consumismo exacerbado que tanto se critica en los cenáculos ideológicos del Socialismo del Siglo XXI. Así, El Troudi y Monedero (2006) señalan:

Consumismo versus satisfacción de necesidades reales. El consumismo aparece a primera vista como un comportamiento social masificado. Históricamente, el concepto de consumismo y su correlato social aparecen como un estadio avanzado del capitalismo, desarrollado en los Estados Unidos durante las primeras décadas del siglo XX. Con los avances tecnológicos y la subsiguiente producción en serie taylorista (aumento de la productividad industrial), las mercancías precisaban vastos contingentes de «consumidores». En aras de dinamizar la ganancia, la mercancía manufacturada debía ser sustituida por más mercancías, alimentándose así la vorágine depredadora inducida por la publicidad, la propaganda y las operaciones sicológicas. El primer impulso consumista se suele emparentar con la fábrica de automóviles Ford, pues fue ahí donde se conjugaron los principios del taylorismo con un incremento salarial que permitiera a los propios trabajadores endeudarse para adquirir el vehículo que producía. Sobre el endeudamiento como extensión del consumismo, ha apuntado Harnecker (Martha):  «Fue en ese momento en que surgió también la compra a plazos. En menos de una década, una nación de trabajadores, los moderados americanos, se convirtieron a una cultura caracterizada por el hedonismo, en busca de cualquier forma posible de gratificación más o menos inmediata. A nivel de las grandes masas se logró con éxito convertir lo superfluo en necesidad y al hacerlo y promover la compra a plazos se creó, como dice Tomás Moulián, un nuevo mecanismo de domesticación. (Pag. 69 y 70).

Si bien es posible pensar que las Empresas de Producción Social dentro de su filosofía organizacional pueden poner en práctica herramientas gerenciales como las citadas anteriormente, ello no impide que más adelante se encuentren con otro escollo en lo relacionado con el punto anterior: la calidad tiene que ser en base a la comparación con otros productos de la competencia, y obviamente, si se desea que en tiempos de globalización el concepto de calidad funcione bien, esta comparación no debe ser sólo con productos nacionales sino con la mayor cantidad de productos extranjeros y si no se cumple con esta condición, no se produce una verdadera competencia y por lo tanto no se estaría igualando, ni que decir de superando, estándares de calidad que existen en los mercados del mundo entero, por lo que en última instancia los perdedores serán los de siempre en este tipo de experimentos colectivistas: los consumidores obligados a comprar en medio de una oferta restringida.

Otra de las herramientas gerenciales de la Calidad, Productividad y la Competitividad es el Enfoque al Cliente. En los países desarrollados existe un índice de satisfacción al cliente. Esto también plantea un reto a las Empresas de Producción Social: lograr la satisfacción de sus clientes lo más aproximadamente cerca de los mayores puntaje de este índice. Sin embargo,  los consumidores de los productos de las Empresas de Producción Social no pueden ser considerados en realidad como clientes, pues la expresión “clientes” pertenece al ámbito de las categorías y definiciones del capitalismo, y se podría entender, dadas sus resonancias semánticas y etimológicas, que esta palabra da por sentado que se comercializa con el Hombre Nuevo:

... la consideración de los seres humanos como clientes y no como ciudadanos propia de las escuelas de gestión occidentales  son todas justificaciones intelectuales a favor del egoísmo y la jerarquía. En todas estas interpretaciones, la fraternidad se convierte así en una distorsión en la sociedad organizada por el mercado, basada en la lucha de todos contra todos. (Ibídem, Pag. 56).

Esta es otra evidencia más de que hay un divorcio total en lo que es específicamente la herramienta gerencial que se estudia en este parágrafo con respecto de las Empresas de Producción Social.

Por otro lado tenemos que al Socialismo del Siglo XXI y más específicamente a las Empresas de Producción Social se les ha adjudicado en Venezuela la paternidad del concepto de Responsabilidad Social Empresarial. En realidad, este es un concepto que pertenece precisamente a las empresas capitalistas, como queda señalado en capítulos anteriores. Actualmente, tanto en los países desarrollados como en los en vías de desarrollo, el entorno en donde se desenvuelven las empresas privadas es muy tomado en cuenta por este concepto de Responsabilidad Social Empresarial; también existe una Responsabilidad Social Empresarial interna, que tiene que ver con la satisfacción de las necesidades de los trabajadores para lograr un ambiente laboral y un ambiente familiar que permita a los trabajadores desarrollarse como seres humanos, generarle mayores beneficios a la empresa con su trabajo y que al mismo tiempo obtengan gratificaciones no sólo monetarias sino también cualitativas como es el estar más tiempo con su familia, compartir actividades recreativas en la empresa y otros elementos de este tipo.

Desde el punto de vista de la Responsabilidad Social Empresarial  externa, a ninguna empresa conviene operar a espaldas de los problemas sociales que imperen en la zona geográfica donde esté sita, pues obviamente la seguridad de la empresa está vinculada a su entorno, por lo que le conviene introducir acciones que contribuyan a superar esos problemas, lo que no implica que la empresa deba dedicar todas sus utilidades a esta tarea pues ello pone en riesgo su supervivencia. En el caso de las Empresas de Producción Social la obligación de aportar buena parte de sus productos a satisfacer las necesidades del entorno es más bien una obligación para con el Estado, la que se cumple como exigencia de éste y no como imperativo de sus necesidades intrínsecas, lo que las limita en el sentido se poder seguir los lineamientos que en esta materia dicta la gerencia moderna, en cada caso específico de que se trate.

Otro aspecto importante a resaltar que también trata el texto citado anteriormente, es el que se aborda de la siguiente manera:

Los temas de calidad aceptan todos los aspectos de las empresas, por ejemplo el diseño, mercadotecnia, manufactura, administración de recursos humanos y relación con proveedores y administración financiera (Pag. 118).

