El próximo 12 de Febrero de 2012 se escogerá no sólo al candidato que enfrentará a Chávez en las elecciones donde este último ilegalmente participa, si no al líder o la líder que lo condene a entregar el poder por las buenas o por las malas. Pensar que Chávez entregará el poder de forma democrática y pacífica implicaría una ingenuidad de la dirigencia de la oposición venezolana similar a la que tuvo el ministro de Inglaterra Chamberlain al firmar un acuerdo de paz con Hitler antes de la segunda guerra mundial. No reconocer el carácter fascistoide en lo político y fazista en lo militar del régimen de Chávez es caer en su juego de legitimarse el 7 de octubre de 2012 y seguir con su dictadura constitucional. Chávez se ha burlado hasta el cansancio de los ciudadanos de a pié que guiados por erráticas estrategias de la oposición socialista han aceptado los robos descarados del referendo revocatorio de 2004 y las elecciones presidenciales de 2006, además de instaurar todos los decretos que se habían negado en la reforma constitucional de diciembre de 2007 la cual al haberla perdido le prohíbe el reelegirse como presidente. Por eso pienso que la única forma de salir de Chávez más allá de las primarias, es que la población entienda que Venezuela enfrenta un mal psicológico como el fazismo, cuyos efectos catastróficos y genocidas son conocidos por todos. Pensar que Hitler era un ser extraterrestre y que no hay cabida para más enfermos de poder y sanguinarios es ingenuo, más aun en Latinoamérica donde a lo largo del siglo pasado desfilaron por el poder sanguinarios dictadores que se llevaron miles de vidas por delante. El venezolano siempre cree que está exento de sufrir las calamidades de los dictadores que por desgracia pasan por el mundo, sobre todo porque para evitar estas tragedias la población debe tener madurez política que le permita reorganizar a las instituciones que le imposibilite a estos dictadores adueñarse de la patria (caso Estados Unidos y su separación de poderes). Por eso creo que el problema no termina ni el 12 de febrero ni el 7 de octubre ya que por lo menos un batallón de asesinos del ejército venezolano será capaz de disparar y reprimir a la población, sobre todo las milicias que dependen directamente de Hugo Chávez. Votar el 12 de febrero es un primer paso, más no es suficiente. Lo segundo debe ser exigir un nuevo CNE con manifestaciones de calle, acompañado de la ayuda internacional y el apoyo mediático, que debe estar alerta sobre el posible genocidio que ya debe estar tramando el actual gobierno venezolano. Para rematar de forma mística el conflicto, recuerden las premoniciones del pintor ecuatoriano Guayasamin con su cuadro Macuto (el militar) en el cual visualiza enfrentamientos y derramamiento de sangre antes de la caida del dictador cuyo cuadro tiene un impresionante parecido a Hugo Chávez.