Muchas veces en mi vida he intentado seducir a la feminidad con
esta palabra, muchas veces ella está dentro de las freses encubiertas que
buscan conquistar y aproximarme a la feminidad de una bella doncella. Sin
embargo, esta palabra está implícita en la estructura del mundo y la conexión mental
que el ser humano haga de ella, partiendo eso sí del uso de su significado. La
magia no es otra cosa que las
sensaciones maravillosas que ocurren cuando sentimos la música, la comida y hasta la brisa marina de la bahía de amador
en Panamá, esa brisa marina que te acaricia y te hace rendir la felicidad
durante el día. La magia ha estado
presente en las grandes voces de la humanidad, en las grandes obras del mundo y
sobre todo en las almas más nobles y
sensibles que en muchos casos terminan escribiendo el arte. El mundo halla su
encanto cuando hay armonía, es decir cuando se combinan elementos rítmicos que
hacen construcciones y estructuras que interactúan con nuestros sentidos y nos
hacen producir y sentir placer (y a veces hasta dolor, pero dolor del bueno).
Este ritmo no solo se presenta en el arte, también el ritmo mágico aparece en
la ciencia y las herramientas que asisten a ésta como por ejemplo la economía,
la administración y el derecho, todas ciencias que construyen conocimiento y verdad haciendo uso de herramientas de
diferentes disciplinas. Creo que definitivamente el mundo es magia y ésta es el
mundo, sino no encuentro otra razón por la cual la armonía de cada cosa que veo
y hago me produzca tanto placer y que lo ilógico me aburra y me contamine el
alma. Por eso viva la magia de la vida y sus pausados giros de encantadora y
suave armonía.