Es decir, siguiendo la línea de pensamiento de estos autores, se entiende que  la calidad no es una herramienta que se pueda aplicar sólo internamente, sino que desde el interior de la organización se debe buscar la calidad hacia fuera. Por ejemplo: cuando se establecen relaciones extraordinarias con los proveedores. En el caso de las Empresas de Producción Social, de alguna manera se van a establecer relaciones con proveedores que no son necesariamente Empresas de Producción Social ni el propio Estado; es decir, empresas privadas de índole ordinaria o tradicional, y para tener buenas relaciones con estas empresas o proveedores lo básicamente necesario es cumplir con los pagos y los compromisos. En Venezuela, toda organización empresarial, grande o pequeña, es sabedora de que el Estado es mal pagador en términos de cumplimiento de plazos. De entrada, esto les va restando credibilidad y competitividad a la relación de las Empresas de Producción Social con sus proveedores. Pero en el supuesto negado de que el Estado pague muy bien, sigue luciendo cuesta arriba mantener una relación de calidad con el proveedor si éste al hacer los cobros a la Empresa de Producción Social en cuestión, percibe que no es esta misma la que va a realizar el pago, sino que éste tiene que ser obligatoriamente ordenado por el ente central que es el Estado, porque según los estatutos de las Empresas de Producción Social, las alocuciones presidenciales y las declaraciones de diversos voceros, es el Estado quien va a regular todo lo que son los recursos que se necesiten para que las Empresas de Producción Social operen. Es decir, no va a ser sino una autoridad exógena a éstas quien va a determinar el pago, y por allí se insufla una ineficiencia que obstaculiza el objetivo de alcanzar calidad en la relación con los proveedores.

Se observa con este último ejemplo que el concepto de calidad es muy amplio e implica todas las áreas tanto internas como externas de las empresas. Para finalizar este capítulo, se mencionan en una rápida sucesión todo lo que son los principios de la llamada calidad  total, contrastándolas con la filosofía empresarial que envuelve a las Empresas de Producción Social. Uno es el enfoque al cliente, es decir, enfocar la acción de la empresa a la satisfacción de las necesidades del cliente. Al evaluar este concepto en el marco de las Empresas de Producción Social, si estas se van a enfocar al cliente sólo en lo que respecta a sus necesidades básicas, obviamente que las oportunidades para crear empresas van a ser mínimas porque las necesidades básicas son mínimas, es decir, vivienda, alimentación y vestido y éstos en forma elemental. Gustos y deseos del hombre contemporáneo como el lujo y la moda quedan excluidos, por lo que el enfoque al cliente se reduce. Otro elemento de la Calidad Total es la participación y el trabajo en equipo, lo que luce cuesta arriba en una organización productiva donde el ente central, el Estado, regulador de las Empresas de Producción Social pueda participar directamente como para configurar las nociones hasta ahora conocidas como trabajo en equipo, conectándose con todo el variado espectro de Empresas de Producción Social que se planea crear. En cuanto a la Mejora y el Aprendizaje Continuo es necesario reiterar que para acceder a la tecnología, fuente del aprendizaje continuo en el mundo contemporáneo, es necesario una conexión permanente y amplia con éste y sus diversas fuentes de producción de tecnología, y es precisamente el mundo desarrollado capitalista de donde proviene la mayor parte de la tecnología más avanzada, y si se produce una desconexión con estos centros de mejoramiento permanente, ya que el gobierno venezolano rechaza al llamado “imperialismo yanqui” y a los países de su órbita, en materia de nuevas tecnologías de la información, mercadotecnia, y en cuanto al desarrollo de nuevas estrategias de gerencia, será difícil alcanzar cotas aceptables de calidad. En conclusión, estos tres enfoques de la calidad también se hallan en contradicción con los lineamientos que según los entes gubernamentales constituyen a las Empresas de Producción Social, y más ampliamente con los principales postulados del Socialismo del Siglo XXI.


5.1.6 La mercadotecnia o marketing en los mercados de intercambios de Equivalencia.

En este aparte, es necesario  comenzar por una definición de lo que es el marketing basada en el proceso de intercambio y aplicable a cualquier organización. En  Fundamentos de marketing (William J. Stanton, Año 2005), se acota:

Es el sistema total de actividades de negocios ideado para planear productos satisfactores de necesidades, asignarles precios y distribuirlos en los mercados meta, a fin de lograr los objetivos de la organización (Pag 35).


Esta definición tiene dos implicaciones significativas, la primera, el enfoque: el sistema entero de actividades de negocios debe orientarse al cliente, los deseos de éste deben reconocerse y satisfacerse. La otra es la duración, es decir, el marketing debe comenzar con una idea precisa del objeto satisfactor y no terminar sino una vez que las necesidades de los clientes estén satisfechas, lo cual puede ser algún tiempo después de que se haga el intercambio. Como se ha dicho, las Empresas de Producción Social están orientadas a satisfacer necesidades básicas más no deseos  y aquí esta palabra es clave, es un punto muy importante para esta herramienta gerencial, el marketing. Desde el punto de vista técnico, las necesidades pueden circunscribirse a lo fisiológico, es decir, alimento, vestido y vivienda, mientras que todo lo demás, son deseos. Las herramientas del marketing tratan de satisfacer deseos, incluso tratan de crear deseos, es decir, necesidades artificiales (como el gusto por ingerir bebidas gaseosas, por ejemplo) que no son necesarias para la vida, y es cuando en economía se habla de deseos. El marketing identifica esos deseos o los creas y luego trata de satisfacerlos y además de eso mantener in crescendo esa satisfacción al tiempo de ir generando nuevos deseos, con el fin de complementarlos progresivamente a objeto de alcanzar la meta de toda empresa tradicional: generar beneficios (William J. Stanton, Fundamentos de Marketing, Año 2005. Philip Kotler, Los 10 pecados capitales del Marketing, Año 2004).

