Tengo casi cuatro años que decidí voluntariamente dejar la patria, buscar otros rumbos que me alejaran del drama político fascista venezolano del régimen de Hugo Chávez. En este tiempo no he podido desprenderme del acontecer político y por el contrario la patria está más cerca que nunca. He aprendido que ser venezolano es una circunstancia y un hecho fortuito, algo más aleatorio que otra cosa. Sin embargo, es necesario resaltar que la añoranza y el sentido de pertenencia, evita que te sientas un paria o esa horrible sensación de no pertenecer a ninguna parte. En fin en estos años el país está más cerca del corazón que de un mapa territorial dibujado en cualquier libro de geografía. También he sentido que los venezolanos que estamos fuera hemos aprendido a reconocer cual es la verdadera libertad, hemos aprendido a entender que libertad – esa palabra hermosa- no es la descripción de posibilidades de andar caminando o recorriendo al aire libre un lugar, una ciudad o una playa. Yo, particularmente he entendido que la libertad tiene más relación con el tiempo que con la calle, con la reflexión y el pensamiento que con la recreación. Por ejemplo, en Panamá muchos venezolanos hemos aprendido que una moneda nacional, de obligado uso forzoso como el Bolívar Fuerte es un elemento silencioso de tiranía y coerción de libertad. Esto porque el hecho de tener que realizar trámites para un viaje, para una compra en el exterior, que tu valioso tiempo familiar deba ser sacrificado en filas y trámites por la exigencia de supervisión de las autoridades venezolanas es sencillamente un crimen. Hemos aprendido que el tiempo que pierdes en ese trámite burocrático de cambiar Bolívares fuertes por los dólares, ese valioso tiempo perdido te quita el derecho de estar con quien quieras, con tus hijos, con tu esposa o con quien te de la gana. Una amiga también me comentó que por ejemplo ella viviendo en Miami aprendió a través de su hija pequeña el valor del pensamiento de los padres fundadores de los Estados Unidos, valores que para esa época eran una hazaña sobre todo al declarar la primera constitución que proclamó que todos los seres humanos son iguales ante Dios y la ley, que tienen el derecho a la vida, la libertad y la propiedad, y además lo más importante: que cada ciudadano tiene el deber de valerse por si mismo. Estos principios libertarios, expuestos en la constitución norteamericana han sido fundamentales para lo que es hoy ese poderoso país. Yo a veces me imagino si EEUU no hubiera sido la potencia del mundo ¿Qué sería del mundo con países con gobiernos dictatoriales como Rusia, China, y algunos del medio oriente?. Todas esas experiencias y reflexiones por simples que parezcan no tengo dudas cambiarán la forma de ver la patria querida Venezuela, quizá ese baño de libertad al cual estoy sometido me hará llevar esa bonita sensación a la patria de Bolívar. Países como Panamá sin Banco Central ni moneda de curso forzoso y Estados Unidos sin la intervención del estado en los asuntos económicos me han hecho entender que la libertad es tiempo de goce, tiempo de amor y pasión, en fin me he convencido que la libertad equivale a tiempo. Jamás habría entendido la relación vida-tiempo y mucho menos el placer que genera poder disfrutarlo. Por eso el tiempo se detiene o fallece cuando pasas la mayor parte del día en burocracia como la socialdemocracia o en la tiranía como en el socialismo del siglo XXI. ¿Cuando apostaremos a la libertad?, digo esa que consiste en que los gobiernos de turno en el estado no sigan impidiéndote hacer lo que te de la gana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario