He tenido la desgracia de conocer a varios
boliburgueses chavistas que refugian sus fortunas mal habidas en Panamá, tierra
a la cual no respetan y se burlan de sus leyes. Estos personajes por lo general
son arrogantes e idiotas, una combinación tan desagradable y a la vez
pintoresca. Los verdaderos empresarios son personas emprendedoras, soñadores
activos que activan sus fuerzas creativas para producir riquezas. Los chavistas
boliburgueses por lo general son testaferros de algún militar o político
corrupto que desde Venezuela lava el dinero robado a todos sus conciudadanos.
Conocí a un par de idiotas venezolanos que definitivamente son testaferros de
algún militar y que se han enriquecido con el dinero de PDVSA. Uno de ellos un
imbécil maltratado por su finado padre lo ha convertido en una personalidad
megalómana y tímida, combinación abyecta que le hace parecer un homosexual
reprimido aunado a sus ademanes delicados y femeninos. Este idiota gasta la
fortuna mal habida de sus familiares solo por complacer sus deseos de creerse
inteligente y ejecutivo ejemplar, cometiendo tantos errores
financieros y dilapidando la fortuna que le fue encomendada por sus superiores en
la tierra venezolana. El otro, un tipo gris y cobarde que necesita que sus
obreros y empleados lo acompañen en las noches ya que por su total cobardía le
teme a la oscuridad y no puede dormir solo. Estas características de personajes
que duermen en tierras panameñas avergüenzan a la población venezolana decente que
habita este bello país y además nos perjudica en imagen ya que muchos de los
panameños honorables que trabajan con este tipo de personajes deben soportar
los desmanes y el maltratos que la arrogancia y su infinita estupidez les hacen
cometer. Las fortunas mal habidas jamás prosperan, menos en países donde la
libertad y las empresas legítimas progresan en base a la competencia y la
verdadera práctica empresarial y no a la conexión patética con políticos y
militares venezolanos que robando a ese pueblo vienen a esta bella patria
panameña a alardear de talentos que no poseen y honores inmerecidos. Ojalá esta
pesadilla boliburguesa venezolana pase y estos imbéciles desaparezcan y se
ubiquen en el sitial que les corresponde: la cárcel o el infierno, lo cual en
Venezuela es lo mismo.
Bravo, buena terapia, llamar por su nombre a esas cosas que mal ponen el gentilicio en el mundo
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