Si atendemos a lo que se informa sobre las Empresas de Producción Social en el citado libro de Monedero y El Troudi, se encuentra nuevamente que la definición de las necesidades a satisfacer en estas empresas están circunscritas a sólo alimento, vestimenta y morada, y en ningún parágrafo se hace mención a la satisfacción de deseos como meta productiva, porque de hacerlo entrarían en flagrante contradicción con lo que son los presupuestos ideológicos del Socialismo del Siglo XXI, porque este se plantea como una de sus tareas más importantes combatir a ese ser consumista que denomina “sujeto burgués”, ese actor social que se presta a ser manipulado por el aparato publicitario del “capitalismo salvaje”, que lo convierte en un ser frío y frívolo que no desea sino los supuestamente alienantes objetos de consumo innecesarios del marketing capitalista. Nuevamente El Toudi y Monedero (2006) tienen la palabra:

Manipulación y alineación de la población a través de los medios de comunicación, construcción de un imaginario popular en donde el mercado y el neoliberalismo reciben un tratamiento acrítico... el individuo se aliena y llega a identificarse con aquello que posee, cree que es aquello que posee y consume (Pag. 43)

Se observa como aparece una nueva contradicción en lo que son las Empresas de Producción Social y las herramientas de gerencia: en el Socialismo del Siglo XXI, es necesario reiterarlo no se podrá hacer uso de las herramientas del mercadeo pues este no está destinado a satisfacer necesidades superfluas sino las llamadas necesidades básicas.

Otro aspecto importante del marketing versus el mercado de la Economía Planificada de Equivalencias y las Empresas de Producción Social es que el primero se usa para competir en ámbitos de intercambio amplios, al que concurren infinidad de productos competidores en función del precio (obviamente en una relación precio-calidad) en el que está incluido el costo de producción de los bienes, y la diferencia entre el valor de venta viene a ser la utilidad, que está directamente ligada a las necesidades de los consumidores que concurren al mercado (necesidades básicas y deseos superfluos). En los mercados capitalistas, en realidad y como se ha visto de forma reiterada, las mercancías se transan no por el valor del trabajo incorporado a ellas sino que este lo da el mercado, es decir la confluencia de un sinfín de consumidores que deciden si un producto vale o no lo que se esté exigiendo por él. Entonces la empresa no fija el precio sino el mercado, aquella sólo puede realizar estimaciones que se verán ajustadas por los propios consumidores, y la mercadotecnia es sólo un recurso para tratar de influir en la valoración que hacen los consumidores. Entonces se observa una nueva brecha conceptual entre lo que es el precio para la economía de mercado y el marketing y el precio para la Economía Planificada de Equivalencias. Aquí es necesario recordar la Teoría del Valor Trabajo propuesta por Marx en donde  las mercancías tienen el valor del trabajo que costó producirlas, y por eso es que Dieterich  habla de la necesidad de crear una nueva contabilidad, la de tiempo-trabajo. Por eso, en las Empresas de Producción Social, la mercadotecnia luce por demás innecesaria pues el valor de los productos sale ya preestablecido de las fábricas con solo contabilizar el tiempo invertido en su manufacturación y los empresarios encargados de dirigir las Empresas de Producción Social no tendrán que investigar cual es el valor que los consumidores asignan a sus producciones. En las Economías Planificadas de Equivalencias los productos tiene sus precios en trabajo incorporado y a los consumidores no les queda la posibilidad de un simple regateo.
      























CAPÍTULO VI

6.1                   Determinar qué Herramientas Gerenciales pueden ser usadas en el esquema económico colectivista que impulsa el Socialismo del siglo XXI.


Como se observa luego del análisis precedente, son pocas las herramientas de la gerencia contemporánea que podrán emplearse para gerenciar las Empresas de Producción Social. De acuerdo a lo analizado, es obvio que las Empresas de Producción Social sólo podrán usar las herramientas vinculadas a la Calidad y Productividad, porque éstas son sistemas administrativos que por su naturaleza están lejos de ser afectados por condicionamientos de índole ideológicos ni financieros implícitos en la concepción fundamental de las empresas.
Las herramientas de la Calidad y Productividad (como se observó en el capítulo correspondiente a estas herramientas gerenciales) están orientadas al ahorro de recursos y materias primas y a la obtención de mayores niveles de “producto”, sin vinculación directa con el objetivo de maximización de las ganancias en los mercados libres, que es, esto último, lo que da razón de ser al resto de las herramientas gerenciales estudiadas. En éstas se trata de alcanzar mayores cotas de producción eficiente y eficazmente. Por ejemplo, el Kaisen, el sistema de Mejoramiento Continuo y algunos métodos estadísticos, son recursos de la calidad y productividad que podrían ser usados en las Empresas de Producción Social por su condición de instrumentos meramente administrativos que organizan el proceso productivo en cuanto al uso óptimo de los recursos para obtener mayor cantidad de producción en menor tiempo posible y agotando la menor cantidad de recursos, lo que es válido para una empresa capitalista como para una Empresas de Producción Social ya que la calidad y la productividad no abordan directamente (aunque sí de manera indirecta) el tema de la ganancia, que está estrictamente prohibida en las Empresas de Producción Social, por lo que se abre un espacio, aunque limitado por algunos condicionamientos, para buscar con estos métodos calidad y productividad dentro de las unidades productivas del Socialismo del Siglo XXI. Como se estudió en su momento oportuno, el resto de las herramientas de la gerencia contemporánea están ligadas radicalmente al tema de la maximización de la ganancia, lo que está divorciado de los postulados del Socialismo del Siglo XXI.




6.2                   Identificación de las razones de lógica económica por las cuales la aplicación de principios capitalistas dentro de las Empresas de Producción Social es inviable.


Resulta tarea sencilla responder a esta interrogante luego del extenso análisis precedente. La aplicación de principios capitalistas en las Empresas de Producción Social no es posible en vista de que sus postulados fundacionales, las bases legales que las constituyen expresan claramente que las Empresas de Producción Social funcionarán de manera distinta a la lógica capitalista, lo que se traduce en que no están diseñadas para la obtención de ganancias sino a la producción para la comunidad, que excluye de manera tajante e inapelable las llamadas “prácticas capitalistas” de la competencia, competitividad, lucro, acumulación de ganancias, etc.  Las Empresas de Producción Social no deben generar beneficio, lo cual es el principal objetivo de las empresas capitalistas. Además, los productos de las empresas capitalistas se destinan a los mercados libres, lo cual está prohibido a las Empresas de Producción Social, que destinarán su producción, en su fase superior de desarrollo, a un mercado de equivalencias que no está regido por la ley de la oferta y la demanda, que pertenece a la lógica capitalista, sino por una nueva lógica que tratará de “superar” la lógica capitalista. Estas dos razones hacen inviable, como se vio en el los capítulos correspondientes, toda aplicación de principios capitalistas  a las Empresas de Producción Social. En la lógica capitalista, el actor económico conocido como empresario funda las unidades productivas en procura de su beneficio personal, lo que es el motor de la economía de mercado libre. En las Empresas de Producción Social, el objetivo es el beneficio de la comunidad, para lo cual es necesario la creación de un Hombre Nuevo, que con nuevos principios, deje de lado su beneficio egoísta y privilegie a la comunidad. Como queda de manifiestos son dos lógicas totalmente opuestas.


6.3                   Identidad o incompatibilidad del Nuevo Hombre social-ético-estético con la conducta económica histórica del ser humano (equivalente al tema de los Recursos Humanos y el Comportamiento Organizacional bajo el Socialismo del Siglo XXI).
Según lo ya expuesto en los ítems  correspondientes a El Nuevo Hombre Social-Ético- Estético del capítulo correspondiente a El Socialismo del Siglo XXI y el del Desarrollo de los Recursos Humanos en la Gerencia Contemporánea, es obvio que ambos conceptos del factor humano vinculado a la producción y a las relaciones económicas son diametralmente opuestos, o dicho en términos académicos, son antitéticos y sencillamente irreconciliables de una doctrina a otra. Mientras para los socialistas del siglo XXI en el capitalismo los trabajadores son sujetos de explotación, para los liberales el colectivismo implícito en el socialismo implica una sujeción del individuo a un solo amo, el Estado, (muchas veces personificado éste en una sola persona, el líder) que funge como rector de todos los aspectos de sus vidas, incluyendo la administración del tiempo libre e incluso la patria potestad y educación de sus descendientes. Como lo señalan sus voceros, la construcción de un modelo socialista viene acompañada de una transformación, de manera estructural, de todo el cuerpo que sustenta a la sociedad, para lo cual debe existir un equilibrio entre la praxis y la teoría revolucionaria para que los antiguos vicios que provengan del antiguo modelo social no invadan y afecten el nacimiento de la nueva sociedad, es decir, “la génesis del Hombre Nuevo”. Por vicios del antiguo modelo social se entiende el afán de lucro individual, que deberá ser sustituido por la solidaridad y todas las cualidades de signo positivo que debe poseer el Hombre Nuevo, que mediante la razón, que imperará en toda acción humana dentro de la revolución, se extenderá a todo el cuerpo social. Esto por supuesto no se ha materializado en ninguna revolución socialista de las innumerables que se han intentado a lo largo del último siglo, y pese a la instauración de regímenes que se exhiben como “racionalista” es decir, que tratan de imponer a los colectivos el imperio de la razón, entendida esta como la no violencia, el trato “humano” en la relaciones laborales, y toda la larga lista de cualidades enumeradas en el capítulo correspondiente al Hombre Nuevo, siempre se ha reproducido la asfixia a las libertades individuales en el intento de imponer al colectivo el racionalismo socialista.
Esto ocurre así dado que la diferencia entre la visión socialista y liberal del factor humano en las relaciones económicas estriba en que para los socialistas existe un ideal humano universal  único, invariable de una latitud a otra y de un hombre a otro, y que ese ideal son la igualdad, la libertad, la fraternidad, la ética, la estética entendidas desde la perspectiva marxista, es decir, susceptibles de ser impuestas en lo económico igualando a los hombre a través de la eliminación de las diferencias materiales (desaparición de la propiedad privada) y con el Estado como ente regulador de las relaciones sociales. En la praxis esto se traduce, como se ha verificado históricamente, en la injerencia del Estado en todos los aspectos de la vida individual, pero sobre todo en la eliminación de los derechos económicos, es decir, en el derecho de comprar y vender, de tener bienes, de hacer negocios, de legar a las descendencias, en una palabra, en el derecho de lucrarse. Es por eso que el Hombre Nuevo no puede ser ambicioso, no es individualista, no es egoísta, no es consumista, no trata a los demás como mercancía, practica la igualdad entre los seres humanos, es humilde, es desinteresado y todo el resto de la lista de cualidades elaboradas por El Troudi y Monedero en su libro ya citado.
Para los liberales, por el contrario, el factor humano en el ámbito económico y social se entiende como fines en sí mismos, es decir, cada hombre tiene el derecho de ser y de hacer como lo dicte su libre albedrío, y sus únicos límites son el no vulnerar los derechos de los demás, y moverse en el ámbito de la ley, que deberá estar elaborada de manera que limite de forma mínima la libertad de acción de los individuos, sobre todo y en especial sus derechos económicos, como lo son la propiedad privada, el respeto a los contratos entre particulares, y los derechos de comerciar, crear industrias, etcétera, pese a que estas libertades puedan generar diferencias económicas entre los hombre, pues dentro de los postulados liberarles el derecho a enriquecerse lícitamente en sagrado, y principal motor del progreso humano, como ya se ha expuesto en párrafos precedentes.
En el ámbito de los Recursos Humanos, tal diversidad de concepciones son, como se ve, inconciliables, por lo que queda de manifiesto que las nuevas concepciones de la gerencia contemporánea en materia de Recursos Humanos, es totalmente inoperante dentro del marco conceptual del Socialismo del Siglo XXI, que propugna un Hombre Nuevo que debe renunciar al derecho de lucrarse para optar por trabajar para el colectivo en las Empresas de Producción Social, que sólo crearán bienes y servicios para beneficio de las comunidades y no para el individuo, mientras que la gerencia moderna requiere de un individuo ganado a la idea (motivado) de que es posible prosperar  materialmente mediante el trabajo creativo y responsable .
Si para completar se retoma el concepto de alineación como la situación de explotación constante, en el trabajo, del hombre por parte del hombre y de que Marx también habla de la alienación económica, que consiste en el hecho de que los humanos, en la realización de su trabajo, se “deshumanizan”, se “desposeen de sí mismos”, se transforman en cosa, en algo ajeno al realizar un trabajo con el cual no se identifican, perdiendo el sentido original de acto de vida que tenía todo trabajo para el hombre de la sociedad primitiva o pre-capitalista, y que también según el marxismo, en ésta el trabajador sufre una doble enajenación ya que aquello que crea no sólo no le pertenece sino que, al convertirse en capital, deviene instrumento de su propia explotación, es decir, el obrero fabrica el medio de su explotación y que, además, el acto mismo de trabajar, con sus condiciones infrahumanas, es un acto enajenante o alienante, no desarrolla sus capacidades intelectuales y espirituales sino que deviene una pieza más, fácilmente substituible, del engranaje productivo, si se toma toda esta argumentación marxista y se compara con el concepto contemporáneo de la Responsabilidad Social Empresarial en el ámbito interno, que consiste, grosso modo, en la empatía profunda del trabajador con su trabajo y la empresa en que labora como medio de alcanzar su realización social, económica y familiar, es obvio que no es posible hallar puntos de encuentro entre ambas concepciones de las relaciones laborales. Queda pues suficientemente de manifiesto en los capítulos desarrollados más arriba sobre este aspecto de la antítesis entre los postulados socialistas versus la gerencia contemporánea, pero por último hay que decir que esta incompatibilidad es producto de que ambas concepciones parten de interpretaciones diferentes de la conducta económica histórica del ser humano: para el socialismo las diferencias económicas son producto de la explotación de una élite sobre unas mayorías, mientras que para el liberalismo son productos de múltiples factores, pero son esencialmente la condición del desarrollo humano.


6.4                   Identificación de las diferencias concretas entre la gerencia y los postulados del Socialismo del Siglo XXI.

Las diferencias concretas entre ambas ideologías son múltiples, lo que las constituye en dos sistemas radicalmente distintos de concebir la vida humana en sociedad. Esto se traduce, en el caso del Socialismo del Siglo XXI y la gerencia contemporánea, en puntos de partida y principios antitéticos y en algunos aspectos inconciliables. Luego de ser estudiadas ampliamente en las páginas anteriores, es posible extraer de forma puntual sus rasgos distintivos y diferenciadores más importantes. Estos son:

-El liberalismo concibe que los intereses humanos son múltiples y divergentes, y por lo tanto la vida en sociedad debe dar cabida a esta diversidad, por lo cual se organiza en democracia, sistema en donde las diferencias se resuelven por el voto, sin que por ello las minorías dejen de tener presencia en las decisiones públicas, por lo que la libertad de ser y actuar de acuerdo al libre albedrío está resguardada. En el terreno específico de la economía, esto se traduce en que existe la libertad de producir y consumir de acuerdo a las preferencias individuales, y existe toda una zona desprovista de obstáculos para lograrlo, que es el mercado libre y en donde las técnicas de la gerencia contemporánea proporciona las herramientas útiles a estos fines. En el terreno del Socialismo del Siglo XXI, sus ideólogos conciben que el individuo debe ser rescatado de los impulsos consumista y errados en tanto no corresponde a un ideal de vida elevado, y este rescate lo realiza el Estado, que pone freno a las estos impulsos consumistas y establece lo que es idóneo producir y consumir, y lo demás es considerado superfluo, por lo que la libertad para escoger entre lo que se quiere consumir y producir quedan restringida. Esto limita la acción de la gerencia moderna, que, una vez que no se es libre para satisfacer la demanda de consumidores libres, su razón de ser, la mejor satisfacción de esta demanda queda abolida.

-Capitalismo, liberalismo y  gerencia nacen del principio de que el motor de la prosperidad es el trabajo individual organizado en empresa privada, y que la sumatoria de los esfuerzos individuales por solventar los problemas económicos crea la superabundancia inherente a la riqueza de las naciones y los individuos, independientemente de las diferencias económicas entre las clases sociales y los individuos en términos de posesión de bienes. El Socialismo del Siglo XXI concibe al Estado como el propulsor, creador y distribuidor justo de la riqueza, lo que elimina la desigualdad económica, fundamental desde la óptica marxista para la felicidad individual y colectiva, con lo que se alcanza la sociedad ideal.

- La gerencia está diseñada para que determinada organización empresarial incremente sus ingresos económicos, que son equivalente a lucro y a propiedad privada. El Socialismo del Siglo XXI concibe que el lucro y la propiedad privada son el origen de las desigualdades y de todos los males sociales, por lo que privilegia la propiedad estatal y colectiva.

-La gerencia concibe el trabajo del individuo en la empresa privada la vía más idónea y expedita para que este alcance sus ambiciones materiales, al tiempo en que se consustancia con la empresa y en entorno más allá de la simple relación laboral, y empresa, individuo y comunidad se convierten en una unidad social armónica, dentro de la concepción de la división del trabajo, la jerarquía de roles de acuerdo a las capacidades, competencias y destrezas. Para el Socialismo del Siglo XXI el trabajo en la empresa privada “aliena” en la medida en que el trabajador, sobretodo los menos capacitados, son explotados por los empleadores, amén de que el trabajador no tiene relación con los beneficios que la empresa genera a no ser su salario, y sólo forma parte de la empresa privada como una pieza substituible de un engranaje inhumano que lo explota y destruye. 



6.5                   Detectar si existe en Venezuela el escenario con las condiciones propicias para el establecimiento de las Empresas de Producción social.


Desde los albores de la modernidad, pero sobretodo a partir de la segunda mitad del siglo pasado, la gerencia en Venezuela ha tenido que confrontar adaptaciones traumáticas únicas y específicas del ámbito vernáculo, para las cuales, dado su carácter espasmódico y atípico, no ha habido construcciones teóricas previas mediante las cuales confrontarlas. Provienen del hecho de que como denominador común los sistemas de gobierno que han dirigido al país en la última centuria han dado golpes de timón muy violentos en el corto, mediano y largo plazo en materia económica. Por ejemplo el de pasar de un sistema productivo poco intervenido en la época de Juan Vicente Gómez, en la cual prevaleció el autoritarismo político mas no la intervención directa del gobierno  a través del Estado en los asuntos económicos, a uno de marcada tendencia intervencionista.

Durante el gomecismo el Estado se dedicaba llanamente al gobierno civil  y el área económica la dirigían la iniciativa privada a través del empresario y la empresa privada, incluso a la banca le era dado emitir monedas particulares mientras que el Estado no tenía una moneda específica, es decir, no existía la figura del Banco Central y se usaba oro, billetes de bancos y monedas acuñadas en otros países para lograr el intercambio en las economías de mercado.
En ese entonces la gerencia venezolana asumía de forma natural que el sistema de trabajo productivo era la economía de mercado sin adjetivos, pues no se tenían noticias de formas alternas para los intercambios humanos, y por lo tanto, con las excepciones de rigor, no había mucha preocupación por intervenciones excesivas del Estado. Así, las reglas de juego económico estaban muy claramente definidas en lo que respecta a cuestiones impositivas como Impuesto Sobre La Renta en todos los ámbitos (internacionales, nacionales y municipales), es decir, había una clara estandarización de lo que debía ser el comportamiento de las empresas en sus relaciones con el Estado y la ley. Incluso el gobierno del llamado Benemérito, Juan Vicente Gómez, logró publicar e instaurar el primer Código de Comercio republicano, que llegó a ser prácticamente la Constitución Nacional para todo lo concerniente a la actividad comercial e industrial en Venezuela. Como señala Andres Sosa Pietri en Venezuela y el Petróleo, (Revista Debates IESA, Marzo 2007) 

El estado venezolano es el actor dominante en la economía y no ha hecho sino incrementar su poder a lo largo del tiempo... La producción depende de nuestra eficiencia gerencial, de nuestra capacidad para controlar costos y captar mercados. La producción, el trabajo y la no intervención del estado, nos garantizan un horizonte de ingresos estables (pag. 6 y 13)

Sin embargo, a la llegada de la democracia y más adelante, con la asunción del poder por un nuevo gobierno autoritario, el del general Marcos Pérez Jiménez, estas libertades económicas se mantuvieron aunque comenzaron a declinar bajo la progresiva expansión del Estado y los atributos de los gobiernos, y éstos comenzaron a ser más intervensionistas, estimulados y fortalecidos, sobretodo, por la aparición del caudal de dólares de la explotación petrolera. Una vez constituido el sistema democrático, la mayoría de los gobiernos que se han turnado el ejercicio del poder político, han exhibidos rasgos de corte socialista, socialdemócratas o socialcristianos, pero socialistas todos en su núcleo duro, con la añadidura de otra particularidad común: un fuerte intervensionismo económico bajo el lema (o “cuartada moral”, según algunos autores) del voluntarismo político de promover el mejoramiento de las condiciones de vida de las clases desposeídas a cuenta de la reducción de los beneficios del capital, lo que en muy escasos renglones de los índices de mejoramiento de la calidad de vida de la población ha sido posible, ya que estas exacciones al capital y a los recursos del petróleo históricamente han pasado al estado en forma de impuestos, que se han evaporado por vía de los bajos niveles de eficiencia y los altos niveles de corrupción de la administración pública.

Es decir, que con la llegada de la democracia a Venezuela, llega también el Estado como gran interventor en la economía privada, tendencia que se fortalece aún más con la estatización de la explotación petrolera, en 1975. Es decir se comenzó a controlar precios, a cobrar más impuestos, el Estado comenzó a incursionar en actividades empresariales y comerciales, lo que desencadenó el ya mencionado fenómeno de la corrupción administrativa masiva aparejada a grandes niveles de ineficiencia en todos los niveles el desempeño de la administración pública. Pero este proceso histórico no termina ahí. El Estado comenzó a reglamentar, (o a entorpecer, según otras opiniones) la actividad económica con una serie de restricciones, como por ejemplo, por citar sólo una de ellas, el hecho de que en Venezuela se pasa a la obligatoriedad del uso de sólo el bolívar como patrón comercial, cuando apenas décadas antes ese patrón específico e importantísimo de la acción económica humana, la moneda,  no estaba regulado y existía plena libertad de actuar económicamente en cualquier divisa, lo que daba un poderoso impulso a la actividad productiva. Como señala el autor antes citado:

El mercado nacional permanecía abierto a las importaciones. El bolívar estaba sobrevaluado desde 1933, lo cual favorecía las importaciones... La vigencia del patrón oro aseguraba una economía nacional e internacional de baja inflación... En esta época el estado venezolano no tiene más pretensión en el negocio que la de ‘conceder’ a empresarios áreas de exploración y producción. (Pag. 14)

Este sólo ejemplo indica que en aquél momento (y más a partir de la década del setenta) la gerencia tenía que irse adaptando a nuevas y abruptas realidades. Además, en la economía comenzó a aparecer un excesivo gasto público y el control de las importaciones, y como correlato lógico de todas estas transformaciones excesivas la productividad interna se vino abajo. Así, en 1983, el gobierno de Luis Herrera Campins  devalúa la moneda, tratando de proteger las reservas internacionales y esas políticas, contrariamente a lo que se buscaba, acentuaron el desestímulo de la inversión y la productividad interna. Al instaurarse el gobierno de Jaime Lusinchi, en 1984, se instaura también la política de sustitución de importaciones, tratando de poner coto a esta situación y hacer reaccionar el aparato económico vernáculo, pero este nuevo golpe de timón también obtuvo resultados adversos. La política de sustitución de importaciones fracasó porque se aplicó el principio antieconómico de “producción sustitutiva a cualquier costo” amparando su implementación en la renta petrolera, con el saldo de que a finales de su mandato en el país existía un profundo desabastecimiento, que según algunos historiadores, entre ellos el ya mencionado Aníbal Romero, es la verdadera causa de ese hecho histórico conocido como el “Caracazo”, en que la población hambreada saqueó los almacenes de todo el país, sobretodo en la capital.

Eso ocurrió ya en los primeros días del segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, quien trató de abrir al país a los mercados internacionales, modernizar la economía venezolana conectándola al flujo mundial y a los estándares de calidad y productividad de la empresa global, lo que entonces produce, nuevamente, un gran conflicto interno, esta vez en forma de un radical desacuerdo con el empresariado nacional que, a pesar de agruparse en los llamados gremios productivos, pedía al gobierno protección respecto a los productos extranjeros, es decir, no estaban ganados a la idea de competir en igualdad de condiciones con el resto de las economías del mundo. En Venezuela 55 años de política económica, el economista venezolano José Toro Hardy, (1992), señala:

La teoría Keynesiana aparentemente tan bien estructurada parecía una panacea diseñada para resolver nuestros problemas. Con gran rapidez, Venezuela se transformó, quizás sin saberlo, en un paraíso Keynesiano. (Pag. 3)

Este es uno de los factores que desde el punto de vista económico abrió cauces para que el descontento empresarial se mezclara con el descontento popular y crear así condiciones para que una nueva oferta política se hiciera con el grueso del electorado en tan sólo un lustro y la revolución colectivista llegara al poder, primero mediante el intento de golpe de Estado (1992) y luego en forma democrática (1998), que instaura sin duda alguna las formas de gobierno más intervensionistas en la economía privada que se conozcan respecto a las experiencias de las décadas anteriores, hasta el punto de que el simple intención de mantener la propiedad privada sobre los medios de producción, no se diga de las formas de gerenciarlos, esté en cuestionamiento, como se evidencia en los papers constitutivos de las Empresas de Producción Social.

En este apretado resumen se ve a las claras cómo la gerencia venezolana ha tenido que sortear todos estos vaivenes y avatares gubernamentales y adaptarse a ellos, es decir, unas épocas de controles de cambio y otras de cambio libre, en unas épocas proteccionismo y otras de aperturas de mercado, en unas bajos impuestos y en otras altos impuestos, en otras bajas tasas de intereses y en otras altas tasas de intereses. Caídas y subidas, alzas y bajas, libertad y restricciones a las que históricamente se ha enfrentado los capitanes de empresas venezolanos, por lo que ante lo que se avecina en los próximos años, a partir de 2008, la gerencia venezolana también tiene que afrontar ese nuevo reto, el cual es el de pasar de la dirección empresas económicamente eficientes, tradicionalmente orientadas al lucro y a la generación de beneficios, a gerenciar Empresas de Producción Social, que por definición deben orientarse a la producción de bienes y servicios sin beneficios lucrativos individuales, ya que esa es la nueva exigencia del gobierno a objeto de beneficiar a las comunidades, como también lo plantean de forma muy clara Juan Carlos Monedero y Haiman El Troudi en su libro titulado “Empresas de Producción Social”. Como se ve, así como la gerencia venezolana ha tenido que sortear diferentes vaivenes en cada una de las diferentes etapas del devenir histórico de la nación, en este caso, el de las Empresas de Producción Social, la historia de la gerencia no deja de comportarse de la misma manera, y así aparece el nuevo reto de cómo seguir generando beneficios a las organizaciones empresariales sin que eso entre en conflicto con el objetivo primordial del gobierno de que las empresas sólo aporten beneficios sociales, y esto en un marco de economía restringida a un mercado nacional, inclusive local, aislado del flujo de capitales y mercancías del mundo de hoy, el fenómeno conocido como globalización, al cual la ideología del actual gobierno es decididamente adversa.


Ese es el gran reto que tiene en esta época la gerencia venezolana, que deberá adaptarse nuevamente a modos imprevistos de capitanear el día a día de la actividad que hace posible el disfrute, en mayores cantidades y entre la mayor población posible, de los diversos bienes satisfactores de necesidades. En las páginas precedentes se vislumbra cómo se modelaría el comportamiento de las Herramientas Gerenciales de Vanguardia sometidas a este nuevo esquema de entender las relaciones productivas llevadas a la praxis tanto en las Empresas de Producción Social como en el resto del aparato ideológico que prefigura al Socialismo del Siglo XXI en Venezuela, lo que permite afirmar que no existe un escenario propicio para una implantación exitosa de un nuevo modelo basado en una nueva lógica económica diametralmente opuesta a la lógica capitalista, y sólo se está replicando las experiencias pasadas (ya descritas) de capitalismo de Estado que históricamente han producido altos niveles de ineficiencia. En resumidas cuentas es lógico pensar que el intento por implantar un nuevo modelo económico basado en las Empresas de Producción Social es otro de los diversos cambios abruptos que han introducido los gobiernos en la economía venezolana y que históricamente se han traducido en distorsiones en esta, en vista de que nunca se ha asumido la economía dentro de la ortodoxia de la lógicamente capitalista y gerencial que impera y ha hecho posible el desarrollo económico y humano en otras latitudes del mundo.
                                      


 CONCLUSIONES

-          En la apreciación de fondo de la propuesta del SS XXI existen simplificaciones o resoluciones poco científicas y antieconómicas de problemas humanos trascendentales, tal el caso del intento de la eliminación del “precio” como marcador en los intercambios económicos por medio de la economía de equivalencias; lo que en realidad se lograría con esta operación es la sustitución de los precios monetarios por precios en especies o precios en valores.
-          Además, la pretensión de sustituir el dinero por otros instrumentos de intercambio basados en la “economía de equivalencias” dejando de lado principios elementales establecidos por la ciencia económica que, como lo apunta A. Smith, puntualizan que “el dinero surge, de manera unilateral y abstracta, extrínseco a la mercancía como medio de circulación para asegurar a los dueños de mercancías los beneficios de la división del trabajo, liberando su poder de compra de los embarazos y atascamientos del trueque” (Cfz. A. Smith).
-          Además, la Economía Planificada de Equivalencias, que adjudica su origen a las teorías de los clásicos (Smith y Ricardo) y a Marx, tiene como escenario de fondo una condición descartada a priori por los citados autores: la existencia de la renta. En este caso se trata de que en Venezuela es posible promover internamente este tipo de proyectos sí y solo si se cuenta con los recursos de la renta petrolera, generada, paradójicamente, en las imperfecciones del mercado capitalista mundial del petróleo.
   
-          Las Empresas de Producción Social no podrán ser administradas con las Herramientas Gerenciales de Vanguardia, ya que éstas son de raigambre capitalista y sirven para llevar a cabo tareas que permitan alcanzar metas,  entre éstas ganar dinero y generar lucro privado, lo que está en franca contradicción con los postulados del Socialismo del Siglo XXI.

-          En las Empresas de Producción Social no se plantea la meta de generar beneficios  lo cual es uno de los  principios del capitalismo y por ende de las Herramientas Gerenciales de Vanguardia, por lo que se observa de forma clara que las Empresas de Producción Social necesitarán de un nuevo tipo de gerencia, de la cual aún no se tiene ningún adelanto ni teórico ni de experiencia práctica, lo que constituye un handycap de difícil superación para el éxito de esta propuesta.

-          Desde el punto de vista económico, el Socialismo del Siglo XXI es absolutamente inviable, ya que parte de una nueva idea de la conducta humana totalmente disociada de la conducta económica histórica del ser humano, que consiste, grosso modo, en maximizar beneficios con recursos escasos y optativos.

-          Los objetivos iniciales de la “gestión gerencial” (que está todavía por construirse en su totalidad) de las Empresas de Producción Social son opuestos en términos absolutos a los objetivos de las Herramientas Gerenciales de Vanguardia, por lo que no hay intersecciones afines entre unos y otros.

-          El Socialismo del Siglo XXI no es un simple eslogan político, sino una propuesta de transformación política, económica y social en la República Bolivariana de Venezuela avaladas por el Ejecutivo Nacional y los poderes públicos, basados en la ideología socialista propuesta por Heinz Dieterich y su obra “Hugo Chavez y El Socialismo del Siglo XXI”, y completada por Juan Carlos Monedero y Haiman El Troudi en “EPS: Instrumentos del Socialismo del Siglo XXI”, por lo que sus postulados tienen que ser tomados en cuenta a la hora de abordar el tema de la gerencia de vanguardia en Venezuela, ya que entre ellos se cuenta a futuro la eliminación de la propiedad privada, lo que automáticamente anula la razón de ser de la Gerencia de Vanguardia tal como hasta el presente se conoce.     

-          No hay coherencia entre los lineamientos de la Escuela de Negocios de la Universidad de Oriente y los postulados del Socialismo del Siglo XXI ya que la primera se encuadra dentro de las más avanzadas técnicas gerenciales modernas, y el segundo aboga por la destrucción de la “lógica capitalista”, que es el núcleo y razón de ser de aquella.

-          La Responsabilidad Social Empresarial no es un postulado exclusivo del Socialismo del Siglo XXI, sino que ha sido una práctica de las Técnicas Gerenciales de Vanguardia en ámbitos concretamente capitalistas.  

-     De ser llevado a cabo tal como lo plantean Dieterich y El Troudi, el Socialismo del Siglo XXI produciría una destrucción del aparato productivo venezolano, no sólo por la incapacidad de este de competir con los sistemas productivos del mundo global, sino también en lo interno, por ir a contracorriente de toda lógica económica racional.




















RECOMENDACIONES


Finalmente debemos considerar una serie de recomendaciones a la gerencia venezolana en cada uno de sus campos de acción, en vista de que es obvio que la propuesta del Socialismo del Siglo XXI plantea un panorama nada alentador con relación a la posibilidad del desempeño eficiente de cada organización empresarial, lo cual compromete sus objetivos estratégicos de negocios.

Como se ha reiterado, las organizaciones empresariales existen para llevar a cabo tareas que conducen a alcanzar metas que están relacionadas entre otras con ganar dinero. Para lograrlo es necesario una definición clara del negocio, una estrategia y un plan de acción, además de contar con personal comprometido con la organización,  lo cual se verá totalmente en entredicho si los valores y creencias de los asociados responden a los postulados del Socialismo del  Siglo XXI (que se han expuesto de forma minuciosa a lo largo de este trabajo).

Por eso es necesario analizar cual va a ser el impacto que para las organizaciones empresariales venezolanas implica el avance del Socialismo del Siglo XXI en la República Bolivariana de Venezuela y qué tan comprometidos están ya los recursos financieros, físicos y humanos y cuánto más se comprometerán de continuar el avance de este tipo de sistemas ideológicos.


Los gremios empresariales y profesionales deben investigar, explicar y aclarar en qué consiste el Socialismo del Siglo XXI  y no evitar la discusión abierta de este concepto, ya que mientras mayor sea el conocimiento de esta propuesta será más viable su descarte como modelo social y económico para los venezolanos.   

















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